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Un refugio para el amor por Lolly Rock92

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos/as!

Este es mi primer fanfic Yaoi y mi entrada a esto de escribir fics a ver como resulta; se aceptan reviews, tomatazos, sillas, Byakuya, críticas constructivas.

Espero que les guste.

NOTA: ESTE ES EL MISMO FIC QUE ACCIDENTE A LA HORA DEL TÉ SOLO QUE POR INCONVENIENTES CON LA OTRA CUENTA (NO ME SIRVE LA CONTRASEÑA) ME FIGURO ABRIR OTRA.

SOY LA MISMA AUTORA ASI QUE ¡NO ES PLAGIO!

Notas del capitulo:

Se supone que esto sucede luego del día de playa de la asociación femenina de shinigami, aunque en realidad no hay spoiler de nada, espero que les guste :)

 

Papeleo, uno de los trabajos más odiados por Abarai (y creo que por todos los Tenientes) Esa era una de las desventajas de ir al mundo humano, al regresar había montañas de informes que llenar.

“El mundo humano” — Pensó con melancolía. A su mente vinieron las imágenes del día en la playa. A pesar de que casi muere por culpa de una sandía gigante debía admitir que fue divertido, aunque lo realmente interesante sucedió de regreso a casa de Ichigo en lo que los humanos llaman autobús. Era tarde. El autobús estaba lleno, todos estaban cerca, demasiado, demasía…

—Abarai — Lo llamo su capitán sacándolo de sus cavilaciones—, saldré un momento continúa trabajando. —anuncio 28º jefe de la familia Kuchiki.

—Si capitán. — Asintió su Teniente

Algo peor que hacer papeleo, era hacer papeleo con un capitán al borde del desquicio. Últimamente se comportaba más arrogante que de costumbre. En su antes pacífico y estoico rostro ahora habitaba un notable gesto de molestia. Eso, sumado a las continuas miradas de “Te cortare en pedazos con mi Shikai” estaban empezando a fastidiarle ¿Pero que podía hacer? Después de todo era un simple Teniente. A no ser que…

—Si quiero hacerlo a tiempo será mejor que empiece ahora.

 

Un nuevo suspiro abandono la boca del pelinegro. Los estaba teniendo muy seguido últimamente; pensó mientras miraba el atardecer desde el balcón. Las nubes que se teñían de colores amarillos, naranja y rojo parecían arder en el cielo, regalando un espectáculo maravilloso; pero ni el más hermoso de los atardeceres podía calmar su turbada mente. ¿Por qué tenía que darles tantas vueltas a un asunto tan trivial? Pensaba mientras fruncía el ceño molesto.

—Todo es culpa de Rukia — Pensó cerrando los ojos—. Si no hubiera insistido en que la acompañara al Mundo Humano nada de esto estuviera pasando, y Renji…—mastico su nombre abriendo de inmediato los ojos enfurecido —Por la cara de idiota que tiene es claro que no sabe el porqué de mi molestia.

Cerró los ojos nuevamente cambiado su rostro de molesto a apesumbrado.

— ¿Cómo pudo olvidar algo tan importante? —pensó tocando ligeramente sus labios. Aquel “accidente” en el Mundo Humano solo le había causado problemas, noches de desvelo y unos muy lujuriosos pensamientos con respecto a su Teniente.

 

[Mundo Humano: Hace una semana]

 

— ¡Ay viene!—aviso Ichigo a los demás que de inmediato corrieron a bloquear el camino del autobús para que este parara.

—Idiota ¿Dónde pretendes que vallamos en el techo?—grito Rukia golpeado la cabeza del peli naranja.

—No hay de otra a menos que quieras quedarte esperando otra hora más.

—Nii-Sama no puede ir en algo como eso, no voy a…

—Rukia —la llamo el pelinegro colocando una mano sobre su hombro—, es tarde, debemos regresar a la Soul Society lo más pronto posible.

—Pero Nii-sama…

—No te preocupes por mí, sabía que un viaje con Kurosaki Ichigo como anfitrión terminaría en desastre.

—Bastardo…—balbuceo el peli naranja

—Será mejor que subamos, el conductor esta empezado a molestarse. —advirtió Hitsugaya mientras subía al aparato de metal.

—Capitán espéreme. —corrió tras el su Teniente. Y así uno a uno fue subiendo. El término “lata de sardinas” sería un chiste comparado con lo apretados que iban en ese bus; encima, la manera tan salvaje de conducir del chofer, era un infierno ambulante.

