¿Quién eres?
“Tú no encuentras al amor, él te encuentra a ti. Tiene un poco que ver con la suerte, el destino y lo que dictan las estrellas.” —Anaïs Nin
Su mirada se encontró con la del otro en cuanto entró al lugar, el muchacho de cabellos rubios había ingresado con rostro perdido al club nocturno, ya que esperaba a sus amigos para celebrar, pero definitivamente se había olvidado de ellos en cuanto su mirada se había topado con la de aquel extraño.
Caminaron uno hacia el otro, como si sus cuerpos fueran dos imanes en atracción, no importaban los demás. Hyuk se movía con gracilidad hacia el mayor, mientras que el otro iba abriéndose camino con las manos, ¿qué estaba pasando? Se preguntaban ambos sin poder detenerse, queriendo salvar el abismo que los separa, buscando una paz que sabían encontrarían en el otro.
Cuando estuvieron uno frente al otro Hyuk sonrió y el otro le devolvió la sonrisa, revelando los graciosos hoyuelos formados en sus mejillas, sus perfectos dientes blancos, estrechando su mirada.
— ¿Quién eres?—, pregunta el castaño cuando ha dejado de sonreír, recorriendo con su vista el rostro del otro, evaluándolo, perdiéndose poco a poco en los rasgos desconocidos de la persona que él jura haber conocido antes.
Sin embargo su voz pasa desapercibida, porque a pesar de ser lo más importante ahora, la música crea un cristal entre ambos y no pueden sobrepasar esa barrera.
Y Hyuk no puede más, a pesar de que apenas ha entrado al lugar, toma la muñeca del otro y lo jala hacia la salida, buscando un lugar cómodo y en silencio para intercambiar palabras con el perfecto anónimo que se ha convertido en lo más importante para él desde hace unos instantes.
¿Por qué? Resuena en su cabeza cuando la música ha dejado de atronar en sus oídos, a pesar de que un espectro siga ahí, nublando ese sentido importante que ahora quiere que funcione correctamente, solamente para poder conocer la voz de la persona frente a él.
Lo ve con cariño y una de sus manos se traslada hacia la mejilla del otro, el contacto manda suaves corrientes eléctricas por el cuerpo de ambos y Hongbin cierra los ojos.
— ¿Quién eres? — Vuelve a preguntar y la suavidad de su voz llena los oídos del menor, que se deja llevar por el melodioso sonido.
¿Está soñando? Probablemente, pero que buen sueño está teniendo.
—Soy Hyuk—contesta y la tranquilidad llena su cuerpo poco a poco. Hongbin lo escucha y pronuncia el nombre del menor, saboreando cada letra, disfrutando del sonido y se acerca un paso y están muy cerca, pueden sentir la calidez del cuerpo del otro aunque no haya ningún centímetro de su cuerpo tocándose, la sienten y los llena.
— ¿Quién eres tú? —La serenidad se corta cuando la voz del rubio vuelve a interrumpirla, pero él también quiere respuestas, también desea saber el nombre de su criminal.
—Hongbin—los hoyuelos marcados en sus mejillas se quedan en la mente de Hyuk, como señal de que alguna vez conoció a una persona con ese nombre—, ¿crees en el amor a primera vista? —murmura aunque sabe la respuesta, sabe que él también sintió lo mismo en el primer momento, sabe que ahí está la magia, tal vez lo niegue, pero sabe que ambos lo tienen en cuenta.
El rubio asiente con la cabeza y la sonrisa de Hongbin no podría ser más grande, el menor se acerca y coloca una de sus manos alrededor de la cintura del otro y lo pega a su cuerpo, sin consideración, sacando el aire de los pulmones de su acompañante y siente un ligero cosquilleo en su nariz cuando eso pasa, huele a menta y esperaba que oliera diferente, esperaba que el alcohol lo delatara, pero estaba limpio. Respira con suavidad, intentando decidirse entre besarle o dejarle ir, el beso lleva la delantera, pero sabe que no será suficiente.
Además de que solamente saben sus nombres. Eso y que creen en el amor a primera vista, ¿qué pensaría sobre un beso entonces?
La música suena en advertencia mientras el espacio que separa sus labios se va acortando lentamente, el sonido de los coches al pasar invoca al viento y en algunas ocasiones los mece suavemente, pero nadie podrá detenerlo de probar sus labios, porque justo ahora ninguno de los dos piensa en nada más.
Sus corazones laten desesperados aunque sus cuerpos muestren tranquilidad en el exterior, sus labios se juntan y es la combinación perfecta.
