Pocas cosas en el mundo tuvieron tanta repercusión como la derrota de Voldemort. Fue como si se hubiera levantado el velo que cegaba a todos y cada uno de los magos y brujas. Llegaba una nueva época, un nuevo comienzo, una nueva etapa, donde abandonar determinados ideales y costumbres arcaicas (tales como la importancia de la pureza de la sangre y la imagen de la familia tradicional) y abrazar un sinfín de novedades.
Muchas fueron las voces de sangrepuras radicales que se alzaron para evitar el ya imparable avance. Las nuevas generaciones de magos de sangre mestiza y muggle ya no tenían que esconderse, al fin se podían mostrar al mundo como cualquier otro mago de sangre pura.
Lo que antes era repudiado pasó a ser admirado, lo que era temido se convirtió en objeto de deseo y aquello que solo tenía cabida en el mundo de los sueños, se puso al alcance de la mano. Había que entenderlo, hacía muchos años ya que la frontera entre el mundo muggle y el mundo de los magos era poco más que una mera ilusión. Era hora de verlos desde un nuevo punto de vista, no como iguales, pues siempre habría diferencias, pero nunca más como seres inferiores.
Como todo cambio social de tal magnitud este no ha sido fácil de asimilar y ha requerido de un gran esfuerzo por parte de los magos. Hemos tenido que acoger en nuestro seno nuevos conocimientos adquiridos, pero a su vez, no dejar en el olvido aquello por lo que nos diferenciamos de ellos. Al fin y al cabo hemos sido y seremos magos, independientemente de la sangre que corra por nuestras venas.
Uno de los cambios más sonados en estos últimos años ha sido una nueva comunidad traída del mundo de los muggles. Los magos más chapados a la antigua hacían oídos sordos y miraban para otro lado para tratar de negar su existencia. Otros los llamaron "desviados" o "la vergüenza de los magos". Ellos, los implicados, se limitaron a adoptar alguno de los nombres con los que se denominan los muggles: homosexuales.
Pero, pese a que el mundo se había hecho mucho más tolerante y permisivo ante los cambios, los magos homosexuales en determinados sectores de la sociedad eran vistos como los magos de sangre impura en los viejos tiempos: con desconfianza y desagrado. No fueron pocos los que prefirieron vivir en el mundo muggle, donde eran bienvenidos y nunca repudiados, y otros optaron por esconder esa parte de su vida del conocimiento público entre los demás magos.
Hacía falta una voz que se alzase en nombre de todos los magos homosexuales, que los liderase hasta alcanzar el reconocimiento digno que se merecía todo mago o bruja de este mundo, independientemente de su orientación sexual.
En este contexto es en el que transcurre esta historia, llena de escándalos públicos, familias de sangre pura implicadas en morbosos sucesos y nuestro querido salvador volviendo, otra vez, el mundo patas arriba. Pero en esta ocasión no lo veremos como protagonista, sino como co-protagonista. El peso de toda esta revolución social yace en manos de un joven lleno de ansias deseoso de hacerse un hueco propio en el mundo, libre de toda atadura familiar y prejuicios. Pero ante todo, un mozo cuya lengua viperina es capaz de provocar pavor entre los más valientes y cuya mirada glacial paraliza a todo aquel que se atreva a llevarle la contraria o desafiarle.
Aunque todo protagonista tiene su talón de Aquiles, y en este caso el punto débil del héroe de la historia es su amiga de la infancia Pansy Parkinson.
Esta es la historia de cómo Draco Malfoy salió del armario y cómo Pansy Parkinson sobrevivió para contarlo.