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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

SE ACERCA EL FINAAAAAAAAAL... Sí, es inevitable, pero ya este fic está muuuy pronto a terminar, así que están en todo su derecho de ahora en adelante llorar, y odiarme... lo merezco u.u

Espero les guste...

-CAPÍTULO IX-

 

 

Día 16

 

Aquello era extraño, más que extraño, inusual. Ni Taemin ni menos Minho, supieron cuándo fue que sintieron que la enorme sala del comedor de aquella se hacía pequeña a su alrededor.

Ese desayuno fue el más incómodo de todos. Entre miradas de soslayo, risas contenidas, y roces sutiles de sus dedos al tomar algo que justo se les antojaba para comer al mismo tiempo, pasó aquella mañana. Ambos agradecieron que la Sra. Joo Jin fuera una literal estatua que solo estaba ahí por si se les ofrecía algo. Lo extraño era que lo que ambos querían no estaba en aquella mesa, ni menos en esos platos tan abundantes y rebosantes de comida.

 

-          ¿Joven Lee, no comerá nada más?

 

Y claro, estaba tan embobado mirándolo sobre el borde de su taza mientras bebía de ésta, que no se había percatado que Taemin apenas piñizcaba un panecillo de miel. Minho lo miró entonces y como si se comunicasen mentalmente, le hizo una seña.

 

Come más, necesitas alimentarte…

¿Sabes que no como mucho por las mañanas, por qué ahora te importa tanto que me alimente?

Necesitas recuperar tus energías Taemin…

¿Ah, sí? ¿Y por qué exactamente?

Si te comes ese panecillo y un par de tostadas te diré el por qué…

 

Taemin escondió su cara en ese vaso de leche a medio beber, para ocultar un poco ese tono carmesí que tomaban sus mejillas ¿Desde cuándo habían ganado poderes sobrenaturales como para decirse tantas cosas con tan solo mirarse a los ojos como lo hacían? De eso no estaba seguro, el castaño tan solo tenía un par de suposiciones, pero no quiso aventurarse a dar por cierta ninguna.

Un paso de él, y otro que sentía a su espalda. Un peldaño más y otro menos que le faltaba para llegar. Un paso y un suspiro nervioso. Un peldaño menos y su nerviosismo que se incrementaba al verse tan próximo al segundo piso de la casa. Un paso de él y un suspiro que sentía cada vez más cerca de su nuca: era cálido, pausado y decidido, y eso lo estaba poniendo nervioso.

Un paso más, un metro menos. Un paso más y la puerta de su cuarto aproximándose. Un paso más y ese calor que parecía estar persiguiéndolo y no dejarlo en paz. Un paso más y su cuerpo cruzando el umbral. Un paso más y su mano que dejó ir la puerta para querer cerrarla, pensando en que quizás todo era una invención de él, pero que desechó por completo cuando no sintió el golpe de ésta al cerrarse, sino dejar entrar a alguien más que la cerró por él, y con seguro. Un paso que dio y una polera que vio de reojo caer al suelo, notando que no era la suya: él aún la traía puesta. Un paso más y su cama que se aparecía ante sus ojos y que de pronto vio tan deseable como para dormir una siesta. Un paso más y un paso menos…

Sintió que le agarraba por la cintura para voltearlo sin mayores cuidados y poder comerle la boca, ansioso: había sido demasiado paciente en el desayuno y definitivamente era a él a quien quería devorar esa mañana. Sintió su cuerpo semidesnudo apegarse al de él, notando la tibieza de su cuerpo y ese aroma a jabón por la ducha que se dieron juntos esa mañana al despertar, justo antes de que la ama de llaves pudiera notar que habían despertado en la misma cama, enredados en las mismas sábanas y con el cuarto lleno de esa esencia a placeres consumados.

 

-          Te extrañé… - gimió mordiéndole el labio con una sensual sutileza que lo desesperó.

 

-          Anoche, anoche dijiste lo mismo… - rio mientras aventuraba sus brazos hasta el cuello del moreno, para enredar ahí sus dedos entre su cabello, lo que de pronto fue su cosa favorita por hacer – Por favor inventa otra excusa para acostarte conmigo…

 

-          Eres tan odioso, ¿lo sabías?...

 

-          Creo que adopté un poco de tu personalidad de mierda… - y sus manos desabrochándole el pantalón para dejarlos caer por sus piernas, y así dejarlo tan solo en ropa interior, con una imagen que era bien sugerente - ¡Buenos días Señor Choi! – añadió saludando a ese trozo de carne que de pronto conocía demasiado bien - ¿Me extrañaste…?

 

-          ¡Míralo por favor! – le suplicó arrebatándole la polera al menor para dejarla caer y del mismo modo quitarle los pantalones - ¿No ves lo mucho que te necesita?

 

-          ¿Y qué pretendes que haga…? – dijo dejándose caer en la cama para acomodarse – Córrete una paja Minho, de seguro eres muy bueno…

 

-          De pronto se me antoja algo más… digamos que algo más… mmm… - bromeó volteando al menor para dejarlo boca abajo y así posarse sobre él y morderle traviesamente el trasero – Algo más apetecible…

 

-          ¡Eres un pervertido…! – rio dejándose comer a besos y lamidas por su cuello, su espalda, su cintura y sus muslos hasta llegar a los tobillos, sintiendo mil descargas eléctricas que lo desesperaron - ¡Minho…!

 

-          Tae, ¿cómo te sientes…? – le susurró mientras lo tocaba - ¿Te sientes bien…? ¿Tienes… tienes algún malestar?

 

-          No, ninguno… - dijo seguro, dejándose embaucar por ese cuerpo que lo aplastaba contra las sábanas de la cama.

 

-          Taemin por favor, no quiero que te enfermes… - insistió besándole el cuello – Puedes desvanecerte…

 

-          ¿Tan desesperado estás…? ¿Tanto… tanto me deseas? – preguntó mirándolo de reojo.

 

-          Ni te imaginas, estoy desesperado pero no quiero hacerte daño, por favor dime como estás… puedo esperar, te juro que sí, solo que no quiero que termines desmayado como anoche… - y su cuerpo que se despegaba y volvía a sentir esta vez completamente desnudo, con su masculinidad saludándolo sutilmente.

