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[EXO - SeKai / KaiHun]Sinapsis por I_feel_that_

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Notas del fanfic:

Buenas~

Este es mi primer fanfic de EXO que publico, así que sean amables con él.(?)

Será un Threeshot, ojalá esperen con ansias la continuación. ♥

Nos vemos en los reviews~

Worli.

[Aclaraciones: Soy amante de las críticas constructivas, pero antes me gustaría especificar que ciertas repeticiones, como los nombres, en especial el de SeHun, están hechas a propósito; son mi estilo al redactar.]

Sinapsis

[Primer Impacto]

 



SeHun es un muchacho con un limitado sistema nervioso. SeHun se ha propuesto, hace mucho tiempo, dejar de sentir, porque eso hace todo mucho más fácil.
Podríamos decir que SeHun sufre del "Síndrome de Peter Pan", aunque los psicólogos no estén seguros; SeHun parece sufrir de diferentes tipos de autismo.
Aún así, SeHun es un muchacho común, y vive su vida de la mejor manera posible, dictada por la mano protectora de su amorosa, aunque medicada madre.

SeHun creció dentro de un barrio privado, establecido lejos de las ciudades bajas de Seúl, lejos de los problemas, la violencia física y mental, lejos de la realidad. SeHun creció dentro de un instituto privado, muy bien pago, y propuesto para enseñarle sólo lo necesario para que se defendiese en un mundo falso. SeHun ha asistido a clases de piano y violín, sabe hablar fluidamente inglés y chino, y ha demostrado un profundo interés por el básquet ball y la danza contemporánea. La madre de SeHun lo ha enriquecido con todo lo que estaba a su alcance, dentro de las rejas bien protegidas de aquella ciudad falsa, le ha llenado la cabeza de información útil y normal, ha forjado un carácter respetuoso y controlado, lo ha atado y amoldado, le ha destruido su libre albedrío sin remordimiento. Después de todo, una madre hace siempre lo mejor para su hijo; en especial para uno que no sabe hacerse entender de maneras convencionales, a menos que sea mediante una plática con términos honoríficos.
SeHun ha perdido el interés a relacionarse de otra manera con la gente.

-
Cuando SeHun tenía nueve años, su madre cometió un descuido, un descuido blanco de madre que se esfuerza por hacer varias cosas a la vez, y de manera eficaz; le quitó los ojos de encima cinco minutos.
SeHun estaba sentado en el primer escalón de su pórtico, uno de estilo colonial, de madera lustrada y pulcra. En sus manos tenía un yoyo, un "juguete para estimular la motricidad de sus manos" había dicho su madre, y era de color azul brillante, aparente, su color favorito. Vestía unos pantaloncillos azul noche, una camisa impecablemente blanca, y un corbatín; su uniforme escolar, y movía el pequeño objeto hacia arriba y hacia abajo, sin observarlo, dejando que sus ojos se anclaran en un punto lejano, viendo sin ver. Entonces, alguien se interpuso en su línea de visión, produciendo que parpadease rápido, pues su iris se había dilatado con prisa para enfocar de cerca, y descubrió la hebilla de un cinto negro con el escudo de su instituto. Alzó el rostro, buscando la cabeza de dicho cuerpo, y encontró una mata de cabello castaño, mucho cabello, lacio y recortado en forma de tazón. Debajo de éste, un par de ojos oscuros lo observaban algo entrecerrados, como si SeHun fuese un problema de matemáticas difícil de comprender. Más abajo una nariz pequeña, pero plana, como si se hubiese dado la cara de lleno contra un muro, con cierto varonil. Debajo de ella un juego de labios gruesos, en forma de corazón, que aún no se veían simétricos con el resto de su rostro. Finalmente, una mandíbula cuadrada y un mentón marcado cerraban el análisis de SeHun, sin ignorar su tez oscura. Ese chico estaba en su salón, pero nunca había hablado con él, aunque SeHun no hablaba con nadie, de todos modos.

- Kim JongIn. -murmuró SeHun, en el mismo tono que ha escuchado a su maestra decirlo cuando toma lista de sus alumnos. Lo ha dicho para cerciorarse, pues es la primera vez que lo ve tan de cerca.
JongIn no hizo ademán de confirmarlo, sino que sacó su pequeña mano de su bolsillo, y sacó de él un yoyo parecido al de SeHun, sólo que éste era de color rojo. SeHun, aparentemente, odia el color rojo.
- Yo también tengo un yoyo. -dijo, entonces, el recién llegado, y su voz era más aguda de lo que hubiese esperado, si SeHun hubiese esperado algo.- Puedo hacer "El columpio", ¿Quieres ver?

