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- Sopa de pollo - por Estrella31

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son de Masami Kurumada-sensei :)

Notas del capitulo:

mmm... bueno, si no lo publico ahora, no podre hacerlo hasta el otro mes y no quería que esta historia quede en mi baúl con las miles de historias que tengo, y es por eso que la traje. Tiene mil errores, pero era para el cumpleaños de mi bichito y era inevitable obsequiarle algo ^^.

 

 

Camus caminaba con paso armonioso hacia el patio de la escuela. Era un día no tan normal para él, ya que su ruidoso, engreído, caprichoso y... bueno, etcétera, etcétera, es decir Milo, cumplía años.

Este año había habido una reestructuración de salones a mitad de año y ambos amigos fueron separados, pero tan solo había sido en la escuela, porque debido al fuerte lazo que habían hecho desde niños, no dejaban de verse en las tardes y en los recreos, donde se reunían con sus demás amigos: Aioria y Shaka.

Justo al poner el primer pie fuera de la sombra que le daba la estructura de la escuela, puso la palma de su mano derecha extendida cerca de su cabeza para que el sol no le diera de lleno, y vaya que justo este día había mucho sol, que causo fastidio en Camus que no podía ni hacerse aire por tener ambos manos ocupadas: una en su cabeza y la otra sosteniendo una cajita.

Avanzó buscando con la mirada a sus amigos, hasta que los divisó en una de las tantas mesas de recreo, sentados hablando a la sombra de una sombrilla. Se acercó; saludo, y enseguida preguntó por Milo, pero ambos jóvenes solo le miraron y segundos después, recibió la invitación a sentarse.

- Hola Camus, siéntate. – ofreció Shaka.

- Gracias Shaka, pero, ¿Y Milo? – preguntó curioso el pelirrojo.

- El bicho no ha venido hoy. – contestó enseguida Aioria mientras se ponía de pie bruscamente,  empujando su silla atrás y empezó a gritar a lo loco revolviéndose los cabellos castaños con ambas manos. - ¡MILO NO HA VENIDO HOY! ¡DEBE ESTAR GRAVE! ¡AGONIZANDO SIN QUE NOSOTROS LOS SEPAMOS! O... ¡TAL VEZ SE LO LLEVARON LOS EXTRATERRESTRES Y..!

- ¡Aioria! ¡Siéntate y cállate! – decía Shaka jalando el brazo del recién levantado para luego suspirar cansinamente. – Mira lo que has hecho...

Aioria miró por consecuencia al francés que estaba con los ojos abiertos como platos, de momento mudo sin saber que decir. Lo mismo que todos los chicos que estaban andando cerca y se habían ganado con el gracioso espectáculo.

- Camus, no te preocupes, de seguro que se quedó dormido. - decía Shaka con voz pausada, queriendo transmitir tranquilidad a su amigo y de paso miró alrededor para verificar si seguían observándoles extraño. En esos momentos agradecía a Buda por la tranquilidad otorgada según él, para tener paciencia con el adolescente castaño a su lado.

- Mira: Milo será muy lo que tú quieras Shaka, pero... ¡Él nunca faltaría a su cumpleaños! – decía Aioria que se recostaba más en su silla. – y Camus me dará la razón.

El mencionado que pensaba lo mismo que el castaño, asintió en silencio. Aunque el tema parecía sin importancia, a él le preocupaban algunas cosas. Milo tenía una especie de don en cuanto al futuro se trata, a veces puede ver ciertos acontecimientos que a veces le contaba por teléfono o en persona cuando se encontraban en la escuela. Y ahí estaba la preocupación: Milo anteayer, le había llamado a medianoche, asustado, contándole sobre una horrible pesadilla que no le dejaba volver a dormir y que involucraba mucha sangre, pero él, soñoliento, se había perdido de ciertos detalles y ahora se empezaba a arrepentir de no haberlo escuchado.

Lo único que recordó fue que le dijo que durmiera, que no se preocupara y que mañana hablarían; pero al día siguiente, a Camus le habían encargado unos trabajos de su salón, que ni tiempo le dio de hablar con sus amigos en el recreo ese día y sólo pudo escuchar a Milo en la salida de la escuela, mientras que él le miraba desde algunos metros de distancia y escuchó gritarle: “¡No olvides la fecha de mañana!” para luego agitar su brazo en forma de despedida y alejarse.

- Camus, de seguro que se quedo dormido y por eso no vino. No te preocupes, después de la escuela iremos a verlo. – suspiró el rubio.

