–Ten… – le entregó una tarjeta de presentación de diseño sobrio, junto con una sonrisita sensual al ver como el rubio de mirada extrañada lo observaba bajo su flequillo sin entender porque un extraño le ofrecía algo así. Suspiró mirando el lugar en el que se encontraba bajando la mirada sonriendo al ver su copa a medio consumir sobre la barra de aquel pequeño local.
– No yo…no necesito esto. – volvió a mirar la tarjetita y luego se la tendió al desconocido bajito, el cual se había sentado junto a él pidiéndole al barman una copa de whisky, este lo miró pero no le recibió aquel papel con datos de información sobre su persona.
– ¿No lo necesitas? Y ¿qué haces en un bar gay solo y muerto de miedo?– El pequeño de volteó a mirarlo luego de beber el contenido de su vaso, observándolo de hito en hito percibiendo como el desconocido, pero bello rubio, lo miraba con el ceño fruncido y las mejillas rojas.
– Sólo bebo, no busco nada especial. – informó. El muchacho de contextura menuda estiró su mano cogiendo con delicadeza el cuello de la solapa de su traje de ejecutivo sorprendiendo a este al sentir su aliento cálido chocando contra una de sus orejas.
– No te cobraré… – mordió el lóbulo de su oreja sensualmente haciendo que el rubio sintiera un calorcito recorrer su cuerpo con sólo aquel gesto del sensual y extraño que le ofrecía sexo gratis.
– Además, tengo ganas de desvirgar a un rubio sumiso como tú. – se alejó sonriéndole coqueto acariciando una de de las rojas mejillas del mayor.
– Mmh… ah… – lo tomó de la cintura alzando levemente las caderas del cuerpo ajeno introducirse por completo en aquel rubio. Apegó su frente perlada en aquella espalda delgada de piel dorada y humedecida por el emánate calor que encerraba aquel cuarto. Pequeños y errantes vaivenes, en un principio, acompañaron los gemiditos sonoro de aquel muchacho de espalda a su pequeño acompañante de avilés movimientos oscilantes contra aquel trasero.
– ¿Te gusta…? – gruñó lamiendo aquella espalda frente a sus ojos, la cual se contraía de vez en cuando haciendo que se marcaran descaradamente sus músculos trabajados.
– S-se siente… extraño… – contestó hundiendo su rostro acalorado entre las almohadas.
– Lo tomaré como un si… – sonrió. Su voz sonó ronca haciendo gemir nuevamente al rubio con una certera envestida en un punto inexplorado que lo hizo tensase notoriamente. Sus ojos lagrimeaban al no poder cargar con suculento placer desconocido hasta ese instante.
– Ruki… mierda… ¡a-Ah! – el nombrado sonrió moviéndose frenético, dentro y fuera de aquella entrada desvirgada alzando aun más sus cadeneras para tomar sus nalgas para abrirlas y ver como su pene se introducía vigoroso en aquel, ya rojo agujerito producto del roce de su miembro al inmiscuirse en aquella entrada. Jadeos y suplicas salían de los labios de su presa acorralada contra el colchón. Aquel pequeño de mirada lasciva y que expelía sensualidad, sonrió victorioso por provocar aquello en el rubio de contextura imponente ¿quién diría que sería así de sumiso? Sonrió mordiendo su labio inferior mientras inmiscuía una de sus manos hacia uno de sus muslos para acariciar con descaro su entrepierna.
Interpuso su dedos pulgar sobre el glande sintiendo lo caliente y rebosante que estaba su pene, pequeñas gotitas se escapaban de el, mostrando que ciertamente se correría en cualquier momento. Apegó su frente sudorosa sobre la espalda brillante y perlada del rubio, sin mover su mano sobre su miembro, manteniéndola estática, apenas acariciaba con su dedo pulgar la puntita rosita, sin dejar de penetrarlo salvajemente perviviendo como las piernas del fibroso rubio tiritaban por la posición, casos segundo pasaron cuando su cuerpo volvió a descender, pero aquel bajito chico continuaba con su ardua tarea, hasta que él no aguantó más, sacó su pene rebosado, viendo como aquella entradita quedaba dilatada después de sacar su pene, sonrió cerrando sus ojos, masturbándose un par de veces para terminar corriéndose sobre aquel cuerpo jadeante, manchando parte de su espalda y trasero con su blanquecino semen.