SeHun no le respondió, había estado observándole con el mismo gesto impasible desde que había interrumpido su campo visual. Sin esperar una respuesta, JongIn se colocó el hilo de su juguete al dedo e hizo unas maniobras con sus manos, dejando al yoyo suspendido, balanceándose, como había dicho, como un columpio. SeHun alzó una ceja, y puede que el gesto haya sido inconsciente, pues realmente pocos acontecimientos lograban sorprenderle. Sin embargo, había leído en Internet que el yoyo participaba dentro de concursos nacionales e internacionales basados en dominar técnicas y maniobras, por supuesto mucho más complicadas que la que JongIn había realizado, teniendo como consecuencias "batallas", el más rápido y el mejor, ganaba. SeHun había investigado, pues él necesita saber todo acerca de todo, no por un interés especial, sino por manía. Había intentado unas de las maniobras, fracasando, y lo había seguido intentando sin resultados positivos. Entonces, ahí estaba JongIn, riéndose entre dientes al ver su expresión de incredulidad, mientras cambiaba la forma del columpio y llevaba el yoyo al suelo, haciéndolo rodar;  "El Perrito", había dicho.

La madre de SeHun echó un desesperado vistazo por la ventana cuando comprendió que no había revisado el paradero de su hijo hacía diez minutos, y abrió la boca asombrada cuando lo descubrió de pie, junto al hijo del jefe de la policía del barrio, jugando. "Jugando", se repitió mentalmente, siguiendo con la mirada la mano de su pequeño, mientras imitaba la acción de la mano de JongIn.
La señora Oh descubrió que SeHun era estimulado por los desafíos, y le temió a aquello. Un niño que no le teme a nada, y gusta de desafíos, es un niño propenso a descarrilarse, pero, por el momento no había nada que pudiera hacer.

-
Cuando SeHun cumplió catorce años, su agenda era tan apretada como la de un empresario famoso. Debía asistir al instituto y sus clases particulares, esparcidas a lo largo de la semana, manteniéndolo ocupado y enfocado, y por sobre todo, controlado. Y su madre estaba feliz y tranquila, viendo cómo su hijo se formaba de manera pulcra.
Pero SeHun, quien observa y no habla, sabe cómo engañar a su madre, sabe cómo mentir, y sabe cómo actuar. En el pasado no hubiese habido ninguna razón por la cual SeHun hubiese tenido que desarrollar esas manías, pero ahora, SeHun tiene amigos.
La mente de quien se bloquea y se encierra trabaja de maneras muy extrañas, e impredecibles. ¿Como descifrar a quien no muestra sus números? SeHun no tiene necesidades afectuosas, por lo que ha ignorado al sexo femenino toda su vida. Ha crecido sin hostilidad, por lo que jamás ha tenido que discutir, sólo debatir, defender un punto de vista con racionalidad, y sin otro sentimiento que la convicción. Pero, SeHun se destaca por inteligente, y le gusta llevar charlas ingeniosas, por lo que, de alguna manera, ha entablado una relación amistosa con LuHan, el ayudante de su profesor de chino. LuHan le lleva muchos años, pero parece de su edad, rostro redondo, delicado, de nariz pequeña y ojos tiernos, pestañas largas y labios rosas, es un muchacho dulce y se interesa por SeHun, lo ha dejado en claro varias veces ayudándolo en horas extra, provocando que SeHun absorbiera el idioma con rapidez. Pero SeHun no ha captado las señales, no ha visto los labios de LuHan desaparecer tras sus dientes superiores, no ha visto cómo sus ojos se desvían hacia sus clavículas esporádicamente expuestas cuando su camisa se mueve. No ha sentido los roces, sus dedos pasear por sus manos, sus pies friccionando con suavidad su pantalón. Y no a sabido traducir sus insinuaciones, delicadas y suavemente tangibles. SeHun no sabe, porque a SeHun no le interesa saber. Ignora el hecho de que un muchacho seis años mayor intenta llamar, por todos los medios, su atención.

-
Cuando SeHun cumple dieciséis años, algo totalmente extraordinario pasa.


