Mis problemas comenzaron en secundaria. Soy Matthew Onedra, tengo 24 años y trabajo en una oficina, donde soy el secretario de mi jefe. Todo iba bien hasta que un incidente con, Luca Demon, mi jefe; lo cambió todo.
Mientras estaba en el instituto, en mi último año antes de irme a la universidad, descubrí que lo que me atraían, eran los hombres. En aquella clase éramos 39 personas, algunos se conocían de años anteriores, pero yo era nuevo en el instituto, no conocía a nadie. Poco me importaba, tan solo quería estudiar, terminar el instituto bien y entrar en la universidad. A las dos semanas de comenzar las clases vino un estudiante nuevo, se llamaba Loren Demon. Pude comprobar como a las chicas se les caía la baba, y murmuraban sobre él, a mí me parecía un chico normal. Cuerpo delgado aun que fuerte, ojos marrones y pelo castaño oscuro, parecía un chico callado. Sacaba buenas notas, se pasaba los recreos leyendo o durmiendo con el libro encima de la cabeza.
Las chicas siempre estaban encima, todas querían tener algo con él, pero él las rechazaba a todas. En mi clase había una chica, rubia, ojos azules, cuerpo de modelo, que siempre llevaba minifaldas y los primeros botones de la camisa del uniforme desabotonados, dejando que los demás vieran su canalillo. A mí, básicamente me daba igual. Había rumores de que se había tirado a todos los tíos del instituto, el único que le faltaba por probar en la cama era a Loren y a mí. Y un día se me acercó.
- ¡Hola Matty! – exclamó acercándose a mi mesa.
- ¿Matty? Me llamo Matthew... – respondí.
- Bueno, bueno, da igual Matty. – dijo sentándose en la esquina de mi pupitre. – Oye Matty, he oído que eres muy bueno en las matemáticas – se giró en la mesa, ahora podía verla de frente, cruzó las piernas en mi cara. – Y yo no entiendo un problema, ¿podrías explicármelo?
- C-Claro. – Retrocedí.
- Y podrías quedarte a dormir en mi casa... – soltó abriendo las piernas delante de mis narices a la vez que me cogía de la corbata y me acercaba a su cara.
- No estoy interesado, Elly.
- Sé que me deseas. – murmuró acariciando mi mejilla con su nariz.
- Estás equivocada. – Intenté levantarme pero me empujó hacia a ella sin soltar mi corbata.
- No me puedes rechazar. – advirtió.
- No te rechazo, simplemente no me interesas, y ahora por favor, sal de mi mesa, me estás estorbando. – Ella enfadada cogió mi mano y la llevó a su pecho izquierdo.
- ¿Cómo se siente? – preguntó con un tono seductor.
- Sigues estando en mi mesa, ¿puedes soltar mi mano? La necesito para escribir. – Ella me dio una bofetada.
- ¡Eres un idiota! – exclamó marchándose de mi mesa. Yo acaricié mi mejilla dañada con mi mano. No entendía por qué me había pegado pero eso no tenía importancia. Toda la clase me miraba sorprendida, sobretodo Loren. Me senté y continué con mis deberes.
A la salida del instituto observé cómo Loren se iba con Elly. Supuse que se acostaría con ella, él era un chico sexy, tenía mucho sex-appeal, ¿por qué no iba a pasar? Seguramente él ya no sería virgen, y ella aún menos. Entre todo, y sobretodo esa duda, no dormí. A la mañana siguiente tenía unas ojeras increíbles, hasta a mis hermanos pequeño les di miedo. Mi madre me aconsejó no ir al instituto si estaba cansado así que me quedé en casa durmiendo. Al siguiente día volví a la rutina, Elly me miraba con mirada asesina, Loren simplemente admiraba su libro y cuando pasaba por en frente de él me dirigía la mirada.
En una hora libre fui al baño, me eché algo de agua en la cara y oí que alguien entró.
- ¿Cómo está tu mejilla? – preguntó el chico que había entrado. Yo tenía los ojos cerrados por el agua, así que no sabía quién era.
- S-Supongo que está bien, ¿le ha pasado algo? – dije secándome la cara. Cuando me di la vuelta, vi a Loren apoyado en la pared con un rostro serio. – L-L-L-Loren...