 

-          ¡Imbécil si me desmayé anoche fue por tu maldita culpa! – le dijo volteándose de improviso atrapando al moreno entre sus piernas para acercar sus caderas en un movimiento demasiado sugerente, recordando ese explosivo primer orgasmo que se lo llevó de la realidad y que le hizo sentir tan ajeno al mundo mientras sentía a Minho apoderarse de su interior por primera vez  - ¡Ahora déjate de mierdas y hazme el amor de una vez puto cobarde!

 

 

¿Cómo es esto posible? ¿Cómo es posible que tan solo él pueda hacerme ir al cielo y permanecer conmigo en este estado de libertad y paz que nace cuando siento su cuerpo dentro del mío?

 

Un gemido que se escapó se sus labios y sus uñas que se clavaron a esa espalda con restos de las heridas de pasión de la noche anterior y que ahora estaban lejos de ser sanadas, si Minho lo ponía de esa manera. Entró en él, con esa delicadeza que aún recordaba, con sus manos tomándolo por la cintura, con sus miradas encontrándose y con sus labios juntándose en un beso para acallar esos gritos que debieron contener.

 

¡Dios dame fuerzas! ¡Mantenme consciente, pues siento que en cualquier momento me iré hasta esa realidad paralela en donde mi alma abandona mi cuerpo y se escabulle dentro de este otro hombre que ahora se funde en mí, calcinando mi interior y reconociéndome nuevamente como suyo propio!

 

-          ¡Ah Dios Tae…! – gimió sin dejar ese vaivén de su cuerpo que entraba y salía de ese interior que le quemaba la carne - ¡Mi Dios… me superas, me tienes, me tiene adicto a ti…!

 

Entre besos Taemin sonrió, agradeciéndole por hacerlo sentir tan deseado, tan hermoso, tan angustiante que podía sentir cómo Minho sufría mientras se adentraba nuevamente en él. Y entonces se asustó. Cuando el moreno se escondió en su cuello para besarlo, pudo sentir cómo su piel se mojaba. Sintió el cuerpo del mayor estremecerse entre gemidos, con su respiración dificultándose y con su agarre aún más posesivo, tanto así que pudo sentir cómo le dolía la piel.

 

-          Minho… - susurró medio aguantando cómo las manos del mayor lo estrujaban como no queriendo dejarlo ir – Qué… ¿qué pasa…?

 

-          Tae, Tae… - y no paraba, estaba tan ensimismado en amarlo sin control que se olvidó de todo, tan solo por las ganas que tenía que darle todo de él mismo – Tae… - y una embestida que le causó a ambos un escalofrío – Tae… mi Tae… - y ese calor que se incrementaba entre sus sexos mientras le comía la boca sin darse cuenta que lloraba y que sus lágrimas caían en la cara de Taemin.

 

-          Minho… ¡ah!, más sua-ve… Minho… - el castaño apretó sus ojos sintiendo cómo su piel ardía y su interior se quemaba en una fogata de placer que le erizaba la piel - ¡Minho… ¿por qué llo-ras…?

 

-          Tae… mío, mi Tae… - y continuaba, llorando sin dejar de besarlo, y sudando como si volcase todas su fuerzas en poseerlo  - ¡Mierda… eres… mío, mío!

 

-          ¡MINHO!

 

Y entonces no aguantó más. Sintió cómo Minho lo inundaba de sí mismo por dentro, sobrepasándolo tanto física como emocionalmente. El moreno dejó caer su cuerpo sobre el castaño, estando aún dentro de él, apretándolo en un abrazo casi al borde del dolor, liberando ese llanto del que hasta hace poco, no era consciente.

 

-          Minho, ¿qué, qué pasa…? – le preguntó asustado, limitándose a acariciarle la nuca y recibiendo esas lágrimas que mojaban su piel y se perdían en las sábanas – Minho… - insistió sintiendo ese dolor – Por favor… ¿por qué lloras…?

 

-          Tae… Tae yo… - titubeó aferrándose aún más a él, besándole el cuello – Yo…

 

-          Por favor… - añadió notando esa tristeza ajena que le hizo soltar tímidas lágrimas – Dime… dime que pasa…

 

-          Tae yo… - y un suspiro, y esa mirada acongojada que se encontró con la de él – Yo… no estoy preparado para dejarte ir… no puedo… no quiero que me dejes… no…

 

¡Dios, no mi Dios! Haz que no me diga estas cosas, haz que no me haga sufrir de esta manera… ¡Por favor, Dios, si estás ahí en alguna parte, quítame esta maldición! ¡Arranca de mí esta tortura de tener que amar a este hombre sabiendo que después no lo veré más! ¡Aparta de mí este castigo de verlo sufrir porque me rompe el corazón y acelera mi muerte!

 

Taemin lo abrazó y lo acogió en su pecho desnudo. Esa mañana, en ese el día 16 de su camino final, fue la primera y única vez que lo vería llorar de esa manera; tan desconsoladamente, tan fuera de sí, con tanto dolor y resignación.

Minho sabía cómo serían las cosas desde ese día en adelante; sabía que el deterioro de Taemin sería más notorio y progresivo, y que todo lo que pudiera hacer medicamente por él, ya no surtiría ningún efecto. La quimioterapia ya ni siquiera le iba a poder quitar sus dolores y que las ampollas de morfina que tenía guardadas las tendría que comenzar a usar pronto, sabiendo que no le serían suficientes.

El moreno no estaba preparado para lo que se vendría, al menos no con todo lo que estaba pasando entre ellos. El miedo a ver sufrir a Taemin con su enfermedad lo superaba. Si creyó que estaba listo, entonces se equivocaba, porque nunca nadie; ni libros, ni años de estudio, ni siquiera la vida misma lo habían sabido preparar para tener que dejar ir, nuevamente, a la persona más importante de su vida… a la persona que en ese punto de su existencia, comenzaba a amar tan desesperadamente como amaba a Taemin… su Taemin.

