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Lecciones de Fin de Año por TsukiNokuroUsagui

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Notas del fanfic:

Hola!! Por más que intente publicarlo ayer no pude T__T pero aun manteniendo el espiritu de estas fechas que acaban de pasar, los invito a leer mi "especial por fin de año" =D

Feliz 2014 a TODOS!!

 

Las notas estan al final del onsehot n.n

  

 

 

Notas del capitulo:

 

 

 -Gravitation no me pertenece, si no a la sensei Maki Murakami-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

Oneshot

­-Lecciones de Fin de año-

 

Las calles lucían un blanco inmaculado. Nevaba y el mundo se volvía blanco, el color que absorbe a los demás colores, entonces porqué no absorbía el gris que consumía a un departamento que lucía vacio. Pero no, había una persona, una que a pesar que estaba la calefacción encendida necesitaba entibiar sus manos en su taza de chocolate caliente que humeaba, bañando la estancia con su dulce aroma, mas aquella persona que sostenía la taza miraba el ventanal de manera absorta, no se percataba siquiera que a pesar de lo lúgubre que lucía todo, ese chocolate lo acompañaba en su espera de que ese alguien llegase, alguien quien prometió esta vez no faltar a su promesa.

Después de minutos o horas, la verdad no lo sabía porque se había quedado hipnotizado en el suave vaivén en que caían los pequeños copos de nieve, se escuchó un tintinear. No, no eran campanas, era el sonido de unas llaves, había llegado.

La persona que se había quedado esperando se enfurruño en el mueble. Puso su gesto adusto y volteó su rostro contrariamente a la entrada, no quería ver a la persona que estaba entrando pero a la vez quería abrazarlo porque había terminado su espera. Sentimientos confusos que lo entorpecían, al final siempre intentaba ser fiel en como él era, así que se quedó ahí tieso manteniendo su posición de molesto.

Un hombre vestido de manera elegante deslizó las llaves suavemente intentando no hacer demasiado ruido. Su reloj marcaba las 11:46 pm, era tarde, a lo mejor su compañero se encontraba durmiendo y que peor cosa que despertarlo. Al entrar mientras se descalzaba sus zapatos de cuero, notó un olor dulce que envolvía la estancia, casi como guiado por ese aroma entro a la sala donde le pareció ver un pequeño bulto sobre uno de los muebles.

—¿Shuichi? —Preguntó dudoso mientras se acercaba. Dando cada paso pudo notar que ese aroma dulce se trataba de chocolate y mientras más se acercaba donde creía se encontraba Shuichi el olor se intensificaba.

—Hola —. Un "hola" seco y sin sentimientos se dejo oír. Eiri se sorprendió al escucharlo así, continuando acercándosele, se sentó a su lado en el mueble, pero Shuichi mantenía su rostro volteado como si no quisiera verlo.

—Hola —le respondió Eiri— ¿Estás bien?

Entonces saliendo de su escondite, Shuichi se volteó mientras la pequeña manta que lo cubría se deslizaba al suelo, mostrándose con su típico short y su polito a tiras el cual era cubierto por un polon que se caía por uno de sus hombros. Estaba vestido como estaba en la mañana cuando Eiri se había despedido de él, diciéndole que no iba a tardar.

—¿Tu qué crees? —le respondió con otra pregunta mostrándole su rostro ceñudo a un Eiri que se debatía entre que decirle. —Dijiste que no demorarías...

Entonces era eso. ¿Por qué Shuichi tenía que siempre tomarse las palabras  de manera tan literal?

—¿Has preparado chocolate? —le preguntó mientras se levantaba del asiento. Para Eiri situaciones como esas eran mejor no profundizarlas ni darle mucha importancia, de lo contrario podría caer en el juego del baka— Me sorprende que no hayas terminado incendiando el departamento —le habló de manera socarrona esperando que el otro lo mandara al diablo pero su actitud mostraba todo lo contrario.

—Eiri Uesugui no me cambies el tema —le rebatió Shuichi el cual amenazaba con comenzar a llorar por sus ojos húmedos.

