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Capítulo 5 del libro de mis desgracias por Taoh no Yaoi

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Notas del fanfic:

Escribimos hace ya bastante tiempo este fanfic para un concurso realizado en el blog Emoción Yaoi y conseguimos el primer premio. 

Esperamos que siga gustando tanto como en aquel entonces. 

Notas del capitulo:

Al finalizar el fic incluimos un anexo que ayuda a entender parte del mismo. Recomendamos que lo leais ^^

 

Capítulo 5: Las bellas expresiones de tu rostro.

 

…y fue en ese preciso instante en el que me di cuenta de que me había enamorado de él. Ryosuke había entrado definitivamente en mi vida…

 

Después de eso, no podía quedarme sin hacer nada. Quería conseguir sea como sea que se fijara en mí. Pero era tan difícil…

 

Tiempo después de esa noche de lluvia en la que fui consciente de mis propios sentimientos, me informaron de que estaba prometido. Su familia le iba a casar con una mujer con un alto status social. No sabía si un simple muchacho, que ayudaba en un humilde negocio familiar como una floristería, podría competir con eso.

 

Cuando ya había perdido toda esperanza de conseguirlo, fue él el que acabó viniendo a mí. No sé por qué lo hizo y realmente no me importa. Fue la oportunidad que estaba esperando.

 

La maravillosa tarde que pasamos caminando por los alrededores de las grandes oficinas que pertenecían a su familia, fue efímera. Había estado notando durante todo el tiempo su nerviosismo y fueron obvias sus intenciones, así que no le di oportunidad alguna de declararse. Me adelanté a él.

 

La noche estaba ya entrada y no quedaba rastro de luz solar. Me abalancé ante él lentamente y con un sencillo “por favor, déjame besarte” comenzó nuestra relación.

 

Lamentablemente, su matrimonio concertado no era nuestro único problema. Mi familia veía muy mal las relaciones homosexuales y, lo peor de todo, le estaba matando. A cada momento que pasaba a mi lado, su energía vital se transfería a mí.

 

Sí, lo soy. Soy un vampiro psíquico.

 

Sé que creeréis que os estoy engañando, pero es cierto. No somos como nos pintan y somos tan reales como cualquier persona. Absorbemos la energía que a nosotros nos falta de las personas que nos rodean, pero no se trata de algo consciente, eso es lo peor de todo. Normalmente no supone un problema, simplemente se fatigan y nada más, pero en este caso es distinto. Ryosuke sufre de esclerosis múltiple*… Si lo hubiese sabido a tiempo, tal vez nada de esto no hubiera sucedido.

 

La forma en la que lo averigüé fue la peor posible.

 

Era una fría noche de domingo. Había sido un día perfecto y lo que quedaba prometía serlo aun más.

 

Pasamos paseando por la puerta de un hotel. Se produjo el silencio y nuestras miradas se cruzaron, incómodas. Ambos pensábamos lo mismo, pero ninguno se atrevía a decir nada. Hasta que finalmente él dio el primer paso, aunque tímido, contundente.

 

Empujó suavemente mi hombro como si lo hiciese sin querer, pero lo entendí perfectamente. Cogidos de la mano, nos dirigimos a recepción para coger una habitación.

 

Subimos entre besos furtivos, miradas indiscretas y caricias lascivas en el ascensor. La pasión se hacía más fuerte en nuestro entorno a cada momento. Nuestros cuerpos se buscaban desesperadamente el uno al otro.

 

Llegamos hasta la habitación y nos lanzamos a la cama dando un fuerte portazo. No queríamos que nadie más fuera testigo de nuestro encuentro.

 

Comencé a desvestirle con suma delicadeza, como ya era costumbre, notando como su pecho subía y bajaba más rápido de lo que lo hacía normalmente en esa situación, pero no le di importancia. Después de darle innumerables besos rodeando su ombligo y agarrando sus caderas, subí la vista para observar su mirada, la que yo creía que iba a ser ardiente. Cuál fue mi sorpresa cuando me encontré a esta perdida en algún punto del techo.

 

Pensé que era extraño, pero no sabía hasta qué punto. Me acerque hasta tener su rostro a la altura del mío, pero él seguía sin mirarme.

