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Junjou Darkness por CrazyFanGirl

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Notas del fanfic:

Ésta es la primera historia que escribo ya que tenía tiempo libre y me encanta esta serie. No creo que sea larguísima, ni tampoco los capítulos lo serán, pero en cuanto acabe ésta empezaré con una historia original.

Espero que os guste tanto como a mí ^^ Ya de paso quiero dar gracias a dos personas que les enseñe esta historia antes y que me apoyaron para que siguiese escribiendo. Sensei y onee-swam <3

No olvidéis escribir algún comentario "constructivo"

 

Notas del capitulo:

Aquí empieza todo ese momento especial (para los que han leído el resumen) si no lo habéis hecho hacedlo ahora ¬¬

Disfruten ^^

 

 

[Este capítulo ha sido modificado a partir del original. Lo que quiere decir que es diferente. Es más largo, pero os aseguro que no añade más historia ni es peor. Al contrario, mejor. Esperad nuevas actualizaciones en los siguientes capítulos como se prometió]

     No paraba de suspirar. Y con razón. Trabajaba como dibujante en una novela BL. Sí, una novela de amor entre chicos, aunque a mí me daba igual de qué tratase con tal de que el autor de aquella novela, el grandioso, el inigualable, el genio ganador de no sé qué premio a la más joven edad, Usami Akihiko, a quien dinero y tiempo le sobraba, me pagase y me diese lo justo para vivir. Si pasarse toda la noche en vela, con celo en los ojos, 5 litros de cafeína encima, dibujando las nueve o diez imágenes manga correspondientes se puede llamar vivir. Y no solo fue esa última noche, sino absolutamente todas las anteriores a la fecha de entrega. Intentaba que Aikawa-chan pudiera darme las primeras hojas para adelantar el trabajo, pero siempre acababa discutiendo con aquel sujeto desagradable, por lo que terminaba huyendo de escena. Y al final me pasaba dos noches sin dormir y con este mal humor. Pero bueno,  hay que mirar el lado bueno de las cosas, tenía tiempo libre durante un gran período de tiempo (aunque en contra de mi voluntad) y siempre acababa recibiendo algún que otro dulce por parte de ella. Pobre mujer, teniendo que comprar estas cosas por culpa del  incompetente de “Usagi-sensei”. Y sospechaba que yo no era el único, últimamente la había visto con más cajitas de regalo. Me preguntaba si también  era su culpa. ¿Pero qué pregunta era esa? ¡Por supuesto que sí! Brrrrrrrrr ¿Qué era aquella sensación? No me digas que va a pasar algo malo. ¿Le sucederá alguna desgracia a Aikawa-chan? ¿Enfermará? ¿Qué pasará con Usagi? ¿Y conmigo? Si él no trabaja, yo no dibujaré y, si no dibujo, no recibiré mi parte del dinero y no podré pagar este mes del piso. Y luego vienen las prórrogas, y luego las discusiones, y luego... luego... ESTOY EN LA CALLEEEE. No quería vivir en la calle,  no quiero, no quiero, NO QUIEROOOO. Tranquilo Kurotsuki, tranquilo. Solo era una suposición, nada más. ¿Acaso no estaba hablando del lado bueno de las cosas? ¿Eh? ¿Qué pasa?

 

     Un camión llegaba por la avenida principal, pasando todos los cruces a gran velocidad. Qué suerte tenían algunos que avanzaban con todos los semáforos en verde… Generalmente, los conductores se abalanzan temerariamente hacia éstos con tal de llegar milésimas antes de que se tornase rojo, contrariamente a los taxistas y camioneros que frenaban mucho antes. Los primeros para cobrar más dinero y los segundos pues… por eso de que son bastante grandes y pesados. Pero ¡bah!, este no lo iba a pillar a tiempo... ¿Por qué no frenaba? Se veía que no iba a llegar. Además, todavía había gente cruzando...

 

     No entendía que pasaba, mi cuerpo se movía solo. No hacía caso a mi mente. Me gritaba "No corras. No vayas. No te incumbe. No tienes nada que hacer". Era un mero espectador. Y allí estaba. Enfrente del camión, viendo cómo se acercaba, la superficie delantera que no dejaba ver más allá, con la vista clavada en la insignia de la marca, en medio del cruce, con las manos empujando una superficie blanda, pero que me impedía salir. Logré que cediesen dejándome libre. Pero no tenía tiempo para saltar, mis piernas no me respondían. Es como si hubiese dado todo para llegar hasta ahí sin razón alguna, no dejando nada de energía para mí. ¿A esto venía la "sensación" de antes? Abandoné mi cuerpo a su suerte. Al menos ya no tendría que preocuparme por pagar ese mes de alquiler ni ninguno, ni trabajar, ni estrés, ni mierdas. Ahora era libre.

