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La flor por YaoiNoAkuma

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Notas del fanfic:

Yu-Gi-Oh! Y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Kazuki Takahashi.

Notas del capitulo:

He vuelto… (Por esta ocasión).

Inspirado en la canción homónima (del título) de Anabantha.

Ehm… he tenido pequeños líos mentales por lo que no he podido escribir tan frecuentemente como lo hacía. Más explicaciones al final.

La flor

El eco de las gaviotas y el romper de las olas contra las rocas inundaron aquella blanca habitación. Ahí estaban dos jóvenes, uno dormido y el otro velando su sueño. Además de los sonidos exteriores se podía escuchar la quebrada e irregular respiración de uno de ellos. Una mirada rubí se movió por uno segundos del otro joven y se dirigieron al reloj colocado a sus espaldas, cerca de la puerta de la habitación. Siguió el segundero durante un minuto y volvió su atención al chico descansando al sentir la mano ajena moverse entre las propias. Dejó la mirada sobre aquella frágil mano y cuando la vio moverse clavó los ojos en el rostro de su compañero. Lucía cansado, con la piel pálida, manchas negras bajo sus ojos y los labios resecos… pero sus largas pestañas no dejaban de exornar su joven rostro.

Sus ojos se abrieron con lentitud, intentando acostumbrarse a la luz de la habitación, dejando ver un par de gemas malva un tanto opacas. Una vez la luz dejó de calar en sus ojos miró al joven a su derecha. Se enfrentó a aquellos intensos ojos rojos que le miraban nostálgicos. Curvó sus labios en una casi imperceptible sonrisa – ¿Has estado aquí desde que me dormí? –Esperó una respuesta, pero la reacción de su compañero fue suficiente, –No tenías porqué hacerlo.

–Haré lo que sea por ti, aún si no es necesario. –Le respondió al comentario, enfocándose en sus ojos.

Sonrió un poco más, sólo un poco, no porque no lo sintiera sino porque le dolía. –Muchas gracias… -La voz le tembló. Le dolía no ser capaz de devolverle todos y cada uno de aquellos gestos amables que el otro le había otorgado. –…Lo siento.

Las palabras le confundieron – ¿Por qué te disculpas? –Preguntó al no entender la repentina disculpa. Quien debía disculparse era él mismo.

Llevó su mano libre hacia su cara, sobre sus ojos, tapándolos… ocultándose. No podía dejarle verlo llorar. –Todo lo que haces... –Intentó regular su respiración –no hay manera de que te lo devuelva… –Nunca lo haría. No porque no quería, sino porque no podía.

Por un momento sintió que el aire no le bastó y exhaló bruscamente. Se levantó de su asiento mientras apretaba la mano ajena entre sus dedos, tomó la otra y miró las lágrimas cayendo por su blanco rostro. Se acercó, poniendo su frente contra la suya. –No hay necesidad, estar contigo es suficiente. –Enfocó la mirada amatista de su compañero, acuosa y parda; esperaba contagiar aunque fuera un poco al menor, pero su llanto sólo se acrecentó. Desesperado, al no saber cómo quitar aquellas ideas de su cabeza, lo abrazó.

Sintió el magro cuerpo moverse con tal de responder su gesto, y quiso llorar al sentir los delgados brazos del menor abrazándolo con la poca fuerza que le quedaba. Hundió el rostro en su cuello y respiró el bálsamo del menor, extrañaría ese embriagante aroma. Sintió el temblor del cuerpo ajeno y no hizo más que abrazarlo con más fuerza, el tiempo se acababa.

La alarma del reloj digital en su muñeca empezó a sonar. Se alejó un poco del menor para revisar la hora, y le soltó definitivamente para poder buscar las medicinas que debía darle al de ojos malva.

–No es necesario… Ya no. –Le dijo el menor mientras se acomodaba en la cama. Le desvió la mirada antes de hacer contacto y le vio enfocarse totalmente en sus manos, jugando con las blancas sábanas que le arropaban.

Cierto. Era inevitable… El tiempo se agotaba. Pero aún así tomó las pastillas y sirvió algo de agua en un vaso. Quería aferrarse a la idea de que podría tenerlo un poco más de tiempo si continuaba la medicación. O quizá sólo buscaba un pretexto para tocar esos suaves labios una vez más. Sin pensarlo puso las pastillas sobre su lengua y miró la melena tricolor de su compañero. Se acercó sigilosamente al menor y apoyó su mano izquierda sobre la cama.