 

 

La tarde pasó lenta frente a sus ojos. Esos veinte años de vida que tenía recorridos comenzaban a apagarse igual de lento como caen las hojas con el paso de la estación, o como se esconde el sol tras el horizonte, dibujando matices en el cielo. Ese mismo cielo que sentía ajeno hasta hace un tiempo y que ahora más que nunca observaba curioso, preguntándose cómo sería, cómo se sentiría una vez estando allá…

 

 

Día 19

 

 

-           ¿Cómo te sientes…?

 

-          Mmm… drogado, muy drogado… - le dijo apenas abriendo los ojos.

 

Aquel día no pudo levantarse de la cama. Los síntomas habían empeorado bruscamente, teniéndolo en el baño toda la noche anterior con vómitos explosivos y más de un desmayo que hicieron que su madre durmiera en el mismo cuarto que él, al igual que Minho, quien pernoctó en uno de los sofás de la sala.

Ya había usado 2 frascos de morfina para combatir los dolores, siendo monitoreado en todo momento por Luhan, tío de Taemin, que hace dos días se quedaba en la casa a pedido de su madre. Si bien ella confiaba en los conocimientos de Minho, era preferible alguien conocido en quien apoyarse tanto médica como psicológicamente.

 

-          ¿Mi… mi ma-dre?

 

-          Está durmiendo en uno de los sillones…

 

-          Dile que vaya a su cuarto, no soporto que esté aquí… - le pidió disimulando una mueca de dolor – Me pone nervioso…

 

-          Tae… está preocupada por ti… - dijo sentándose al borde de la cama, acariciándole sutilmente el cabello – Déjala que te acompañe…

 

-          Tengo miedo por ella…

 

-          ¿Por qué lo dices…?

 

-          Es muy joven y esta casa es enorme… me pregunto qué hará estando sola aquí…

 

-          Eso no podemos saberlo… - habló mirando hacia la sala del dormitorio, viendo a la mujer abrazada a un cojín mientras dormía – Solo sé que es una mujer muy fuerte… no tienes que preocuparte mucho por ella Tae…

 

-          Quizás debió de tener otro hijo… - continuó mirándola a lo lejos – Así por lo menos no estaría tan sola después… después cuando yo…

 

-          ¡No lo digas, ¿quieres?!

 

-          Pero si es cierto…

 

-          No soporto que lo digas… - le interrumpió el moreno poniéndose de pie e inventando algo por hacer – No entiendo cómo puedes decirlo así… así como si no te importara…

 

-          Tampoco puedo hacer nada para impedirlo…

 

-          ¡Taemin, por favor!

 

Minho no entendía. Aún no podía asimilarlo. Desde esa primera vez que yacieron juntos en la oscura noche de ese día, el día que señalaba la mitad del camino final, algo había cambiado en él.

Esos años que se dedicó a trabajar en la Unidad de Enfermos terminales, había visto ingresar muchos pacientes en el Hospital; unos duraban más días de los que esperaba, otros no tanto. Pero al fin y al cabo, todos llegaban al mismo fin, a la misma conclusión. Pero con Taemin era diferente.

Cuando aceptó trabajar en aquella casa, había pasado por mucho, desde soportar ese carácter poco afable del chico, hasta compartir cosas que nunca pensó: sus amigos, su familia, su vida y ahora ese amor que le dolía por haber llegado de esa manera. Tenía el corazón atado en un cúmulo de emociones y sensaciones frustradas porque sabía que llegaría el momento en que tendría que dejarlo ir. Pero se resignaba, no estaba preparado… y tampoco quería estarlo.

 

-          Iré a acostar a tu madre…

 

-          Minho, ambos sabemos que será así…

 

-          Buenas noches Taemin…

 

-          ¡Minho!

 

-          Descansa…

 

 

El castaño le vio ir hasta donde estaba la mujer, meciéndola sutilmente para luego pasar uno de sus brazos bajo sus piernas y alzarla para llevársela en brazos a su dormitorio.

Aquella noche, fue otra más. Desde hace dos días en que las cosas habían cambiado demasiado. Sus síntomas lo estaban superando y en más de una ocasión pensó en que aquello terminara pronto, no lo soportaba. Pero luego miraba a su madre, aún muy joven para estar tan sola y se arrepentía. Y más que arrepentirse, sentía culpa, porque ni siquiera él podía hacer algo para ayudar en sobrellevar ese destino cruel que se aproximaba más rápido de lo normal.

Y luego estaba Luhan, su tío. Ese mismo hombre quien lo rechazó y le gritó, y le insistió tantas veces en que debía continuar con su tratamiento, pues se oponía a dejarlo morir sin hacer nada para demorar ese momento, llevando incluso a discutir con su propia y única hermana (su madre) porque lo estaba apoyando en esa irresponsable decisión.

Y entonces estaba Minho, su Minho. Ese hombre demasiado apegado a lo profesional y con esa actitud prepotente y altanera con la que lo había conocido; la misma con la que lo odió y le gritó mil cosas ofensivas, la misma actitud que de vez en cuando se apiadaba de él y le sostenía el cuerpo al vomitar, o se introducía con él para poder ducharlo porque sabía que no soportaba estar sin hacerlo. Esa misma actitud que lo mantuvo sin hablarle por días hace un tiempo atrás, y que de pronto lo llevaron a esa playa en donde tuvo el mejor fin de semana de su vida. Esa actitud que lo hacía culparse por olvidar que estaba enfermo y que tan solo se limitaba a buscar una sonrisa en él y hacer que tan solo por un momento se olvidara de su cruel destino. Esa misma actitud que lo besó sin pensar en consecuencias, que lo tocó delicadamente explorando su cuerpo por primera vez. Esa actitud que era celosa y posesiva, y demasiado obvia.

Minho era esa persona que de pronto dejó de ser su enfermero, y se convirtió de la nada en el que le enseñó paisajes inexplorados, quien le mostró a sus amigos y su pequeña familia. Quien compartió pequeños momentos que atesoraba en su corazón. Esa misma persona que se desesperaba cuando perdía la consciencia y se veía perdido cuando Taemin recaía en su enfermedad. Esa misma persona quien lo besó, lo tocó, lo celó y le prometió ese amor lleno de placeres que desde hace unos días cumplía incesantemente.

