Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mis 5 guardianes y el destino. por KeikoHikari

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Espero que guste!

Cuenta la leyenda que hubo una vez un príncipe que se enamoró de la princesa de una aldea cercana a la suya. Se casaron y al cabo de unos años tuvieron a sus primeros hijos, unos hermosos gemelos, un chico al que llamaron Leo, y una chica a la nombraron como Meleida. Los niños crecieron alegremente junto a sus padres. Cuando los niños cumplieron los 5 años, las aldeas de ambos príncipes fueron atacadas. El ejército de nuestros príncipes fue arrasado. Solo quedaban ellos 4, los príncipes para salvar a sus hijos hicieron un pacto con el diablo, venderían su alma a cambio de que sus hijos sobrevivieran. El diablo aceptó, se llevó las almas de los padres y transportó a los hijos a una pequeña casa situada en una granja muy lejos del castillo donde había nacido, durante el cambio los niños olvidaron todo lo que había aprendido hasta ese momento. Comenzaron una nueva vida con aquella pareja de granjeros. La mujer y el marido de ésta cuidaron de ellos y se convirtieron en sus nuevos padres. Los granjeros jamás supieron de dónde habían salido aquellos niños pero los alimentaron y enseñaron como si fueran sus propios hijos. Les pusieron nombres nuevos, Ezel para el chico, y Nina a la chica. Nadie se percató  de que los nietos de los reyes estaban en manos de unos granjeros a tanta distancia. Aquellos niños que habían llegado de la nada se convirtieron en adultos y siguieron una vida normal. Hasta que un día unos rumores que decían que los hijos de los granjeros eran los nietos robados llegaron a oídos de Ezel y Nina, hartos de ser perseguidos por la gente que decía aquello huyeron de la granja y se alejaron. Dicen que siguieron su vida cada uno por su lado y tuvieron hijos. No se supo nada más de ellos.

 

Mis abuelos, cuando era pequeño siempre me contaban la leyenda. Poca gente conocía la esta historia, decían que tenía poca credibilidad. Mi abuela me comentaba que aquellos niños eran los abuelos de mis abuelos, es decir, mis tatarabuelos, pero yo nunca lo creí. Me dedicaba a escuchar a mi abuela, pero no a creer sus palabras.

Cuando cumplí los 16 tuve que cambiarme de instituto e irme a vivir con mis abuelos, ya que mis padres, por trabajo, tuvieron que viajar a otro país. Mis abuelo ya sabían que yo iba a ir, así que supuse que me esperarían en la entrada del pueblo para guiarme, pero allí no había nadie esperándome, así que tuve que aventurarme. Llevaba tiempo sin visitar a mis abuelos así que no recordaba cómo llegar hasta el sendero que conducía a su casa. Estuve perdido y desorientado durante cerca de dos horas. Todo el mundo me miraba, yo me sentía observado; no me gustaba aquel estado. Llegué a la entrada de un camino, pensé que sería el correcto. Mientras caminaba por el sendero, una especie de monstruo me hizo parar. Me miraba con duda.

-         Príncipe Leo... – balbuceó aquella cosa que había frente a mí.

-         ¿L-Leo? ¿P-Por qué me llamas así?

-         Su sangre corre por tu cuerpo...  Quiero tu sangre príncipe Leo...

-         ¡Que yo no soy ese príncipe del que hablas! ¡Aléjate de mí! – exclamé retrocediendo paso a paso.

-         Príncipe... – murmuró. En ese momento alguien me cogió en peso y me sacó de allí. Era un muchacho aparentemente mayor que yo, tenía el pelo rojo oscuro y unos ojos que yo creía que eran grises, hasta que los vi teñirse de un rojo intenso. Él se puso delante de mí protegiéndome de aquel bicho tan grande.

-         Llamas, haced que arda – pronunció aquel chico, de pronto y por arte de magia aparecieron unas pequeñas bolas de fuego alrededor de él que se lanzaban contra el monstruo a gran velocidad. Yo me asusté y retrocedí. – Vamos, no te quedes ahí.

-         E-Espera, ¿quién eres? – dije apartando su mano de la mía.

-         No es el mejor momento para hablar de eso, ¿no crees? ¡Vamos, está despertando! – Cogió mi mano de nuevo y corrimos en dirección hacia el norte. Cuando aquel chico vio que ya no nos seguía el monstruo paró y me dejó respirar, llevaba tanto tiempo sin hacer deporte que mi resistencia era un 0%.

-         ¡Estoy muerto! – exclamé tumbándome en la hierba. – Que cansado que estoy... No me he cansado tanto en mi vida.

-         Así que este es el descendiente del príncipe Leo... – murmuró soltando una risa pícara.

-         ¿Eh? ¿Has dicho algo? – Él negó con la cabeza. – Ah, me llamo Kiray Shinji, encantado de conocerte.

-         Mi nombre es Fudo Takumi, encantado. Bueno prosigamos, tengo la orden de llevarlo con Iria.

