Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuerpo, Mente y Espíritu por minima

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

MATT

Que es lo que paso en esa cueva y con ese extraño cristal aún no tiene respuesta, solo que fue lo que los cambio para siempre.

Primero eran tres, luego dos, y después solo quedo él, y jamás se sintió más solo en su vida como en estos momentos.

La cosa había sido buena al principio, genial se quedaba corto, era el suceso más asombroso y extraño que les hubiera pasado a cualquiera de ellos, comenzaron a presentarse poderes en ellos, como en las películas y comics, no eran rayos láser, ni súper fuerza o alguna mutación en su apariencia, eso también hubiera sido interesante, pero lo que tenían ahora era más que satisfactorio, poderes telequinéticos.

Eran como niños con su nuevo juguete, jugar con este y explorarlo era lo que hacían a cada momento que podían, algunos más que otros, algunos descubriendo que cosas podían hacer, hasta donde podían llegar.

Más tarde descubrieron que era como un musculo, entre más lo usaban era como si lo ejercitaran, y entre más lo ejercitaban más fuerte se volvían.

Luego empezaron a ser conscientes, que aquello que obtuvieron era algo para lo que no estaban preparados.

Después de todo aun eran adolescentes, inmaduros, hormonales y algunos con demasiados problemas.

Las cosas empezaron a ponerse mal, o en realidad el problema siempre estuvo ahí y solo fue plenamente consciente, o quiso verlo, cuando ya no podía hacer nada para remediarlo.

De los tres Steve era el popular, el típico chico con carisma que le caía bien a todo el mundo, el deportista, el que elegirías como rey del baile incluso si lleva a una chica gorda o poco agraciada; él, también había sido popular en su tiempo, pero no lo sintió tan natural y era algo más vacío para él por lo que decidió cambiar, explorar más allá de los típicos cánones en los estereotipos adolecentes y leer más, cultivar su mente de una manera, claro, eso por lógica trajo algo de rechazo en sus congéneres adolecentes pero estuvo bien, por primera vez estaba haciendo algo que él quería y no algo que era esperado por todos que hiciera; pero Andrew, no era el deportista, ni el popular, ni tenía amigos en realidad, era un chico retraído y tímido, el que no es el protagonista sino el último en la escala social adolescente, e incluso él le llego a ignorar por mucho tiempo.

Si tan solo se hubiera fijado en lo que le pasaba, si no hubiera dejado atrás a su primo desde que empezaron los problemas de ser popular y obedecer los típicos clichés de las escuelas secundaria y preparatoria, si nunca hubieran entrado a ese hoyo en la fiesta rave, quizás aún estarían los tres juntos.

Pero ahora solo quedaba él.

Andrew había matado a Steve, y él había matado a Andrew.

Y ahora pagaba sus pecados con su soledad.

Cuando tocaron y estuvieron presentes frente a ese cristal viviente no solo les había dado poderes, sino también un vínculo, al principio no muy fuerte, eran compañeros de secreto, un club exclusivo en que solo ellos sabían sobre sus poderes, más tarde se volvió amistad, y enredado con esos lazos que estaban formando con cada rato que pasaban juntos ejercitando su nuevo poder, ese lazo invisible los unía.

Fue así como sintieron a Andrew aquella noche, estaba sufriendo, y él no acudió a su llamado… solo Steve, y por eso murió, quizás si hubiera ido, ambos hubieran tranquilizado a Andrew, pero no fue.

También así fue como lo sintió aquella fatídica noche en que perdió el control por completo.

Andrew había demostrado ser el más habilidoso y fuerte de todos, pero en lo profundo era el más frágil, el cáncer de su madre, el alcoholismo de su padre, el aislamiento social en la escuela, todo eso y más lo volvían frágil y vulnerable.

Si alguien hubiera visto más allá de que era el niño impopular de la escuela, el enclenque retraído y callado, seguramente le hubiera provocado el deseo de estar con él y protegerlo.

Él aún era inmaduro y con varias cosas en la cabeza para centrarse en eso por completo.

Lo mato, no estaba para nada orgulloso de ello, en realidad, como cuando supo que Steve murió, sintió como si algo le hubieran arrancado desde las entrañas, tan doloroso, dejando un profundo hueco.

Steve estaba enterrado en una tumba en el cementerio de Seattle, Andrew, él no tuvo la más cristiana de las sepulturas, de lo que sabía, después de que escapo cobardemente, la policía se había quedado con su cuerpo y luego Dios sabe que estaban pensando en hacer con él.

Ideas de científicos diseccionándolo para saber cómo es que había logrado todo aquello, que lo cortaran su carne y sacaran sus entrañas, a pesar de que ya estaba muerto, le revolvía las propias.