Eiri que se encontraba sacándose el saco se quedo parado frío. Oh rayos. Lo había llamado con su nombre completo y eso no era nada bueno. Su primer plan de "ignóralo es mejor" había fallado y ¿Ahora qué?

—Vamos baka, no hagas problemas por tonterías, no me des dolor de cabeza, estoy aqui ahora ¿No? Conténtate con eso —Le dijo rápido como queriendo ya acabar con aquel absurdo dilema, mientras se dirigía a colgar su saco antes de que se arrugase.

—Es Navidad, ¿Que no haga problemas por tonterías? —le respondió Shuichi ya con la voz resquebrajada— Me prometiste que regresarías temprano y llegas super tarde, dejándome solo todo el maldito día de las vísperas y para ti debo quedarme callado porque sino al "señor le va a doler la cabeza"—. Dijo mientras hacia las comillas con sus dedos.

Para Yuki aquello había colmado su vaso, ¿Qué rayos? De cuando acá Shuichi hacía comentarios sarcásticos...

—¿Qué te pasa mocoso? ¿Has tomado mucho chocolate caliente y ahora te duele la barriga? Tomate una pastilla y relájate si no quieres dormir en el sofá —le amenazó mientras se dirigía a la cocina para servirse un poco de ese chocolate.

Shuichi se acercó raudo hacia el árbol y debajo de el saco una pequeña caja finamente envuelta en un papel de regalo que tenia estampas de purikuras(1) de ellos. Con paso decidido se acercó hacia la barra de la cocina.

—¡Yuki! —Le gritó mientras que el volteaba, sorprendido por haber sido llamado así, y Shuichi le lanzaba la cajita. Eiri se quedó impactado por la reacción de Shuichi que no la veía venir —¡Toma tu bendito regalo y no te preocupes cariño que ahora quien duerme en el sofá eres tú!

Y con paso firme se enrumbó hacia la habitación que ambos compartían para encerrarse con llave y por si se le cruzaba la loca idea de usar la llave para abrir el cuarto, atrancó una silla debajo del picaporte. —¡Jum! ¿Qué se cree Uesugui? que ahora él se congele el trasero durmiendo en la sala —pensó en voz alta a propósito para que el otro lo escuchara.

Eiri aún anonadado tomó un sorbo del chocolate que se había servido, saboreó lentamente el dulce líquido en su boca y dejó que sus papilas se relajasen con aquel dulce, una de sus grandes debilidades. Después de aquel ritual que le sirvió para no ir y romper a punta de patadas aquella puerta, miro de soslayo la cajita mentado que encontraba en el parquet de la cocina.   

La recogió, sin soltar su taza de chocolate, y la inspeccionó. ¿Quién podía ser tan cursi como para envolver un regalo con fotos? Dios, Shuichi tenía demasiado tiempo libre... Mirando hacia arriba, en un gesto de hastió, se dirigió hacia su cuarto de estudio para abrir el susodicho regalo.

Ya recostado cómodamente sobre su silla giratoria abrió sin piedad el regalo, destrozando el envoltorio como si de un niño se tratase. Mientras rompía el papel de regalo, sonreía maliciosamente al ver el rostro que pondría Shuichi al ver los trozos de fotitos destrozas regadas en el piso.

—¡Ja! Te lo mereces mocoso infernal —dijo para sí mismo.

Habiéndose desquitado infantilmente con el pobre papel descubrió una cajita aterciopelado de color marrón. Por un instante Eiri pensó que por el tamaño del mismo podría contener un anillo en su interior.

Ajeno a él un pequeño rubor incómodo le cruzó el rostro.

—Rayos baka, porque siempre haces cursilerías estúpidas...

No quería que se tratase de lo que pensaba era porque de ser así, más o menos imaginaba que significado tenia para Shuichi el que le estuviese dando ese regalo y no, el no se sentía aún listo para un compromiso con todas las letras de la palabra, así que de ser así tendría que rechazarlo.