Las chicas habían tenido mayor suerte y entre filtreos y coqueteos consiguieron donde sentarse rápidamente; incluso Matsumoto que insistía en cargar a su menudo capitán, sacándole más de un disgusto mientras ella sonreía divertida. Todas, a excepción de Rukia que no se ponía en ese tipo de situaciones o el peli naranja frente a ella que le cerraba el paso no se lo permitía.

Byakuya estaba recostado en la parte trasera del autobús con los ojos cerrados y brazos cruzados. Si bien se había divertido, especialmente durante la construcción del embajador de las algas con arena, también estaba agotado. Solo quería relajarse, pero ver a su hermana deshaciéndose en filtreos con el Shinigami sustituto no le ayudaba en nada y su Teniente se dio cuenta de inmediato.

— ¿Capitán está bien?

—Solo estoy cansado.

—Cansado ¿Significa que se divirtió?—pregunto emocionado el pelirrojo acercándose a él hasta quedar frente a él.

—Fue…educativo, no conocía las playas del mundo humano. —respondió abriendo los ojos mirando por la ventana a su lado.

No quería admitir frente a él que lo había disfrutado, pero por la sonrisa de satisfacción de su Teniente no lo había engañado del todo. Volvió su cabeza para observarle mejor. Su rostro se veía relajado y en sus labios se asomaba una leve sonrisa; pequeñas gotas de agua caían de su húmedo cabello y resbalaban por su cuello para mezclarse con el sudor producido por el calor del lugar.

“Por Dios deja de mirarlo de esa manera tan lujuriosa, tiene eso ahí abajo igual que tú, es un hombre” pensaba tratando de ignorar lo visto antes.

Estoy seguro que quieres saber cómo es el “eso” que tiene tú Teniente.

Maldita conciencia que aparece en los peores momentos. Ese comentario logro que un leve sonrojo decorara sus mejillas, siendo captado de inmediato por el pelirrojo.

— ¿Capitán se siente bien? Esta algo rojo…y caliente. —pregunto preocupado colocando una mano en la frente de su capitán.

—No es nada…solo tengo calor—replico apartando la mano de su Teniente.

El autobús se detiene de manera violenta, haciendo que Renji pierda el equilibrio y choque con los labios de su capitán, los cuales se unieron aún más a medida que el bus aceleraba de nuevo. Byakuya le miraba con los ojos abiertos como platos ¿Le…estaba… besando?

Pasado un par de segundos, el pelirrojo se apartó avergonzado. Byakuya miro a su alrededor, al parecer nadie lo había notado.

—Lo-Lo siento… Capitán—se excusó Renji sonrojado.

—No…es nada —balbuceo el pelinegro mientras cubría su boca aun impactado—, solo…fue un accidente.

 

[Soul Society: Tiempo presente]

Un accidente.

— ¡Suficiente!—exclamo golpeando el balcón— No voy a darle importancia a algo tan estúpido como eso.

Camino de regreso a la oficina con la mayor lentitud posible y el ceño más fruncido que antes, su “determinación” no estaba haciendo ningún efecto. Llego en cuestión de minutos su caminata se había extendido más de lo previsto. Corrió la puerta para encontrarse con una habitación que era todo menos su oficina. El lugar estaba rodeado de cortinas color vino que bajaban las luces del lugar, velas que no solo brindaban ambiente si no que desprendían un agradable aroma y… ¿Era música lo que escuchaba?

— ¿Qué le parece capitán? —pregunto el pelirrojo acercándose a él por detrás.

— ¿Qué significa esto Abarai? —protesto molesto. Lo último que necesitaba era que redecoraran su oficina con un montón de artilugios de baño sauna.

—Lo he visto muy estresado últimamente, y aunque le rogase que me acompañara al sauna sabía que se negaría, así que prepare esto para que se relajara un poco.

“¡Idiota!” Pensó. Lo último que necesitaba era estar encerrado y desnudo con él.

—Yo no te pedí que…— Las palabras murieron en su garganta cuando se volvió a ver al pelirrojo. Llevaba una menuda bata, dejando ver aquellas piernas que le habían desvelado desde el día de la playa, llevaba su cabello suelto y en una pose totalmente seductora ¿Acaso estaba tratando de provocarle? Ante tal escena no pudo evitar ruborizarse, agradeció el que estuviera lo suficientemente oscuro para que él no lo notara.

