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Desliz por MinychanMisheta

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Notas del fanfic:

Los personajes del fanfic no me pertenecen. Pertenecen a la Srta. Rumiko ^^ La trama tampoco, pertenece a mi subconsciente juguetón y pervertido ¬///¬

Notas del capitulo:

Inuyasha no puede más. Se ha rendido. Este capítulo va dedicado a la gente que se rinde cada día, pero que gracias a los demás puede seguir adelante. Dedicado a todos ellos. A los que no pueden más pero siguen, a los que los ayudan a seguir y a aquellos que ya no siguen.

Solo sé, que no sé nada.- Sócrates

 

-¡Kogaaaaaaa, aquí, aquí abajo!-Kagome gritó para que Koga la viera.

Koga descendió. Se acercó a la joven y le dió un fuerte abrazo. Hacía mucho que no la veía. Tras la derrota de Naraku, se había dado cuenta de que el corazón de la jóven no le pertenecía. No era suyo, ni de nadie. Se marchó por el pozo mágico y venía unas pocas veces. La vió cuando acabó sus estudios, cuando se casó con un joven (al que amenazó mentalmente con asesinarlo si le hacía daño) y cuando estaba embarazada. Y ahí estaba, con la misma cara y esa linda sonrisa, pero convertida en toda una mujer de veintipico años, cargando un niño.

-Koga, cuánto tiempo, que alegría verte, siento haberte llamado así tan de repente. Pero, vamos, vamos, cuentame que es de ti.

-No mucho. La manada cada vez crece más ahora que ya no hay tanta presencia demoníaca. Por ello, tuvimos que ampliar nuestro territorio. Eso casi causa una guerra fronteriza, pero llegamos a buen acuerdo antes de nada. Y tú, ¿que?, la última vez que te vi, llevabas un cachorro dentro de ti. Y ahora mírate, ya eres toda una madre.

Kagome se sonrió sonrojada, tapándose los dientes como hace toda una dama.

-Tienes razón. Ya soy mujer y madre. Este es mi hijo, Inuyasha. Inuyasha, mi amor, este señor de aquí es Koga, uno de mis amigos demónios de los que te hablé.-Le dijo dulcemente la sacerdotisa a su hijo, de cabello negro y ojos marrones, mientras lo dejaba en el suelo frente a Koga.

-Hola, encantado de conocerle.

Koga cogió al pequeño de pocos años que hablaba perfectamente y con soltura. Vestía unos pantalones hasta las rodillas marrones claros, con muchos bolsillos, una camiseta verde de manga larga y encima otra más oscura de manga corta. No poseía poder demoníaco en su interior, pero si un alto poder espiritual similar al de Kagome y un ojo analítico y observador.

-Vaya, vaya, así que tu eres el cachorro de Kagome. ¿Cuántos años tienes?

-Seis, casi siete señor-dijo el pequeño con firmeza pero algo de timidez. Se notaba que miraba las orejas, ojos y garras de Koga.

-Todo un hombre entonces-el pecho del pequeño se hinchó de orgullo.-¿Cuidarás de tu madre o me equivoco?

-Lo hago señor. Eso ni se pregunta-respondió con una sonrisa. Koga rió fuertemente. Vaya desparpajo tenía ese crío, algo tan típico de Kagome. Imaginó entonces que los ojos marrones y esa capacidad de análisis tan exahustivo sería de su padre. Se fijó en la cara de Kagome e imaginó que no debería haberle llamado con tanta urgencia para presentarle a su cría.

-Oye, ¿ves ese río de abajo de esta colina?-el pequeño asintió.-¿Por que no pruebas a ver si pescas algo? Esa parte del río suele estar llena de peces.

-¿Puedo mamá?-Preguntó el pequeño con los ojos brillantes viendo donde otros niños y niñas de su edad intentaban coger a los peces mientras las mujeres lavaban en el río cerca de ellos.

-Claro, adelante, pero donde yo te vea, ¿si?

El pequeño salió pitando colina abajo, al llegar a la orilla se unió a los otros niños ante la atenta mirada de su madre.

-Lleva el nombre del chucho.

-Cuando mi esposo se enteró de donde venía...se asustó mucho al comprobarlo.-hizo una pequeña sonrisa.-Al verme entrar y salir del pozo...-le miró a los ojos con mirada de confesión, como si justificase las palabras que estaba a punto de pronunciar.-Le puse su nombre, por que temía no poder volver. No poder volverle a ver...-volvió a sonreir.- Por suerte es un buen hombre, comprensivo y cariñoso. Por eso le traje aquí, por eso estás tu aquí. 

-Tu cachorro si puede cruzar. Y el chucho podía también con los fragmentos.

-Al ser la poseedora de la esfera parte de su poder aún corre por mis venas. Ese poder se ha pasado a mi hijo. Por eso, él también puede. Imagino, que lo has notado. Tiene incluso más poder que yo, incluso más que el que poseía Kykio. Es asombroso, increíble. Tiene seis años y ya acabó la escuela. Es superdotado, un niño extremadamente inteligente. Cuando acabe el verano le enviaremos a un colegio para niños como él, para que aprenda, para que estudie. Pero no puedo enviarlo así, no sabe controlar su poder.-Koga puso una cara interrogante- Nuestra mascota murió y cuando se lo contamos se puso a llorar desconsoladamente. Hizo temblar toda la casa.-Koga levantó una ceja estupefacto.-Si se va a ir, y tiene que hacerlo por su bien, no puede marcharse así. Por eso lo traje, entre Kaede, Miroku y yo le íbamos a instruir en las artes sacerdotales. Y te iba a perdir a ti y a Inuyasha que le entrenarais un poco. Pero...

-Pero, ¿que?

Kagome suspiró, luego miro a su hijo a lo lejos y le sonrió y le saludó con la mano al ver que su hijo y los otros niños las saludaban trucha en mano, mientras un hombre encendía una fogata con la clara intención de comerse todos los peces que habían cogido. Se volvió hacía Koga, con una media sonrisa posiblemente para que si la viera su hijo no se preocupara, con los ojos brillantes de lágrimas aguantadas.

-Inuyasha a desaparecido.

-¿Como que desparecido? ¿El chucho? Kagome, el perro sarnoso no puede desaparecer, no nos puede dar esa alegría tan pronto.-Dijo Koga como restándole importancia al asunto.

-Dejó una nota en casa de Miroku y Sango. Ellos no estaban, llevan varios días de viaje en la aldea de los exterminadores. Se llevaron a Kirara, a Shipo y a los niños. Kaede vió entrar un mapache por la ventana de su casa y al ir a espantarlo, se encontró la nota. Tenía polvo encima como si llevara días allí. Inuyasha ya sabía que yo iba a venir, se lo había dicho. En la nota se disculpaba con todos por ser débil y cobarde. Que le perdonaramos por no haber sido un buen amigo y compañero, por no haber sido un buen padrino de mi hijo. Que se iba, que no iba a volver y...-Kagome hipó aguantándose un sollozo-y que lo más probable es que muriera.

Notas finales:

Disculpad mis faltas ortográficas, he desactivado el autocorrector por que tenía que hacer un trabajo con palabras en otro idioma, y a pesar de tener activados los diccionarios no hacían más que saltarme errores y cambiarme palabras.

Espero volver pronto y que os haya gustado este pequeño capítulo ^^

 


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