Miraba la cajita con resentimiento, miedo y ansiedad. Muy dentro de sí sabía que su conjetura estaba casi un cien por ciento acertada, de ahí la sobreactuación de Shuichi y porque él lo quería temprano en casa.

¡Maldita su puta suerte! No era que le tuviese miedo a la reacción de Shuichi cuando le devolviera el anillo, Dios era Yuki Eiri, el no temía más bien era temido; pero tampoco era tan bastardo como para querer tenerlo llorando todo el 25 de Diciembre.

—¡Hmph! ¡Al diablo! —Sin más vuelta que darle abrió la cajita para ver el mentado anillo. Mas la leve sonrisa de expectación que se había formado desapareció totalmente al ver que oh sí, con Shuichi nunca podía estar totalmente acertado. Shuichi era una cajita de pandora. 

Adentro se encontraba un collar con lo que a su parecer eran perlas pero estas eran doradas. Al sacarlo completamente se dio cuenta que no eran perlas sino que era un collar budista pero de oro. Era largo pero fino, elegante y liviano para su material. Automáticamente se lo puso y fue como recordar sus épocas de niñez cuando junto con Tatsuha vestían sus yukatas de color negro con su cinto rojo, llevando sobre sus cuellos sus collares, que eran su protección contra los espíritus malignos.

Le gusto su regalo más de lo que esperaba aunque a la vez pensaba que estaba ya algo entrado en años para que algo tan clásico, por no decir viejo, le gustase. Aunque claro de verlo su padre seguro diría que era una falta de respeto el portar algo sagrado hecho de un material que no correspondía ya que estos usualmente eran hechos de madera, pero oh bueno, el oro era ostentoso e iba bien con su personalidad arrogante.

Feliz como niño alegre al que le acaban de dar su carrito añorado por Navidad, se acercó hacia el cuarto e intentó abrir la puerta cuando cayó en la cuenta de que Shuichi estaba molesto con él y que por ello se había encerrado. Forcejeó un poco la manija para ver si el ruido despertaba a Shu, pero solo se escuchó un "LARGATE" sonoro y fuerte.

Entonces Eiri frunció el ceño. Quien carajos lo entendía, hay veces el mocoso se comportaba como una mujer menopáusica.

Muy lindo el regalo y todo, no le iba a perdonar el que lo hiciera dormir en su estudio, porque Yuki Eiri no era mandado por nadie, además el sofá era la cama de Shuichi, territorio que él no pensaba tocar.

Ya recostado sobre su silla semi plegada en su estudio, en una posición donde su espalda se encontraba bien pero sus piernas, por ser muy largas, estaban dobladas y por ello amenazaban con adormecerse.

—Mocoso del mal —suspiró, mientras intentaba acomodarse y tocaba el collar. Una parte dentro de sí agradecía que no fuera el anillo que pensaba, pero estúpidamente se sentía algo decepcionado, total era Shuichi siempre el que daba un paso hacia el frente, para el dar un paso hacia atrás.

Cansado por el largo día y noche, en especial, se fue adormeciendo, pensando que al final ni siquiera le había dicho a Shu su tan ansiado "Feliz Navidad".... ya se lo diría en la mañana.

 

 

El crujido de su cuello y sus vertebras fue el sonido de golondrinas que lo despertó, se encontraba adormitado y adolorido, no recordaba a ver pasado una mala noche desde que era joven. De mal humor se dirigió a su cuarto el cual esperaba, por el bien de todos, de que ya estuviera sin seguro. Al adentrarse por el pasillo nuevamente puedo oler ese aroma a chocolate que lo había recibido en la noche.

Dando una rápida ojeada pudo ver a Shuichi preparando algo en la cocina, por sus movimientos abruptos y torpes podría jurar que veía a una pequeña bruja haciendo alguna pócima en su caldero, bueno si era chocolate ponzoña o no lo tomaría.

Teniendo el cuarto para él solo, aprovecho para ducharse y cambiarse de ropa, se había encariñado tanto con su regalo que no se lo había sacado ni para asearse, aunque aquello era algo que no se lo contaría a nadie.

