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Como en la vida real. por InuKidGakupo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Dragon Ball, sus secuelas y sus personajes no me pertenecen, son obra de Akira Toriyama y la Toei.

Notas del capitulo:

*AU, OOC* wii, feliz, mi historia número diez para DB… En fin, espero que les guste!
Disfrútenla!

Inflé mis mejillas levemente, sosteniéndome fuertemente de la barra de seguridad en el tranvía mientras la gente bajaba a prisa sin importarle que en su camino pasaran a golpear mi persona. Pareciera como si yo no estuviera ahí. Solté finalmente mi aire contenido cuando las puertas del vagón se cerraron después del sonido de advertencia.

Miré por la ventanilla, encontrando el sol en un tono naranja brillante. –Vaya, debe ser tarde…- susurré para mí, sacando con mi mano libre el móvil de mi pantalón. -6:30…- leí, para suspirar cansado por enésima vez en el día.

Mis ojos viajaron a través del vagón, el cual se encontraba ahora vacío, siempre terminaba así a diario, el único en llegar hasta la última estación. Pero aun así prefería recorrer el resto del camino de pie en el pasillo, habían pasado ya más de dos veces en donde el sueño me vencía y terminaba por volver a dar una vuelta por la ciudad.

-Siguiente estación, Yokohama…- vocearon en todo el tren, acercándome a la puerta para bajar en seguida. La terminal permanecía igualmente vacía, así que el resto del camino hasta los suburbios fue relativamente tranquilo.

-Demonios…- maldije al sentir mi estómago demandar atención, parando unas pocas cuadras después en una tienda de autoservicio.

-Bienvenido…- saludó una chica tras el mostrador, sonriendo y siguiéndome atenta con la mirada.

Caminé por los pasillos sin un rumbo fijo, no estaba familiarizado con eso de las comidas enlatadas y procesadas, no había nada como la comida casera… realmente la extrañaba. -700 yens…- leí el precio de un paquete de pastelillos, los cuales lucían sencillamente deliciosos, podía imaginar ya su sabor en mi boca. Los tomé y continué mi camino a través del lugar, en verdad que había muchas comidas raras que jamás en mi vida había visto.

Cuando vivía en Kawaguchi nada de esto era así, la gente trabajaba para conseguir sus alimentos de la naturaleza, desde los que recolectaban la leña, hasta los que criaban a su propio ganado… la comida que había aquí dudaba que alguna vez hubiera tenido vida. –Sopa instantánea…- tomé una de esas, con el hambre a la que me enfrentaba en ese momento hasta eso parecía apetecible.

-¿Encontró lo que buscaba?- preguntó la chica en cuanto llegué a la caja. Después de un leve asentimiento, pasó ambos productos por su escáner. –Serían 1000 Yens…- dijo amablemente, mientras yo sacaba de mi bolsillo mi billetera.

-N-No puede ser…- mascullé, mirando solo una moneda de 500 en donde imaginé debía haber más.

-¿Sucede algo?- preguntó, siguiendo mis manos, las cuales revisaban descontroladamente el resto de mis bolsillos. Sentí un rubor en mis mejillas al descubrir que ese era todo el dinero con el que contaba ahora.

-No… supongo que solo llevaré la sopa…- susurré lleno de vergüenza, tomando la moneda en mi mano y temblando al moverla al frente.

-Serían 300 Yens…- afirmó, y yo asentí extendiéndole la moneda, evitando verla y sintiendo aun una mueca penosa dibujada en mi rostro. –Gracias por su compra, vuelva pronto…- despidió mientras me alejaba con la bolsa plástica en mi mano.

-No volveré nunca…- susurré al estar fuera del establecimiento. -200 Yens…- miré mi mano con lo último que me quedaba, soltando un nuevo suspiro que exigía abandonar mis pulmones.

Sí, definitivamente mi vida era horrible, en momentos como esos me preguntaba por qué demonios me salí de mi casa para venir a este retorcido lugar en busca de algo que sonaba sencillamente estúpido. “Actor… ¿En qué demonios estaba pensando?” Debí estar tomado el día en que me decidí hacer este largo viaje, gastar mi dinero en un curso en una escuela barata y en la renta de un departamento espantoso.