Aquel cuerpo casi inerte se volteó con dificultar para rodear su miembro con una de sus manos y terminar con su delirante deseo de correrse. – Detente… – habló con la voz grave y ronca, demandante. Colocó ambas piernas a un lado de sus caderas sujetándose de su vientre firme, el rubio sólo lo miraba extrañado viendo como el pequeño bajaba su cabeza siendo esta oculta por sus caballos rubios desordenados y sudorosos. Alzó una de sus manos hacia tras cogiendo aquel miembro caliente empotrándoselo en su entrada sin dilatar, se mordió el labio mirando al chico con sus ojos brillante de deseo.
– No aguantaré mucho. – gruñó el muchacho reaccionando al sentir la calidez y estreches de su ano al envolver su miembro con lentitud enloquecedora
– Sólo córrete… – habló en un susurro dificultoso. Se meneó una vez dentro acomodándose para comenzar a auto penetrarse, alzándose y bajado chocando sus cuerpos en cada bote que daba al alzar sus muslos.
–Mmh… – gimió llevándose una de sus manos a su boca, haciendo sonreír al que le provocada esas sensaciones delirante. Jadeó cansado deteniendo exhausto sus movimientos sobre las caderas del mayor, este se alzó levemente cogiendo las perfectas nalgas del pequeño cuerpo sobre el suyo para elevar su pelvis con certeras estocadas en la entrada del menor satisfaciendo con delirio al sentir las paredes contraerse en cada envestida.
Un gemido ahogado más y sintió como aquel cuerpo fibroso se contraía, vio como alzaba sus cabeza hacia atrás cerrando sus ojos y estrujando con sus manos las nalga del rubio sobre sus cadera. Ruki se alzó percibiendo como una sustancia caliente y viscosa lo llenaba, sacando de su interior aquel pene flácido, respiró cansado sobre él cuello del mayor sin borrar su sonrisa de satisfacción.
Tomó su elegante chaqueta del suelo para tomar su billetera sacando una suculenta suma de dinero para tendérsela al pequeño que se terminaba de vestir frente a sus ojos.
– Sé que es poco pero sacaré más dinero mañana… – le tendió los billetes viendo como la boquita de labios gorditos de habían desmesuradamente, este negó con la cabeza sonriéndole, a los ojos del mayor, sensual y coqueto, no se esforzaba, era así por esencia. Se acercó posando una de sus pequeñas y lindas manos sobre el abdomen de músculos tenues del mayor, quien no le quitaba la vista de encima embelesado con aquel menor.
– Ven… – alzó su vista chocando con los ojos color miel del rubio, acarició uno de sus pectorales jugueteando con su tetilla provocando que su piel de erizara con cada caricia regalada. – Págame de esta manera… – se alzó de puntilla para alcanzar la boca rocita del más alto, quien al darse cuenta de aquel gesto lo tomó de la cintura sintiendo lo suave y dulce que era su boca. Rozaron sus labios explorando la boca de cada uno hundiéndose con calidez en aquel gesto dulzón. Se separaron, mirándose con deseo, el cual gorgoteaba en sus miradas a fuego. – No suelo besar a mis clientes… – informó riendo avergonzado al darse cuenta que tenía la cara roja y el mayor le sonreía con ternura copiando el mismo gesto que el menor tuvo en el bar; acarició una de sus brillante y rojitas mejillas.
– yo no soy uno de tus clientes, por ello tengo más privilegios. – Ruki lo miró divertido viendo como su boca se acercaba a sus labios, quien los recibió gustoso acariciando su pecho trabajado, siendo esta vez él, el acorralado contra el colchón de aquella desordenada cama.
– Quiero gemir, esta vez, tú nombre… ¿cómo te llamas…? – preguntó el pequeño jadeante ante los besos que le daba el mayor a su vientre.
– Reita… – se acercó a sus labios perdiéndose en su boca en un beso húmedo y ardiente.
– Mgh... Reita…–