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Los Ninfos de las Uvas por Akai_Minina69

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Notas del fanfic:

Mi primer Crossover :3 Qué emoción!!!! X3

Hoolaa personas frente a su computadora!!!

Este es un nuevo fic que cree una noche que no tenía nada qué hacer (Excepto dormir, claro ^^), espero se la pasen bien leyendo el resultado de una mente que no tiene nada bueno en que pensar XD

Los personajes no me pertenecen son de son de Misashi Kishimoto y Maki Murakami …bla bla bla…los tomé prestados xD.

Disfrutenlo!!!

Me pareció una buena idea escribir algo así, y ya que lo tenía hecho, se me ocurrió adaptarlo a un fic :D

Notas del capitulo:

Para los que aún no lo sepan, actualizo únicamente los Lunes y Jueves n_n
Así que nos estamos viendo el proximo Martes en otro de mis fics :D 
Sin falta ;D

*~ Les invito a visitar mi perfil ;D ~*

Y de pronto, un grito llenó toda la casa:

 

–¡Itaaachi!

 

Éste dejó lo que hacía en la cocina y brincando los escalones de dos en dos por las escaleras, llegó de inmediato al cuarto donde había dejado a Deidara cuidando de los tres pequeños. Al abrir la puerta se encontró con un Deidara atado de manos y pies con una cuerda de saltar en una pequeña sillita de plástico, con unos siete aros de ula-ula en sus hombros, con la playera a punto de reventarle a causa de la infinidad de juguetes que tenía adentro, y con un calcetín hecho bola en su boca. Y los tres pequeñitos, Sasuke, Naruto y Shuichi, sentados en el suelo jugando con sus carritos, taaan inocentes.

 

–¿Pero qué te pasó? –preguntó el azabache mayor intentando desatarlo, mientras Deidara se retorcía en su lugar– ¿Por qué estás jugando? Se supone que me ayudarías a que se durmieran para tener toda la noche para nosotros, ¿y qué tienes en el cabello? –dijo sacándole el calcetín de la boca.

 

–¡¿Yo, jugando?! –gritó el rubio mayor; cuando tuvo libre una mano, señaló al trío de diablillos– ¡Tu hermano y sus dos horrendos amigos me amarraron y casi me meten canicas por la nariz!

 

Itachi volteó con los tres niños con el ceño fruncido; ya sabía que su hermano, aun con sólo cinco años, era tremendamente travieso, y queriendo lucirse frente a sus dos amiguitos, seguramente él era la mente maestra detrás de esa travesura. Sasuke tenía a Naruto y a Shuichi detrás de él, un poco asustados los tres.

 

–Sasuke…

 

–¡Él inició todo! –gritó Naruto, señalando al rubio mayor– Y a mí no me gusta el verde–ttebayo –lloriqueó jalándose la playera de su pijama. Sasuke tenía puesta su pijama negra con bordes rojos, Shuichi igual solamente que su pijama era rosa con bordes color violetas, pero Naruto vestía una pijama verde, y no la amarillo con naranjo que siempre acostumbraba.

 

–Naruto, tu mamá dijo que habías llenado los bolsillos de tu pijama con mermelada, y esa fue la ropa que me dio para ti –le dijo Itachi mientras le sacaba como vente figuras de acción a Deidara de la playera– Y tú –dijo a Deidara–, contrólalos en lo que voy por las galletas y la leche tibia, la leche tibia siempre los hace dormir –dicho esto, Itachi salió de nuevo de la habitación.

 

–Leche tibia… –repitió Deidara sacándose del cabello las bolitas de plastilina que le habían aventado– ¡Si con leche tibia se duermen, tráeselas hirviendo para que ya no me molesten! –gritó, pero nadie le respondió.

 

–Cuéntanos un cuento –pidió Shuichi, luego de aventarle un zapato a la cara.

 

–¡Sí, un cuento! –gritaron los otros dos niños, y al acto, los tres corrieron a sus respectivos sacos de dormir, colocados en el suelo, junto a la cama de Sasuke.

 

–¡Nada de cuento! Duérmanse ya –exclamó Deidara, con la suela del zapato marcada en el rostro.

 

–¡Se está revelando! –gritó Sasuke sacando debajo de su cama una pequeña espada de madera, que apuntó hacia Deidara.

 

–¡Atrápenlo–ttebayo! –gritó Naruto, y él y Shuichi se le colgaron de las piernas mientras Sasuke empezaba a golpearlo en el estómago como si fuera una piñata.