- ¿Faltar el día en el que puede molestar a quién quiera sin regaños y recibir obsequios a diestra y siniestra? No. Yo sigo pensando que algo muy malo debió haberle pasado. –afirmó Aioria que colocaba su codo en la mesa mientras su mano iba a su mentón y adquiría una pose pensativa. -  Me pregunto si habrá tenido un accidente con la moto nueva que le compraron hace poco...

- Aioria, por favor, haz el favor de callarte. No preocupes más a Camus. – regaño shaka.

El timbre de recreo sonó y el pequeño grupo se levantó de sus asientos para regresar a sus salones respectivos.

 

*** ***

 

- Camus, no hagas caso a Aioria, él esta exgerando. –decía Shaka que caminaba junto a él rompiendo el silencio.

- Aún así, es raro que faltara. –dijo el pelirrojo que caminaba preocupado y que no decía palabra alguna desde hace un buen rato.

- Ya verás que cuando vayamos a su casa al salir de la escuela, lo encontraremos bien.

- Eso espero...

Los jóvenes avanzaron algunos pasos para luego el rubio despedirse, recordándole que debían reunirse en la puerta de la escuela como habían acordado unos minutos antes. Camus solo pudo asentir mientras se dirigía a su salón de clases.

 

*** ***

Aioria estaba recostado en la reja abierta de par en par mirando con cejo fruncido y las manos entrecruzadas en su pecho como salían la multitud de estudiantes, y al notar que sus amigos aún no salían, maldijo por lo bajo la impuntualidad; pero como si les hubiera llamado con el pensamiento, al poco rato apareció Camus y luego un agitado Shaka que trataba de recobrar el aliento.

- Siento la demora. – se disculpo el recién llegado.

- Ya vamos. –acotó el león que se echo la mochila al hombro y empezó la caminata.

- ¡AIORIA DILAN!

Los tres jóvenes giraron por la impresión del vozarrón que provenía de una fúrica maestra que venía a grandes zancadas hasta llegar cerca del pequeño grupo con una hoja de papel en la mano.

- Maestra Shaina... – balbuceó el castaño que sonreía bobamente. –eh... yo... – trataba de buscar las palabras que lo libraran del castigo que de seguro la maestra le daría por la “pequeña travesura” que de seguro había notado ya.

Los dos chicos miraban extrañados al castaño que se había puesto delante de ellos y que reía nerviosamente.

- Jovencito, ¿Puedes explicarme porque tu examen dice: “Muerte a los maestros” como una de las respuestas y... – giró el papel para leer la parte trasera de la hoja – “No sé” en la última? ¿Es que acaso me quería tomar el pelo? – decía esto último mirándolo severamente.

Shaka estrelló su palma en la frente mientras Camus miraba hacia la salida queriéndose ir ya.

- ¡Quiero que vayas a la oficina del director en este instante!

- ¿Tiene que ser ahora? – dijo Aioria de mala gana, consiguiendo que la profesora se enfadara más.

- ¡¿Qué has dicho?!

- Ahh... – Shaka suspiró cansino y jalo a Camus a un costado – Camus, adelántate, yo veré de que Aioria no se meta en más problemas y pueda salir antes para arreglar todo para la fiesta de hoy. Creeme, todo va a salir bien.

- ¿Y bien Señor Dilan? ¡¿Qué espera?! – volvío a gritar la maestra a unos centímetros de distancia. El grito le hizo dar un respingo y con la suspiro pesado empezó a caminar tras ella.

- Nos vemos después... y te aseguro que no le habrá pasado nada. – dijo finalmente shaka para caminar detrás de Aioria.

Camus suspiró y dando una última mirada al grupo que se eljaba salió corriendo a la casa de su amigo.

 

*** ***

Minutos más tarde, ya había llegado a su destino, pero algo estaba mal. Paro en seco cuando se acercó a la reja. ¿La puerta abierta? Mala señal...

Con algo de temor, avanzó hasta quedar en frente de la puerta y al momento de querer tocar, la puerta se abrió más, por lo que atino a preguntar si podía pasar. Al no recibir respuesta, asomo la cabeza adentro de la casa, y luego de mirar por ambos lados y no ver a nadie, se adentró en ella. Primero inspecciono alrededor y llamó débilmente a su amigo.

- ¿Milo? – preguntó a la sala solitaria.