Está en casa de ChanYeol, un sunbaenim que JongIn le había presentado, aunque de todas maneras es JongIn quién le ha presentado a todos sus actuales amigos. ChanYeol es un muchacho que SeHun puede jurar que es simpático, aunque no está seguro, lo deduce por cómo todos se ríen estando cerca de él. Es el hijo mayor de la familia Park, quien posee una cadena de hoteles; lo cual lo hace asquerosamente rico. ChanYeol le cae bien, porque tiene un humor ingenioso, eso no le ha pasado desapercibido, como tampoco su increíble altura, y su sonrisa gigante, de las que contagian, incluso a SeHun, que no suele sonreír. El dueño de la casa ha organizado una fiesta para celebrar su mayoría de edad, y hay mucha gente, incluido el pequeño círculos de amigos de SeHun. Hay tanta gente, que SeHun se encuentra realmente nervioso, está inquieto, le sudan las manos y parpadea más de la cuenta. Jala de la manga de JongIn cada vez que alguien se ríe demasiado fuerte, o que la música retumba con fervor en sus oídos. Jala de JongIn cuando algún desconocido le habla de manera casual, lo jala de nuevo cuando alguien rompe algo, debido a que su consciencia se ha disipado debido al alcohol. Entonces, y aunque JongIn ha aprendido con un sobresaliente cómo manejar a SeHun, el moreno pierde la paciencia y le entrega a SeHun un vaso colmado de un líquido con hielo. "Ron caro", lo había definido, JongIn. SeHun confía en pocas personas, las cuenta con una sola mano, y una de ellas es su amigo, así que bebe un gran trago de aquello, y le quema la garganta, pero no se detiene ahí, a medida que el trago baja por su esófago, lo va encendiendo todo a su paso, lo despierta, lo aviva, y hace que SeHun carraspee, y tosa un poco, abriendo grande los ojos. Mira a JongIn, quién se ríe de él, a su lado se encuentra JongDae, un sunbaenim de la academia de piano a la que ambos asisten, quien lo felicita por su primera bebida alcohólica y brinda con él. SeHun vuelve a tomar, preparado para la acción fisiológica que el líquido surge sobre él, y esta vez lo disfruta. No tenía idea, realmente SeHun no sabía que se sentiría así, y le devuelve el vaso completamente vacío a su amigo, quien alza las cejas.

- ¿Te ha gustado? -inquirió, entrecerrando los ojos en él, buscando en su rostro como lo había hecho la primera vez que le habló. SeHun asiente, tan poco charlatán como siempre.- ¿Quieres más? -y antes de que pudiera contestar, JongDae le ha puesto un nuevo vaso en la mano.

Son las tres y media de la mañana, y SeHun se ha emocionado con las nuevas sensaciones, porque a diferencia del resto del mundo, él no las ha experimentado. Es conocido que el alcohol despierta en uno instintos bajos que no suelen asomarse en un estado de consciencia pura, y para alguien que ha vivido en silencio y calma durante tantos años, es una bomba de tiempo. SeHun se ha reído con BaekHyun, un muchacho menudo de un curso superior, y hasta ha participado en bromas con Joonmyun, su vecino. Pero ha perdido de vista a JongIn, y SeHun, en algún rincón de su mente, piensa que eso es peligroso para él, pues sólo JongIn sabe interpretarlo limpiamente. Pregunta por él a JongDae, que ha aparecido tambaleándose de la mano de una muchacha de rostro bonito.