 

Desde ese decimoquinto día en que yacieron juntos, dentro de él nació ese torbellino de necesitarlo a cada momento. Se habían estado amando a escondidas en su cuarto, en el baño, en el walking clóset, en el cuarto del moreno, en su ducha, en los jardines en aquellos paseos que daban por las tardes, en la cocina e incluso en la logia. De pronto aquella casa estaba llena de recuerdos de sus cuerpos haciéndose uno entre besos y gemidos contenidos que buscaban por todos los medios no ser descubiertos. De pronto esa casa, era el único testigo y cómplice de aquello que era prohibido.

De pronto, en ese punto de su vida, amar a Minho, fundirse en él, hacerse ambos un solo espíritu, una sola alma, un solo cuerpo y un solo corazón, se volvió el tratamiento más efectivo para afrontar esa maldición que le consumía la vida. De pronto amar a Minho, se convirtió en lo más importante que tenía, en lo que más le costaría dejar de hacer, en lo que más extrañaría una vez que todo acabase, en lo que más le dolía hacer pero en lo único que no podía dejar de hacer. Era extraño, confuso y aún no estaba demasiado convencido, pero tan solo el hecho de tener a Minho dentro de su corazón, era la única cosa que le hacían evitar sentir miedo… ese miedo a tener que finalmente morir… y dejarlo solo.

 

Dios… ¿estás ahí? ¿Puedes oírme? Dios, sea lo que seas, estés donde estés, ¿qué buscas de mí? ¿Por qué… por qué de pronto siento que todo esto ha sido un plan tuyo? ¿Por qué creo que hay algo que quieres enseñarme…? ¿Por qué… por qué justo ahora siento que no quiero morir?

 

 

Día 20

 

 

Giró su cuerpo estirándolo al mismo tiempo, notando cómo de pronto el espacio en el que ahora estaba, era mucho más amplio del lugar en donde sabía se había quedado dormida. Abrió los ojos y se vio en su cuarto, tapada por el edredón de la cama pero con la ropa del día anterior aún puesta.

Se sentó en el borde y desde ahí contempló el jardín frontal por la ventana. El día era sin duda uno de los mejores de esa semana, el otoño de pronto de confundía con la primavera y creaba soleadas mañanas como esa. Se incorporó y salió de su dormitorio para ir al de su hijo.

Abrió la puerta del cuarto, pensando en que quizás era aún demasiado temprano para verlo despierto, pero sorprendiéndose al no verlo en su cama. Fue hasta el walking clóset, pero no estaba ahí, por lo que se aventuró a acercarse al baño, notando que la puerta estaba ligeramente abierta. Del otro lado sintió cómo el grifo se cerraba, tranquilizándola, pues el solo hecho de saber que Taemin se estaba duchando por sí mismo, era porque se encontraba mucho mejor de sus malestares. Espero unos minutos, asegurándose que podría entrar sin incomodarlo por su intromisión.

 

-          Hijo, que bueno que…

 

Y no pudo decir nada más, de pronto al verlo con la toalla afirmándose a su cintura y con el resto de su cuerpo semidesnudo la enmudeció.

 

-          ¡Mamá! ¡Dios, ¿qué… qué haces aquí?! – le habló sorprendido, y asustado por la manera en que la mujer lo estaba mirando.

 

Estaba estática, sin poder moverse sin saber qué hacer o decirle.

 

-          Ta-Taemin, hijo… ¿qué… qué te sucedió? – le preguntó atreviéndose a ir hacia él, notando cómo el castaño retrocedía a su avance - ¿Qué… qué le pasó a tu cuerpo…? ¡Dios, mírate!

 

-          Mamá, deja que me vista…

 

-          Hijo dime… ¿Por qué, por qué tienes esas marcas?

 

No podía decirle, ¿Cómo sería capaz? Nunca esperó que su madre lo vería de esa manera: con el torso, brazos, cuello, piernas, espalda y cintura con marcas rojas, bordeando los tonos lilas azulados.

 

-          Es-es, es normal mamá… - mintió colocándose la parte superior de su pijama para tapar su desvergonzura – Es normal, no me duelen… no te asustes…

 

-          No hijo… yo, nunca las había visto en ti… - insistió tomándole un brazo para inspeccionarlo mejor – Antes no las tenías, por qué… ¿por qué ahora sí?

 

-          ¡Qué sé yo, no soy doctor para saberlo mamá! – le reclamó apartándose de ella para poder vestirse.

 

-          Tienes razón, llamaré a Lu para que te revise… creo que ya ha despertado…

 

-          ¡No mamá, no lo hagas! – insistió reprimiéndose mentalmente por ser tan estúpido.

 

 

La mujer volteó a mirarlo extrañada de verlo actuar así, tan, tan a la defensiva. Algo le ocurría, algo pasaba, eso cualquiera podría notarlo.

 

-          Hijo, hay… ¿hay algo que quieras decirme?

 

Por favor no, no insistas en que te diga quién ha marcado mi cuerpo, ni menos cómo lo ha hecho. No quiero que me juzgues, no quiero que me odies, tampoco quiero que lo apartes de mí si es que se te pasa esa idea por la cabeza… por favor no, no me insistas…

 

-          No, nada mamá… - mintió de nuevo, dándole una cínica sonrisa – Créeme, esto es normal, si no te dije antes es porque sabía que te preocuparías… no me duelen, no tienes por qué decirle a Luhan…

 

-          ¿Decirme, qué…?

 

¡Mierda…!

 

Vio al moreno atravesar el umbral de la puerta de su dormitorio, con el cabello húmedo por la ducha y una taza humeante de café en una de sus manos, mirándolo con curiosidad mientras bebía un sorbo.

 

-          Oh, Lu… buenos días – saludó la mujer dándole un corto beso en la mejilla - ¿Solo tomas un café…?

 

-          Sí no suelo comer mucho por las mañanas… - dijo sonriéndole – Hola niño… - saludó a su sobrino, quien lo miraba de pie en medo de la sala - ¿Cómo te sientes hoy?

