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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del fanfic:

Este es mi segunda historia ORIGINAL. TRATENLA BIEN :)

Notas del capitulo:

Les dejo el Prólogo. 

Prólogo

La luz de la farola más cercana fue el estallido. La bomba había explotado. Noah comenzó a correr para salvarse los huesos. Con un simple tropezón tuvo, el otro canalla estaba por atraparle el culo y  se armaría un problema si eso sucedía. Después de estar acorralado por los hombrecillos de máximo diecisiete años de edad, golpeó todo los huevos que pudo para poder huir de nuevo, pero no le funcionó como esperó. En un dos por tres, lo tomaron del cuello y comenzaron a golpearlo entre todos.

Los porrazos se fueron disminuyendo cuando la patrulla comenzó a sonar. No se encontraban solos, la policía gilipollas había llegado para separar a los pandilleros que estaban enfrentándose para acabar con un coraje reprimido. De un sólo agarrón, tomaron a cinco de ellos incluyendo al pequeño Noah. Después de subirlos a la camioneta policiaca,  llamaron a los padres de los correspondientes menores.

—No sólo se encontraba en una riña, su hijo ya ha estado aquí cuatro veces —un pelinegro de buen ver, le contó ligeramente al viejo pelirrojo —, sería un desastre si su hijo llegara a parar en el tutelar de menores. —Le advirtió por cuarta vez.

— ¿Tengo que pagar algo? —El padre del adolescente quiso acortar la conversación.

 

Era lo de menos, el padre de Noah tenía dinero hasta para regalar y aunque su malcriado hijo no dependiera de él, siempre hacia cosas malas como en esta ocasión. Sin saber qué hacer, tomó a Noah del brazo y se lo llevó a rastras después de haber tenido una discusión poco carismática con el jefe de policía.

 

Después de entrar a la camioneta de su padre, el pequeño trató de bajarse. Su viejo le daba asco y es que nunca en su vida se había interesado por él. Salomón, el padre del rebelde jovencito, sencillamente se encargaba de hacer dinero.

 

—Tienes cinco minutos para explicarme qué fue eso.

—No hay nada fuera de lo común. —Lo miró con resentimiento —.Les pegué, me golpearon y nos agarraron. —Sonrió de lado mientras esperaba una buena respuesta de su querido padre.

—Es la cuarta vez, las primeras fueron por estar en un punto de vendedores de droga y ahora por golpearte con canallas —le espetó el más grande.

 Al pequeño se le escapó un suspiro.

—No te intereses, si no te sientes a gusto conmigo, sólo déjame libre.

—Tengo que cargar contigo toda mi vida. —Le anunció con resequedad en la garganta y con una pésimo dolor de cabeza.

 

Al arrancar la camioneta blindada, todo siguió igual que antes…

 

Salomón Trimmer Valois, un hombre joven de treinta y siete años de edad, tuvo su primer amor. Como toda persona, fue hechizado por el poder femenino y por causas deprimentes, Trimmer tuvo que hacerse cargo de un hijo que no pudo tener madre.

 

Desde el comienzo, Salomón tenía predeterminado tener familia. Cuando su novia se enteró de su embarazo, quiso abortar. Él realmente aún no conocía bien a la desquiciada mujer, y eso lo llevó a comenzar su estado depresivo.

 

Con descaro, la fémina le pidió dinero para poder entregarle la criatura, porque como todo hombre enamorado del espíritu paterno, quiso quedarse con su único hijo.

 

Después de nacer su querido hombrecillo, la mujer huyó. Fue así como comenzó la desgracia. Noah Nicolás Trimmer Valois se encontraba respirando para acabar con la poca paciencia que su padre tenía. Cuando Nicolás tenía apenas cinco años, fue un niño problema y desde ese instante su padre no deseó tenerlo cerca nunca más, fue así el comienzo de las travesuras de Nico y la desesperación de su viejo.

 

Ahora, el pequeño vivía sus dieciséis primaveras como un cachorro con rabia, a pesar de que estudiaba, faltaba  a clases y compraba narcóticos con algunos de sus colegas. El pequeño Nico se parecía a su padre, por desgracia no podía negarlo como hijo. Los rasgos más característicos de la familia Trimmer eran de gatitos. La mirada que definía al pequeño conjunto se tornaba color azul rey, pestañas grandes, cabellera pelirroja con destellos naranjas y pecas en algunas partes del cuerpo como en la  nariz, hombros y espalda.

 

Por herencia, el padre siguió su camino en la empresa de Juguetes, de ahí su posición económica. Salomón no sólo trabajaba ahí, el definitivamente era el jefe, el adinerado mandón que tenía a muchas personas a su servicio.

 

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

 

¿Día? Miércoles, ¿Lugar? Empresa, ¿Asunto? Familiar, ¿Hora? Seis treinta de la tarde.

 

Segundos después de comprar una esquimal de fresa en la heladería de la esquina, Noah se dirigió a la empresa por cuestiones familiares; su padre le había llamado minutos antes para pedir su presencia y hablar con él sobre los asuntos graves que él mismo provocaba en su colegio.

 

Al entrar por la grandiosa puerta principal, se encontró con el guardia, éste lo saludó como en las pocas veces que iba por ahí. No sólo era un milagro que el pequeño Nicolás asistiera a la empresa,  esto ponía de cabeza a todas las secretarias cercanas y es que la belleza del endemoniado Nico hacia que los corazones de todas bombearan más sangre que de costumbre. 