—Ha estado muy…extraño desde nuestra visita al Mundo Humano, probablemente por todo el papeleo que eso implica, así que es hora de que se tome un respiro —explico pasándole una bata igual a la que llevaba.

— ¿Pretendes que me ponga esto?

—Esa es la idea. Cámbiese detrás de biombo lo espero aquí, Capitán—decía mientras lo empujaba tras el vestidor.

—Debo estar loco por siquiera considerarlo —murmuro—, pero aun así…

Un par de minutos después apareció el pelinegro. Era increíble lo blanco y aterciopelado de su piel, era de esperarse de alguien de la nobleza. Sus largas piernas eran un deleite y su torso una irresistible tentación que dejo extasiado al pelirrojo.

— ¿Pasa algo?—pregunto Byakuya al notar la forma en que su Teniente lo miraba.

—Ah…no nada. Por favor siéntese, tengo algo para usted.

El capitán Kuchiki obedece y segundos después aparece Renji con una bandeja de té y panecillos con la forma del embajador de las algas

—Espero que lo disfrute. — El té emanaba un delicioso olor y los panecillos para su sorpresa estaba deliciosos. Debía admitirlo, se estaba relajando, pero esto termino antes de pudiera darle un sorbo a su té, pues unas cálidas manos empezaron a recorrer su espalda.

— ¿Qué...Que haces Renji? —tartamudeo sonrojado ante el contacto del joven.

—Solo es un masaje, siga tomando su té —explico mientras sus manos se paseaban de un lado a otro en la espalda del moreno. Este se limitó a beber su té tratando de ocultar su nerviosismo.

Abarai por otra parte disfrutaba tocarle de esa manera, pero frotar aquella gruesa tela no bastaba necesitaba sentir su piel. Lentamente deslizo su mano bajo la bata y acaricio la piel de su cuello, era deliciosamente suave y altamente adictiva, haciendo difícil el dejar de tocarla.

—Esto…también hace parte del masaje.

—Eh…sí.

—No suenas muy convencido. —jadeo cerrando los ojos. Las manos de Renji eran como brazas recorriendo su piel; aquella sensación estaba empezando a nublarlo, debía detener esto.

—Creo que debería…—murmuro en un intento por ponerse de pie.

—No, no se levante —pidió a su superior volviendo a sentarlo de golpe derramando el té sobre él—. Lo…lo lamento Capitán, déjeme limpiarlo. —De inmediato busco una toalla y empezó a secarlo.

—Está bien Abarai yo puedo hacerlo. —interrumpe tratando de quitarle el pañuelo sin éxito.

—No se preocupe yo lo hago, le prometí a la chica del sauna que la invitarla a salir si me las prestaba, me matara si se entera que la manche.

De cierto modo esa confesión le molesto un poco al moreno, pero su molestia desapareció a medida que el pelirrojo frotaba  con más fuerza la tela tratando de secarlo.

Lo que Renji no sabía era que estaba frotando algo más que la bata y que estaba llevando oleadas de placer al cuerpo de su capitán.

—Renji no deberías… — Trato de detenerlo pero sus palabras se vieron interrumpidas cuando sus ojos se posaron en la entreabierta bata del pelirrojo, pudiendo ver algo más que solo sus marcados abdominales. Si antes lo había matado con aquellas caricias ahora lo estaba arrastrando al mismísimo Laverno. Ya no podía soportarlo, lo sentía venir, él iba…

— ¡Renji detente! —exclamo sujetando sus manos. Demasiado tarde. Su miembro erecto hacia acto de presencia de entre su bata para salpicar la cara de su Teniente con su semilla.

—Ca-capitán… — fue lo único que pudo balbucear mientras veía anonadado la erección del moreno.

— ¡Aléjate de mí! —bramo furioso cubriendo su virilidad y ocultando su rostro en el escritorio. No había palabras para describir la vergüenza e ira que sentía ¿Cómo pudo permitirse llegar tan lejos? Ahora era demasiado tarde.

—Capitán.

—Será mejor que te largues.

—Pero…Capitán.

—Entonces, yo me iré. —espeto levantándose de la silla con dirección al biombo en búsqueda de su ropa.

—Capitán —Llamo una última vez antes de jalarlo de la mano hacia él y besarlo.