 

Coloqué ambas manos en sus mejillas y le pregunte que le pasaba. Parecía que iba a hablar, pero apenas articulaba silabas sin sentido y un hilo de saliva empezó a resbalar por la comisura de sus finos labios.

 

De pronto, comenzó a tener espasmos.

 

No me había asustado tanto en toda mi vida.

 

No sabía cómo reaccionar. Le cogí en brazos, tal como estábamos, y lo llevé corriendo al hospital más cercano que había. En ese momento la coherencia había abandonado mi mente. Ahora sé que habría sido mucho mejor llamar a una ambulancia o pedir un taxi, pero no lo hice, simplemente corrí hasta que llegamos.

 

Las siguientes horas que paso en observación transcurrieron como las más largas de mi vida. No podía hacer otra cosa que no fuera pensar en lo que podría haber ocurrido y si el que yo fuera diferente lo había causado.

 

En ese tiempo llegué a una conclusión que pensaba cumplir; debía separarme de él definitivamente, por su propio bien.

 

No esperé a que los diagnósticos llegaran, ya sabía que yo era el culpable…y me fui…No podía soportar verlo una vez más, no tenía el valor suficiente para hacerlo y después dejarlo marchar…

 

¿Fue miedo a hacerle daño o simple cobardía? Tal vez ambos.

 

Estuve huyendo de sus llamadas durante mucho tiempo. Sabía que si me volvía a comunicar con él sería tan cobarde y egoísta como para retenerlo a mi lado a toda costa. Esos días que pasé sin él fueron los peores de mi vida.

 

Apenas comía ni dormía. No podía hacer otra cosa que no fuera pensar en él, en su pelo castaño y enormes ojos negros brillantes sonriéndome. Cada vez que lo hacía, lloraba. No podía evitarlo, los recuerdos de las bellas expresiones de su rostro llenaban mi mente y se deshacían de cualquier otra idea. Y pensar que nunca más volvería a verlo, hacía que todo lo que había podido ser mi vida antes de conocerle y después de abandonarle, careciera de sentido.

 

Me pasaba días y días llorando, manchando una y otra vez mis gafas, dejando que mi pelo oscuro y mi barba creciesen. Sin salir de casa. Sin comunicarme con nadie.

 

Una mañana después de incontables días encerrado en mi habitación me dieron la peor noticia que podría haber en ese momento; mi padre había muerto.

 

Me he dado cuento de que en todo lo que llevo escrito de libro no os he hablado de él, incluso siendo una de las personas más importantes de mi vida.

 

Mi padre me lo enseñó todo. Me apoyó y guió, incluso aceptó mi relación con Ryosuke. Hizo de mí la persona que soy ahora. Todo lo que soy…sin pedir nada a

cambio…

 

Saber de su muerte era poco más que una catástrofe para mí.

 

¿Qué iba a hacer a partir de ahora? ¿A quién le iba a pedir consejo a partir de ese momento? ¿Quién iba a ayudarme y entenderme tan solo como estaba yo ahora?

 

Su funeral fue después de dos días, en los cuales me adecenté para este.

 

Cuando llegó el momento, había derramado tantas lágrimas por Ryosuke que no quedaban para él. Me sentí la peor persona del mundo, me odiaba a mí mismo más de lo que lo podría hacer cualquier otro ser de este mundo. El dolor se acumulaba en mi pecho. No podía descargarlo de ningún modo. Estaba a punto de explotar.

 

Poco a poco, los asistentes al evento lo fueron abandonando, volviendo con sus familias principales o con el resto de sus amigos, olvidando por completo que el cadáver de mi padre aun estaba caliente.

 

Me quedé a solas con mi madre. Se acercó a mí y no me hizo falta decirle nada para que me dejase a solas con su tumba, de nuevo a solas con mi padre, pero no de la misma forma. Todo estaba acabado, todo a mi alrededor estaba negro.

 

Cuando llegó él. De nuevo, lo peor que podía haberme ocurrido en ese instante. Ryosuke apareció.

 

Se le veía un aspecto no muy saludable. Estaba bastante pálido y casi en los huesos. Tenía ojeras marcadas, pero sonreía. Me sonreía.

 

No era el momento ni él lugar, pero verlo ahí, aunque fuese en ese estado, con un ramo entre sus brazos, me pareció una de las escenas más bellas que podía llegar a ver alguien.

