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Undisclosed Desires por Svanire

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Notas del fanfic:

El título del presente fanfic se debe a una canción de la banda inglesa, Muse.

Espero sea de su agrado.

Notas del capitulo:

Primer capítulo de esta fanfic, espero lo disfruten.

Aquello no podía continuar por más tiempo. Me estaba matando. Hablo de la monotonía: diario el mismo recorrido, una y otra vez, la agonía de viajar a la escuela, soportar aquel lugar por horas, para luego volver a una casa saturada de quehaceres y aburrimiento. Mis padres trabajaban, yo era hijo único. Algunos pensaría que era lo más genial del mundo y yo me pregunto por qué.

Un jueves -de los más aburridos que puedo recordar- conocí a un extraño sujeto. Esperaba el autobús para volver a mi casa, el banco de espera estaba totalmente vacío. Él llegó fumando un cigarrillo con un aire sumamente despreocupado. Vestía un traje negro algo arrugado, el nudo de la corbata había sido aflojado. Por alguna extraña razón me quedé mirándolo con interés, sin poner mucho cuidado. El tipo se dio cuenta y volvió el rostro hacia mí con rapidez, haciendo que su largo cabello negro danzara en el aire. Me miró fijamente, dejando impresas sus azules pupilas en mi mente. Lo siguiente fue terriblemente vergonzoso: aquella infame mirada me hizo sonrojarme. Sentí cómo las mejillas me ardían mientras que se llenaban de ese tinte rojo tan particular.

-¡Hola!-me dijo el extraño -¿Por qué el rubor?

Aquello fue lo peor que podía haberme dicho porque mi sonrojo aumentó y no supe qué responderle. Lo único que pude hacer fue apartar mi mirada de él y fingir que tosía. No sirvió de nada porque…

-Te hice una pregunta.

Recalcó cada palabra con su grave voz y me clavó una mirada tan amenazadora que me produjo un terrible escalofrío. La sonrisa había sido reemplazada por un gesto frío y, aunque me apena aceptarlo, me llenó de miedo. No sé bien cuánto tiempo duró aquello (me pareció eterno) pero el sonido del autobús opacó todo al detenerse frente a nosotros. Al abrirse la puerta corrí para subirme y tomé el asiento del rincón de atrás.

El terrorífico sujeto subió tras de mí y se sentó un asiento adelante. Apagó el cigarrillo aplastandolo contra el asiento contiguo, acto que se me hizo despreciable. El autobús arrancó ruidosamente para reanudar su recorrido. Como éramos los únicos pasajeros de aquella tarde, me sentí demasiado nervioso. Era muy estúpido de mi parte.

-Te asusté, ¿verdad?

Con un lento movimiento, el sujeto había girado sobre su asiento hasta mirarme. Una vez más, una amplia sonrisa zurcó su rostro paliducho. Un súbito temor se apoderó de mí, mas tuve que fingir.

-No, estoy bien -dije secamente, mirando hacia la ventanilla.

-Mentir no es una de tus habilidades -dijo burlonamente.

-Ja! -reí nervioso -No me digas.

-¿Cómo te llamas?

¿Responderle? Era un extraño tipo, por mucho que se esforzara en ser amable. Lo miré con total desagrado, no por ello destruyendo la sonrisa que hacía lucir radiante a su rostro. Sus ojos se clavaron en los míos cual cuchillos, hiriendolos. Antes de darme cuenta ya estaba respondiendole:

-Sunao.

-¡Qué nombre más común!- exclamó.

-Todos los nombres son comunes -puntualizé.

-Cierto, todos lo son- asintió con desilusión -Incluso el mío lo es.

-¿Ah si?

-Me llamo Kaoru.

Siguió un instante muy largo de silencio entre los dos, dejándome un poco desconcertado. Kaoru recargó la cabeza en el respaldo de su asiento, dejando que el cabello le cubriera el rostro. Por un momento pensé que se había quedado dormido e incluso intenté hacer lo mismo para que, en caso de que despertara, ya no continuara hablando conmigo. Apenas había cerrado los ojos cuando dijo con voz atronadora que me sobresaltó:

-No estoy durmiendo y te sugiero que no lo intentes.

-¿Qué demonios quieres?- dije exasperado.

-Estaba hablando contigo.

-¿Sabes qué?- colmaba mi paciencia -Vengo de un aburridísimo e improductivo día en el colegio. Lo único que quiero es perderme en un sueño, ¿si?

