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MY HEROIC KNIGHT por Choisie

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Notas del fanfic:

 

 

“Leer nos da un sitio al cuál ir, cuándo tenemos que quedarnos dónde estamos.”

 

(Mason Cooley)

 

 

 

“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.”

 

(Don Quijote de la Mancha)

 

 

Notas del capitulo:

Esto ya está terminado. Lo iré subiendo paulatinamente y todo eso... No es tan triste cómo se ve... O eso creo. (¿?)

Lo dejo allí. (xD)

No sé qué me dio por verles este lado romántico y vomitivo de arcoiris al Baekyeol (?) Es solo que... ¡son tan tiernos como un delicioso jamón asado...!

Bueh, en fin...

(Dios, ¿¡por qué me hiciste tan demente!?)

Cambio y fuera.

***choisie***

 

Cerré los ojos y suspiré.

No.

No podía terminar así...

 

Los ojos se me incrustaron de lágrimas. Las sentí escapar bajo mis párpados y a través de mis pestañas. Resbalaron pesadamente sobre mis mejillas y acabaron perdiéndose sobre mi regazo, cubierto por la frazada que le había robado a mi primo sin que él se diera cuenta.

Ya no había algo que pudiera hacer para remediarlo. Ya todo estaba hecho.

El tiempo no se había detenido. Las manecillas del reloj prosiguieron su curso, destruyendo mi silencioso dolor.

 

-Oh, no es en serio...- Abrí los ojos. Mi visión empañada por las lágrimas me impidió ver al que se acercó a abrazarme, mas no fue necesario saberlo.

-Lo siento...- Murmuré, sorbiendo mis mocos, restregándome las lágrimas con el dorso de la mano.

Vaya que debí de lucir lamentable...

-¿Por qué siempre es lo mismo contigo...?- Resopló mi primo, haciendo un puchero con sus labios.- ¡Te dije que esperaras que saliera del trabajo...!

-Tenía... que leerlo.- Contesté, abrazando el libro nuevamente, escondiendo mi rostro entre los brazos pálidos de mi primo. Kyungsoo exhaló con fuerza y me separó de su cuerpo, escudriñando en mi expresión.- L-Lo siento Kyungiie...

-Llorar no es bueno para ti, Baek.- Sonrió con cansancio.- Anda, levántate. Vamos a dormir, ¿quieres?

-No...- Mis lacrimales volvieron a llenarse.

-¿Por qué no?

-Si duermo, voy a soñar, y si sueño, soñaré con él...- Murmuré, levantando el libro para esconder mi rostro de los ojos de lechuza que tenía Kyungsoo. Él se limitó a enarcarme una ceja y volver a suspirar.

-Eso no es malo, Baek...- Volvió a sonreír, ahora acariciándome la cabeza.

-¡Sí lo es...!- Refuté, sacando mi labio inferior por encima del superior.- Kyungiie... No quiero dormir...

-Tienes que dormir.- Contestó con voz suave, amilanando mi pánico.- Sabes que no puedes amanecerte. No es bueno para tu salud, Baekhyun.

-Lo sería si lo comprobamos...- Sonreí. Un gesto extraño de seguro, si tenías la cara enmarcada por lágrimas de tristeza, cómo yo.

-Lo cuál no vamos a hacer.- Sonrió el también, despeinándome el flequillo.- Anda, Baek. Levántate. Si quieres, duermo contigo ¿sí?

-¿De verdad?

Asintió con la cabeza en respuesta, sin dejar de sonreírme ni un instante.

-¿Incluso si Jongin te busca?

-Incluso si Jongin me busca.- Repitió.- Primero estás tú.

-Bueno...- Musité despacio, levantándome del sillón con cautela. Siempre ayudado por Kyungsoo, aunque a veces exagerara.- Me conforta que me mientas todavía a estas alturas...

