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Reuniendo al equipo. por Seiren

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Notas del capitulo:

¡Uno más!

 

***

II

***

 

Haru no se sentía como Haru. Makoto no sabía explicarlo bien, pero así era y le molestaba no poder hacer nada para remediar el asunto o por lo menos hacer que Haru se abriera un poco y compartiera parte de lo que estaba sintiendo en ese momento.

A primera vista, haru parecía el de siempre, sí, pero ahora, cuando veía el agua, incluso cuando se metía en la bañera, algo se sentía fuera de lugar.

«¿Qué me molesta en realidad?», se cuestionó por décima vez mientras juntaba sus manos para crear un cañón de agua, agua que salió disparada y empapó al bonito delfín que parecía ser su compañero de baño. «¿Qué fue?»” La voz de Rin retumbaba en su memoria como truenos en medio de un campo totalmente desolado. Y Haru en realidad se sentía en ese campo, lejos de todo, y cada palabra de Rin era una descarga que lo abatía por completo. «¿Sus palabras o la derrota?» A esas alturas ya tenía que haberse percatado, en el fondo lo sabía, él mismo se respondía cada vez que se planteaba la pregunta, pero rehuía de la respuesta como los gatos del agua. Sí, en eso se había convertido Haru. El agua había perdido su misticismo, dejar que envolviera su cuerpo ya no le resultaba tan tentador, tan necesario, y las ganas de a poco fueron desapareciendo.

¿Cómo estarían los chicos? Makoto lo visitaba como de costumbre, le metía prisa cuando se hacía tarde para ir al colegio y algunas veces hasta alcanzaban a desayunar juntos. Al menos el gusto por la caballa y la piña aún no había desaparecido. «Tremendo consuelo», suspiró Makoto, demasiado preocupado por lastimar más A Haru como para en serio comenzar a hacer algo al respecto. Pero no podía seguir así.

Cuando Makoto llegó a la casa de Haru y éste no atendió su llamado, pensó que estaría en el baño, como siempre. No fue así. Makoto se sintió muy desconcertado y algo temeroso, pero lo siguió buscando. Quizá esa era una de las raras ocasiones en las que Haru estaba listo a tiempo. Tal vez también era una de esas ya no muy raras ocasiones en las que Haru hacía las cosas sin decirle nada a los demás. De habérsele antojado, se pudo haber marchado sin él. Como estaban las cosas, no le resultaba del todo extraño.

Por suerte no fue así. Makoto encontró a Haru en su habitación, parado justo enfrente de su cama, con expresión meditabunda. Sobre la cama precisamente, descansaban todos los bañadores de Haru, esos que a Haru le resultaban tan distintos mientras los demás apenas y podían notar una que otra diferencia en las líneas que surcaban la tela.

Makoto no supo qué pensar. ¿Haru volvería a nadar, así, por cuenta propia? ¿Había superado lo que fuese que estuviera agobiándolo? Porque al igual que Haru, Makoto temía el definir la razón por la que Haru se había deprimido tanto, aunque en el fondo ya sabía la respuesta. Los dos en serio eran un tremendo lío. De seguir así, uno se encargaría de estropear el carácter del otro y viceversa. Se hundirían de tal manera que llegarían a un punto en que ya nadie podría rescatarlos, ni siquiera ellos mismos.

— ¿Piensas volver al agua, Haru? —preguntó Makoto desde la entrada. Haru siguió sin moverse otro buen rato, al final Makoto agregó —: ¿Qué sucede?

La voz de Makoto despertó a Haru. ¿Qué había pasado? Sin notarlo, había caído en la costumbre. Ni siquiera se dio cuenta cuando dejó el baño, mucho menos cuando se secó y cubrió para de su cuerpo con una toalla, o cómo llegó a su habitación, y quién había ordenado sus bañadores sobre la cama.

— ¿Haru? —inquirió Makoto más preocupado ahora. Dio un paso adelante y estiró su mano para colocarla sobre el hombro de Haru, pero al más leve contacto, Haru huyó de él, como un minino asustado. La mirada de Haru se notaba perdida, y al verlo, Makoto sintió perderse también.

—Haru, ¿qué sucede? —continuó Makoto.

—Mmm —balbuceó —. No es nada. Espera que me vista y nos vamos.

Makoto sintió curiosidad y mientras abandonaba la habitación, no pudo evitar preguntarse si, como antes de la competencia, Haru usaría bañador bajo el uniforme.

De camino al instituto no se dijeron nada. Caminaban uno al lado del otro a una distancia bastante prudente, pero de tanto en tanto se perdían en su andar y sus hombros terminaban rozándose, lo cual hacía que por lo menos Makoto se alejara un poco más. Por lo menos las cosas en el colegio seguían igual, algo de consuelo sentía por esto.