 

-          Bien… mejor, gracias…

 

-          ¿Y Minho? – preguntó buscándolo con la mirada por el cuarto.

 

-          Creo que aún duerme… - respondió la mujer – Lu, quisiera que le hicieras un chequeo a Taemin, tiene unas marcas en el cuerpo que me preocupan…

 

-          Mamá…

 

-          Tae dice que son normales, pero no se ven bien… ¿Podrías mirarlas?

 

-          ¡Claro!

 

-          Mamá, no… - insistió el castaño viendo cómo su tío se le acercaba – Lu, no es necesario, en serio… ni siquiera me duelen…

 

-          Bueno, si no te duelen, no hay nada de malo que te las mire, ¿cierto…? – dijo suspicaz – A ver, quítate la polera…

 

-          No… - insistió alejándose de él.

 

-          Tae, hijo…

 

-          Vamos niño, no seas tímido… no tienes nada que no haya visto antes… - rio el mayor.

 

-          En serio, no es necesario…

 

-          Tae, cariño… hazlo por mí ¿quieres? – añadió la mujer, desconociendo los motivos de porqué el chico estaba actuando así tan esquivo – Ahora deja que Lu te revise, solo quiero quedarme tranquila, eso es todo…

 

-          ¿No confías en mí? Te dije que no me duelen, que son normales…

 

-          Déjame verte Taemin…

 

-          No… no quiero, no quiero que me veas…

 

-          ¿Tae…? – le preguntó notando entonces que algo le estaba ocultado, que había algo que no quisiera que él notara - ¿Por qué, por qué no quieres que te vea…?

 

-          ¡Por que no es necesario, en serio, Minho puede hacerlo!

 

-          Sé que Minho puede, pero confío en Luhan y quiero que él te revise hijo…

 

-          ¡No mamá, no quiero!

 

-          Tae… quítate la polera – mandó el mayor mirándolo ya serio, hastiándose de la situación.

 

-          No…

 

-          Taemin, obedece…

 

-          ¡No, no quiero!

 

Y entonces no se percató como de pronto su camino de huida se vio interrumpido por el borde del colchón, haciéndolo caer torpemente de espaldas en la cama, momento en el cual Luhan aprovechó para sostenerlo con el peso de su cuerpo y así alzar la polera por sobre su torso, notando aquellas marcas que Taemin no quería que viera.

Cuando el chico vio a Luhan quedarse petrificado, supo que todo se había acabado, que sí se había dado cuenta de cómo habían aparecido en su cuerpo.

 

-          Lu, ¿qué pasa…? – preguntó al verlo inmóvil de espaldas a ella, y notando cómo Taemin se tensaba.

 

Pero no hubo respuesta. El chico tomó a Taemin violentamente y lo puso boca abajo en la cama, quitándole la toalla que tenía atada en su cintura.

 

-          ¡LUHAN, ¿qué haces?!

 

-          ¡SUÉL-TA-MEEE! – se quejaba el menor ante ese agarre, mientras sentía como le abría las piernas y se situaba en medio de ellas, sosteniéndole los brazos tras su espalda - ¡LUHAN, NO ME TOQUE, QUÍTATE, QUÍTATE DE ENCIMA!

 

-          ¡Luhan, por el amor de Dios, ¿qué le estás haciendo?!

 

-          ¡MAMÁAAA, DILE QUE SE APARTE! – lloriqueaba el menor, tratando infructuosamente de zafarse de ese agarre - ¡ME LASTIMAS IMBÉCIL, NO ME TOQUES!

 

-          ¡Dios, Luhan, ¿qué le haces a Taemin?, lo estas lastimando! – le exclamó la mujer tratando de apartarlo de su hijo, quien lloraba desconsolado.

 

El mayor temor que pudo cruzar fugazmente por su mente se cumplió. De reojo vio cómo el médico escupía sus dedos para luego ver cómo se perdían en la parte baja de su cuerpo. Cuando sintió que lo tocaba en ese punto tan íntimo de su cuerpo, notó como el calor inundaba su rostro, haciéndolo perderse en la vergüenza y en la humillación por la que Luhan lo estaba haciendo pasar. Y entonces lo vio sacar la mano de su intimidad y oler ese rastro que sabía lo delataría, aquel rastro que no podía pasar desapercibido para él que sabía perfectamente de lo que se trataba.

 

Y lo liberó.

 

-          ¡Mi Dios, ¿hijo, estás bien?! – exclamó la mujer tomando la toalla para cubrir su desnudez y ayudarlo a que se sentara en la cama, limpiándole torpemente las lágrimas - ¡Luhan, por la mierda, ¿cómo se te ocurre hacerle algo así a Taemin?!

 

-          ¿Desde cuándo…? – habló de pronto, saliendo de ese trance violento en el que había estado ensimismado.

 

-          ¿Desde cuándo qué, Luhan? ¡Dios, ¿de qué hablas?! ¡¿Por qué te comportas así?! – le gritó la mujer, aferrando al castaño a su cuerpo, quien no era capaz de mirarlo - ¡Le has hecho daño a mi hijo, ¿cómo pudiste tocarlo así?!

 

-          ¡¿DESDE CUÁNDO?! – grito perdiendo la paciencia, volviéndose a la mesa de luz que estaba al lado de él, volcando todo el contenido de ésta al suelo, quebrándose en mil pedazos - ¡¿DESDE CUÁNDO TAEMIN?!

 

-          Hijo, ¿de qué habla? – añadió buscando la mirada del menor - ¿Sabes a qué se refiere? ¿Por qué te dice esas cosas?

 

-          ¡DIME!

 

-          Hace… hace un par de días… - admitió mirándolo asustado, volviendo a aferrarse al cuerpo de su madre.

 

-          ¡HIJO DE PUTA, LO VOY A MATAR!

 

Y entonces todo se descontroló. Lo vio salir embravecido de la habitación golpeando los muebles y la puerta a su paso.