-¿Colegio?

Sólo dijo eso, como si hubiese entendido mi sermón a medias. Me miró con interés, recargando los brazos en el respaldo, mientras que una mujer y un hombre subían al autobús, platicando de buena gana.

-¿Qué colegio es?- me preguntó.

-No entendiste nada, ¿verdad?

-Respóndeme.

Aquella azul mirada amenazante volvió a surgir, orillandome a contarle a Kaoru sobre mi colegio. De buena reputación, amplias instalaciones, el colegio Kousokuya era de los mejores en la zona. La mayoría de los que asistían procedían de familias adineradas, y aunque mis padres podían pagar la colegiatura, todos se burlaban de mí porque no era un BMW lo que me llevaba a casa, si no un autobús del transporte público.

-Uniforme negro, ¿no?- me cuestionó.

-S-Sí- lo conocía.

-Paso seguido por ahí -dijo -Hay una chica que… -rió, casi con picardía -Es mi amiga. ¿En qué año estás?

-Segundo.

-Entonces no creo que la conozcas. Ella es de primer año.

¿Un tipo como aquel teniendo amigas tan pequeñas? Me dio miedo la forma en cómo se rió, fue casi malévolo. ‘Pervertido’, pensé, y como si lo hubiese adivinado, me susurró:

-No pienses cosas raras. Es sólo una chica que conocí en un empleo que tuve. La pedofília no es lo mío, y en todo caso, no soy tan viejo como crees.

-No dije que lo fueras- me apresuré a decir.

-Pero lo pensaste- entornó los ojos de una forma que me incomodó mucho.

-Ni lo uno ni lo otro- volví a mirar a la ventana -Y en todo caso, no me importa.

-Seguro.

No quería apartar mi vista de la ventana y deseaba fervientemente llegar a mi casa, por primera vez en mucho tiempo. Más personas comenzaron a subir al autobús, hasta que casi todos los asientos se ocuparon. Un par de chicas ruidosas quedaron fascinadas con el terrorífico ser que “me acompañaba”. Cuchicheaban, reían y guiñaban el ojo, hasta que Kaoru permitió que ambas se sentaran en aquel asiento que él ocupara. Sólo les sonrió un instante pero fue suficiente para volverlas locas. Miré con renovado desagrado por la ventanilla, al tiempo que las chiquillas se acomodaban y Kaoru tomaba asiento junto a mí.

-No entiendo qué es lo que las emociona- me dijo.

-Debe ser muy fácil ser como tú- dije de mala gana.

-¿Sin suerte con las chicas?- rió.

-No fue eso lo que ví- volví la vista, enfadado.

-Me refiero a tí.

Muchas chicas me consideraban agraciado, pero nunca había hecho enloquecer a un par de ellas con la facilidad de Kaoru. Decían que me faltaba soltura y yo decía que a las chicas les faltaba cerebro.

-No hace falta mucho- me dijo, cruzando las piernas -Si le gustas a una, tienes todo el control de la situación. Sólo debes ejercer ese control.

-¿Y si no le gustas?- dije con amargura.

-Pues…- me miró muy, muy fijamente; luego prosiguió -Debes ejercer algo de presión.

-¡Qué gran plan!- exclamé sarcástico.

-Si te declaras un fracaso en cuestiones de ligue, no creo que tengas un mejor plan.

Se burló de mí, no sólo con aquel comentario, si no que también soltó una carcajada. Decididamente ya no soportaba pasar más tiempo en aquel autobús, el tal Kaoru estaba agotando mi paciencia.

-No pensé que te enojarías tanto- me dijo, aún riendo -Tu sentido del humor está muerto.

-¿Tú crees?- respondí, sin apartar la vista de la ventanilla -¿Siempre eres así?

-¿Qué tal tú?- pregunté a mi vez -¿Siempre vas por allí hablando con totales desconocidos?

-No- respondió seriamente.

Por increíble que parezca, dejó de hablar tras aquella cortante respuesta. Fue bueno, aunque no dejé de sentirme incómodo en el resto del camino. Finalmente empezé a reconocer las calles aledañas a mi casa, por lo que me acomodé la mochila y me puse de pie. Una fría mano me tomó del brazo.

-¿Te vas?- me preguntó él.

-Así parece- respondí con incomodidad.

-Bien.

Me soltó rápidamente y cambió de posición para mirar hacia la ventanilla. En cuanto el autobús se detuvo en la parada, bajé lo más rápido posible.

 

 


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