Ya más fresco decidió que dejaría pasar lo ocurrido la noche pasada, total Shu le había perdonado a él todas las veces pasadas que él lo había botado de la alcoba, así que quizá sea el tan mentado espíritu navideño el que lo estaba suavizando un poco.

Con el rostro tranquilo decidió encarar a Shu, el cual debía encontrarse arrepentido por haberlo obligado a dormir fuera del cuarto, le mostraría los dientes con la sonrisa más sincera que pudiera para hacerle notar que el ya no se encontraba molesto y que lo perdonaría completamente si le servía de ese chocolate.

Con su plan listo, se sentó en la mesa de la cocina esperando que Shuichi se le abalanzara, llenándolo de besos empalagosos y melosos que lo molestaban pero internamente le gustaban, como lo hacía cuando estaba arrepentido, pero eso no ocurrió. Shuichi seguía dándole la espalda mientras seguía haciendo en la cocina.

Shu lo estaba ignorando olímpicamente y Eiri se hablaba a si mismo que el regalo del mocoso era muy bueno como para ser tan malagradecido de comenzar una discusión, aunque ganas le estaban sobrando.  

—Buenos días —saludó Eiri apretando los dientes y conteniendo su mal genio.

—Buenos días —le devolvió el saludo Shu de mala gana, sin siquiera voltear a verlo.

Para Eiri eso ya era el colmo, le había pasado por alto sus engreimientos estúpidos de anoche, no estaba molesto cuando debería estarlo, lo saludaba con ganas de querer pasar ese día juntos pero el muy idiota mantenía su posición de resentido. ¡Resentido mis cuatro letras, que se vaya al diablo!

—Mocoso ya me colmaste ¿Qué mierda te pasa? —Más que una pregunta era una declaración de guerra.

Entonces se escuchó un sonido metálico fuerte. Shu había soltado el cucharon en el fregadero ocasionando el sonido y haciendo que Eiri su pusiera más en guardia.

—Tú no tienes sangre en la cara no Yuki, tengo que decirte todo con punto y coma y yo soy el baka aquí...

—¿De qué hablas engendro? No te entiendo. Ayer te molestas de la nada, me impides entrar a mi propio cuarto y aun así tienes el desparpajo de seguir en tu pose de molesto —le reclamó intentando continuar con se perorata pero fue interrumpido.

—¿Me molesto de la nada? ¿Crees que yo me quería quedar solo todo el maldito 24? —le recriminó Shu.

—¡Yo no te obligué a que te quedaras aquí! —se defendió Eiri ya usando esa mirada que de ser capaz desintegraría al pelirrosa.

—¡Oh bueno Sr. Yuki! Discúlpame por querer pasar una fecha importante con la persona que amo —habló Shuichi con tono ácido.

Aquello había sido un golpe bajo para Eiri, si bien el nunca respondía a los "te amo" de Shuichi, estos siempre lo remecían, y ahora no sabía cómo no hacer notar lo especial que eran para el aquellas simples dos palabras.

—Shuichi yo te dije que tenía una reunión en la editorial, es trabajo, además somos orientales no occidentales Navidad es más una fecha consumista donde las personas cursis buscan que malgastar su dinero —intentó zafarse por la tangente, sin darse cuenta que había cavado su propia tumba.

—Bueno Eiri ya que ahora eres muy oriental y no te importa ni una mierda lo que esas personas cursis pasan para encontrar el regalo perfecto para esa persona estúpida que ni siquiera es capaz de decir un mísero "gracias por el regalo". ¡Podrás pasar lo que quedan de las fiestas solo! —gritó contundente y dolido Shu, el cual ya se encontraba llorando contra todo pronóstico de Eiri

—A mi no me vengas con amenazas baka, si te quieres ir las puertas están bien abiertas —le gritó Eiri con el hígado en la boca.

—Si ya lo sé, no te preocupes eso no me lo tenias ni que decir.

Y saliendo de la cocina a paso veloz, busco su fiel mochila para meter su tablet y un poco de ropa. Eiri se había quedado en la cocina escuchando como Shu revolvía los cajones del cuarto mientras hipaba bajo sus leves sollozos.