 

 

Sintió la puerta del dormitorio abrirse de improviso, notando que alguien entraba. Alzó la vista desde los papeles en los que estaba tan ensimismado haciendo un par de anotaciones médicas de Taemin, cuando ni siquiera pudo voltearse a ver quién era. Notó una mano que lo tomaba del brazo con fuerza y lo volteaban, haciéndolo alzarse de la silla, cuando se percató de quién era todo se apagó.

 

-          ¡NO, LUHAN, NO! – oyó a lo lejos.

 

Taemin vio cómo el cuerpo de Minho caía sobre el escritorio a causa del golpe que si tío le había dado, desestabilizándolo mientras lo miraba sin saber qué era lo que estaba sucediendo, el por qué lo golpeaba de esa manera.

Y luego fue otro agarre de su ropa, y otro golpe que supo le había quebrado la nariz, ahogándolo en su propia sangre mientras que en otro golpe más le desencajaba la mandíbula.

 

-          ¡MALDITO HIJO DE PUTA! – y otro golpe que le dio y que no pudo evadir por tenerlo casi encima de su cuerpo - ¡¿CÓMO MIERDA PUDISTE, CÓMO PUDISTE?!

 

-          ¡LUHAN, ¿QUÉ HACES?! ¡SUÉLTALO! – gritó la madre del menor que no lograba entender por qué su hermano golpeaba al moreno, mientras Taemin se rompía en desconsolados llantos - ¡¿POR QUÉ LE PEGAS?!

 

-          ¡NO, LUHAN, LO ESTAS LASTIMANDO! – exclamó el menor, yéndosele encima para auxiliar a Minho que de su cara y nada quedaba, todo era sangre y golpes que pronto se la hincharían - ¡SUÉLTALO!

 

-          ¡QUÍTATE TAEMIN! – reprimió empujándolo hacia un lado, haciendo que el chico cayera al suelo.

 

Cuando Minho pudo ver, entre los rastros de sangre que nublaban su vista que Taemin caía, no lo soportó más.

 

-          ¡NO LO TOQUES! – gritó tomando a Luhan por el cuello de su camisa para al fin quitárselo de encima.

 

-          ¡NO MINHO, NO LO GOLPEES POR FAVOR NO! – rogó el castaño mientras era ayudado por su madre para ponerse de pie - ¡MAMÁ, HAZ ALGO, LO VA A MATAR!

 

-          ¡LUHAN DETENTE, POR DIOS, ¿POR QUÉ LO GOLPEAS ASÍ?!

 

 

Desde el borde de la escalera, sintió que algo estaba sucediendo en el segundo piso. A lo lejos sintió un par cosas quebrarse y lo que parecían ser unos cuantos gritos. Subió entonces a ver qué sucedía, notando que el alboroto provenía del dormitorio de Minho.

Cuando se asomó quedó impactada por la escena que veía; la madre del castaño trataba por todos los medio de quitar a Luhan de encima de Minho, quien tenía la cara llena de sangre por los golpes que de seguro el doctor le había propinado. Pero ver a Taemin le rompió el corazón. Estaba en medio del dormitorio, llorando y gritando desesperado porque aquella batalla terminara, desconsolado completamente.

Entonces entró y fue hasta el menor quien al verla se aferró como nunca a su cuerpo en un angustiado abrazo.

 

-          ¡Sra. Joo Jin, haga algo, por favor haga algo! – no supo si fue aquella escena entre los hombre, o fue el dolor con que Taemin le pidió aquello, que lo único que atinó a hacer, fue a tomar uno de los floreros del cuarto, para quitarle las flores y tirarlas al suelo. Caminó hacia donde estaba Minho sujetado por el enrabiado Luhan y sin dudarlo volcó todo el contenido sobre ellos, mojándolos a ambos.

 

-          ¡Sra. Joo Jin! – habló la madre del chico sorprendiéndose de su interrupción que fue lo único que los logró separar.

 

-          Lo siento, pero era la única manera Señora… - se disculpó.

 

-          ¡MINHO, MINHO, ¿ESTÁS BIEN?! – habló yendo hacia él, para aferrarse a su cuerpo mientras enredaba sus brazos tras su cuerpo – ¡Lo lamento, lo lamento mucho!

 

-          Tranquilo, no pasa nada… - le dijo apretándolo contra su cuerpo, casi adivinando lo que vendría – No llores, no quiero que llores…

 

-          Minho, tengo miedo… te ha lastimado…

 

-          No, no lo hizo… - dijo buscando la mirada del menor para sonreírle disimulando enormemente el dolor de su golpeada cara – Mírame, estoy bien…

 

-          Luces horrible… - rio olvidándose de que ellos no eran los únicos ahí – Él… creo que él lo sabe… me, me tocó y lo supo… lo siento – añadió abrazándolo nuevamente sin poder cesar ese daño.

 

-          ¡VEN PARA ACÁ! – le ordenó Luhan arrebatando a Taemin de los brazos del moreno, quien lo hizo nada para impedirlo.

 

-          ¡NO, MINHO! – le rogó.

 

-          ¡Luhan, por Dios, me dirás ¿qué está sucediendo?! – exigió la madre del castaño, yendo hacia Minho para ver en qué estado se encontraba – Minho, ¿estás bien? Lo siento mucho, yo… yo no sé qué le sucedió… Sra. Joo Jin, traiga el botiquín por favor…

 

-          Sí señora…

 

-          ¡NO, USTED NO TRAERÁ NADA! ¡NADIE HARÁ NADA! – gritó otra vez aún exasperado - ¡Hermana, ¿tan tonta eres?! ¡¿Acaso no te das cuenta de lo que pasa?!

 

-          ¡No Luhan, no lo sé…! – le dijo ella - ¡Solo sé que me debes una explicación y una disculpa a Minho por haberlo golpeado sin motivos!

 

-          ¡¿Una disculpa?! – ironizó riéndose - ¡Por el amor de Dios, abre los ojos mujer, date cuenta de lo que este… este… maldito pervertido le ha hecho a tu propio hijo!

 

-          ¡No, Luhan, no! – rogó el menor tomándolo por el brazo en un signo de súplica - ¡No lo hagas, por favor!