Los días que vinieron después de la competencia fueron inesperadamente serenos. Como nadie en el instituto esperaba algo o, más bien, como casi nadie en el instituto se había interesado en el club, las noticias del pésimo rendimiento del mismo ni siquiera alcanzaron a esparcirse. Ni siquiera Ama-sensei recibió un regaño o un halago de cortesía al respecto. A ese paso, el equipo de Natación de Iwatobi desaparecería una vez más.

A Makoto sólo le preocupaba Haru, por estúpido que pareciera. Nagisa, por otra parte, no iba a permitir que eso sucediera, no después de haber atravesado tanto. El ánimo del tonto de Haru y de su perrito guardián Makoto no le iban a arruinar el plan. ¡Los cuatro tenían que nadar juntos otra vez!

Por otro lado, Rei, quiera era tan respetuoso cuando se trataba de los asuntos de sus senpais, especialmente de Haruka, no alcanzaba a seguirle el ritmo a Nagisa, y después de lo que había pasado entre ellos, mucho menos. Y Nagisa estaba tan empecinado en poner en práctica su plan que ni siquiera habían tenido tiempo para aclarar las cosas. ¡El tiempo volaba! ¿O nadaba muy rápido?

— ¡Ne, ne! ¿Gou?

— ¡Qué no es Gou es Kou!

— ¿Nos ayudas? —preguntó Nagisa.

— ¿Ayudarlos? ¿En qué?

— ¡En reunir al equipo, por supuesto! —gritó Nagisa al tiempo que agitaba ambas manos, una de sus alocadas manías de siempre. Sus ojos brillaban con tanta determinación, tanto que no parecía normal. No era buena idea llevarle la contraria a Nagisa, pensó Kou.

— ¡Ay, vamos! —exclamó —. Ya tuve suficiente con mi hermano y ahora Haru-senpai anda en las mismas. ¡Los hombres, por dios!

— ¡Pero, Gou! —insistió Nagisa —. Piensa en todos los chicos en bañador que te perderás. Todos esos bíceps y tríceps y...

Nagisa siguió enumerando las bondades de un cuerpo bien moldeado por la natación, y en su cabeza, Kou comenzó a visualizarlas toditas. Recordó la emoción de la competencia, todos los chicos reunidos con sus bañadores y sus cuerpos perfectos; sus piernas, brazos y dorsos deslizándose en el agua. Sin equipo de natación al que dirigir, y con su hermano tan huraño como siempre, no era muy probable que visitara muchos eventos de ese tipo. ¡Se perdería tanto! ¡Ver todo desde tan cerca era un privilegio que perdería para siempre si el equipo se deshacía!

— ¿verdad que sí aceptas? —continuó Nagisa —. ¡Verdad que sí!

Ma...[1] ­—dudó. Si dejaba que Nagisa la convenciera podía darlo todo por perdido, pero si actuaba por cuenta propia... —. Bueno —aceptó.

— ¡Yey!

—Pero igual no garantizo nada, Haru es un cabeza dura y además Makoto anda raro y...

—Está bien, Kou —Pronunció el nombre de la chica con la clara intención de despertar algo en ella —. ¡Juntos podremos revivir al equipo! ¿Verdad que sí, Rei-chan?

Rei asintió a lo lejos, sintiéndose verdaderamente fuera de lugar. En serio que no era capaz de seguirle el ritmo a Nagisa.

 

A la hora del almuerzo, y sin que Haru y Makoto lo esperasen, recibieron visitas. Nagisa, Rei y Kou llegaron juntos y se sentaron con ellos a comer como si nada.

— ¿Qué pasó, Haru-chan? —preguntó Nagisa casi al borde de la consternación —. ¿Por qué comes pan? ¿En dónde está tu obento[2]?

Makoto se agitó un poco, incómodo, y vio el empaque del pan a medio terminar que tenía en sus manos.

—No fue nada —contestó Haru, dándole una mordida a su merienda.

—Haruka-senpai —intervino Rei —, no debe descuidar su dieta de esa manera. Comer sólo pan no es bueno para el cuerpo, y la natación es un deporte que consume mucha energía, una dieta equilibrada...

— ¡Ya, ya! —interrumpió Nagisa. Kou y Makoto escuchaban sin participar —. Haru-chan, ¡tadam! —exclamó al tiempo que colocaba su caja de bento frente a Haru —. ¡Es caballa!

A Haru se le hizo agua la boca, o más bien, se le derritió por completo. El pan que masticaba le resultó tan arenoso de pronto, si pudiera comer algo de eso...

—Estoy dispuesto a compartirlo contigo, Haru-chan, pero con una condición.