Por mero instinto movió la mirada al repentino intruso en su panorama, vio los largos dedos y continuó por el dorso, siguió subiendo por su antebrazo y en lugar de ver su hombro se encontró con el rostro del moreno mirándole ansioso. Se sobresaltó un poco al notar su boca abierta con las pastillas en su lengua. Se puso nervioso al ver sus ojos rubíes ahogados en deseo. Tragó saliva e intentó decir algo, lo que fuera, sin embargo la voz no salía y su boca temblaba.

Ignoraba si el menor sospechaba sus intenciones en ese momento, pero en esa ocasión… en ese preciso instante la garganta le quemaba por poder besarlo. Podía ser absurdo buscar un pretexto para cumplir tal capricho, pero su mente estaba blanco, desesperada.

Su compañero empezó a acercarse, retrocedió un poco, –no es… necesario… –Repitió. Le vio dar un trago al vaso, reteniendo el líquido en su boca. Pasaron micras de segundo que parecieron eternas mientras su compañero se acercaba, sintiendo un hormigueo en la piel ante el momento íntimo.

Sin esperar más, tomó al menor por el mentón y le acercó a su rostro. Le dio una última mirada a los ojos ajenos y le besó. El menor no tardó en abrir la boca, permitiéndole pasar el agua junto a las pastillas a su cavidad. El tibio líquido pasó a su boca, se apresuró en tomarlo ante la sensación de poder ahogarse. Se separaron un poco para que el menor tragara las pastillas.

Miró ansioso al de ojos malva, sólo un poco más. Se acercó de nuevo, sujetando el rostro ajeno de la mejilla y sin esperar más juntó sus labios por segunda ocasión. Era como lo recordaba, cada pequeño tacto, los blandos labios. Incapaz de controlarse se precipitó para acceder a su boca.

Rompió el contacto inesperadamente, y se abrazó con fuerza a su cuerpo. Se dejó hacer, confundido esperó a que el mayor le explicara, pero no hubo necesidad de aquello, las lágrimas sobre su hombro eran suficientes.

Correspondió el gesto al mayor, le sostuvo cándidamente resistiendo el llanto, no quería que recordara su último día con tristeza. No quería dejarle tal imagen suya. Le dio una mirada rápida al reloj en la habitación. – ¿Podrías… llevarme a la playa? –Pidió al mayor con voz deteriorada.

Las marcas en la arena se desvanecían con el mar, las pisadas del moreno seguían las líneas que la silla de ruedas de su compañero hacía. El sol ya estaba desapareciendo en el horizonte, marcando en el cielo colores cálidos. Se detuvo a petición del menor, incapaz de ver su rostro clavó la mirada en la arena húmeda, pensaba que tal vez no debió der así… Que no debió enamorarse de él.

–No te culpes, -la voz rasposa de su compañero interrumpió sus pensamientos –por favor. –Que se hayan enamorado no era un error… Nadie dijo que amar fuera fácil. –Cada minuto… a tu lado… es invaluable. –Volteó un poco la cabeza para mirar el mar. –No quiero que pienses… que no debió ser así.

Su respiración empezó a estropearse, era demasiado amable. Se sintió aliviado al escuchar esas palabras, pero aún así se culpaba por cómo las cosas se tornaron… Después de todo el castigo era para él.

Un ángel y un humano.

–Atem… te amo. –Su frágil voz llegó a sus oídos en apenas un susurro. Grabó aquella voz, apreciando cada palabra…

Le abrazó, deseando no dejarlo ir. Deseaba que todo fuera un mal sueño. –También… yo también… te amo. –Le dolía pronunciar esas palabras, pues ya no habría a quien decirlas más.

No hubo más palabras, sólo aquellas magras manos sosteniendo sus brazos suavemente.

Al tiempo en que el Sol desaparecía en el horizonte, bajo sus brazos podía sentir su respiración debilitarse…

“Lo que florezca en tu cuerpo, no se podrá marchitar.”

Notas finales:

…Me pongo tan emotiva cuando escucho música como esa…

Se supone Atem es el ángel, quien al enamorarse de un humano y decidir vivir para él es castigado por la máxima autoridad (el altísimo), cargando entonces con la muerte prematura de su amante. Yuugi es quien recibió el castigo, pero Atem cargará con el remordimiento de haber “matado” a quien más amaba… Mi*rda, soy una mala persona ;A;

Lo siento tanto~ Realmente me ausenté, demasiado. Planeé varios proyectos durante las vacaciones, pero les perdí el interés tras escribir seis páginas y nunca vieron la luz ;w; He estado con pequeños líos mentales y ni me interesé por nada más excepto en mi propia miseria (¿?).

Espero venir con otro proyecto multichapter si las cosas terminan bien (y si no pierdo el interés). Me encuentro llevando dos proyectos… y sólo les digo eso, jaja, porque ni yo misma sé a dónde irán a parar esos proyectos.

¡Sean felices~!


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