 

Pero apenas lo habían hecho tropezar cuando llegó Itachi al cuarto, sin leche ni galletas. Al verlo, los tres niños soltaron al rubio mayor y corrieron a meterse adentro de sus sacos de dormir.

 

–¡Me largo! –gritó Deidara caminando directo a la puerta.

 

–¡Alto ahí! –le detuvo Itachi de un brazo– Una vez que se duerman, tendremos toooda las noche para nosotros porque mis papás no llegan hasta mañana; piénsalo –Deidara lo meditó un momento y luego soltó un gruñido.

 

–De acuerdo, pero yo voy por las galletas y tú los entretienes –demandó Deidara.

 

–Que nos cuente un cuento –dijo Sasuke, asomando únicamente la cabeza de su saco de dormir.

 

–Sí, él dijo que nos contaría un cuento –dijo también Shuichi, sacando apenas la cabeza.

 

–¡Sí! Y galletas–ttebayo –gritó Naruto desde el interior de su saco de dormir.

 

–El cliente siempre tiene la razón –dijo Itachi sonriendo– así que mientras tú les cuentas su cuento, yo iré a la tienda porque la leche en polvo se ha acabado. No tardo –dijo saliendo del cuarto.

 

–¿Qué? ¿Me vas a dejar con estos tres? –preguntó Deidara preocupadísimo.

 

–Sólo inventa un cuento, no tardo –y sin más, el azabache mayor bajó las escaleras y en dos segundos, la puerta principal se abrió y luego cerró. Al voltear con los tres, Deidara los vio ya armados con zapatos, juguetes y cubos de madera.

 

–¡Esperen! –gritó– ¿Quieren un cuento? Les contaré un cuento.

 

–Uno que no hayamos escuchado–ttebayo.

 

–Y que no sean de cosas de niñas, nada de cosas de niñas –dijo Sasuke, haciendo un puchero de asco.

 

–Muy bien, muy bien; pero siéntense primero y dejen todas esas cosas lejos de ustedes –les dijo Deidara, sin despegar su mirada de ese gran dinosaurio de plástico que Shuichi empuñaba como si fuera un garrote.

 

–Si no nos gusta, te vamos a aventar por las escaleras –le advirtió Shuichi amenazándolo con el dinosaurio; luego todos dejaron los juguetes y se sentaron sobre sus respectivos sacos de dormir.

 

–Muy bien, Deidara, aquí vamos –se dijo el rubio mayor, tomó asiento en la cama de Sasuke y empezó a improvisar…

 

 

Hubo una vez tres ninfos…

 

 

–¿Qué es un “ninfo”? –preguntó Sasuke.

 

–Es como un hada pero sin alas –dijo Deidara.

 

–¡No! Esas son cosas de niñas–ttebayo –gritó Naruto, agarrando un cubo de madera, listo para aventárselo directo al rostro a Deidara.

 

–¡No, espera! Un ninfo es mucho mejor que una ninfo –trató de explicar Dei rápidamente– porque… porque… ¡Porque ellos tienen poooderes sobrenaturales! –dijo, moviendo las manos de un lado al otro, tratando de ponerle misterio al asunto– Y sin mucho más fuertes y valientes que las ninfas –con esto, Naruto se calmó un poco y Deidara continuó su cuento…

 

 

Uno de los ninfos vivía en las profundidades de un pantano, por lo que su apariencia siempre era de un lodo oscuro, casi negro. El segundo ninfo vivía en las raíces de un árbol, cuyas hojas eran de un café rojizo, y el suelo a su alrededor estaba forrado del mismo color, con pequeñas florecillas rosas, así que el ninfo había adaptado una apariencia rojiza. El tercer ninfo vivía en medio de los otros dos ninfos, en donde las rocas estaban tapizadas de un musgo húmedo y brillante de un color verde; entonces, su color era uno verdoso, como el musgo al final de un estanque.

 

 

–¡Amarillo–ttebayo! –exigió Naruto.

 

–He dicho que verde, y punto –dijo Deidara, y se ganó un cubazo de madera en la nariz– Amarillo no está tan mal…

En ese momento irrumpieron en la habitación Tatsuha, cargando a Ryuichi en el hombro, que lloraba infantilmente.

 

-Ya, ya; ese feo gruñón no puede hacernos nada aquí –decía Tatsuha a modo conciliador, pero antes de dejar a Ryuichi en la cama, vio a Deidara ocupando su futuro lugar para… divertirse.