 

Con ayuda de la mano derecha se metió la paleta de fresa a la boca y comenzó a caminar para subir al ascensor, cuando entró se topó con un pelinegro muy alto, aproximadamente veinte centímetros más grande que él. Al mirarlo rodó los ojos para ignorar su arrogante presencia voluminosa, oprimió la tecla que llevaba el piso a donde iba y esperó un poco para llegar, pero su celular comenzó a sonar y al contestarlo, el ascensor se detuvo y más gente subió. Éste fue hasta el fondo, y cuando entró una mujer robusta, le tumbó la paleta, e hizo un desastre.

 

— ¿Está bien? —le preguntó el pelirrojo al mismo tiempo que ella sonreía como toda una enamoradiza. 

—Sí. Que milagro que viene por acá. —Le tomó  la mano, gustosa. La gordita conocía a Nicolás desde pequeño, pues ella no era una trabajadora cualquiera, ella era nada más y nada menos que la secretaria personal de su padre.

—Es un milagro —respondió él, sonriéndole y oprimiendo una tecla para poder avisar sobre el cochinero que sobresalía del ascensor.

 

Después de hablar y avisar que había una paleta de helado desparramada en todo el suelo, se fue hacia adelante para salir en el siguiente piso. Cuando el botón principal dio en verde y el ascensor se detuvo, bajó y fue directo a la oficina de su padre en compañía de la gordita.

 

Al ver que la secretaria tomaba asiento, tocó la puerta de la estancia de su progenitor, cuando  le dijo “pase”, entró.

—La directora llamó —le avisó con los ojos ya  no azules sino negros de la furia que le recorría el cuerpo. 

—A sí…—Se sentó en la única silla que había para platicar —, y bueno, falté tres días seguidos — confesó.

—Pero yo te mandé con el chofer.

—Simplemente no entré, no quiero estudiar —dijo al mismo tiempo que tomaba  rápidamente una pluma del escritorio del pelirrojo mayor. Quería anotarle la dirección de un lugar adecuado para él —.Deseo cantar y bailar, vi un lugar donde te capacitan y tal vez…—Le entregó el papelito con la dirección anotada en tinta negra, pero su padre lo rompió en cuatro.

—No. —Se negó, estando con la sangre coagulada.

—Es por eso que no quiero venir aquí a decirte lo que realmente quiero… y lo peor de todo es que no me aceptas.

—Nunca aceptaré un oficio así, y menos con tu comportamiento… tus amigos, amiguitas, absolutamente todo tu alrededor está manchado de pura mierda —se quejó. Se puso de pie y comenzó a rodear al pobre gatito que parecía no temer.

—Lo único que deseas es que entre a tu empresa —el nene dijo la verdad, levantó el dedo índice para apuntarlo, pero luego de pensarlo, decidió bajarlo. Respiró una bocanada de aire y se puso de pie —, pero yo no quiero, pa,  si en verdad no sabes qué hacer conmigo, por favor envíame fuera del país o no sé. —Elevó la mano derecha para proseguir—. Pero no me tengas contigo por favor, sólo estas arruinando mis sueños.

—Bien, lárgate de mi oficina por ahora. No quiero comenzar a pelear.

—Vale, líbrate de mí cuanto antes —se burló el menor. Agarró su esbelto cuerpo y movió las piernas para irse cuanto antes de ahí. Al salir sacó su celular, pero en el transcurso de su llamada se volvió a topar con el mismo pelinegro de antes. Al verlo, entre cerró los ojos y lo observó con astucia; esta era la segunda vez que el maldito se topaba con él y eso le molestaba.

—Disculpa. —El tipo se relamió los labios segundos después de haber pedido perdón.

 

Nicolás sencillamente asintió, echándose el fleco para un lado, lo estudió, mirándolo de arriba abajo, y se fue dejándolo tieso. La verdadera belleza estaba ahí, cerca de Oliver ¿Cómo demonios un hombre podía ser  tan hermoso?  El de altura más elevada, volteó hacia atrás y al mirarlo irse, entró a la oficina de su colega.

—Eres puntual, Oliver. —Su amigo le sonrió —. Pasa por favor. —Le ofreció asiento con la mano derecha, sonrió cabizbajo y envolvió unos papeles importantes en un legajo negro para alejarlos de la conversación que estaba por propagarse.

—Disculpa, ¿Quién es la persona que acaba de salir de tu oficina? —El mayor alzó una ceja y sonrió con chulería.

—Mi hijo. —Confesó orgulloso. Su bebé tenía su porte, belleza y una gran capacidad, aunque el chiquillo  no la viera —,  Noah ¿Lo conoces? —Oliver se negó, impresionado.

 

Detrás de esa mirada coloreada de gris, había muchos secretos que nunca antes nadie se pudo imaginar. Oliver no es como lo pinta la  primera persona que se cruza en su camino, él es… él es un hombre caliente, de dinero y carácter temible, un hombre que sólo Salomón conoce bien.

 

¿Cómo el amor de un padre puede llegar al grado de casar a su único hijo rebelde con un hombre nueve años mayor que éste? Porque para él, el dinero lo es todo…  ¿Oliver podrá domar al gatito pelirrojo, o será que éste lo domará a él?

Notas finales:

No se priven de dejar sus quejas o sujerencias por favor. Es importante para mi que dejen comentarios, asi reforzare :) Gracias por darle la primera leida

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