Pequeños retazos de luz alumbraron por encima de su cabeza, sintiendo el calor prontamente acoplarse en su cuero cabello al punto de hacerlo rodar entre sus sábanas –infantilmente decoradas con superhéroes-, queriendo evitar a toda costa el contacto.
Había amanecido demasiado pronto a su parecer, sentía que hacías apenas unos cuantos minutos se había recostado para conciliar el sueño pero ahora, el dichoso sol le demostraba que su noche había ya girado al otro lado del globo y que sus horas de descanso habían terminado.
No es que odiara las mañanas, ni siquiera era que se despertara con mal humor pero el tan sólo pensar en tener que levantarse de la cama para arreglarse y marchar al instituto, le provocaba acidez y un dolor punzante en la cabeza.
Él odiaba ir a clases.
Lee Taemin era el menor de la familia, contaba tan solo con un hermano mayor pero el dichoso –quiera que no- era la simbolización de la perfección en la vida por lo que debía hacer esfuerzos sobrehumanos para darse un pequeño lugar para sobresalir entre sus padres o el instituto al menos. Algo que en el último, hiciera lo que hiciera, no resultaba.
Su ambiente escolar nunca había sido bueno, el tener un problema de visión tan tediosamente alto lo obligaba a hacer uso de unas gafas que, podía asegurar, pesaban más que todos sus libros metidos en la mochila y no era tan sólo eso, el tratar de encontrar algo en lo que ser bueno lo había condecorado como el mejor estudiante de todo el lugar, mejor traducido como el “cerebrito” al que prácticamente casi todos odiaban. Considerado un nerd desde la edad de ocho años, el castaño había aprendido a sobrellevar los insultos, empujones y acosos escolares que en general se le producía día a día, pero como ser humano que era tenía los límites muy bajos así que de rato en rato se iba a los baños del edificio más alejado del campus para dejar salir lágrimas amargas de rabia.
El tan sólo pensamiento de lo que aquel día sería, siendo uno cualquiera, le hizo querer llorar incluso antes de tiempo.
-¿Tae? - la voz de su madre resonó con suavidad contra la madera de su puerta, tocando tres veces antes de asomarse. Suspiró aliviado al saberse protegido bajo las sábanas y que así ella no podría ver sus ojos cristalizados – Ya está el desayuno, apresúrate.
Asintió con un bufido fingido, aferrándose con disimulo al colchón bajo su cuerpo al tener el miedo recorriéndole de pies a cabeza. Tenía un mal presentimiento.
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Era temprano por la mañana, el chofer acababa de estacionar frente al prominente edificio de su casa de estudios pero alguien fue lo único que logró captar su atención apenas bajó para dirigirse a su salón. No muy lejos se acercaba caminando con esa delicadeza extrema que poseía, la joven que deseaba ante todo conquistar, su cabello largo bien cuidado y el brillo labial rosa que apenas dejaba relucir sus apetecibles labios. La llamó de un silbido y ella con total gracilidad giró a él, riéndose de alguna broma propia apenas éste adelantó los pasos para alcanzarla; la joven miró de soslayo a su alrededor y optó por sentarse en el bajo mural que dividía el edificio principal del césped bien cuidado que rodeaba el lugar, esperando a que su acosador personal terminara por acortar la distancia entre ellos.
Para Minho, el que ella opusiera una resistencia única tan sólo era el significado de algo: Que lo deseaba y quería tanto como él a ella, tan sólo que le gustaba jugar, ¿qué no eran acaso los retos los que hacían del juego algo mucho más interesante? Sus ojos recorrieron con disimulo la extensión de esas piernas tonificadas hasta que llegó al límite de la falda, soltando una pequeña risa para ocultar el descaro que había tenido al verla así, más que por ser obvio, por el pensamiento lujurioso que en ese momento cruzaba su mente. Su cuerpo caminó unos cuantos pasos más y apoyó la mano derecha en el muro donde ella estaba sentada, dejando la palma junto a sus caderas, al tener un poco más de firmeza se inclinó para verla de cerca aunque ella evitó contacto girando el rostro hacia el lado contrario, negando con suavidad.
-Hyunah, ¿qué debo hacer para que me creas?
-¿Creerte? – la joven rió divertida de sus palabras, ladeando el rostro para dejar que su cabello cayera como una pequeña cortina que ocultaba a ambos de las miradas curiosas, odeando ante la brisa – Sé que eres un casanova, ¿por qué habría de salir contigo?
-Podría hacer cualquier cosa por ti – sus dedos diestros se acercaron con un pequeño desliz a su cintura, acariciándola por encima de la tela de su uniforme – Sólo dime el qué
-¿Cualquier cosa, dices? – lo tomó por la muñeca, deteniéndolo de tocarla de más - ¿No es un poco exagerado lo que dices? No podrías venir a clase vestido con algo de mujer, ¿o sí?
-Vale, no cualquier cosa pero definitivamente, haría algo extremo tan sólo para demostrar que voy en serio
Kim no era tonta, podía leer en los ojos profundos del chico aquellas intenciones que tenía para con ella. Un nombre más a su larga lista de conquistas, un cuerpo más que pasaría por sobre su cama. Soltó otra pequeña risa y saltó de aquel lugar, dejando que la falda se alzase tan sólo lo suficiente para mostrar algo de piel y seguir teniendo a Choi Minho a sus pies, le guiñó el ojo y por la suerte del destino, un rostro aborrecido cruzó cerca de ellos, iluminándose su mente malvada y aquella que tan sólo guardaba para momentos en los que sólo estaba con sus amigas más cercanas, aquellas que la conocían muy por debajo de la careta que utilizaba en aquel sitio.
-¿De verdad, cualquier cosa? – se quiso asegurar, mirando al chico que nuevamente la quería acorralar contra la pared
-Lo que sea… - el susurró le erizó la piel, por ello lo empujó un tanto lejos y se separó, caminando hasta crear una distancia prudencial entre ambos – Hyunah, deja de huir
-Saldré contigo, Choi – disfrutó los segundos donde el otro parecía victorioso – Con una condición
-¿El qué? – su exasperación no dejó dudas a la impaciencia que poseía, haciéndola reír de nueva cuenta
-¿Conoces a Lee Taemin? ¿Ese que usa los lentes de fondo de botella? – dijo por fin, mirando en dirección al grupo de chicos que ahora empujaban al mencionado
-¿Te refieres al tonto de la clase 1-A? - Minho también lo miró, frunciendo el ceño con una mueca tan clara de desagrado que la chica hizo un esfuerzo mayúsculo por no reír
-Ese mismo… - lo miró y empezó a caminar, segura de que la seguiría – Enamóralo y sal con él, cuando te vayas a declarar… Déjame grabarlo
-¿Estás loca? – se mordió la mejilla por dentro y sacudió la cabeza, arrepentido de su selección de palabras - ¿Por qué habría de hacer eso? ¡¿Por qué querrías grabarlo?!
-Ah~ ¿a ti no te cae mal? – frunció los labios, el sonido del timbre haciendo un pequeño eco a su alrededor – Hace un par de meses, me humilló en el salón, ¿no sería bueno darle una lección?
-Todos los días recibe una lección – señaló el camino del otro, cabizbajo ante insultos que lo seguían a cada paso que daba
-No de mi parte – sonrió finalmente, en la intersección donde ambos debían separarse para ir a sus clases - ¿Entonces? ¿Aceptas o no?
-Dime qué debo hacer…
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Taemin apretó las manos alrededor de sus libros, esa sensación molesta, acentuándose en su interior.