-         E-Esa es mi abuela, ¿cómo la conoce? ¡Espera! ¡Oye...! – Acabé andando tras él cargando mi equipaje. Me había parecido que era un chico bastante raro y serio. Pronto llegamos a casa de mi abuela, aquello más que nada parecía una mansión, no recordaba que fuera así.

-         ¡Abuela! ¡Cuánto tiempo sin verte! – exclamé al verla, me lancé a darle un abrazo. Miré a mí alrededor, habían tres chicos más en las escaleras de la casa. - ¿Q-Quiénes son todas estas personas?

-          Gracias por tu trabajo, Takumi. Shinji, es hora de que te cuente la verdad. ¿Recuerdas aquella historia que te contaba cuando eras un niño? – Yo afirmé.- Pues es cierto, no hay nada de leyenda, todo es realidad. Shinji, yo soy descendiente de esa niña a la que llamaron Nina, es decir, de la princesa Meleida. He cumplido con mis recados como princesa, y ahora te toca a ti, Shinji. Desde que eras pequeño he podido observar que ya veías a los Oni, esos demonios que hay por el bosque y que querían tu sangre; pasabas el día dibujándolos en el papel.

-         P-Pero abuela...

-         Yo te enseñaré a ser un príncipe. Estás dotado de ciertos poderes que todavía no han despertado, y no temas, algún día despertarán. Te voy a hacer un pequeño ejemplo. – Sacó de su bolsillo un papel, miró a los chicos que estaban sentados en las escaleras, y cerrando los ojos, el papel se convirtió en una cuchilla que fue directo a uno de los jóvenes, el cual lo esquivó saltando. – Buenos reflejos, Aiden.

-         ¿Q-Que h-ha sido eso? – pregunté perplejo. - ¡Abuela, has estado a punto de matarlo! Yo no quiero ser así...

-         ¡Shinji! Ese no es el perfil de un príncipe.- reprochó mi abuela.

-         Pero abuela... Acabo de llegar, y me lo has dicho así de repente... Necesito tiempo para aceptarlo...

-         ¿Quieres pruebas, no es así? Está bien. – Entonces mi abuela se acercó a mí, y puso sus dedos en el cuello, justo en el pulso y después se separó de mí. Después situó sus dedos enfrente de su cara y se concentró. – Como princesa Meleida, espíritu de Leo, te ordeno despertar. – Entonces en mi cabeza estallaron como cohetes unos terribles pinchazos, empecé a gritar de dolor, me dejé caer al suelo de rodillas, esas punzadas se sincronizaban con mis palpitaciones. Me ardía el brazo derecho y las venas de mi cuello.

-         Iria, le está haciendo daño – interrumpió uno de los chicos.

-         Tranquilícese Idaina. Tiene que sufrir para convertirse en un príncipe digno. Yo no puedo hacer que despierten sus poderes, pero puedo romper parte del sello que es lo que está pasando ahora, observa. – Me ardía todo el cuerpo, así que me quité la chaqueta y me desabotoné la camisa, me ardía, mucho... Necesitaba que parase, porque estaba agobiado, pensé que me ahogaría, pero de repente paró, de golpe. Respiré aliviado y tranquilo, observé mi antebrazo, había aparecido de la nada, debajo de la palma derecha de la mano, donde las venas se marcaban, una corona de color azul oscuro, parecía un tatuaje.

-         ¿¡Q-Qué es esto!? – pregunté asustado.

-         Es el símbolo de la realeza. Yo también lo tengo... Y ahora que tienes pruebas, quiero que conozcas a tus 5 guardianes. El que te ha salvado en el bosque es Takumi Fudo...

-         Sí, ya nos conocemos... – respondí a mi abuela mirando a Takumi.

-         Ellos tres son, Idaina Rui...

-         Encantado – dijo aquel chico de pelo gris y ojos violetas.

-         Él es Kaito Arashi – continuó mi abuela. Tenía el pelo azul oscuro, con unos ojos celestes.

-         Príncipe Leo, te protegeremos sin duda, cuente con nosotros – soltó Kaito poniendo su mano en su corazón como muestra de lealtad.

-         Llámame Shinji o Kiray, pero no me llames así por favor.

-         Y este chico de ojos pardos y pelo castaño claro es Aiden Kitakaze.

-         Cuidaremos de ti, Shinji – dijo Aiden.

-         Me gusta tu nombre Aiden, espero hablar más con vosotros. Encantado. Espero que nos llevemos bien... – expresé con esperanza. – Pero abuela, has dicho que eran cinco, aquí solamente hay cuatro.

-         Bueno... Es que Daiki... A él no le gusta el  hecho de ser guardián. Pasa el día fuera de aquí, tan solo viene a dormir y aun así duerme encima de un árbol. A veces entra a por algo de comida. – soltó Takumi.

-         Daiki... Con que ese es su nombre... Bueno, ¡espero conocerlo algún día! – dije sonriendo.

 

 

Notas finales:

¿Qué os parece? ^^

¡Ya nos vemos, espero que os haya gustado! 

Tienen que arreglarme el ordenador esta semana, y puede ser que tarden en arreglarlo, así que, si tardo en subir los capítulos es por eso. Gomene! u.U'

Intentaré subir un capítulo de cada fic para compensar :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).