21 de octubre del 2013 Diario personal.
Créeme, créeme que cuando te digo que eres mi tortura estoy hablando con la verdad.
Me martirizas, solo tú. Ese rose de tus dedos contra mi piel me hace estremecer en gran medida, incluso sintiendo escalofríos con ese contacto tan ligero e inocente. A veces cuando no me estás viendo muerdo un poco mis labios ¿por qué? Porque te deseo. Me encantaría que no solo fueran esos toques que se hacen entre amigos los que me das, sino que tus caricias sean de amor, de pasión.
Porque JongUppie, yo te amo.
Te amo y no puedo evitarlo. Traté créeme, pero al final caí de amor por ti. Desde el primer día en que te vi me pareciste tan lindo y tan tierno, quería comerte de tan dulce que te veías y aún te sigues viendo, como también continúo deseando en comerte a besos. No debo negar que al principio lo confundí con el amor maternal ¡ja! Era tan ingenuo… es decir, ¿a qué persona le encantaría morderle los labios, o el cuello, o las manos, entre otras cosas, a alguien que considera un hermano o hijo? ¡Nadie!
Ok, quizás no debí de hacer esa comparación, es un poco enferma.
Pero si, eso es lo que me haces pensar cuando dices mi nombre entre tus sensuales labios. Simplemente me encanta. Y me tientas a querer probarlos, a unir los míos con los tuyos en una danza interminable, en un beso reconfortante lleno de sentimientos, de amor.
El problema aquí es si aceptarías un beso mío. No sé qué es lo que sientes, pequeño. No lo sé. Un día estás conmigo jugueteando y platicando como enamorados, y al otro día vas con Zelo y lo tratas mejor. Bueno no sé, alomejor son locuras de mi amor tan celoso.
Si, lo admito, soy celoso. Mucho realmente.
En ocasiones me molesta incluso que seas todo un ícono sexual ya que por ello atraes a mucha gente... a muchas chicas... pero bueno, ¿cómo no hacerlo? Si estás tan… sexy. ¡Tu cuerpo es un pecado! Eres un chiquillo y estás mejor que yo. No puedo creerlo pero lo peor es que me traes loco por ello.
Dios… Si leyeras esto podrías matarme o morir de pena. Menos mal que mi diario nadie lo lee…
De hecho me siento fatal, por eso me desahogo aquí. No es como si pudiera llegar y decirle a alguien “oye, amo a mi donsaeng” antes que nada porque cualquiera del grupo me miraría raro o si a quien le digo se le ocurre denunciarme por pedófilo.
Ni si quiera estoy seguro de que quiera esta protección. Es decir, ¿de qué sirve escribir tanto si al final no cambia nada y me frustro más?
Esto es lo que me provocas, Moon JongUp, que me frustre. Estoy inquieto y nervioso, poco a poco perdí la habilidad de tranquilizar mi corazón cuando estás tú cerca, y cada vez puedo evitar menos el tocarte. ¿Qué pasara si un día te llego a besar?
Me encantaría que me correspondieras…
No beso mal ¿sabes? Kekekeke…
Bien. Dejaré esto por hoy. “Estoy mejor” así que podré regresar a prepararles una deliciosa comida a todos. De camino a la cocinaaa~
…
Entonces el chico peliazul soltó el diario de entre sus manos hasta que cayó sobre la cama. Su gestó era de sorpresa, pero lo más notorio era ese rojo vivo que se empeñaba en teñir sus mejillas. Acababa de leer el diario de la diva. Lo que encontró lo hizo sentirse de mil maneras que no esperaba. Su hyung lo ama. Demasiado para ser preciso. Pero no le desagradaba.
De hecho deseaba hacerle saber al mayor que efectivamente era correspondido.
JongUp le ama también. Tampoco pudo evitar enamorarse de su hyung con cada día que compartían juntos. Lo negó en un principio por miedo al qué dirán pero ¿a quién le importa ahora? Lo que acababa de leer le daba todo el coraje para ir y declarársele a su hyung.
Por fin tenía la seguridad de hacer las cosas como tantas veces Zelo le había dicho que hiciera.
Confesar.
Entonces fue directo a la cocina. Abrió la puerta con prisa y al pasar por ella se encontró a su hyung. Pero a YongGuk hyung. No perdió tiempo para preguntar a dónde se había ido el dientes de conejo. Al parecer había ido al supermercado a comprar unas cosas faltantes para la comida.
Decidió correr tras él para no perder tiempo, además servía que tranquilizaba su corazón, los nervios y la felicidad lo estaban matando. Corrió hasta dicho lugar y la suerte parecía estar de su lado. HimChan se encontraba descansando en un pequeño parque de paso ya con los ingredientes restantes en un par de bolsas.
Se acercó sigilosamente por detrás hasta rodear con sus brazos el cuello del mayor. HimChan al sentir dicho contacto se asustó al principio, pero cuando se dio cuenta de quien se trataba un leve sonrojo se hizo presente en su rostro. Sonrió queriendo disimular un poco sus nervios y cuestionó tanto verbal como mentalmente el por qué el pequeño se encontraba ahí.
JongUp rodeó la banca para sentarse aún lado del chico. No dijo nada, lo cual inquietaba más al rubio. En esos escasos segundos infinitas cosas pasaron por la mente de ambos. Hasta que el menor volvió su mirada al mayor y con decisión por fin dijo aquello tan importante.
“T-Tú también me gustas hyung”
Los ojos del ex ulzzang se abrieron lo más que pudieron, al igual que su boca la cual trataba de formular alguna respuesta a ello, sin embargo no fue necesario intentarlo. El bailarín ya se concentraba en besar sus labios.
Un beso torpe, inocente. Lleno de ternura y dulzura, tal como lo describiría Himchan. El movimiento era suave, delicado, disfrutando de ese contacto tan hermoso para ambos. El mayor caía en cuenta que esto en realidad estaba pasando al sentir ese leve mordisco que su donsaeng le proporcionaba. Sonrió entre el beso, para luego pasar un brazo por el cuello del menor, acercarlo más y besarlo de una manera más apasionada.
Entonces se agradecía el haber escogido una banca tan escondida entre arbustos, sino no estaría disfrutando tan libremente de ese beso tan hermoso con su JongUp.
Teniendo que respirar una vez más separaron sus bocas, pero juntaron sus frentes. Con los ojos cerrados y sonriendo. Era algo que ambos deseaban desde hace un tiempo. La mano derecha del mayor llegó hasta la mano izquierda del peliazul, tomándola y entrelazando sus dedos.
“¿Qué haré? Me vuelves loco JongUp.”