 

-          ¡No me toques! ¡Maldición niño, ¿cómo no te das cuenta que este tipo te ha estado utilizando?! – le dijo ante la mirada asombrada de la madre del chico - ¡¿Acaso crees que esto tendría un final feliz?! ¡TE HA ESTADO UTILIZANDO TAEMIN, TE HA USADO!

 

-          ¡YA BASTA DE RODEOS Y DIME DE UNA VEZ QUÉ MIERDA PASA! – gritó la mujer enmudeciéndolos a todos.

 

-          Este… Este maldito hijo de puta se ha estado aprovechando de Taemin, eso es lo que pasa… por eso lo golpeé… - dijo al fin. Pero cuando notó que las cosas aún no eran lo bastante claras para la madre del chico, respiró hondo antes de lanzar la bomba mayor – Este pervertido de mierda lo violó Ahn Ra… Taemin tiene el ano dilatado, y es porque este, ¡este asqueroso lo violó!

 

 

 No, mamá no…

 

-          No… no, es, es imposible… - dijo la mujer mirando a Minho y a su vez al castaño que lloraba en silencio – Minho, no sería capaz de hacer algo así, no lo haría…

 

-          ¡NO SEAS TONTA! – le insistió - ¡Míralo! – continuó tomando al chico de un brazo para levantarle la polera y mostrarle las marcas que tenía en el cuerpo, cosa que Minho tampoco había visto - ¡¿CREES QUE ESTAS MARCAS SON POR LA LEUCEMIA?! ¡SON MORDIDAS AHN RA! ¡SON MORDIDAS Y LAMETONES, Y TE ASEGURO QUE ESTE HIJO DE PUTA SE LAS HIZO!

 

-          ¡No lo creo, eso no es cierto!

 

-          ¡¿QUÉ NO LO CREES?! – dijo soltando violetamente a Taemin, quien corrió a refugiarse tras la Sra. Joo Jin, mientras éste iba hasta Minho y lo obligaba a darse vuelta, para levantarle la polera y así terminar de confirmar sus sospechas.

 

Quizás se amaron a escondidas y les dio resultado. Quizás acallaron gritos y gemidos de placer comiéndose las bocas a besos desesperados. Quizás hicieron eso, y hasta ese momento había sido un buen plan. Pero lo que no pudieron esconder ni disimular fueron las marcas del amor que Minho había dejado en el cuerpo de Taemin, ni menos esos rasguños en la espalda del moreno, los cuales estaba perfectamente hechos a altura de sus hombros, resaltando los cinco dedos de cada mano, ni menos las marcas de dientes que tenía en su piel, a la altura del cuello.

 

-          Vaya… - rezongó Luhan, conteniendo las ganas que tenía de golpear nuevamente al moreno, fallando en aquello, pues solo lo volteó nuevamente y le estampó el puño en la quebrada nariz que no dejaba de sangrar - ¡MALDITO HIJO DE PUTA, TE VOY A MATAR!

 

-          ¡NO LUHAN, NO LO HAGAS!

 

Taemin corrió de los brazos de la ama de llaves, para apartar en un solo movimiento a su tío y así interponerse entre él y Minho, impidiendo que le hiciera más daño.

 

-          ¡YA BASTA! – dijo extendiendo los brazos para proteger al moreno tras él - ¡NO LO LASTIMES MÁS, YO LO AMO, YO AMO A ESTE HOMBRE Y NO PERMITIRÉ QUE LE HAGAS DAÑO!

 

Dios, ¿Me estás viendo? ¿Me estás escuchando? ¿Logras vislumbrar la magnitud de lo que estoy haciendo? Espero sí puedas verme, ojalá si pueda oír cómo grito este amor que siento por él, y al menos de esa manera me permitas extender mi estadía aquí para amarlo sin temores… como si no fuera a perderlo jamás.

 

-          Taemin… - musitó el moreno tras él, en una súplica de que no dijera nada más, de que no empeorara más las cosas – No digas eso…

 

-          ¡NO MINHO! – insistió él, volteándose para enfrentarlo y así poder confesar al fin esos sentimientos que ahora le causaban tanto dolor - ¡TE AMO, TE AMO MINHO, TE AMO CON TODO MI CORAZÓN, TE AMO, DE VERDAD TE AMO! – y lo abrazó, perdiéndose en la calidez de ese cuerpo que le pertenecía y que lo hacían sentir tan feliz – Estoy enamorado de ti, Te amo con todo mi ser… quiero estar para siempre contigo Minho, para siempre…

 

-          Tae… - musitó él, apegándolo a su pecho y dejando un certero beso en su cabello.

 

¿Y qué era aquello que estaba viendo? ¿Qué era eso que de pronto presenciaba? Ver a Taemin aferrarse al cuerpo de Minho la dejó sin habla, pero oírle decir aquellas palabras, esos Te Amos que la asustaron por lo sinceros que salían de su boca.

¿Era este Taemin? ¿Era este su Taemin? ¿Era acaso el mismo chico apático y mal educado que hacía solo lo que él quería? ¿Era el mismo niño que gritaba improperios a todo el mundo y que había sido capaz de deshacerse de más de 20 personas que llegaban a esa casa a asistirlo médicamente en menos de 2 meses? No, no era ese mismo niño, no era su hijo, no era nadie a quién ella conociese y eso la asustó; la asustó demasiado.

 

-          ¡APÁRTATE DE ESE PERVERTIDO TAEMIN! – gritó Luhan tomándolo por un brazo, el cual Taemin logró esquivar para aferrarse nuevamente al moreno.

 

-          ¡NO QUIERO! ¡YO LO AMO, AMO A ESTE HOMBRE!

 

-          ¡AHN RA, HAZ ALGO! ¡¿ACASO DEJARÁS QUE ESE HIJO DE PUTA TOQUE A TAEMIN Y SE APROVECHE DE ÉL?!

 

-          ¡YA CÁLLATE LUHAN, CÁLLATE!

 

Aquel grito, ese grito lleno de rabia por parte de la madre de Taemin los sorprendió a todos, incluso a Luhan que la miró sin poder creer que le dijera eso, ni menos de esa manera.