¿Qué se supone que iba a hacer ahora? No podía volver a casa simplemente y decirle a mamá y papá, ´Oigan, ¿saben qué? ¡Tenían razón! Todo esto fue una completa pérdida de tiempo´ -Mamá tenía razón…- susurré ante mi pensamiento. –Tal vez no debí venir…- mis ojos fijaron el suelo marcando mi andar por la acera, mirando mi sombra plasmada por la tenue luz del ocaso.

Todo parecía ir de mal en peor, y estaba casi cien por ciento seguro de que mi papá no me aceptaría con los brazos abiertos, seguramente se sentaría de esa manera en que lo hace, cruzaría sus piernas y me mandaría esa mirada severa. ´¡Vegeta! ¡Me decepcionas, eres un irresponsable!´ Sí, definitivamente, después de su discurso me obligaría a hacerme caro del Dojo por el resto de mi vida… Eso y prohibirme ir en busca de otro sueño loco…

“¿Sueño loco?” pensé mientras me detenía por el sonido de un semáforo a una cuadra de mi edificio. “Sonaba tan real cuando lo planeé…” Sí, sonaba real, y ahora todo parecía basura, acumulada y olorosa… No creí que conseguir un puesto resultaría verdaderamente difícil…

-Vegeta… lo sentimos, pero necesitábamos a alguien… diferente…-

¿Diferente había dicho? ¿Diferente a qué? Vaya, en realidad me hubiera gustado estar dentro de InuYasha, pero en fin, un tal Naraku terminó por quedarse con el puesto de malo…

-Lo siento hermano, pero me dijeron que Muuse se quedó con el papel…-

Una decisión tonta considerando que la profesión de mi familia es cuidar un Dojo de verdad. Bueno, al menos fueron menos crueles, dijeron que necesitaban a alguien más… alto, para el papel, ¿Quién mejor que ese Muuse para pareja de Shampoo en Ranma ½?

-Bueno, lo haces bien pero… este es un personaje bueno, ¿sabes?-

Sí, estoy seguro que lo dijo por mi cara, ¿acaso no puedo parecer más que un delincuente? Bueno, no importa, eso de Pokemón sonaba un poco surrealista para mí…

-El trabajo lo tendrá Gara…-

En serio, ahí no encontré excusas, tenía el perfil, ¡Tenia el perfil! Pero el chico pelirrojo era un poco más joven, solo eso, un año hizo la diferencia entre quedar y no quedar dentro de NARUTO.

Hoy fui a hacer prueba para entrar a Sailor Moon, estoy casi seguro de cuál será su respuesta… no hace falta que lo digan… seguro será eso de la altura de nuevo… ¡El maldito antifaz me quedaba! ¿Pero quién soy yo para juzgar eso? Claro, lo olvidaba… absolutamente nadie…

Subí las escaleras metálicas del lugar, escuchando los acostumbrados gritos y murmullos de la gente que habitaba en esos lugares, subiendo hasta el tercer piso, donde quedaba mi cuarto… o departamento… lo que sea que ese sitio fuera…
Entré y mi pequeño gato negro, Sakamoto, me recibió con sus maullidos y acercamientos en mi pierna.

-No te agites muchacho, estamos igual…- susurré, conociendo de sobra que su maullido era únicamente para demandarme comida, comida la cual era un solo vaso de sopa instantánea, y parecía que tendría que compartirla.

Avancé por la estreches de la habitación, deteniéndome solo cuando el brillo de la contestadora me marcaba un mensaje de voz, presionando el botón para reproducirlo mientras avanzaba a la cocina y colocaba el agua en la estufa.

“¡Onii-Chan! Soy Nano,llamaba para saber de ti. Eres muy malo y nunca nos hablas ni a mamá ni a mí, y ella ha estado preocupada por ti… ¡Aunque yo siempre le digo que eres un hombre muy ocupado! Con eso del trabajo, ya sabes… ¡Espero verte pronto en televisión hermano!, seguro te verás muy guapo…
Te extrañamos mucho, Vegeta, si tienes problemas puedes volver cuando quieras… espero estés bien, nosotros aquí sí, solo papá, que sigue un poco molesto contigo, pero apuesto que si regresas lo entenderá…
En fin, cuídate mucho, ¡Te quiero! ¡Bye!”