- Lo he visto con KyungSoo hace unos diez minutos, en el patio trasero. -logra decir, mientras la chica lo jala hacia algún lado, y le cede al chico su vaso por la mitad, vodka, reconoce, habiendo aprendido a toda velocidad los diferentes alcoholes que habían en la fiesta. SeHun no sabe quién es KyungSoo, y eso lo sorprende, o cree que lo sorprende, no puede saberlo en su actual estado de estupor profundo. JongIn es muy charlatán, mientras SeHun pasa la mayoría del tiempo callado, JongIn le ha ido contando cada detalle de su vida, trascendental o no, y no recuerda a ningún KyungSoo, y sabe que su memoria auditiva es perfecta. Hay un impulso, dentro del abdomen de SeHun, que lo empuja a buscar a JongIn con prisa, él quiere verlo; y no recuerda haber querido algo antes.
En el patio el aire es fresco, aunque igual hace calor, y la sudadera de SeHun se ondea alrededor de su delgado cuerpo. Hay gente en el patio, algunos tirados en el césped, otros nadando en la piscina de ChanYeol, y otros contra las paredes del recinto enroscados a alguien más. SeHun busca a su amigo entornando la visión, pues se ha vaciado el vaso que le ha dado JongDae, y ahora trastabilla un poco. Reconoce la camiseta del moreno, está de espaldas, así que se encamina hacia él, pero se detiene en seco a algunos metros al comprender que hay unos brazos rodeando su cuello, y de hecho, JongIn está inclinado hacia alguien. SeHun comprende, aunque no de manera consciente, que su amigo está besándose con alguien, y se dobla un poco cuando siente un dolor en el abdomen, sin reconocerlo.
La mente de quien se bloquea y se encierra trabaja de maneras muy extrañas, e impredecibles. ¿Como descifrar a quien no muestra sus números? SeHun no comprende lo que los celos son, pues nunca los había sentido, pero si comprende lo que tiene que hacer. Corta la distancia que lo separa de ambas personas en frente suyo a grandes zancadas, y se estabiliza a un lado de ellos, observándolos impasible. JongIn le sostiene el rostro a quien SeHun deduce es el tal KyungSoo, por la mejilla, y con su otra mano la cintura, pegándolo a él, y KyungSoo parece una culebra, ondeándose de manera lenta contra el cuerpo de JongIn, quien le saca casi una cabeza de alto. SeHun se vuelve a doblar al sentir el dolor en su abdomen, pero la adrenalina comienza a correrle por las venas, erizándole la piel y fija su mirada en el más bajo de los tres. Alza su mano y toma a KyungSoo por el cabello situado en su coronilla y separa de un tirón violento su rostro del de su amigo. Oye a su victima chillar de dolor, primero mirando a JongIn asustado, creyendo que él lo había jaloneado, pero entonces éste le devuelve la mirada de desconcierto, y a la vez, ambos reparan en la presencia de SeHun. Ignorando al moreno, SeHun vuelve a jalar a KyungSoo y esta vez lo separa por completo de su cuerpo, y una explosión de adrenalina le hace cerrar los ojos, y siente placer, no está seguro, pero parece la mejor manera de definirlo; un placer que hace que sus dedos hormigueen, y empuja a KyungSoo al suelo. El chico vuelve a chillar al caer, y se sostiene con una mano la cabeza, al parecer SeHun le ha arrancado varios cabellos.