Taemin se volteó a mirar a su madre que lucía demasiado colapsada por todo; por Luhan golpeando a Minho, por Minho que no se defendía y por él mismo y esa confesión que estaba seguro le había sorprendido.

 

-          Luhan… vete – le ordenó.

 

-          ¿Ahn Ra…?

 

-          ¡QUE TE VAYAS! – exclamó fulminándolo con la mirada, viéndolo salir del cuarto dando un certero y duro golpe en la puerta tras su cuerpo – Sra. Joo Jin… llévese a mi hijo a su cuarto y ayúdelo a vestirse… no permita que salga de ahí…

 

-          ¿Mamá…?

 

-          Sra. Joo Jin, por favor haga lo que le pido…

 

-          Mamá, no le hagas nada… - le habló despegándose levemente del cuerpo del moreno que no ponía mucha resistencia – Minho… tengo miedo…

 

-          Todo estará bien, te lo prometo…

 

-          Vamos cariño, ven para que te vistas… - le dijo la ama de llaves apartándolo sutilmente del mayor – Ven, acompáñame…

 

-          Minho, no…

 

-          Ve Tae, anda… - añadió sonriéndole con dificultad y dejando que se lo llevaran del dormitorio.

 

Cuando vio al castaño acercarse al umbral de la puerta, notó cómo se detenía ante la mirada de la Sra. Joo Jin. La mujer no alcanzó siquiera a llamarlo para que la siguiera, cuando se volteó de regreso al dormitorio y corriendo se apegó a su cuerpo en un acongojado abrazo.

 

-          ¡No quiero que te vayas! ¡No quiero que me dejes Minho! ¡No quiero! – lloriqueaba perdiéndose en el calor de ese cuerpo que lo acogió de la misma manera, respondiendo ese tacto con tanto dolor – Te amo Minho, de verdad que te amo, no quiero que te vayas, no quiero que me dejes solo…

 

 

¡Dios! pensó la mujer al ver cómo su hijo, ese mismo hijo que desconoció en el momento exacto en que le dijo ese Te Amo a Minho, se veía tan perdido en los brazos del moreno. Cubrió su boca con ambas manos, tratando de contener ese dolor que de pronto compartió con él..

 

 

-          No te vas a quedar solo Tae… - respondió, encontrando su mirada con la madre del castaño quien miraba con demasiada tristeza esa escena – Hey, mírame… mírame Tae… - insistió buscando los ojos del menor – No importa qué suceda, no importa nada de eso… prométeme que serás fuerte, prométeme que serás valiente… prométemelo…

 

-          Te lo prometo Minho, te lo prometo… - añadió perdiéndose nuevamente en su pecho – Te amo, te amo, te amo, te amo Minho… no te olvides de eso

 

-          Nunca… - y un beso que le dio en su frente y que por poco sintió que no era suficiente – Nunca lo voy a olvidar… - y esa sonrisa que dibujó apenas en su rostro para poder calmarlo – Ahora ve, anda, ve y no te voltees, no te voltees Taemin…

 

-          No me voltearé…

 

Y se fue. Sin saberlo, sin siquiera pudiese sospecharlo, esa vez; aquella desastrosa mañana en que Luhan se dio cuenta que Taemin había tenido relaciones sexuales con Minho, ese mismo día en que lo golpeó para defender a su único sobrino. Esa misma mañana en que la madre de Taemin lo vio como un hombre, y no como aquel niño que moría derrotado a causa de una fatal enfermedad, ese mismo día en que le oyó decir Te Amo por primera vez a alguien y que le hizo sentir celosa porque ni siquiera a ella le dedicaba ese tipo de palabras. Esa misma mañana en que Minho comprendió que su estancia en aquella casa llegaba a su fin.

Ese vigésimo día, fue el último día que Minho estuvo ahí. Fue el último día en que vio a Taemin. El último día en que pudo abrazarlo y sentir la calidez de su cuerpo junto al suyo. El primer y último día que le oyó decir que lo amaba. El día en que sus propios sentimientos lo sobrepasaron.

Ese vigésimo día en que la madre de Taemin lo abofeteó porque tenía que hacerlo, porque era quizás lo que correspondía, pero que luego se dejó caer sobre su cuerpo para llorar desconsoladamente entre sus asustados brazos, mientras le decía lo estúpido que había sido, lo imbécil que había sido en amar de ese modo a su hijo. Y le pidió disculpas por no haberlo conocido antes, por no haberlo contratado antes y por no hacer que su hijo viviera mucho más tiempo esa felicidad de poder amar a alguien por primera vez antes de que todo acabase.

Ese vigésimo día, Minho tomó sus cosas y se fue. Miró por última vez hacia la casa antes de meterse dentro de su auto, y suspiró hondo, conteniéndose: sabía que Luhan lo estaba mirando de alguna parte, al igual que la madre de Taemin… así como sabía que el menor no sería capaz de verlo marcharse, de eso estaba muy seguro.

Ese vigésimo día, Minho manejó fuera de los terrenos de la mansión, mientras que el armazón metálico de su auto, contenía como un frasco su llanto desesperado y esa tristeza que de pronto sintió en su pecho y que le dolía como el veneno. Y lloró, lloró como nunca pensó que sería capaz de llorar, gritando al aire el nombre de ese chico de veinte años que lo tenía enamorado y al cual no le pudo decir que también lo amaba. Que lo amaba con todo su corazón y que siempre, no importa lo que sucediese, lo amaría para toda la vida…

Ese vigésimo día Minho se marchó y Taemin sabía que no lo volvería a ver. En ese día, en aquella triste mañana, el sol que había nacido impotente desde el horizonte, se ocultó tras espesas y negras nubes invernales. Las hojas de los árboles cayeron por completo, quedando tan solo unas pocas rebeldes enganchadas a las ramas y que se resistían a ser llevadas por el viento.

 

 

En esa ahora oscura mañana, fue la primera vez que Taemin sintió lo doloroso que era verdaderamente morir…

 

 

 

Notas finales:

Nos vemos en el próximo capítulo ;)


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