Todo había llegado a su fin, las cosas no tenían más sentido y su cuerpo paso de resistente a sumamente frágil.
-¿Por qué en este momento quieres irte? –Susurraba hacia el pedazo de cemento- ¿Es que acaso deseas hacerme sufrir más?
Ese día fue tan gris, pero ya no pude diferenciar los colores después de aquella ocasión.
-Lo siento, no puedo más, la venganza consumió mis entrañas y no queda nada.
Las hojas caían, los arboles quedaban secos y vacios.
-Nunca pensé que el tiempo pasara tan rápido.-dijo remangándose el saco que llevaba puesto-.Ha pasado un tiempo desde mi última visita verdad-. Seguía hablando mientras recordó ese día y abría un paraguas.
En la ciudad Domino estaba con épocas de lluvias y ese día no era la excepción. Ryou esperaba ciegamente que él llegara, pasaron los minutos y los ojos de este se empezaron a poner vidriosos dejando que sus finas lagrimas cayeran sin ninguna interrupción a través de sus mejillas, en ese momento no le importaba nada.
De lejos se empezaron a acercar unos pasos y de sus ojos nació la esperanza intento secar lo que le quedaba de lagrimas y sonrió levemente esperando que se abriera la puerta. Esta la perilla giro y se abrió con un agudo chirrido.
-¿Por que la demora?-pregunto Ryou observando el rostro del otro todo empapado por la lluvia.
-Lo siento.-contesto Bakura cabizbajo y sin ningún ánimo.
-Kura...-decía el otro sin obtener respuestas.- Por favor dime algo.
-La hora llego.-dijo levantando su cabeza y sonriendo en señal de su desesperación.
-Nnno...nno! -fue lo único que podría pronunciar Ryou siendo controlado por el llanto.
El mayor siguió caminando dejando rastro de agua en el piso. Inesperadamente lo abrazo por detrás colocando su mano sobre sus ojos y movió un rato sus labios sin emitir sonido alguno por un momento.
Con la voz ronca le dijo-.Soy un mentiroso, te prometí tantas cosas de las cuales no cumpliré ni siquiera la más sencilla.
Un nudo se presento en la garganta le impidió hablar fluido.
-Prometiste que al menos sonreirías para mi.-dijo llorando intensamente.
-Adiós mi querido Ryou, algún día nos volveremos a ver.-dijo sacando un cuchillo de su bolsillo.
El menor tuvo un presagio cogió en un segundo el brazo del mayor y le dijo.- No te atrevas-. En tono amenazante.
-Muy astuto.-contesto dándole la sortija que tenía en el cuello y tirando el saco negro que llevaba puesto.-Cada vez que necesites mi presencia estará aquí.-Se la acerco al pecho.
-Te irás porque no encontraste tu venganza.-dijo volteándose y recostándose en su pecho-. Estúpido, tonto, MENTIROSO.
-Si amor, tienes tanta razón, todo lo que dices es verdad, pero yo no debo estar aquí.-dijo abrazándolo protectoramente-. Perdí el juego de la vida...
-...si no la juegas, no la vives.-completo y su mirada emanaban furia y tristeza-. No tienes derecho a irte después de todo lo que hemos pasado.
-¡RYOU!-exclamo el otro- Como puedes quererme, cuando solo fuimos uno solo utilizaba tu cuerpo, luego arriesgaste tu vida para conseguirme un cuerpo propio y mi único objetivo siempre fue la venganza.
-No me importa.-sollozaba dejando sus reflejos atrás.
El mayor levanto el rostro del menor y lo beso dulcemente. Se separo y con una mirada vacía le dijo.
-Adiós.-dijo mientras se introducía el cuchillo en el estomago.
-Idiota.-golpeaba fuertemente el cuerpo sin vida del otro hasta que cayera al piso-. Me dejaste solo otra vez, me prometiste...me prometiste que no lo harías.
El cuerpo de Bakura solo yacía en el suelo, desangrándose.
Ryou no entendía porque lo hizo, el simple hecho de no sentir su espíritu cerca de él, lo estremecía.
-Que ganaste con esto.-pateaba su cuerpo-. ¿Mil llantos? ¿Consuelo a tu desesperación?
Pasaron las horas mientras descargaba su ira sobre el inconsciente cuerpo. Hasta que no tuvo nada más que aceptar su muerte. Abrazó los 2 objetos que le había entregado antes de su suicido.
-Estúpido Kura.-dijo pateando su cuerpo y percatándose de que su saco llevaba una nota.