-¡Hey!- Recriminó él, pegándome un manotazo suave e indoloro, en la nuca.- ¿Cómo que mentirte? ¿Acaso te he dejado antes cuándo Jongin ha venido a verme?

Me detuve en pleno pasadizo. Clavé mis ojos rasgados en sus inmensos ojos negros y me limité a sonreír con cansancio, negándole con la cabeza lentamente.

-Exacto. Ahora, vamos. Tienes que dormir y...

-Anda.- Murmuré, interrumpiéndolo. Kyungsoo se detuvo y dejó de hablar. De seguro esperaba que continuara...- No quiero malograrte el aniversario.- Me encogí de hombros.- Antes de que me acuses de brujo, tengo que decirte que contesté una de tus llamadas, ya que no estabas... Jongin me contó todo.

-... Baek...

-Anda.- Repetí, cruzándome de brazos.- Claro que, mínimo tienes que ayudarme a llegar a la habitación.- Sonreí de lado, casi riéndome entre dientes.- No irás a dejarme en pleno pasillo, ¿verdad?- Lo cuál era otra exageración por mi parte. Ambos sabíamos que sí, era enfermizo y pecaba de enclenque... pero no estaba tampoco para tanto.

Kyungsoo cerró los ojos y apretó los puños a los costados. Casi seguro que lo hacía para evitar echarse a llorar. Llevé una de mis manos hasta su rostro y le limpié la comisura de uno de sus ojos, la cuál ya empezaba a centellear por las lágrimas. Kyungsoo dejó escapar un sollozo al sentirme y con un poco de esfuerzo, le pasé los brazos alrededor de su cuello.

-Anda.- Murmuré, acariciando su cabellera negra.- Yo estaré bien...

-Baekhyun, yo...

-No, no, no.- Me negué, haciendo de nuevo un puchero.- Jongin dijo que te esperaba a las 8:30 y ya son las 8:45. ¿No querrás dejarlo esperando más rato, o sí? No creo que seas tan mal novio...

Kyungsoo abrió los ojos, brillantes de alegría y tristeza.

Me ayudó a entrar a mi habitación en silencio, amparándome cómo siempre. Me dejó en la cama y prendió las luces. Conectó el televisor y lo encendió, por si me aburría, y también la radio, por si quería escuchar música, dejándome ambos controles remotos a cada lado de mis manos. Mi celular lo dejó cargando justo a mi lado, cómo de costumbre y me apiló al otro extremo de la cama, un nuevo grupo de libros, llevándose a cambio los del día anterior. Se acercó a taparme con el edredón de la cama y me besó con suavidad en la frente, moviendo parte de mi fleco castaño.

-No importa lo que pienses.- Murmuró, acariciándome la mejilla.- Yo te amo mucho, Baekhyun.

-No más de lo que amas a Jongin, pero bueno...- Me encogí de hombros, recibiendo su golpe leve en el brazo.- Yo también te amo, primo.- Sonreí, tomando su mano.- Anda, vete ya. Se te va a hacer tardísimo.

Kyungsoo volvió a besarme en la frente y salió casi corriendo de mi habitación, cerrando, claro, antes la puerta, con muchísimo cuidado.

Me acomodé sobre la mullida almohada en la que reposaba mi cabeza y me limité a clavar mis ojos en la televisión, sin verla realmente. Aún llevaba cogido con fuerza el libro que acababa de terminar de leer y volví a suspirar.

Las manecillas del reloj de mi habitación, empezaron a trinar cada vez más fuerte, cada vez con más potencia. Enterrándose en mis tímpanos y resonando, marcando su ritmo. Era solo el tiempo...

Tiempo.

 

Hace 24 años que aprendí a vivir con mi cuerpo enfermizo y casi muerto.

Hace ya tres años, que Kyungsoo conoce Jongin, y hace dos, que están saliendo.

Hace 9 meses, que yo superé mi enamoramiento no correspondido por Jongin.

Y hace ya 4 meses, que descubrí que me había enamorado de alguien más. Aunque este, resultaba ser un sentimiento mucho más doloroso que el anterior.