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- B-Bueno, estamos en la misma clase... Se me quedan los nombres rápidos... – Hubo un silencio en el cual nos miramos a la cara, la mía enrojecía.
- No viniste ayer...
- No me encontraba bien. – respondí sin mirarle a la cara. – S-Será mejor que vuelva a clase.
- Ayer rechazaste a Elly. – continuó. - ¿Por qué? – Yo recordé que después de rechazarla, él se había ido con ella de vuelta a casa.
- No me interesa, ya lo dije; y si me disculpas, tengo que volver... – advertí. Pero Loren se interpuso entre la puerta y yo. Me cogió de las muñecas, me arrinconó entre la pared y él y me besó.
- ¿¡Q-Qué estás haciendo!? – pregunté con el rostro muy enrojecido. Soltó mi mano y le di un guantazo, después salí corriendo.
¿Qué había sido eso? ¿A qué había venido aquello? Yo lo consideraba un chico muy masculino. ¿Por qué me había besado sin más? Después del beso, mi corazón latía a mil por segundo y mi cara parecía un tomate. Debido a que aquella fue la última hora de clase salí corriendo del instituto, no quería verle ningún día más.
Toda la tarde con la imagen del suceso en el baño en mi cabeza, pensaba que me iba a morir. Necesité mucho tiempo para poder concentrarme en los deberes y estudios. Y pasé la noche en vela, despierto, mirando el techo, con el rostro sonrojado cada vez que recordaba la imagen del beso. Las partes donde Loren me había tocado ardían como mis mejillas. Tenía un deseo extraño; en verdad quería que me volviera a tocar, a besar, y que me mirara con esos ojos penetrantes.
Al día siguiente no quise dirigir mi mirada hacia él, pero notaba cuando me miraba en clase. Entre clase y clase fui a la biblioteca, necesitaba sacar un libro para inglés. Al llegar allí no había nadie, pedí la llave para entrar y mientras lo estaba buscando en todas las estantería, Loren volvió a aparecer. Estuvo mirándome fijamente, sin decir nada, como si analizara todos mis movimientos. Yo no dirigí ni mi mirada hacia él.
- ¿Por qué me evitas? – preguntó de repente.
- No te evito, pero me gustaría que dejaras de perseguirme.
- Sí me evitas – dijo acercándose a mí. - ¿Por qué me pegaste ayer?
- P-Porque invadiste mi espacio personal. No puede besarme así porque así... – Me tiró al suelo de un empujón y se puso encima. Me quitó la corbata de un tirón, arrancó los botones de mi camisa, rastreó todo mi cuerpo con la boca. Yo quería resistirme pero se sentía tan bien... Después beso mi boca, mi pecho, mi cuello, mordiscos en la barriga... No podía más, iba a empezar a gemir, mis ganas se apoderaban de mí. Me tocaba y me volvía loco, yo le agarraba de los brazos, clavando mis uñas como los gatos, con miedo por lo que pudiera pasar. Pero después de haberme tocado, se levantó del suelo.
- Ven a mi casa después de las clases. Calle América, piso número 2, frente al supermercado. Vivo solo, no tengas miedo. – Después de pronunciar aquellas palabras despareció de la biblioteca. Yo me senté, apoyé mi cabeza en mis rodillas, pensando en la impotencia que acababa de tener. Mi cabeza estaba confusa, realmente había disfrutado en dos minutos más que en toda mi vida.
Los blancos botones de mi camisa repartidos por el suelo, la corbata colgando de uno de los libros que sobresalían en la estantería, todas las luces de la biblioteca apagadas, las cortinas ondeaban por el viento que entraba por la ventana, las páginas corrían de un libro abierto por la mitad encima de una de las mesas. No podía creer lo que había pasado y menos mi reacción. Ese chico iba a ser mi perdición.
Estuve mareando la posibilidad de aparecer en su casa, pero no estaba tan loco. Quería ir, Loren me atraía desde el incidente en el baño y tan solo habían pasado dos días, si aquello no era amor a primera vista, entonces no sabía lo que era. Después de tanto pensarlo me dolía la cabeza, y adivinar donde estaba al siguiente día, después de las clases..., delante de su puerta.