Más de una vez estuvo tentado en secuestrar el cadáver después del incidente y ponerlo en un lugar seguro donde nadie pudiera tocarlo, mas también la idea de verlo pálido, rígido y frio, con un hueco en el pecho, un cascaron maltrecho de lo que alguna vez fue Andrew, era igual o más doloroso que pensarlo sobre una mesa de disección.

Solo se podía conformar con su cámara, la que aun guardaba todo lo que había grabado, una parte de Andrew… su Andrew.

Huir es una forma de describir lo que hizo, no había lazos que lo ataban en ese lugar como para convencerlo de quedarse, no quería saber ya más nada, tenía familia, y una chica que sentía algo por él, pero aunque suene egoísta, esto no era como lo que había compartido con Andrew y Steve.

Aun no lo identificaban de los videos de las noticias y gente que estaba alrededor y tuvo oportunidad de gravar con lo que tenían en la mano, estaba consiente que tarde o temprano lo vendrían a buscar, le harían preguntas que no podría y otras que no iba a querer responder, tal vez incluso, como en las películas, alguna organización del gobierno lo capturaría y lo utilizarían como conejillo de indias humano, o incluso lo diseccionarían vivo.

Tentador, pero no gracias.

Steve no quiso morir, Andrew tampoco, y ahora solo quedaba él con todo lo que paso y los secretos entre ellos.

Si el desaparecía, ellos también, así que se mantendría vivo por ellos, que aún tenía una parte de ellos en él, pequeña y marchita pero ahí estaba.

Tomo sus cosas, sus ahorros de toda la vida e incluso los de su fondo personal para la universidad, la cámara de Andrew y un balón que dejo olvidado Steve el otro día, dejo una nota a sus padres y se marchó.


~*~

STEVE

Esa no era su cama, ni siquiera era su cuarto, ni mucho menos una cama de hospital, ni siquiera era una cama o un cuarto, era una maldita caja de madera forrada con terciopelo, era un jodido ataúd.

-Oh por…-

Despertar dentro de uno le da un susto a cualquiera de muerte, y si los forenses se habían equivocado enterrándolo vivo, el susto definitivamente lo mataría.

Empezó a jadear y desesperarse, golpeo la tapa con brazos y pies, era un peso enorme sobre él, el jodido peso de la pesada tapa de madera y tres metros de tierra por lo menos lo que impedía mover ni siquiera un milímetro la tapa de madera.

Jamás había sido claustrofóbico, pero después de esto, si es que lograba salir de esto, ya se imaginaba que no iba a ser tan capaz de mantener la calma en lugares pequeños, oscuros y estrechos.

Algunas locas comparaciones aparecieron en su arranque de frustración al no poder ser capaz de mover la tapa por obvias razones, era fuerte pero no era Hulk ni superman como para lograr mover la tapa con sus brazos y piernas.

¿Así se sentían los nerd cuando eran encerrados en casilleros? ¿Así se sintió Jesús al despertar en su propia tumba? ¿Cómo rayos le había hecho la rubia de Kill Bill para salir de una situación como esa?

Jadeante trato de devolverse la calma, ¿Cómo rayos había terminado en esto?

Recordó… él era Steve, luego… alguien llamándolo, sufriendo, lo sintió dentro, como dolor propio y fue, pero estaba demasiado alterado y… oh Andrew, ¿Qué hiciste?

Mierda, mierda y más mierda, sabía que Andrew era el más talentoso entre los tres pero esto, no, rayos, ¿Por qué a él?

¡Sus poderes!

Casi los había olvidado, tomo una bocanada de aire y casi dio una arcada, apenas se daba cuenta que el lugar apestaba, él apestaba, ¿Cuánto tiempo había estado ahí?

De nuevo dio un respiro tratando de ignorar el olor, tranquilizarse y enfocarse, se daba cuenta que su cuerpo estaba algo adormecido como si despertara de un largo y pesado sueño, su poder también lo estaba un poco.

Estirar y aflojar, estirar y aflojar, hay que calentarlo como en las prácticas antes de un gran partido, vamos, esto debía de funcionar, no podía mover libremente su cuerpo pero su mente era otra cosa, se desentumiera más rápido que sus propios músculos.

Debía concentrarse, acumularse, como tensando los músculos antes de un golpe, tensarlos antes de salir disparado y correr, como resorte.

Oh por favor Dios que esta idea funcionara.

Lo acumulo lo más que pudo, toda su fuerza en esa tapa que crujía un poco no por el peso sobre ella de la casi tonelada de tierra sino por aquella fuerza que estaba empezando a empujarla para arriba.

Y como una bomba, exploto, literalmente.