 

-Ay, no puede ser...- Sonreí con cansancio, pegando el libro a mi adolorido pecho, sintiendo los inminentes deseos de volver a llorar.- No puede ser, no puede ser...

Abracé el volumen con toda mi fuerza, dejando que unas rebeldes lágrimas se fugaran de entre mis párpados cerrados y apretados. Un par de sollozos me llenaron la nariz y me la restregué con el dorso de la mano. Levanté la vista al techo y la misma efigie recurrente que me apaciguaba llenó con totalidad mi cabeza...

Ahí estaba, rodeado de flores: su cabello castaño lacio, su cuerpo perfecto y alto, sus piernas largas y fibrosas, su fulgente armadura negra, su mirada poderosa y risueña...

Su sonrisa tierna e infantil...

-No puede ser, no puede ser...- Repetí una y otra vez, dejando ahora que las lágrimas resbalaran de mis ojos.- No puede ser..., no puede ser...

Me había enamorado del personaje de un libro.

 

***

 

-¿Park Yura?

-Es una escritora contemporánea. Es muy conocida hoy en día.- Sonrió Jongin. Su hermosa sonrisa aún me resultaba un poco dolorosa y, sin embargo, me sentía mucho mejor que tiempo atrás. Kyungsoo se acercó por detrás y lo besó en los gruesos labios. Caminó después hacia mi costado y se sentó a mi lado, cogiéndome de la mano.- En la editorial, estamos encantados con ella.

-Jongin insistió en traerte el ejemplar de la primera novela de su saga.- Continuó Kyungsoo, sonriéndome.- Le dije que leías cualquier cosa y él...

-Te va a fascinar, Baekhyun.- Me sonrió de nuevo. Su piel bronceada lograba que sus dientes blancos resaltaran aún más y eso me volcó el corazón de pronto.

Ok, tenía que reconocer que aún me afectaba... Y más de lo debido, por lo visto.

-¿D-De verdad?- Pregunté, con cierto nerviosismo.- ¿Es buena...?

-Es increíblemente buena.- Jongin lucía entusiasmado hablando de ella.- Me ha tocado ser su editor para este proyecto y es realmente una sensación diferente. Sus libros son mágicos. La historia, antes de que te des cuenta, se queda grabada en tu cabeza y logra atraparte en su red de fantasía e imaginación. El mundo que ella ha inventado, se vuelve tu mundo y la realidad que ella ha supuesto, se muta en tu realidad.

-Vaya, pareces todo un fan.- Kyungsoo enarcó una ceja, cruzándose de piernas.

-No te equivoques, amor.- Jongin resopló.- Está felizmente casada por lo que sé y yo no planeo dejar a la persona de la cuál estoy enamorado.- Al decirle aquello, mi primo entró en plan vergüenza y se ruborizó tanto cómo se lo permitió el hacinamiento de sangre en sus mejillas.- ¿Qué dices, Baekhyun? ¿Te gustaría leerlo?

Bajé la vista un par de segundos. La verdad era que no perdía nada leyéndolo...

Ni siquiera tiempo perdería.

-Ok, acepto.- Sonreí, cruzándome de brazos.

Después de todo, tiempo es lo que más tenía.

 

***

 

Supe que me había quedado dormido cuándo sentí que me resbalaba de la cama, lentamente.

-¡Ay, ay...!- Exclamé, tratando de agarrarme de algo. Pero fue muy tarde para mi pésima reacción y antes de percatarme, ya estaba sentado sobre el suelo, sobándome la espalda baja mientras siseaba de dolor.

Levanté la vista para ver el reloj: 3:24 am. Me di media vuelta para acabar sobre mis rodillas y aferrándome a la mesa de noche al lado de mi cama, logré ponerme en pie. Mientras me desordenaba los cabellos de la parte trasera de mi cabeza, afiné la vista en torno al espacio dónde antes había estado durmiendo. Miré el libro volteado que reposaba todavía encima de la cama y lo tomé entre mis dedos. Lo llevé hasta mi torso y lo abracé con fuerza. Con toda la fuerza que podía darle a aquel gesto...