 

Era un ramo de Narcisos blancos y amarillos, no era para nada la clase de flores que se suelen regalar en los funerales, pero sabía que no las había elegido porque sí.

 

Adoro las flores y como trabajo en una floristería aprendí el lenguaje de las flores. Solía enseñárselo a Ryo los días que pasaba las horas muertas conmigo en la tienda y parece que aprendió bien.

 

“Quiero verte” me decía sin articular ni una sola palabra. Eso fue demasiado para mí.

 

No pude soportarlo más. No pude aguantar mis ganas e hice la cobardía de correr hacia él y abrazarle. No quería volver a soltarlo. Jamás me volvería a separar deél.

 

Esperé palabras de reproche, que me apartara e insultara, pero como era de esperar no lo hizo, él no era así.

 

Acarició con suavidad mi espalda.

 

Eso era todo lo que podía pedir. Tampoco merecía mucho más.

 

Nuestra relación continuó como si no hubiese ocurrido nada, como si esos meses que pasaron nuca hubiesen existido. Por un lado lo agradecía, por otro, deseaba recordar el dolor de estar a punto de perderlo para poder recoger el suficiente valor para alejarme de él definitivamente, pero nunca lo hacía. Cuando tenía suficiente recogido, Ryo me atacaba con su suave sonrisa y me dejaba desarmado. No se podía amar más a nadie como yo lo hacía.

 

Cuando pensaba que nada más podía ocurrirme, sucedió el desastre.

 

Una noche, cuando su gran casa había quedado vacía, nos dormimos abrazados en su cama. No había pasado nada entre nosotros desde ese momento, temía que volviera a ocurrirle lo mismo. Si algo así volviese a suceder, nunca me lo perdonaría.

 

A la mañana siguiente, nos despertó el potente grito de una mujer. Aiko, la prometida de Ryo, había ido esa mañana a visitarle y había utilizado la copia de las llaves que le habían dado sus padres. Nada podía ir peor o, al menos, eso creía.

 

No dejaba de berrear cosas sin sentido, muy ofendida, mientras mi amante contraía su rostro sin articular palabra alguna.

 

No sabía qué hacer, y seguramente no debí, pero lo abrace protectoramente, haciendo que escondiera su rostro en mi pecho para que dejara de mirarla y auto atormentarse, mientras le decía, decidido, que él era solo mío, y por nada del mundo iba a entregárselo.

 

Los exagerados llantos de la mujer cesaron en cuanto salió de la casa. Habíamos sido descubiertos y no había vuelta atrás. Lo único que podíamos hacer, era disfrutar de la calma que precedía a la tormenta.

 

Aunque a mí desde el principio me pareció una mala idea, Ryosuke y yo nos fuimos a unas aguas termales las dos semanas que sus padres pasarían en Londres, para poder estar solos y sin interrupciones. Ambos sabíamos que nuestra relación no duraría mucho tiempo más, pero, como siempre, no dijimos nada al respecto. Nos limitamos a nosotros mismos a disfrutar de nuestra estancia, o, mejor dicho, de nuestra despedida.

 

Muchas cosas estaban acumulándose en el rincón de los recuerdos para olvidar de mi mente, pero no se podían desechar. Mi realidad giraba en torno a ellos y yo estaba obsesionado con vivir en una burbuja apartada del mundo real. Una burbuja en la que únicamente existíamos los dos. Esa burbuja estaba a punto de explotar.

 

Estaba comenzando a mezclar los sueños con la realidad, ya no sabía lo que podía ocurrir.

 

Las pesadillas llenaban mi mente por la noche y no me dejaban descansar, pretendían encerrarme en su mundo. Mejor dicho, pretendían traerme de vuelta al mundo real.

 

Estas eran de todo tipo, pasaban de engullir a mi padre como a mi amado. Recuerdo una en especial. La pesadilla que me hizo darme cuenta de la realidad.

 

Estaba en mi cama, durmiendo plácidamente cuando despierto por el sonido del viento que golpeaba suavemente contra la ventana. Busqué automáticamente a alguien a mi lado, pero al extender mi brazo, lo único que pude encontrar fueron las sábanas deshechas.