 

-¿Y ustedes qué hacen aquí? –preguntó Deidara, pero después olvidó por completo el hecho de que había extraños en la casa al venírsele una idea a la cabeza- Pueden quedarse si hacen que estos niños se duerman.

 

Tatsuha, confundido, miró al trío de niños que lo miraban expectantes, esperando oír la continuación de la historia. Dejó a Ryuichi en medio de los niños y éste, con ojitos llorosos, miró a Tatsuha; los otros tres niños guardaban silencio.

 

-Hecho, pero después deberán dejarnos una habitación para nosotros solos –pidió Tatsuha.

 

-Sí, sí; habitaciones vacías hay de sobra. Sólo has que se duerman –repuso Deidara. Rápidamente el rubio mayor le puso al corriente con la historia que recién estaba inventando y Tatsuha aclaró la voz antes de continuar…



Como habían dicho, el tercer ninfo era uno amarillo, como el musgo amarillo que nunca he visto al final de un estanque. Un día, un joven apuesto y valiente, parecido a mí sólo que de cabello dorado y con un muy pero muy mal carácter, entró al bosque buscando una flecha que había perdido durante su entrenamiento. Los tres ninfos se enamoraron de él en cuanto lo vieron, y decidieron competir para ver quién se quedaría con él.

Empezaron a discutir y en medio de la disputa, uno de ellos anunció que sería él quién se quedaría con el apuesto joven, a lo que los otros dos respondieron con un “no si yo gano primero”, y en un santiamén, los tres se desvanecieron en dirección a donde estaba el joven. El ninfo negro se desvaneció hundiéndose en el fango y desplazándose por debajo del suelo; el ninfo rojo desapareció en medio de una ráfaga de aire; y el ninfo verde, ejem, amarillo, se transformó en una masa de agua que cayó al suelo y recorrió las raíces de plantas y árboles. Todos rumbo al joven, cegados por su egoísmo y egocentrismo. (Su muy muy grande egoísmo, diría yo)


El joven, que ya había recuperado su flecha perdida, emprendía el regreso a su hogar cuando se presentaron ante él el trío de ninfos, que furiosos unos con otros, tenían únicamente en mente atrapar al joven con la ayuda de los elementos que cada uno podía controlar; eso, sin importarles ya lo que el joven pensara de ellos. Al verlos, el joven sacó una flecha y tensó la cuerda de su arco con ella.

Un torbellino que levantó hojas secas rodeó ambas piernas del joven, haciéndolo caer de manos y rodillas; un lodo oscuro le sujetó de ambas manos, inmovilizándolo y quitándole sus armas, que se hundieron entre el lodo y después desaparecieron; y una serpiente hecha de agua que salió de las raíces de un árbol lo rodeó de la cintura y empezó a jalar con fuerza. Ninguno de los tres veía el daño que provocaban y ninguno quería ceder ante los otros dos.

El joven, furioso, les dijo que habían cometido un grave error, y sólo al escuchar su voz, los tres ninfos se detuvieron. El joven empezó a resplandecer como si un fuego lo rodeara, se liberó fácilmente del agarre de los tres ninfos y una vez de pie, los tres ninfos, que se habían alejado de él tras ver fuego, vieron que el aspecto del joven había cambiado: sus ojos se habían tornado completamente amarillos, sus brazos se habían cubierto de finas plumas negras, y su cabellera se había convertido en un puñado de grandes plumas, también negras, que se levantaban horizontalmente hacia la nuca. ¡Horrible, era horrible!

Les dijo a los ninfos que su egoísmo las había condenado, y que dicha condena tendrían que sufrirla estando los tres juntos.

De pronto, las piernas de los tres ninfos comenzaron a estirarse y a clavarse en la tierra, empezaron a sentir como sus dedos de los pies se alargaban y se volvían delgados mientras se hundían cada vez más en la tierra. Aterrados, empezaron a llorar suplicando el perdón del joven, pero ya era demasiado tarde, habían tenido la oportunidad de detener la riña pero el orgullo de los tres había sido más fuerte que la cordura; ahora debían pagar el precio. Sus brazos también comenzaron a alargarse, y sus dedos se estiraron y se tornaron de un color café, sus pieles se volvieron ásperas como los troncos de los árboles y sus cuerpos se llenaron de pequeñas hojas. Sus cinturas se ciñeron y se volvieron delgadas y torcidas. Sus cabelleras comenzaron a crecer en forma de pesadas enredaderas, haciéndoles echar la cabeza hacia atrás. Uno de ellos se arrodilló por el peso de su cuerpo, y el de en medio abrió los brazos, haciendo que sus dedos ramificados se mezclaran con el cuerpo hecho planta de los otros dos ninfos, quedando enredadas entre los tres. 