- ¡¿Estás loco?! -lo escucha gritarle, pero SeHun se pone de cuclillas y le sostiene el cuello de un movimiento rápido, apretando justo por debajo de su mandíbula, pues SeHun conoce perfectamente el cuerpo humano, y sabe dónde apretar para infringir dolor. KyungSoo cierra sus ojos, haciendo una mueca de dolor, y lleva ambas manos a la muñeca de su atacante, intentando apartar su mano.
- No vuelvas a tocarlo. -dice SeHun, entonces, con su calma habitual, aunque por dentro tiene un mar furioso de emociones desconocidas, y mira atento el bonito rostro de aquel chico.- Di que no volverás a tocarlo.
KyungSoo jadea, y busca con la mirada a JongIn, pero éste está en un aparente estado de shock. SeHun aprieta aún más el agarre y KyungSoo gimotea.- N-no... No volveré a tocarlo... - Pero SeHun niega lentamente.
- Dilo mientras me miras a los ojos, di que no volverás a tocar a JongIn. -vuelve a hablar con la voz calmada, y ve cómo los grandes ojos asustados del chico se desvían a los suyos y no tarda ni medio segundo en hacerle caso.
- No volveré a tocar a JongIn... -dice con prontitud, mirándole en los ojos, y puede observar como las pupilas de SeHun se han dilatado. Éste lo suelta y se pone de pie con lentitud, aún mirándolo.
- Vete.
JongIn no comprende, pero para cuando volvió a ser consciente de su cuerpo, SeHun acababa de darle una fuerte bofetada, haciendo que su rostro se voltease por la inercia del golpe. No hay rastro de KyungSoo, y JongIn está horrorizado y fascinado. Él también está debajo del efecto del alcohol, y puede sentir cómo la mejilla le pica, produciéndole una sensación irracionalmente agradable. SeHun lo observa con el mismo rostro con que lo viene observando desde hace siete años y JongIn se ríe, lo hace con ganas y le toma el rostro a su amigo con ambas manos, aplastando sus labios contra los suyos.
SeHun lo esperaba, como un instinto, como un deseo muy oculto, y por mero reflejo le rodea el cuello con ambos brazos, estrechándolo, y JongIn se encarga de manejar el beso, a sabiendas de que el menor no tiene idea, aunque su instinto le dicta, y su deseo le guía, y está usando su lengua como un loco contra la del moreno. Siente una fría pared a sus espaldas, no sabe cómo ha llegado a ella, pero al parecer JongIn lo ha acorralado contra ella. La adrenalina sigue en todo su cuerpo, empujando sus emociones a flote, y es todo manos, todo roces y caricias, jalones y jadeos pesados. SeHun cree delirar cuando JongIn le muerde el cuello, lo hace acerca de la base, de sus clavículas, y desliza su lengua, humedeciendo todo a su paso, y el menor estira la cabeza hacia atrás, porque no quiere que se detenga, de nuevo, no ha querido tanto algo.
SeHun despierta con un dolor de cabeza que le hace cerrar los ojos de nuevo, no sabe qué es arriba y qué es abajo, no siente su cuerpo de manera clara, y al parecer es de día. Hay un pájaro cantando en la ventana, y el sonido le hace gemir por lo bajo, siente que el sonido entra en sus oídos como agujas. Mueve las manos y los pies, devolviéndoles la sensibilidad, pues siente que no se ha movido ni un ápice mientras dormía. Entonces, se da cuenta y abre los ojos como platos. No es su habitación, no es su cama, y no está solo. Siente con claridad cómo alguien respira cerca de su nuca, y que algo pesado le oprime la cintura, y al mirar, es un brazo, alguien lo tiene fuertemente estrechado, y no sólo por la cintura, también siente una pierna entre las suyas. Se mueve, quizá sin el suficiente miedo que debería estar poseyéndolo, y se voltea entre el agarre lo suficiente para observar el rostro de aquella persona, y debe quedarse mirando un buen rato. SeHun estaba cubierto por unas sábanas hasta el pecho, pero JongIn estaba majestuosamente desnudo semi-encima suyo. Cerró los ojos un momento y esperó a que la confusión se apaciguara, concentrándose como hace siempre para cerrar el flojo de sentimientos, y cuando los vuelve a abrir tiene fuertes ráfagas de recuerdos. Recuerda a KyungSoo, y también cómo lo había echado. Recuerda la fría pared, y a un JongIn irrefrenable recuerda sus manos en sitios que ni siquiera SeHun ha tocado de su propia anatomía. Percibe, cerrando sus ojos de nuevo, susurros frenéticos, preguntas furtivas y que no repetiría en voz alta, y el camino a este cuarto era confuso. Su cuerpo recuerda con nitidez cómo JongIn primero lo estampó de frente a la puerta cerrada del dormitorio, SeHun recuerda la dureza contra su trasero, y ese mismo recuerdo le hace abrir los ojos con una clara imagen de JongIn encima suyo sobre la cama, luego las imágenes son borrosas, pero no las sensaciones. Trae a su mente dolor, y placer, adrenalina, cosas que no había experimentado nunca, éxtasis, explosiones por todo su cuerpo. SeHun suspiró, mirando con calma el rostro de JongIn, su largo cabello castaño todo desordenado sobre su frente, su boca y sus párpados hinchados. SeHun se sentía vivo.
JongIn se movió un poco, al parecer los pájaros también estaban logrando despertarlo. Refunfuñó algo en voz baja, arrugando los ojos, y parpadeó con pereza varias veces, enfocando con dificultad el rostro de su amigo y dejó sus ojos en los suyos mientras, SeHun dedujo, también ataba cabos, pues la mente tarda en recordar lo que ha pasado el día anterior justo al despertar.


Hubo un momento de profundo silencio y entonces, JongIn sonrió.

 

 

[Continuará]

Notas finales:

[Segundo Impacto] -Adelanto-

SeHun sintió que no podía respirar, se ahogaba, una fuerza la estaba oprimiendo el pecho, ¿O era sólo la aplastante ansiedad que lo recorría? Abrió la boca para jadear y el aire entró atropeyadamente a sus pulmones, provocando que se arqueara, despegando la espalda de la almohada.

- No aún, SeHunnie. -la voz de LuHan provino de algún lado.




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Nos vemos en el segundo capítulo~



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