 

 

Me levanté para buscarle y sin saber porque yo sabía que estaba fuera de la casa y abrí la puerta. Frente a mí se extendía un inmenso prado, repleto de vida.

 

Quedé embelesado, incluso maravillado, pero a menudo las imágenes hermosas son traicioneras, puesto que, aunque en general fuese precioso, aquello que más importancia tenía, contenía la amargura de mis sentimientos.

 

El escenario fue quebrado por la aparición de Ryosuke, quien irrumpió de repente como solo puede ocurrir en los sueños. No era Ryo el causante de la desaparición de tal belleza, si no sus actos. Se encontraba recogiendo algunas de las miles de flores, escogiéndolas cuidadosamente, mientras de sus ojos nacían innumerables gotas de sangre. Con una pequeña hoz, las cortaba brutalmente.

 

No pude más que horrorizarme ante tan lúgubre visión, pues cuán grande debía ser su dolor para cometer tales actos ¿Era yo el causante?

 

No podía permitir que continuara, así que corrí hasta él, pero antes de poder alcanzarle, se desplomó en el suelo.

 

Atemorizado a la par que horrorizado, llegué a él. No pude contener las lágrimas cuando, al darle la vuelta para poder socorrerle, vi qué flores se encontraban en su cesta.

 

Ajenjo blanco, Adonis, Damasquina, Eléboro, Geniana, Ranúnculo, Ortigas....*

 

Todas esas flores estaban en ella, todas expresaban sus sentimientos y pensamientos. Esa era la realidad, algo que no podía ser cambiado.

 

A la mañana siguiente hablé con él durante mucho tiempo, sacando todos los temas que habían sido tabú hasta el momento, rogándole que me pusiese las cosas fáciles para poder alejarme y dejarle seguir sin más problemas de los que ya tenía.Pero se negaba.

 

Ambos sabíamos que todo se terminaría en cuando sus padres regresasen del viaje de negocios, cosa que me hacía estar más tranquilo. Sabía que no debía volver a hacer la cobardía de quedarme con él. Jamás volveríamos a vernos y él continuaría la vida de riquezas que tenía por delante.

 

Aunque, lamentablemente, no fue así. El destino es cruel.

 

Fin del “Capítulo 5; Las bellas expresiones de tu rostro”.

*******

 

En una silenciosa sala de hospital, solo quebrada por los a veces leves quejidos de los pacientes y algún que otro murmullo de las enfermera, Shioji esperaba impaciente, sumido en sus más profundos pensamientos.

 

Esta vez estaba seguro de que no iba a huir, ya había sido suficiente, fuera una decisión cobarde o egoísta, no abandonaría a Ryosuke aunque eso supusiera su muerte.

 

En la inmensidad de esa habitación pudo sentir su sangre congelarse ante los pasos rítmicos que se aproximaban hacia él. Era el médico quien lo miraba por encima de sus gafas con ese aire de indiferencia que solo un insensible o alguien de su profesión podían tener en esa situación. En sus manos sostenía una carpeta con que contenía los resultados de las diferentes pruebas realizadas a Ryosuke.

 

No hizo falta palabras. Antes siquiera de que pudiera hablar Shioji estiro sus brazos, mirándolo con desesperación. No aguantaba más, quería ver con sus propios ojos que era lo que le había estado pasando a la persona que más quería en este mundo.

 

El hombre comprendió y sin más le entregó el informe.

 

Sus manos temblaron mientras abría la carpeta, puedes estar muy seguro de hacer algo, pero a la hora de la verdad resulta no ser tan simple. Finalmente los papeles estaban ante sus ojos. Los leyó con sumo cuidado.

 

Había párrafos enteros con términos médicos que ni siquiera lograba entender, pero no desistió y siguió con su empeño.

 

Entre palabras confusas su mirada comenzó a hacerse borrosa, sus ojos amenazaban con descargar todo aquello que habían estado conteniendo esas últimas horas cuando al final de la página puedo ver que Ryosuke padecía de esclerosis múltiple, sus neuronas estaban perdiendo sus funciones y se estaba degenerando a un ritmo suicida.

 

Normalmente un enfermo con sus mismas características tardaría todavía unos veinte años más en morir, pero por alguna razón, que Shioji sabía la perfección, el proceso se estaba acelerando.