-*Seguramente ya no estaré contigo, pero te diré algo. Este sentimiento nunca cambiara en mi espíritu*-leía volviendo a brotar lagrimas-*procura decirle a la menor cantidad posible de personas este suceso, me sentiré mas tranquilo y espero que tu también, disfruta tu vida, cuídate ATTE:Bakura*
Con un gran esfuerzo por cargar el pesado cuerpo del mayor lo recostó en un sofá y le dio un beso en la frente.
-Desearía tanto que tengas razón. -decía mientras lo miraba detenidamente.
Al día siguiente se despertó sobre el él.
-Llamare a la funeraria.-dijo buscando su teléfono pensando mucho sus acciones-. Mejor iré yo mismo ahí, pensaran que lo mate si investigan mi casa, no deseo disturbios, suficiente con esto.
Salió lentamente cargando el cuerpo, por su residencia no había mucha gente. Pero las que se topo se asustaron de él. Ahí estaba el cementerio, debía haber alguien aquí que lo pueda ayudar.
-Señoor.-llamaba Ryou jadeante por el peso.
-Dígame.-contesto un señor de edad avanzada y cabello gris.
-Le traigo a un fallecido, no tengo dinero suficiente para enterrarlo.-dijo tragando saliva.
-Mis condolencias joven, veo en su rostro que tenia gran afecto hacia él.-dijo ayudándolo a cargarlo.
-Si por favor ayúdeme a enterrarlo. -pedía lloroso, el señor se sintió conmovido al ver la emotividad de Ryou.
-Lo hare porque siento algo distinto en ti, nadie antes se le había ocurrido venir sin dinero ni ayuda a enterrar a alguien.-le dijo mientras se acercaban a las tumbas que ya estaban preparadas.
-Aquí siempre tenemos una de emergencia por algún imprevisto, pero no tendrá nombre. Decía el hombre haciendo una mueca con la cual se le dio por preguntar-. ¿Estarías de acuerdo con ello?
-Sería mejor. Sonrió melancólicamente-. Gracias por su ayuda señor.
Pasaron los días y nadie sabía nada de Ryou, el cual iba a visitar todos los días a la tumba de Bakura. Un día llevo una tiza camino mirando el vacio y la nada, no podía aceptarlo, no podía superarlo. Ese día se topo con Yugi el cual al verlo se alegro muchísimo.
-Ryou ¿como estas? te hemos intentado llamar desde hace tiempo.-dijo dándole un fuete abrazo-. Como esta todo en tu casa ¿y Bakura?
Sus ojos se cristalizaron, pero decidió llevarlo al lugar donde pasaba la mayoría de sus horas.
El tricolor no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando y se percato de la falta de ánimos y energía de su amigo.
Entraron al cementerio y Yugi quedo con los ojos bien abiertos, ya empezó a formular teorías de lo que estaba pasando. Ryou se acerco a la tumba sin nombre, saco la tiza de su bolsillo y escribió en letras mayúsculas BAKURA YACE AQUI.
Yugi al confirmar su peor teoría se espanto, pero Ryou solo le pidió silencio.
-Ya lo sabes, te ruego que no se lo digas a nadie.-dijo entre susurros.
-Te lo prometo.-contesto tragando saliva para luego estar en silencio un buen tiempo y despedirse.
Así siguió pasando el tiempo hasta que un día se prometio que no se sometería a mas tiempo de recuerdos. Intentando escapar del pasado, logrando visitarlo una vez al mes.
Un pedazo de cemento y yo estábamos charlando.
-Sí, Idiota. -decía Ryou-. Yugi y el señor que te enterró fueron los únicos que se enteraron, ¿Ahora estas feliz?-termino por decir hasta caer gritando al suelo.-Te fuiste dejándome solo, después de todas las promesas.-lloraba tirándose sobre la tumba
-Joven Ryou, tranquilícese. No puede seguir viniendo aquí, le está haciendo daño.-dijo el señor de edad.
-No me importa señor.-dijo observando las flores marchitas que seguían ahí.- No puedo evitarlo, es mi prisión, es mi condena.
-Tenga cuidado chico, hoy parece que una tormenta se aproxima.-le dijo para ir a su puesto.
-Tuviste tanta razón.-dijo cerrando el paraguas y sintiendo las gotas de lluvia correr a través de su tersa piel-. Este sentimiento es eterno.- cerró los ojos, lloro y soñó en silencio hasta quedar dormido en el profundo misterio de la muerte.