 

-Aish, tengo hambre.- Musité después, haciendo un puchero.

Era obvio que Kyungsoo no había llegado todavía. Si estuviese en casa, lo primero que hubiera hecho, sería apagar las luces de mi habitación y quedarse viéndome desde la puerta de mi habitación, siempre con una sonrisa. Él sigue creyendo que yo duermo cómo piedra al igual que cuándo niño y, sin embargo, siempre me despierto al sentirlo llegar a casa.

Tomé el bastón de “emergencias”, que Kyungsoo creyó que no necesitaría ya que él siempre estaría ahí para mí. Sonreí pensando en eso y aunque en realidad no necesitara del cayado, me era más sencillo andar con él que solo apoyándome en mis débiles piernas. Logré caminar lentamente hasta fuera de la habitación, dejando el libro antes, claro, sobre mi almohada. El asqueroso pasillo no era muy largo y, aún así, me fastidiaba no poder caminarlo normalmente, como Kyungsoo o Jongin, por ejemplo. Me demoró mucho más que a ellos, obviamente, atravesarlo sin dificultades.

-Estúpida cocina que estás tan lejos...- Siseé entre dientes, frunciendo el ceño, mirando la locación a la que estaba insultando con toda mi fuerza.

Suspiré con resignación. No había otra cosa que pudiera hacer, más que maldecir a todo y a todos.

 

***

 

El hecho de que sea enfermizo, no me impidió lograr practicar artes marciales cuándo era niño. Mis padres siempre creyeron que yo lograría sobreponerme a mi deficiente sistema inmunológico y bueno, los primeros 16 años de mi vida, sí lo superé. Pero cuándo fallecieron mis padres tras el accidente, me fue imposible seguir con el hapkido y me dediqué con todas mis energías a lograr terminar el instituto, nada más. El sobreesfuerzo que me supuso esos últimos años de escuela, acabó prácticamente de roer mi cuerpo antes fortalecido y después, me volví un bueno para nada, además del pésimo estado mental en el que me encontraba, estando hundido en la tristeza y la desesperanza. Me volví un chico que, a fuerza, tuvo que resignarse a aprender a vivir a expensas de los demás, pese a que ello todavía me resulta abochornante. Cuándo mis otros tíos estuvieron a mi cargo, pasé de la clasificación de un ser, a una carga. Una inútil carga puesto que, mi estado anímico no mejoraba precisamente con la depresión en la que estuve sumido.

Parte de esa depresión que me carcomía la cabeza, lograba esfumarse en cuánto enterraba mi cerebro entre las páginas de un libro. Todo ese tiempo sin poder hacer nada más que el mover las páginas de una novela, me confinó al paraíso terrenal más perfecto que pudiese haber encontrado:

El leer una, una y otra, y otra vez...

Soportar aquellos meses, hubiese sido imposible de no ser por el apoyo que los libros me otorgaron silenciosamente. Me confortaba creer que ya no podía ser peor, que nada más horrible podría ocurrirme. Si buscaba escapar de la sombra de mi realidad, me enfundaba entre los pliegues de una nueva historia y dejaba mi imaginación divagar en los distintos mundos que cada relato me proporcionaba. Además de aquellos breves momentos placenteros, no le encontraba otro motivo a mi tiempo en vida.

No le encontraba el sentido al reloj biológico de mi cuerpo.

 

Eso explica porqué nunca entendí tampoco, la razón de que Kyungsoo me ofreciera vivir con él, cuándo yo ya había decidido pasar el resto de mi existencia cómo un ente sin espíritu. Puede que haya insistido en decir que de verdad me quería consigo, en que odiaba vivir solo, y en que necesitaba cuidar de alguien porque desde que sus padres fallecieron junto a los míos, detestaba pensar en sí mismo; puede que todas aquellos motivos, en su momento, me hayan hecho feliz y me hayan obligado a aceptar vivir con él, aunque yo entendía que seguiría siendo una carga.