— ¿Abarai que haces? —pregunto alejándolo de sí, pero el pelirrojo le respondió capturando sus labios de nuevo.

— ¡Te dije que pares es una orden!

— ¿Porque? Usted tampoco ha podido olvidarlo

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

—El beso en el mundo humano. Trate de ignorarlo, de no pensar en ello porque creía que estaba mal, porque pensé que usted lo había olvidado.

—Como podría hacerlo, jamás lo haría.

—No importa. El caso es que ya no puedo soportarlo, ese beso me gusto, al igual que este y el otro; y sé que a usted tan bien.

— ¿Que te hace pensar eso?

—Si no lo disfrutaras, ya me hubieses hecho trizas con tu Zanpakuto, además tu amigo allá abajo piensa lo mismo que yo. —afirmo acariciando su endurecido miembro estremeciendo por completo al capitán, que se recostó al escritorio para evitar caer.

—Detente.

—Capitán. —susurro tomando el rostro del pelinegro entre sus manos. Era la primera vez que veía duda en sus fríos ojos grises. Por otra parte los suyos desbordaban de ternura y leves destellos de pasión que los hacían brillar aún más.

—Toca aquí —musito cogiendo la mano del pelinegro y cerrándola alrededor la escondida erección de su Teniente—, usted no es el único que se siente así. —continuo mientras subía y bajaba la mano alrededor de la de su capitán, masturbándose.

—Yo tan solo…—murmuro antes de posar un delicado beso en los labios de Byakuya siendo correspondido por este. A cada segundo dicho beso se tornaba cada vez más profundo e intenso, sus lenguas chocaban luchando por el control, en una danza que solo ellas entendían, cargada de lujuria y pasión contenida.

 “¿Qué es lo que estoy haciendo?”  Pensó el moreno. Esto no estaba bien, no solo porque ambos eran hombres, si no que él pertenecía a la nobleza y Abarai solo era un Teniente, debía detenerlo. No podía llegar más lejos. Pero la lengua de Renji recorriendo cada rincón de su boca nublaba por completo sus pensamientos.

Sus labios ahora se paseaban por el cuello del pelinegro dejando una marca húmeda a su paso. Desamarro por completo la bata de su capitán y continuo bajando hasta llegar a su pezón el cual lamio con gusto mientras atendía el izquierdo con su mano sacando leves gemidos del pelinegro. Succiono el otro pezón de igual manera hasta dejarlo enrojecido, mientras que su mano izquierda bajo hasta su miembro que clamaba por atención.

Pronto sus labios abandonaron el pezón de Byakuya y bajaron más allá de su abdomen; separo las piernas del pelinegro y se arrodillo entre ellas sin dejar de masturbarle.

— ¿Qué…haces? —pregunto con voz entrecortada.

—Solo quiero calmarlo un poco. —respondió pasando su lengua por todo el miembro e introduciéndolo en su boca, succionándolo de manera lenta para luego subir la intensidad. Los continuos gemidos del noble pronto llenaron el lugar y la oleada de sensaciones que su Teniente le provocaba lo estaba enloqueciendo. Su cuerpo perlado por el sudor temblaba de placer. Renji sonrío para sí al saberse responsable de tal reacción.

—Re…Renji…yo…—balbuceo; pero el pelirrojo estaba demasiado entretenido succionando su hombría como para escucharlo. Prontamente su boca se vio inundada con la semilla del pelinegro la cual no dudo en beber hasta la última gota.

Byakuya cayo jadeante sobre el escritorio, definitivamente era mejor que hacerlo solo, aun mas si era su Teniente el que lo hacía.

—Capitán Kuchiki —susurro a su oído—, esto aún no termina, ahora viene la parte interesante. — advirtió lamiéndose los dedos.

Renji capturo sus labios nuevamente mientras uno de sus dedos hacia maravillas en el pequeño orificio del hombre, consiguiendo guturales y sonoros gemidos que eran atrapados por la boca del Teniente.

—Uno más…—aviso antes de introducir un segundo dedo en el orificio. Los suspiros de placer se multiplicaban al igual que los dedos dentro de sí.

—Lo siento Capitán, pero ya no puedo soportarlo —confeso despojándose de la bata dejando al descubierto su virilidad, Byakuya solo pudo palidecer al ver lo que se le venía—. Espero que pueda correrse una tercera vez.