El joven estiró la mano hacia arriba y un par de cuervos le entregaron su arco y su flecha, después, les dijo que no había vuelta atrás por su error. Se fue, dejando un sinfín de cuervos, que desde las ramas de los árboles, observaban a aquel matorral que alguna vez fueron tres ninfos de la naturaleza.

Lo que el joven no supo, fue que la entre sus hojas de los ninfos empezaron a crecer pequeños racimos hechos de frutitos de diferentes colores. Donde yacía el ninfo negro, salieron frutitos redondos y pequeños de un color negro con un toque de morado en su interior; donde el ninfo rojo, frutos iguales, de un color rojo como la sangre; por último, donde estaba el ninfo amarillo, nacieron frutitos iguales a los otros, pero de un color verde brillante. Uno de los cuervos se posó sobre sus ramas y con el pico reventó uno de esos frutos, del cual salió un poco de líquido y dejó ver una suave pulpa en su interior; el resto de los cuervos se acercaron a ellas y exterminaron todos esos frutillos.

Tiempo después, cuando las raíces crecieron y el fruto empezó a crecer de nuevo en diferentes lados del bosque, alguien las descubrió, le agradó su sabor y aquel fruto se dio a conocer en el mundo. Tiene muchos nombres, pero el más famoso, por ser esa su palabra de origen, es el de “la Uva”.

 

 

Cuando Tatsuha terminó su gran relato (según él) volteó a donde estaban los tres niños y los vio escondido dentro de sus sacos de dormir, temblando de miedo. ¡Hasta Ryuichi se había asustado tanto que se escondió bajo la cama!

 

-¡Bien hecho! Me van a culpar a mí –se quejó Deidara.

 

–Ey, veo que ya se durmieron –dijo Itachi llegando con un gran tazón de galletas en una charola y tres vasos de leche.

 

–¡El cuervo! ¡Nos quiere comer el cuervo! –gritaba Ryuichi, muerto de miedo como los otros tres niños.

 

–¿Qué tienen los niños? –preguntó Itachi dejando la charola en la cama, junto a Dei- ¿Quiénes son ellos? –preguntó viendo a Tatsuha y a Ryuichi, bajo la cama.

 

–No lo sé –dijo Deidara haciéndose el desentendido- Y ellos, vienen con Shuichi, creo.

 

–Vamos, salgan de ahí –dijo Itachi a los niños.

 

–¡No! No hasta que se vaya el cuervo –gritó Sasuke, y sacó apenas una mano con su espada y la movió de un lado al otro, dándole al aire. Luego regresó su mano al lugar seguro de su saco de dormir.

 

–Creo que ya tienen sueño –dijo Tatsuha- Bien, cumplí con mi parte, así que… -y se agachó, sacó a rastras a Ryuichi y se lo llevó a alguna de las habitaciones vacías que había.

 

-¡El cuervo, el cuervo! –gritaba Ryuichi siendo jalado por Tatsuha a quién sabe dónde.

 

–¿Pero qué…?

 

–Vamos, se nos acaba la noche –le interrumpió Deidara a Itachi, empujándolo fuera de la habitación– Oh, espera; no creo que quieran salir ni por las galletas –regresó por el tazón y susurró a los niños – Y el hombre cuervo tiene cuervos que vigilan a los niños traviesos para convertirlos en plantas si desobedecen a sus mayores –dicho esto, se giró, apagó la luz y se fue.

 

Y mientras él e Itachi disfrutaban en el cuarto del azabache mayor, haciendo todo el ruido posible y llenando la casa de… bueno, de sonidos no aptos para menores de edad; y por otro lado estaban los gritos de miedo de parte de Ryuichi, que seguía asustado y Tatsuha no hallaba ni cómo calmarlo, los tres niños tenían miedo a salir de sus sacos de dormir, y no saldrían hasta que la luz volviera y los constantes ruidos de la pared de al lado se callaran

 

 ¡Seguramente el hombre cuervo había atrapado a Itachi, Deidara y a los otros dos por eso ellos estaban gritando y recibiendo golpes contra la pared!

 

FIN

Notas finales:

Jajaja! Qué tal?? xD

Me pareció buena idea crear esa historia “mitológica” para explicar los colores de las uvas, y después la adapté a Naruto y Gravitation :P

Nos vemos en el siguiente :B


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