La única gran diferencia, es que Kyungsoo jamás me trató de esa forma y, todo lo contrario, se empecinó en lograr que me sintiera cómodo al lado suyo.

Cuándo niños, no era cómo si hubiésemos sido los primos más cercanos del mundo. Si lo pienso detenidamente, recaería el motivo de nuestra cercanía en el factor de que (más o menos) pasamos por los mismos hechos cuándo fallecieron nuestros padres...

No obstante, ya habiendo crecido, Kyungsoo empezó a tratarme cómo el hermano que nunca tuvo y mientras yo vagabundeaba en su departamento, él trabajaba por ambos aunque yo me negara en un inicio y me compraba los libros que quería, siempre y cuándo le prometiera guardar reposo y no sobrecargarme de ideas negativas.

 

Sonreí al recordar esos días. No podía justificar mis problemas en una triste, vacía y traumática infancia, ya que no era mi caso y nunca lo sería.

Mi vida no había sido la más alegre...; pero tampoco la más deprimente.

Al menos, no antes.

 

***

 

De pronto, el sonido de las ollas rebotando sobre el suelo, me descolocó. Perdí el equilibrio de mi bastón y este se dirigió hacia un lado, dejándome con las piernas temblorosas y dobladas. Emití una especie de gemido temeroso y luego, un leve gritito asomó de entre mis labios. Al sentir que me quedaba sin soporte, no me quedó de otra más que agazaparme y cubrirme la cabeza, para evitar que la caída doliera más de lo que ya me esperaba.

Mi vida era una pérdida de tiempo...

 

Porque por si fuera poco, no era la caída lo que en verdad iba a doler. Lo que iba a lastimarme, al igual que siempre, iba a ser la impotencia.

La impotencia por ser un inútil, por ser débil, por ser un estorbo al cuál debían mantener...

Me esperaba que la caída doliera, de verdad que sí...

Y, sin embargo, el dolor no llegó.

...

Pensándolo bien, ni siquiera me caí.

...

Abrí mis ojos con pánico. Volteé mi rostro hacia arriba y dejé mi vista clavada en él.

...

Dios mío.

-¿Estás bien?

Dios mío.

-...

...

Dios mío.

 

Una de mis manos se movió lentamente hacia su mejilla. Sentirlo la primera vez bajo el tacto de mis dedos, me provocó una especie de quemazón. La segunda vez que me atreví a sentirlo, noté su textura cálida y suave. Volví mis ojos hacia los suyos y, de pronto, todo lo que me rodeaba se detuvo.

 

Dejé de oír las manecillas histéricas del reloj, advirtiéndome del tiempo que nunca perdía...

 

Y, en realidad, creo que hasta dejé de respirar.

 

-Dios mío...- musité en un murmullo, acomodando mi mano a la forma de su mejilla.

-Estás bien.- Sonrió. Con esa sonrisa tierna e infantil tan perfectamente descrita que parecía verla siempre en mi cabeza, cuándo quisiera...

Su mirada poderosa y risueña se apropió de la mía. Su cabello castaño lacio, su cuerpo perfecto y alto, sus piernas largas y fibrosas, su fulgente armadura negra...

...

¿Qué?

Espera, espera, espera...

“Fulgente armadura negra...”

...

¿¡QUÉ!?

 

Notas finales:

(Música de fondo estrepitosa suena)

¡TA-TA-TA-TAAAAAAA!

¡Esto me huele a misterio! ¡Andando Scooby!

...

Ok, ¡déjenme tener mis ataques de infancia!

¡Me retiro hasta nuevo aviso!

...

Okno, lo subiré en las semana, creo (?)

Aiosh ~~

***choisie***


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