Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Besos en monocromo por Yoshita

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Una colección de one-shots, 3, para ser mas específica. 

Comencemos por este, un GrimmIchi

Notas del capitulo:

Disfrutenlo y gracias de antemano  

Después de que Ichigo recuperara sus poderes, la cosa volvió a la normalidad. Pudo ayudar de nuevo a proteger Karakura y a dejar de preocuparse por si el tonto de Ishida había derrotado a todos. Tenía todo lo que le había hecho falta: sus poderes, sus amigos y a Rukia. Pero había alguien que faltaba y ese alguien no había regresado. Ni por venganza. Ni por diversión. Ni por destrucción. Nada. Estaba solo en ese sentido. Había perdido a su rey y luego sus poderes. Pérdida tras pérdida. Ahora tenía una sola de vuelta, pero, ¿de qué le servían sus poderes sin poder ver al rebelde, al destructor? Salió de la escuela y vagó por las calles en busca de algo o alguien que mitigara la ansiedad de verse reflejado en esos ojos celestes que le capturaban. Pero nada pasaba, no iba a regresar. Podía incluso estar muerto, pero... ¿Quién le aseguraba donde estaba ese felino atrayente y masculino? ¿Quién podía confirmar que vivía? Él no era capaz y no podía siquiera hacerse la idea de la desaparición del Rey.   

 

 

La luna, siempre sonriente, lo veía a través del hueco que él había dejado en el techo de Las Noches. Había una paz inimaginable y desértica, al igual que todo su alrededor. Quería subir. Quería verle. Quería oírle. Y quería ser visto. De nuevo. Seis veces. Seis jodidas veces había ido y se había plantado al lado de ese estresante muchacho, le había gritado e incluso había acariciado su espalda y cintura. Pero nada había pasado y él había seguido caminando, con un rostro melancólico y lágrimas asechando abandonar sus ojos. Algo tenía, algo tenía y además no podía verle como él quería. Para él, Grimmjow Jeaguerjaques, el mayor castigo que le haya dado la vida es el haberle arrebatado los poderes a su Shinigami, haberle quitado la vista que dejaba los ojos chocolate fundirse en aquellos mares extensos de destrucción y deseo, pero que no era eso lo que en realidad deseaba transmitir. Él quería ser amado, ser cuidado y que alguien lo protegiera como había hecho Ichigo con esa enorme arma que se acercaba a él, lanzada con la fuerza del quinto Espada. 

 

 

Se sentó sobre el césped cerca al río y miró de manera perdida. Pensó en él y deseó verle. Desesperadamente. El amor que había sentido por ese Espada agresivo y violento se había acrecentado con la necesidad de verle por todo ese tiempo que estuvo ciego. Ciego de él, porque si Grimmjow había ido a buscar pelea, no lo había visto y temía haber herido a la Pantera al ser incapaz de reconocer su presencia. Una última oportunidad pedía, era sólo eso, ahora que tenía lo que le hacía falta, una sola mirada mataría en él el deseo maldito de sus ojos.   

 

 

Una última Garganta, una sola y dejaría esa obsesión con el Shinigami de cabellos naranjas que ocupaba su vacía mente y su eterno tiempo. Se decidió, se levantó y la abrió. Tomó el oscuro camino y andó con desgana. Respiraba de manera lenta y sin emoción, no tenía mucha esperanza en que el chico lo viera de nuevo. Pero era un masoquista de primera y lo que deseaba era tan sólo sentirlo a su lado. Salió del oscuro túnel y observó la nostálgica luz del atardecer. Y se encontró en el sitio donde vio a Ichigo por primera vez. Era transitado por la gente del común y se preguntó si alguna vez Ichigo había pasado por allí intentado recordarle. Se esperanzó con que así fuera. Caminando por la calle entre los transeúntes buscaba la presencia de su chico anaranjado, normalmente a esa hora estaba en su casa, tirado en su cama, deprimido por su falta de poderes. Y él lo veía, las veces que iba, y se preguntaba el por qué de su castigo.  Llegó y saltó hasta quedar a la altura de la ventana de la fresa y no lo vio, Ichigo no estaba.   

 

 

Se tapó los ojos con el antebrazo para evitar la luz del sol poniente, en esa tarde había algo en el aire, algo denso y pesado, agradable a su alma. Se sentía cálido y tranquilo, al tiempo que nacía una necesidad desesperada de tenerla más cerca. El sonido del fluir del río lo arrullaba con suavidad, no esperaba ninguna interrupción, más ese sentimiento que inundaba el viento y el ambiente lo tenía con los nervios a flor de piel. Era algo que él conocía pero que había cambiado, y no lograba recordar de dónde venía esa fuerte presión que oprimía y excitaba su cuerpo entero. Estaba tan a pedir de boca...  