 

     Pero algo interrumpió esa libertad. Me estaba ahogando, como si una cadena se hubiese enganchado a mi cuello, privándome de mi momento de gloria. El ruido del camión llegó y dejé de sentir lo que había a mi alrededor. De repente la realidad desapareció dejando una oscuridad que me tragaba y tiraba de la cadena con rabia. No podía moverme, o eso creía. Intenté abrir los ojos, y un punto de  luz apareció. ¿Debía acercarme como en las películas? No perdía nada. Pero algo se interpuso entre ella y yo. Más oscuridad... que poco a poco iba cubriendo esa esperanza brillante. ¿Por qué no me dejaba avanzar hacia la luz? Esa maldita mancha borrosa fue tomando forma. ¿Qué demonios era? 

 

     Sentí algo cálido en los labios...

 

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

 

     Poco a poco fui abriendo lo ojos… pero la mancha seguía ahí, tapándome la luz. Aun así eran diferentes. Ya no solo era blanco y negro, si no que había color. Tras unos minutos más, sin atreverme a mover ni un solo músculo, conseguí despertarme del todo y mis ojos se acomodaron a la realidad. Volvía a sentir los oídos y los zumbidos que esto conlleva. Volvía a sentir el suelo que raspaba bajo mi piel. Volvía a sentir el olor a polvo y gasolina. Sin embargo, no lograba ver más allá. ¿Serían las lentillas? No… veía bien, pero había algo que me bloqueaba el paso. Algo tan cerca como para... ¡¿Que cojones?! Me arrastré hacia atrás con la mano en la boca hasta que choqué con algo que me impedía seguir retrocediendo. Frente a mí había una persona, joven, con varios pendientes en las orejas, pelo negro desigual, un piercing en el lado izquierdo del labio inferior, incluso creo que algo de maquillaje en los ojos. Y no solo eso, era un hombre, que me había besado. ¡Un hombre! ¡El mismo satanás había venido a recibirme al infierno, y encima lo hacía de aquella manera! ¿Por qué se le había ocurrido tal castigo?

 

     Espera… ¿estaba en el infierno? No llegué a la luz. Está claro que el cielo no era mi destino. ¿Pero qué paranoias me estaba contando a mí mismo? Recapitulemos: había un camión, un paso de cebra, gente cruzando… ¿unos niños? Yo, ¿los empujé? ¿No estaba muerto? No parecía una pesadilla a pesar de lo que acaba de ocurrir.

 

     -¿Estás bien?- me preguntó satanás, o sea, el tipo de antes.

 

    Abandoné mi mente. Corrijo, mis pensamientos. Era lo más lógico si no quería acabar en la cárcel, digo… el psiquiatra, el hospital mental. ¿Qué me pasaba aquel día? Volvió a preguntar lo mismo, así que me tranquilicé de una vez por todas. Estaba rodeado de un grupo de personas, todas observando cada uno de mis movimientos, susurrando, unas de alivio, otras “emocionadas” por lo ocurrido. No me gustaba llamar tanto la atención. Me ponía enfermo. Sobre todo aquellos ojos negros que querían tragarme. Aparté la vista y vi entre la multitud a los niños de mi paranoico sueño. Habían estado llorando, se les veían las lágrimas secas en las mejillas, pero ahora parecían contentos y me sonreían.  Inconscientemente les devolví la sonrisa.

 

     -¿Me oyes? ¿Te duele algo?

     -¡Eh! Sí, claro. O sea no, digo... No me duele nada -temblé al recordar el beso- ¿Qué ha pasado exactamente? -dije cambiando de tema.

     -¡Oh! Salvaste a esos niños pequeños. ¡Es increíble!

     -Me refiero después de eso, ¿cómo he llegado hasta aquí?

     -Muy fácil, desde lejos vi cómo les empujabas a ellos y cómo te quedaste ahí, atrapado, así que aumenté la velocidad de mi moto, conseguí cogerte por el cuello de la camisa, te agarré con fuerza contra mi pecho y frené de golpe. Tanto que acabamos en el suelo. Esperaba que te hubieras hecho menos daño que mi moto, y al parecer así es -señaló algo detrás de mí.

 

     Me estaba apoyando en su pobre moto, tirada en el suelo, con todo el lado derecho destrozado. Sin duda le iba a costar mucho pagar  la reparación. Iba a juego con, lo que pude ver más tarde, que la parte de su cara cubierta por el pelo estaba llena de arañazos, seguramente  del roce contra el suelo. ¿Cómo es que no llevaba casco? De todas formas, pensé que debía agradecerle de alguna forma.

 

     -¿Te apetece ir a comer a algún sitio? Yo invito.

 

     Una sonrisa apareció en su cara. Se levantó de golpe y me ofreció la mano para ayudarme.

 

     -Me encantaría

Notas finales:

Muchas gracias por leerlo entero >.<

Seguid por favor x3


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