Makoto de pronto se puso más alerta. Vio a Nagisa y luego a Kou, que seguía en silencio, sintiéndose no muy convencida del plan de Nagisa, aunque Makoto ignoraba esto, por supuesto. Lo que nadie sabía era que Nagisa había cambiado el plan sobre la marcha, aprovechando la situación en qué había encontrado a Haru.

—Mmm —suspiró Haru.

—Vamos, Haru-chan, anímate un poco, es sencillo —prosiguió —. Lo único que tienes que hacer es prometerme que te meterás en el agua, aunque sea sólo un minuto.

Nagisa esperó la respuesta de Haru con entusiasmo, plenamente convencido de que su plan funcionaría, un plan improvisado, claro, porque ni él pudo prever que Haru no llevaría almuerzo ese día.

—Hecho —respondió Haru ante el asombro silencioso de Makoto. ¿Nagisa lo había conseguido tan fácilmente? Makoto vio a Nagisa largo rato, con incredulidad, luego vio a Haru, mientras éste devoraba el bento que había recibido de Nagisa.

— ¿A la salida está bien, Haru-chan?

—Ahora.

— ¿Eh? ¡Ahora!

Todos esperaron a que Haru se pusiera de pie para dirigirse a la piscina del colegio mientras dejaba su uniforme tirado en el camino, en su lugar, tomó la botella de agua aún sin empezar, desenroscó la tapa y, sin más, introdujo el dedo índice, consiguiendo que al menos la punta de su dedo quedara sumergida.

— ¡Mou, Har-chan, no se vale! ¡Eso es trampa! —renegó Nagisa.

—Tuviste que ser más específico. —Fue lo único que dijo Haru y luego de estimar que un minuto efectivamente había transcurrido, tapó la botella, se levantó y se retiró.

—Haru —susurró Makoto. Nagisa se enfadó con él.

— ¡Es todo tu culpa, Mako-chan! —soltó sin medir sus palabras —. Siempre andas cargando a Haru-chan como si él fuera un bebé, haces todo por él y aceptas todo lo que hace aunque sepas que está mal. ¡Eres un tonto! Lo estás malcriando.

—Nagisa... —intervinieron Kou y Rei a la vez.

II yo[3] —dijo Makoto. Y se retiró sin decir nada más.

— ¡Hey, Nagisa! —explotó Kou —. Dijiste que ibas a arreglar las cosas no a estropearlas más.

Y ella también los dejó.

Rei quedó viendo a Nagisa, preocupado. Si se había pasado con lo que le dijo a Makoto, pero en parte comprendía su frustración. Nagisa era el menor de todos, y aún cuando no conocía el pasado que había compartido con Haru y Makoto, la cercanía de los tres le daba una idea de la importancia del mismo. A veces creía también que Nagisa resentía la proximidad de Makoto y Haru, era como si a pesar de ser tan unidos, al final del día, él podía ser dejado de lado. ¿Pensaría así Nagisa en realidad?

—Nagisa —murmuró sin estar muy seguro de lo que quería decir.

—Está bien, Rei-chan. No me rendiré.

Pero las palabras de Nagisa no sonaron con el ánimo característico que el chico siempre revestía su voz.

—Además —prosiguió —. Estamos juntos en esto, ¿verdad que sí, Rei-chan?

Nagisa tomó ambas manos de Rei, las apretó con las suyas con mucha fuerza, como tratando de arrancarle algo al otro. Rei, recordando todo de pronto, devolvió el gesto, a pesar de que el nerviosismo le había dado ganas de acomodarse los lentes.

—Na...Nagisa

Era hora. Rei lo sabía, tenía que hablar con Nagisa, necesitaba tantas explicaciones. Pero cuando estuvo a punto de decir algo, Nagisa lo interrumpió.

— ¿Puedo besarte, Rei-chan? —preguntó de tal manera que su voz apenas se escuchó.

Rei enrojeció.

—No, bueno... sí, pero... Pero Nagisa, primero, primero... ¿Qué es esto? Aquella vez, ahora... ¡No lo entiendo!

—No hay nada que entender Rei-chan, porque estamos juntos en esto, ¿verdad?

Ha-hai —balbuceó. La situación lo superaba en todos los sentidos. No comprendía a Nagisa pero de pronto sintió que esto ya no era muy necesario.

— ¿Entonces...?

¡Hai!



[1] Ya...

[2] Almuerzo (sí, esa cajita de comida que tan bonita preparan los japoneses XD)

[3] Está bien.

Notas finales:

¿Y qué tal? ¿Les va gustando? Los comentarios siempre son bienvenidos.

Gracias por leer.

Saludos.


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