 

 

Pasaba entre las gentes y ellas no lo notaban. Les golpeaba y no se daban cuenta. Era tan invisible... No es que fuera molesto, en absoluto, pasar inadvertido a la gente del común ya le traía sin cuidado. Pero él, él si había dejado de verle, para él si había desaparecido y no sabía si aun estaba en su mente. Pateó una piedra y esta pegó en una vitrina, dejando una grieta. La gente se volteó a buscar el culpable, hallando un vacío en la calle. Chasqueó la lengua y estiró los brazos, el atardecer era ameno, pero melancólico al recordar el color del cabello de su chico anhelado. Se pasó la mano por entre su pelo y lo alborotó, volviendo este a su puesto de siempre. Suspiró. Siguió caminando. Tomó una ruta alejada de la gente y siguió el fluir del río, a ver si el agua lograba arrastrarlo a algún lado.   

 

 

El viento le acariciaba como siempre y el frío se metía por su uniforme, como una mano que se entromete, que invade sin permiso. Estiró las piernas y movió los dedos de los pies dentro de sus zapatos. Tomó aire y abrió los ojos para cerrarlos de nuevo. Una solitaria lágrima dejó sus ojos y se la limpió con rapidez. Acarició el suave césped que tenía de colchón y sintió vestigios del rocío de la mañana, se llevó unas cuantas gotas a la boca y las saboreó. No esperaba nada mas de esa tarde que tenía un aire de seisaciones...

-Shinigami...- sintió la melancólica felicidad en la voz suave del causante de la calidez del aire y la fuerte y agradable presión espiritual.   

 

 

Caminaba arrastrando los pies y pateando pequeñas piedrecillas que encontraba en el camino. Con sus manos libres apartaba las ramas caídas de los árboles que surgían del malecón por el que andaba sin rumbo fijo. ¿Qué haría si lo encontrara? ¿Qué le diría? No podía simplemente soltarle un "te amo" de la nada. No podía decirle un "te extraño" así como así. ¿Cómo debía decirle? ¿Ichigo? ¿Tu? ¿Estúpido? ¿Kurosaki? ¿Cómo debía llamar a ese...?

-Shinigami...- ya que. Ya lo había nombrado de esa manera. Ya no había vuelta atrás.   

 

 

Se levantó con los ojos bien abiertos, se puso de pie en cámara lenta, como si todos sus músculos necesitaran pensarlo profundamente antes de dejar el suelo. Lo encaró sacando las manos de los bolsillos y secando otra lágrima fugitiva. ¿Qué decirle?

-¿Grimmjow...?- la cara se le contrajo, no sabía como expresarse en ese momento deseado. ¿Qué hacer...?- ¿es esto...?

-No. No lo es. Es...

-Real- se complementaban de manera natural.  Se miraron. Se observaron. Se extrañaron con la mirada y luego acortaron distancias.   

 

 

Lo vio levantarse y secarse los ojos. ¿Estaba llorando? Eso no se lo esperaba. Se demoró casi un siglo en ponerse de pie, ¿es que el tiempo iba lento? 

-¿Grimmjow...?- escuchó su nombre en la suavidad de su voz, ah, ¡cómo lo había extrañado! Veía la indecisión en su rostro- ¿es esto...?

Entendía la pregunta con claridad. 

-No. No lo es. Es...

-Real- llenó con su voz el vacío de la frase. 

No podía soportarlo. Se acercó y lo miró a los ojos. No sabía qué decir, ninguna palabra o expresión venían a su mente.  Pero si un simple acto, simple en su totalidad y en una manera tan complejo de entender que no era nada en si. Agachó su rostro y guió sus manos a las mejillas de Ichigo, caminó otro poco y lo recostó en el árbol cercano que tenían. Rozó su nariz con la ajena y exhaló con la boca entreabierta. Sintió como otras dos manos subían por su pecho y se quedaban quietas, expectantes. Le entró pánico, uno irracional y tonto. Pero se decidió. Se acercó a él y ladeó un poco el rostro, iba a dejar al chico tentado, así era él. Sonrió ladino y rió para su interior. Le besó media mejilla y medio labio, era combinado, como los besos en monocromo, que son blancos y negros. 

 

Notas finales:

Esperen los dos faltantes. 

Gracias de nuevo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).