 Suspiré, pensando detenidamente cada una de las palabras que mi hermana había dicho. Que desconsiderado había sido en no llamar, pero entre tantas cosas, no pensaba mucho en avisar a casa que seguía bien. Tomé la sopa, aun cruda, y avancé hasta sentarme en el suelo, a la altura de mi corta mesa a la mitad del primer cuarto. Sakamoto se sentó a mi lado, maullando y exigiéndome la mitad de lo que podía ser mi última comida. Mi pago era hasta dentro de dos días, y en realidad un repartidor de volantes no ganaba lo suficiente como para darse el lujo de comer bien a diario. No veía más opción que tener que volver a llamar a mamá y pedirle un nuevo préstamo.

Encendí el televisor, mirando el comercial de una nueva serie, una que su temporada pasada llevaba repitiéndose por años, y la gente jamás parecía aburrirse, y finalmente comenzaría su continuación. Estaba a punto de cambiar de canal cuando mi teléfono comenzó a sonar...

-Bueno…- respondí entrecortado por el bocado de sopa.

-Vegeta, ¿Eres tú?- me atraganté con lo que tenía al reconocer la voz.

-Pi-Piccolo… ¡Sí, soy yo! ¿Qué pasa?- pregunté, entusiasmado, el sujeto era un gran famoso conocido y aun así, era de los pocos que se había ofrecido a ayudarme en ese difícil mundo. -¿Sucedió algo respecto a “Súper campeones”?- pregunté entusiasmado, pues había estado palabreando con el director para meterme en esa exitosa serie.

-emm… no…- bajó su tono de voz, y yo reprimí un quejido desconsolado. -¡Pero pasó algo mejor!- exclamó de repente.

-¿Algo mejor? ¡¿Estas bromeando?!- pregunté impaciente.

-¡Sí! Algo mucho mejor que ser un simple extra…- afirmó. –Te conseguí un trabajo de verdad, ¡Uno permanente! El programa te va a encantar…- mi corazón se aceleró, no esperando escuchar la serie más famosa, pero algo era algo. –Y a que no adivinas en cual es…-

-Ammm, pues, no lo sé… ¿Dr. Slump?- pregunté con una risa baja, pues ese era mi sueño inalcanzable de mi programa favorito.

-¡Mejor que eso!- gritó. -¡¿Has oído hablar de Dragon Ball?!- preguntó, justo cuando el letrero gigante brillaba en el televisor.

-C-Claro que si…- dije dubitativo, sabía de sobra que él mismo trabaja ahí.

-¡Pues felicidades, mi amigo, eres el nuevo villano de la temporada Z!- tragué duro sin creer.

-¡¿Esto va en serio?!- grité levantándome del suelo, tirando el control de la tele y derramando la mitad de mi sopa.

-¡Totalmente! ¡El señor Toriyama quiere verte mañana mismo! ¡La serie será lanzada en cuestión de nada! ¡Te veré en el estudio mañana a primera hora! ¿De acuerdo?- preguntó, y yo apenas pude dar una breve afirmación, colgando el teléfono y tirandome de sentón en el suelo.

-¡Sakamoto-san! ¡¿Escuchaste eso?!- grité eufórico mientras cargaba mi gato en mi regazo. –Creo que las cosas se pondrán bien…- afirmé ilusamente, mientras mis ojos se perdían en la imagen del chico protagonista, un muchacho fuerte y sonriente, de ojos ébanos y cabello enloquecido. Debajo de él decía su nombre, uno un tanto simple para el supuesto salvador del mudo…

-Goku…- pronuncié con determinación aquel nombre por primera vez, de las cuales seguramente, serían muchas…

Continuará…

Notas finales:

Bueno, las edades se irán diciendo más adelante, pero Vegeta esta como en los 18 ahorita, jeje…
No sé nada de Yens, solo inventaba, ni idea de cuanto cueste una sopa ni nada más.
En fin, todos los personajes mencionados pertenecen a sus respectivos autores, nos vemos la siguiente semana en el capitulo uno! Saludos!


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