—Renji…no creo que…— Trato de levantarse para detenerlo pero el pelirrojo lo acostó de nuevo con un beso. Abarai tomo las piernas del pelinegro y las acomodo en sus hombros, penetrándolo lentamente.

— ¡Renji! —gimió ante tal intromisión. Su Teniente se detuvo de inmediato.

—Capitán ¿Está bien?

—Por supuesto que no. —respondió sonrojado

—No se preocupe… el dolor se ira pronto. —susurro introduciendo su miembro por completo

Un nuevo quejido abandono la boca del noble; dolía y mucho pero poco después el dolor fue remplazado por una agradable sensación que lo invadió por completo. Empezó con un lento vaivén que poco a poco se tornó más rápido y violento a medida que la excitación crecía. Oleadas de placer recorrían el cuerpo del moreno haciéndole mover sus caderas por más de aquella sensación que lo embargaba.

Lo que sentía era indescriptible, estar con el pelinegro, hacerlo suyo, ser su dueño, hacerlo gemir de esa manera, que pidiera más de él; era como estar en el paraíso.

—Renji… —susurro su nombre. De inmediato el pelirrojo se detuvo a mirarlo. Sus mejillas estaban encendidas de un color carmesí, su pecho subía y bajaba rápidamente pero sus ojos; aquellos ojos grises, fríos como un iceberg, desbordaban de pasión y deseo, y eran solo para él. Una sensación de alegría lo invadió y no pudo más que sonreír.

Byakuya lo miro y sonrió de igual manera. Bajo las piernas de los hombros de su Teniente y se levantó un poco para rodear con sus brazos el cuello del pelirrojo recostándolo sobre él.

—Capitán…— Lo miro sorprendido.

—No te… detengas. —pidió entrelazando sus piernas alrededor de la cadera del pelirrojo. No tardaron en retomar lo suyo. Las embestidas iban y venían con más fuerza que antes, sus respiraciones entrecortadas se mezclaban entre sí, mientras sus caderas se mecían a un ritmo desenfrenado. Ambos lo sentían el clímax estaba cerca. El placer aumentaba, las penetraciones eran cada vez más profundas e intensas. La cúspide del placer llego a ellos mientras se abrazaban fuertemente el uno al otro, fundiendo sus cuerpos y su alma en una sola. Juntos para siempre. Se lanzaron una fugaz mirada antes de sellar su encuentro con un cálido beso que los transporto a otra dimensión.

 

—Renji, ¿Terminaste con esos informes? —pregunto al pelirrojo con su habitual tono mientras acomodaba unos documentos en una de las gavetas del escritorio.

—Solo me faltan un par de sellos y… listo; aquí tiene Capitán. —dijo extendiéndole los papeles al pelinegro.

—Es todo por hoy. Ya es tarde será mejor que te vayas a casa. —aviso el moreno levantándose y caminando con dirección a la puerta.

Renji por otra parte lo miro con tristeza. Habían pasado 3 días desde lo ocurrido, pero desde entonces su Capitán se había comportado como si nunca hubiera pasado ¿Acaso pretendía que olvidara todo lo que paso? No, eso era imposible y si lo había olvidado, él se encargaría de recordárselo.

—Capitán. — Lo detuvo segundos antes de que abriera la puerta.

— ¿Qué pasa Abarai?—pregunto al verlo vacilar.

—Capitán, bueno…con respecto a lo que paso hace unos días yo…— Sus palabras se vieron interrumpidas cuando el moreno lo callo con un beso sorprendiendo al pelirrojo que no dudo en corresponderle. Al separarse, los confundidos ojos del Teniente clamaban por una explicación.

—Renji —susurro sonriendo, mientras posaba una mano en su mejilla—, la próxima vez serás el Uke y haré que lo disfrutes tanto como yo lo disfrute.

—Capitán. —musito con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Vamos, es tarde —hablo con dirección a la puerta pero su Teniente le cerró el paso.

—Ya que tendré el papel de Uke puedo elegir cuando y donde quiero hacerlo ¿No?

—Sí, supongo. —respondió sospechando a donde quería llegar.

—Sabe capitán, todavía no es tan tarde. —comento colocándole seguro a la puerta.

Una sonrisa traviesa asomo en el rostro del pelinegro.

—Bien, aquí vamos de nuevo.

Notas finales:

Bueno eso fue todo, espero que haya sido de su agrado, si les gusto dejen un review y si no pues también dejen uno.

Me despido por ahora

Hasta la próxima!


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