Era la víspera de año nuevo en un hotel del centro de Atenas, alrededor de las nueve de la noche. Un estruendoso guitarrista se escuchaba cantar y tocar a todo volumen su instrumento. Se había preparado para pasar la navidad en el restaurante del hotel, así que portaba traje, aunque sus converse negros, su melena, la falta de corbata y la camisa desabotonada denotaban su aire rebelde. Su hermano se encontraba de viaje de negocios y él se presentaría al día siguiente en el festival de navidad junto con el resto de su banda: Milo en la batería, Aldebarán en el bajo y él por supuesto a voz y guitarra.
Llegaron los otros dos en mención y conectaron sus instrumentos, por consiguiente la música sonaba aún más alto, le había tocado una habitación compartida, aunque la puerta que las dividía se encontraba sellada, fue el único cuarto que encontró.
Del otro lado de la puerta, cierto rubio fumaba con demasiada molestia, los aullidos de Aioria eran molestos y empeoró la cosa con la llegada de sus compinches.
-“esto ya es demasiado” – pensó dando otra bocanada a su cigarrillo.
Llamó a la recepción donde un entrometido periodista había acaparado los teléfonos.
-Sí, habla Seiya, Shun ¿eres tú?
-¡Está usted loco!, soy de la habitación trece, llame al catorce, ¡hay un estúpido que no me deja dormir! – La molestia y la confusión de Shaka fue evidente.
-¡Estoy esperando una noticia! ¡Cuelgue y no moleste!
-¿Quién es usted? – preguntó muy confundido Shaka.
-¿Cómo que quién? Soy Seiya de Pegaso ¡y estoy esperando noticias de mi novio!
El rubio apretó los dientes y continuó:
-¡Llame al catorce le digo! ¡¿No entiende que ahí hay un imbécil cantando que no me deja dormir?!
-¡Que cuelgue!
Shaka de nuevo apretó la mandíbula y arrojó el teléfono, y de nuevo marcó:
-¡¿Eres tú?!
-Ah… ¿Con que de tú y todo no? ¡Igualado!
-¡Ya le dije que no esté dando lata! ¡Estoy esperando noticias importantes!
-¡Pelado igualado este!
Seiya era un torpe ayudante en un periódico pequeño, quien estaba en busca de noticias que pudieran darle algún lugar en el periodismo.
Shaka no podía más, estaba muy molesto y Aioria no se callaba, encendió otro cigarrillo.
Aioria se recargó en la puerta que dividía las habitaciones entonando la misma canción una y otra vez, y en medio del ruido alcanzó a sentir un golpe en la madera, producto del impacto de una maleta de mano contra la división del otro lado.
Sonrió como los chiquillos que hacen maldades y siguió entonando, les guiñó un ojo a sus amigos, sabía que estaba molestando, pero no sabía a quién.
-¡Ahhhhhhhhhh!- fué el último grito de desesperación antes de que Shaka se levantara.
Los músicos escucharon unos fuertes golpes en la puerta de la entrada y dejaron de tocar, Aioria se asomó a ver quien era y cuál fue su sorpresa al ver al rubio, poco más que tenebroso.
-“D: iiiihhh” – fue el sonido al respirar del susto y la cara desencajada del castaño, cerrando la puerta de golpe. Los otros lo miraron extrañado.
-¡Abra cobarde!
De nuevo salió el castaño.
-Todavía no es hora de fantasmas – decía burlón.
-Es hora de que duerman los imbéciles como usted.
-Perdone usted pero, precisamente, por eso aún estoy despierto – respondió con una sonrisa burlona.
-Muy gracioso – se enfadaba más el rubio – sabe usted, soy actor, y mañana tengo una obra de teatro.
-Pues ha de ser alguna de esas obras de miedo ¿no?
El rubio se extrañó del comentario.
-¿Porqué?
-Pues porque con esa cara…
-Pues sepa usted que todos los actores dormimos así: Nicole Kidman, Matthew Mcconaughey, yo, todos los de categoría.
-Bueno algo había oído de eso, y dígame ¿vive usted aquí en el hotel?
-¡Por desgracia soy su vecino de cuarto!
-¿Tan cerca? -Aioria tragó en seco – pero creo que se te pasó la mano, ¿Nunca te miras al espejo antes de dormir?
-Pues no… no tengo necesidad.
-Haces muy bien, yo no podría dormir.
-¿Entonces piensas que yo soy de los que dan sustos?
-¡Miedo! ¡Pánico! ¡Pavor! Nunca me había asustado tanto en mi vida… pero por lo que se ve que traes bajo esa máscara… - y ladeó la cabeza un poco.
Shaka se tocó compungido el rostro.
-Bueno ¿entonces vas a seguir berreando toda noche? – le devolvió la ironía.
-Pues – sonriendo confiado – Verás que mañana yo también tengo una presentación, con mi banda, la mejor de toda Grecia, y pues, tenemos que ensayar…
-Así que… “canto toda la noche” ¿No? Imbécil.
-¿Y qué le hago?
-¡Morirte!
-Si no me morí de verte a ti, ya no me voy a morir por nada – y cerró la puerta de golpe. Shaka comenzó a regresar a su cuarto y el bromista león asomó su cabeza de nuevo.
-Buenas noches ¡Frankenstein!
Shaka se detuvo, apretó los puños y regresó a su cuarto, cerró la puerta de un portazo.
-Frankenstein… Frankenstein… - seguía pensando en ese apuesto pero imbécil muchacho, nunca había visto a un muchacho tan guapo, volteó a ver al espejo sobre el tocador y brincó del susto; vio una horrorosa imagen: un fantasma de bata larga de baño blanca, casi al tono de las manos y el cuello, con una cabeza con el cabello recogido hecho nudos y una piel verde grumosa y babosa, que en realidad era una mascarilla, más el antifaz anti-ojeras que delineaba sus ojos.
El león siguió “berreando”.