Camino unos cuantos pasos más y de pronto oyó una voz detrás de él... una voz de ultratumba pronunciando su nombre... Una voz jamás escuchada por él... Rápidamente giró para ver la cosa más horrible de este mundo a su parecer: Una “persona” un poco más alta que él, envuelto en miles de sábanas en el cuerpo, su nariz tan roja como un payaso y una sábana que le cubría la totalidad de la cabeza y parte de su boca con un sonrojo en sus mejillas.

- ¡Ah! – gritó para luego retroceder un pie hacia atrás y quedarse mirando a la “cosa” que tenía enfrente y que volvía a repetir su nombre con esa voz extraña.

- Camus...

Camus inspeccionó con la mirada de arriba abajo una y otra vez, hasta que se fijo que la “cosa” tenía unas pantuflas de escorpión...Esperen... ¿Escorpión? Se parecía mucho a las usadas por Milo...

- ¿Mi...Milo? –preguntó extrañado después de unos segundos.

La cosa esa movió los brazos, despejándose de las tantas sábanas que le envolvían y se desenvolvió la sábana, dejando al descubierto los cabellos alborotados de su amigo.

- ¡Ah! – Al instante de descubrirse, se acercó un pañuelo a la nariz sacado de quién sabe que bolsillo, para sonarse fuertemente.

- Me asustaste... – suspiró el galo cerrando los ojos. – Pensé que Aioria tenía razón y los extraterrestres estaban experimentando contigo...

- ¿Qué? – preguntó Milo que ahora se le escuchaba más claro.

- Nada...

- Oye Camus, de veras que me siento muy mal. Pensaba salir a comprarme algunas pastillas, por eso me vestí así... la fiebre me está matando... – al instante acercaba una palma a su frente caliente.

- ¿Estás seguro que no tienes nada para la fiebre? – preguntó el galo regresando la vista hacia él.

- Emm... Ahora me duele la cabeza y los ojos me arden... ¿querrías revisar por mí, por favor? Tal vez no revise bien.

- Sí claro.– decía sonriéndole a medias.

- Linda forma de pasar mi cumpleaños, ¿no?  - decía irónico devolviéndole una media sonrisa.

Camus sólo se limitó a extenderle la mano y pasársela por su hombro y ayudarle a subir las escaleras hasta conducirlo a su habitación.

- Gracias, creo que descansaré un poco... – decía el rubio que estaba envuelto en miles de sábanas – Me duele mucho la garganta... – al tiempo de decir esto, cerraba los ojos, tratando de descansar.

- Volveré en un momento. Te traeré algo para que puedas tomar tu pastilla. No tardo.

El galo después de arropar más a su amigo, cerro silenciosamente la puerta al salir y bajo al primer piso buscando el lugar donde guardaban las pastillas y después de minutos de buscar y rebuscar, ¡Encontró una! Pero claro, Milo no podía tomarla sola, además que le vendría tomar algo caliente... Algo caliente... ¡Eso!

Con rapidez, se dirigió a la cocina rogando encontrar lo que necesitaba...

 

*** ***

 

Milo abrió perezosamente los ojos. Se sentó poniendo su espalda en la cabecera de su cama y miró su cuarto solitario para instantes luego mirar su ventana cuadrada que tenía la cortina abierta y mirar al sol ocultarse.

Estuvo un rato tocándose la garganta y al mismo tiempo con la otra mano, tomo el rollo de papel que descansaba en una mesita cercana a él y cortó unos cuantos cuadrados para nuevamente sonarse la nariz.

- Genial... – pronunció con su voz nasal.

De pronto se escuchó el sonido del que parecía su teléfono dentro del cajón de la mesita. Con pereza se estiró un poco para abrir el cajón y sacar el aparato.

- ¿Álo? - Dijo cansino - ¿Mamá? ¿Cómo estás? – Preguntó alegremente -¡Gracias mamá! - sonrió limpiándose un poco la nariz. - Sí, estoy bien, solo que comí un poco del helado de la refri... ¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no me comí todos los botes de helado! – se indignó falsamente. - ¡No! ¡Por supuesto que no estoy enfermo! – Mintió escuchando lo que parecía gritos por el otro lado– ¡Ah! Esta bien... si estoy enfermo, pero es que no pude resistirme a tantos helados juntos...- suspiró escuchando un rato más a su madre que ya no gritaba.- Camus vino a verme y me está ayudando, no te preocupes... – miró hacia la puerta donde recordaba que había salido el galo. -  ¿Vendrás más tarde? – silencio. – Ya veo... – dijo triste. – Bueno, espero que puedas llegar hoy. – Sí, entiendo. – dijo más alegre. – ¡jaja! Entonces, esperaré esos regalos que dices... – una pausa. – Sí, yo también te quiero. Adiós.