En el cementerio de Seattle, una considerable cantidad de tierra salió volando por los aires seguida de las tapas que servían para los ataúdes, la lápida de la tumba con el nombre y fecha de un querido muchacho incluso cayó de espaldas, y mientras que las tapas caían a los lados del reciente hoyo en el cementerio y tierra cubría y manchaba el pulcro blanco de sus forros un muchacho jadeaba en su supuesto ultimo lecho mientras sentía tierra caer sobre su cuerpo y rostro como lluvia de verano.

-Jesús, oh Dios mío, oh Dios mío…-

Ya no era la oscuridad de su ataúd lo que lo rodeaba, sino el de la noche misma que le miraba con un cielo estrellado y con algunas nubes.

Eso había sido un esfuerzo tremendo, enorme, era como si hubiera corrido tres maratones y otros tres partidos de futtboll consecutivos sin agua o comida ni descanso, pero al fin estaba libre.

Como pudo se incorporó y agarrándose como pudo del borde del hoyo en donde estaba salió a fuerza bruta, la mental la tenía más que agotada.

Miro a su alrededor y reconoció el lugar, era lógico, si había estado en un maldito ataúd se encontraría con un cementerio, oh ¿y qué es eso? Su lapida, pedazo de granito con su nombre tallado, una fecha y una cursi dedicatoria, y algunas flores marchitas y otras más frescas, y si se llegara a fijar, junto a la explosión habían volado demás ofrendas que habían puesto familiares, conocidos y amigos recientemente sobre su tumba, que mal se sentía en pensar en eso.

Se acostó sobre su espalda y miro el cielo, ¿Qué había pasado?

Le había golpeado un rayo, definitivamente le cayó un rayo, y luego… no recordaba nada, ¿y que era hora? ¿un puto zombi? Sería el colmo.

Se palpo la cara, el abdomen, incluso su paquete y hasta donde podía llegar de las piernas, por su parte se sentía más vivo que muerto, y respiraba, y le escocían los ojos por querer derramar lágrimas, e incluso ya estaba empezando a reír de manera desenfadada, con todo el estrés de este suceso no le sorprendería que se le hubieran aflojado algunos tornillos en la azotea.

Si, estaba vivo, apestaba pero estaba vivo.

~*~

ANDREW

Los temores de Matt no eran mal infundados, desde el renacimiento, el hombre a llevando su intensa curiosidad de saber cómo funcionan las cosas hasta el punto de romper tabús y miedos que en la actualidad no son sólidos o justificables.

Esto es el respeto a un cadáver y el temor a la iglesia, a Dios, al profanar un cuerpo muerto, cosa que ya es común en la actualidad para científicos y trabajadores de la morgue.

Andrew era un espécimen único, o al menos el único que se tenía a disposición, estaba muerto, pero su cadáver después de lo sucedido en la noche de su muerte se volvió altamente valioso para el interés científico.

¿Cómo es que un humano logro hacer todo eso? ¿Hay más cosas que pudo hacer?

Él que nunca destaco o era el más recordado entre sus compañeros en su larga vida estudiantil, iba a ser recordado en las mentes de las personas, científicas y no por lo que por muchos se pensaron imposible.

Y el que jamás recibió mucha atención, su cadáver ya cortado infinidad de veces, era estudiado minuciosamente por un grupo de científicos reunidos por el gobierno prácticamente todos los días.

Antropólogos, biólogos, químicos, físicos y demás mientras analizaban los órganos, los pesaban, sacaban muestras y analizaban esa materia gris tan valiosa para todo ser viviente, su cerebro.

Lo trataban de conservar lo mejor posible, con todos los métodos conocidos para desacelerar su putrefacción, el cadáver era para el grupo de científicos como un tesoro nacional, si lograban descifrarlo quien sabe que cosas podrían lograr.

La posibilidades planteadas en cada uno de ellos se les antojaba maravillosa, para el bien de la humanidad dirían por ética, pero era más bien para que sus nombres quedaran grabados en los libros de historia y ciencia como la persona que descifro el cadáver del muchacho del incidente de Seattle, Andrew, su nombre, tal vez se borraría con el pasar del tiempo y le pondrían un nombre más científico como Homosapiens Telequinicus, o algo que les pareciera más adecuado para su espécimen.

Ahora estaba en ese laboratorio del gobierno, su ser marchito y ultrajado, mas pareciendo una “cosa” en vez de la “persona” que alguna vez fue, un objeto de análisis, y aunque investigaran su historia, solo él sabría por lo que paso, por lo que sufrió, sus esperanzas y desesperanzas, su dolor, y los pequeños ratos felices que pudo llegar a experimentar antes de que todo se fuera a la mierda.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).