¿Cómo me llamo? Piensa Hyuk, que ha dejado de escuchar la música del centro nocturno, ha dejado de escuchar el sonido de los coches al pasar, se ha olvidado de quién es, pero no se ha olvidado de a quién está besando. Sabe que no se podrá olvidar de ese beso, tampoco podrá olvidarse del dueño y jura que le va a pedir una cita.
O tal vez le rapte, tal vez así sea mejor, porque no soportaría el rechazo de esa persona que lo completa.
Se separa y coloca una de sus manos en las mejillas del mayor, sus ojos brillan y su respiración está acelerada, ¿tus ojos también brillan así?, ¿tú también te ves como si hubieras ganado la lotería? Te preguntas sintiéndote feliz.
Porque él es feliz y eso es más que suficiente para que tú también lo seas.
—No quiero volver a entrar—dice el mayor con calma y el menor asiente, tomándolo de la mano y empezando a caminar en dirección contraria.
— ¿Y qué quieres hacer? —Pregunta mientras caminan, sin rumbo, con sus dedos entrelazados y sintiéndose más juntos aunque no se conozcan en absoluto.
—Conocerte—pide y el rubio asiente mientras la adrenalina corre por sus venas.
Quiere conocerle y eso suena a que tendrá una oportunidad.
Lo lleva a su departamento y le sirve una taza de té mientras ambos están sentados en la sala, se ven, se respiran, se sienten. Hacen todo eso aunque estén a un metro del otro, no necesitan nada más mientras conversan mirándose a los ojos; de vez en cuando una sonrisa escapa de los labios de alguno de los dos y cuando Hongbin cuenta una anécdota chistosa de su vida, Hyuk no puede evitar reír.
Termina cayéndose del sillón que ocupa y sostiene su barriga mientras le da ligeros golpes al suelo alfombrado, intenta contenerse, pero ha sido tan divertido que no puede hacerlo, escucha la risa de Hongbin a momentos, aunque sabe que probablemente al muchacho no le haga tanta gracia y se ría más que nada porque la risa es contagiosa; o tal vez lo haga porque eres tú el que está riendo.
Cuando termina de reírse se recuesta en el piso y cierra los ojos mientras extiende los brazos, hacía mucho que no se sentía tan pleno y que no reía de esa manera. El departamento se ha quedado en calma y pasa unos minutos sin moverse antes de que el rostro de Hongbin se encuentre sobre el suyo.
— ¿Estás bien? —Pregunta con el ceño fruncido.
Ha puesto sus manos a cada lado de la cabeza del menor, tiene los brazos extendidos y el rubio abre los ojos cuando siente un cosquilleo en los labios; en un momento se incorpora y al otro tiene a Hongbin debajo de su cuerpo, la respiración se le ha vuelto pesada y tiene clavado los ojos en los labios del mayor.
Lo ve morder el labio inferior y siente que enloquece.
¿Quién eres?, ¿por qué has venido a cambiar el rumbo de mi vida?
Piensa mientras provoca un roce de labios nuevamente, Hongbin se aventura y le besa formalmente, su lengua se introduce en la cavidad del menor y la danza empieza, la calidez de sus bocas y el sabor de sus salivas no se les olvidará jamás, saben que es la mezcla perfecta y saben que aunque la busquen en otros labios no lo encontrarán.
Aunque ahora que la han encontrado están seguros de que no buscarán más en ningún lugar.
¿Por qué? Piensa Hongbin mientras su cuerpo va subiendo de temperatura, empieza a restregarse contra el cuerpo de la persona encima de él, ¿por qué si a penas lo conozco?
Hyuk lo detiene, no quiere eso, no así. No quiere quitarle algo que aunque desee no puede tener.
—Te quiero—escapa de los labios del menor mientras se levanta, le extiende una mano para ayudarlo en su camino.
Terminan los dos de pie, pero Hongbin se siente mareado, todo se ve diferente y juraría que sus sentidos han despertado, y se pregunta cuándo ha sido que se han ido aletargando, per en el fondo de su corazón sabe que lo ha ido haciendo por querer esperar a sentir algo así. No se arrepiente, más bien está agradecido y sonríe.
Le sonríe con todo y hoyuelos antes de contestar.
—Yo también te quiero—revela y un destello en los ojos de Hyuk se hace presente nuevamente.
La noche ha pasado y la luz empieza a colarse por la ventana mientras ambos están abrazados en medio de la sala, sus cuerpos están exhaustos, ya que han sentido en una noche más de lo que han sentido en toda su vida, pero eso no importa, porque están seguros de que si siguen uno al lado del otro irán sintiendo cada vez más.