Presionó el botón de colgar y vió en la pantalla del celular un montoncillo de mensajes felicitándole por su cumpleaños, pero que él , afiebrado desde que despertó, no había leído.

Prendió la lamparilla de su cuarto al empezar a oscurecerse por el atardecer, y se quedó quito sentado en su cama, hasta que escuchó lo que parecían pisadas acercándose.

Minutos después, Camus entraba a su habitación con una bandeja de color azul, y poniéndola en la mesita de noche, se sentó en la cama de Milo poniéndole la palma de su mano derecha en la frente.

- Todavía tienes fiebre...- susurró acomodando una mesita enfrente de Milo, colocando la bandeja encima.

- La verdad te agradezco por tu molestia, pero ahora no tengo mucha hambre... – dijo apenado.

- Anda, necesitas comer para tomar tu pastilla. Te traje sopa de pollo; con esto y la pastilla te sentirás mejor. – decía colocando una cuchara en el plato hondo y mirándole.

- No, de veras que ahora no... – repitió negando con la cabeza gacha.

Camus tomó la cuchara y tomando algo de sopa con ella, se la acercó a su boca y empezó a soplar para enfriarla.

- A ver... abre la boca...- dijo entrecerrando los ojos.

Milo levantó la cabeza mirándole algo sorprendido.

- Si no comes, te obligaré, así que hazlo o yo mismo te daré de comer. – el galo decía esto, todavía con la cuchara extendida. – Además, no querrás que te vean así en tu fiesta...

- ¡Rayos! ¡Lo había olvidado! – decía ahora si preocupado el rubio mirando al techo.

- Tranquilo, tomé prestado tu teléfono y les dije que estabas enfermo, así que decidieron solo hacer una pequeña reunión aquí, espero no te moleste...

- No, más bien, gracias por todo... – dijo sonriéndole.

Durante el tiempo que Milo tomo despacio la sopa caliente, Camus no le perdió de vista. Milo parecía tan frágil a veces, y era en esos momentos que sentía ganas de protegerlo de todo, de cuidarlo...

- Gracias...Me siento mucho mejor ahora- pronunció al tiempo que cerraba los ojos y se recostaba en la cabecera ante la mirada embobada del galo.

- De... de nada... – tartamudeo retirando la mesita y colocándola en el suelo.

- ¿Uhm? – abrió de nuevo los ojos para mirarlo curioso. - ¿Qué pasa?

- Nada, es solo que... – se repitió mentalmente guardar la compostura. – Quería darte algo por tu cumpleaños. Toma. – Del bolsillo sacó una caja envuelta en azul. – Espero te guste.

Milo tomo la cajita y desenvolviéndola con cuidado, la abrió mirando el contenido que le hizo sonreír de inmediato.

- ¡Oye! Pero si es... – decía emocionado sacándolo con su mano derecha.

- Sí, se que querías ese llavero de plata de la tienda y pensé que sería un buen regalo y...

Las palabras fueron interrumpidas por un Milo que se abalanzó a abrazar a su amigo. Permanecieron así, en silencio durante algunos segundos que a Camus le hicieron decidirse por algo...

Separó a Milo delicadamente y mirándole a los ojos, se acercó a darle un beso fugaz, tan fugaz, que Milo pensó que se lo había imaginado.

- ¿Qué..?

- Feliz cumpleaños... – murmuró bajito el galo sonrojadísimo hasta las orejas.

- Camus yo...

De abajo se escuchó el sonido el sonido de alguien tocando el timbre. El pelirrojo se levantó de inmediato y cogió la bandeja y dándole la espalda.

- Iré a abrir la puerta... Te espero abajo. – No podía verlo, estaba demasiado avergonzado.

- No creas que te hemos terminado de hablar...

Camus se moría por voltear a verlo y aunque su sonrojo no desaparecía, volteó por encima del hombro, solo para mirar a un sonriente Milo que también tenía las mejillas sonrojadas. Quizó saber si era por la fiebre que empezaba o por otra cosa, pero la insistencia del timbre no le dejaba pensar claramente, así que solo asintió para luego salir de la habitación.

Milo al quedarse solo, no pudo agradecer más a Camus por el más hermoso regalo de aquel día que había recibido de parte de él.

 

FIN

 

 

 

 

Notas finales:

Acepto tomatazos y cualquier tipo de sugerencias :)

 

**Estrellita de Cristal**


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