 

۩۝۩

 

“Y así fue como, pocas semanas después, Ryosuke encontró su tumba, junto a su amado Shioji quien, al no soportar la carga de haber provocado su muerte, decidió alejarse de la civilización, comprando una casa en el monte.

 

Sus días transcurrieron lentamente en la soledad, recordando cada uno de los momentos, buenos y malos, que había pasado con él, viendo cómo a su alrededor los animales y las plantas acababan muriendo y cómo, su falta de vitalidad, consumía su entorno.

 

Murió con 46 años, suicidándose, y sus crónicas fueron encontradas años después, aun sin terminar, cuando su familia se dispuso a vender el inmueble.

 

La historia de Takano Shioji fue publicada con el 100 aniversario de su muerte, tal y como fue hallada, y se convirtió en uno de los mayores best sellers que la historia nunca ha conocido.

 

Ahora, sus restos descansan en un pequeño santuario cercano a su última vivienda, junto a los de la persona con la que habría pasado toda su vida si las circunstancias de su nacimiento hubiesen sido distintas.

 

Yo, un vampiro psíquico y un gran admirador de este hombre, puedo sentirme orgulloso de estar junto a la tumba de este gran hombre que luchó contra el destino tanto como pudo y me guió con sus pensamientos hasta permitirme encontrar mi camino en la vida.

 

Gracias, Takano-sama, habría sido un auténtico honor conocerle.”

 

Despidiéndose con una rosa blanca, un joven y apuesto muchacho comenzó a caminar, seguro de sí mismo y dispuesto a escribir su propia historia en la que no perdería al hombre al que amaba. No estaba dispuesto a permitir, que las palabras de quien había tomado por consejero fuesen inútiles.

 

Esta vez, él lucharía contra la mala vida que le había sido destinada.

Notas finales:

ANEXO

Esclerosis múltiple

Es una enfermedad degenerativa en la que las células del cuerpo van perdiendo sus funciones.

 

Actualmente se desconocen las causas que la producen aunque se sabe a ciencia cierta que hay diversos mecanismos autoinmunes involucrados.

 

Por el momento se considera que no tiene cura aunque existe medicación eficaz y la investigación sobre sus causas es un campo activo de investigación. Las causas exactas son desconocidas. Puede presentar una serie de síntomas que aparecen en brotes o que progresan lentamente a lo largo del tiempo.

 

Se distinguen varios subtipos de esclerosis múltiple y muchos afectados presentan formas diferentes de la enfermedad con el paso del tiempo.

 

A causa de sus efectos sobre el sistema nervioso central, puede tener como consecuencia una movilidad reducida e invalidez en los casos más severos. Quince años tras la aparición de los primeros síntomas, si no es tratada, al menos 50% de los pacientes conservan un elevado grado de movilidad. Menos del 10% de los enfermos mueren a causa de las consecuencias de la esclerosis múltiple o de sus complicaciones.

 

Los síntomas más comunes son:

 

r08; Fatiga

r08; Pérdida de masa muscular

r08; Debilidad muscular

r08; Descoordinación en los movimientos

r08; Problemas para tragar

r08; Problemas para hablar

r08; Problemas para respirar que generan insuficiencia respiratoria

r08; Rigidez muscular

r08; Espasmos

r08; Calambres

r08; Pequeñas pero generalizadas vibraciones musculares

r08; Problemas de visión

r08; Problemas cognitivos: dificultad de realizar tareas simultáneas, de seguir instrucciones detalladas, pérdida de memoria a corto plazo, depresión…

 

Significado de las flores:

 

r08; Ajenjo blanco: Muestra amargura. “Me causas una gran pena”

r08; Adonis: Pena de amor. “Mi corazón está herido”

r08; Damasquina: Tristeza.

r08; Eléboro: Falta de espíritu.

r08; Gentiana: Dolor, huída. “Me haces sufrir, necesito dejarlo”

r08; Ranúnculo: Reproche. “Me has decepcionado”

r08; Ortigas: Crudeza. “No soporto tu maldad”

r08; Narciso: Simbolizan egoísmo. “Solo piensas en ti”, pero sin embargo también

pueden expresar añoranza. “Quiero verte”


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