No pudo evitar sobarse el puente de su nariz por la inminente jaqueca, lo que estaba pasando era lo menos que deseaba para aquella mañana. No quería que Shu se fuera, no quería que las cosas se dieran así.

Quedándose parado en el umbral de la puerta para intentar disuadir a Shuichi de manera discreta, sin que se notase su interés, de que se quedase, Eiri vio como el pelirrosa venia como un bólido dispuesto a irse.

—Mocoso está nevando afuera ¿A dónde rayos vas a ir? De ahí tu manager te va a matar y yo no pienso ayudarte.

—No te preocupes que no te pienso pedir ayuda, además a diferencia de ti yo si tengo buena relación con mis padres —sentenció incisivo para marcharse azotando la puerta.

¡Ouch! Lo último había sido un golpe bajo y muy bajo. Eiri se rascó la cabeza y sin darle más vuelta al asunto se sentó en el sofá con una taza de chocolate dispuesto a ver televisión.

—Regresará dentro de unas horas, y no va a pasar de ese umbral sino me pide disculpas el muy cabroncito —dijo Eiri herido mientras tomaba lentamente su chocolate que ya no se encontraba caliente.  

 

 

 

Dentro del ligero refugio contra el frio que podía proporcionar la parte de atrás de un taxi, Shuichi se encontraba yendo a casa de sus padres de sorpresa. Rogaba con que su madre no fuera tan incisiva de preguntar de frente por su  yerno favorito, y que también su padre no le agarrase más tirria a Eiri al sobreentender la razón del porque su hijo se encontraba en casa en fiestas de fin de año cuando en todo el año no había ido a visitar siquiera una vez.

Sabía que se lo merecía por ser hijo ingrato pero todo el tiempo era un ajetreo entre ir a NG Records, ir a entrevista, a sesiones de fotos, conciertos, tours,... todo ello lo absorbía y el poco tiempo libre que podía salvar pues lo usaba para priorizar a su persona importante, persona la cual no pensaba igual que el al momento de diferenciar a quien dar su tiempo y a quién no.

Internamente se reprendería, porque el ya sabía de qué pie cojeaba Eiri, y aún si y todo lo quería, pero ¿Acaso era tan malo querer o expectar algo más de él? Se enfurruñaba en el asiento y debatía por mantener su posición de resentido, pero su voz de la conciencia le susurraba que quizá había exagerado y que ello le costaría como mínimo pasar las fiestas de fin de año apartado de él, y esta vez sí por decisión propia.

—Joven hemos llegado —. La voz del taxista sacó de sus elucubraciones a Shuichi quien ya desanimado buscó entre sus bolsillos el dinero por la carrera.

El taxista lo había dejado en la puerta de su casa hacia unos cinco minutos y el no se armaba de valor para tocar la puerta. ¿Qué decirle a su mamá cuando le pregunte lo obvio? ¿Cómo responder a los reclamos de su padre por no venir antes a verlos?

—Ahh.. —un suspiro cansino se dejo oír para sin más tocar el timbre —¡Ya que!

Manteniendo el aire en los pulmones como un soldado raso listo para ser fusilado en el paredón espero a que su madre abriera la puerta, mas nadie la abría.

—Qué raro —pensó en voz alta. Tocó una vez más el timbre. Nada. Una tercera vez y no se sintió como si alguien estuviese en casa.

—Rayos —se maldijo, podría a veces tener tanta mala suerte. Ya sin ningún grado de cortesía prácticamente pego su dedo al timbre el cual sonaba enloquecido. ¡Alguien debía estar ahí!

Entonces se escucharon unas pisadas embravecidas que se hacían más fuertes para que la puerta casi siendo azotando se abriera.

—¡¿Cuántas veces le voy a decir que no tengo canela vieja del demonio?! —Gritó una mujer totalmente histérica.

—Eto... Hola mama —saludó tímido Shuichi ante tal recibimiento.

—¿Shuichi? —La mujer lo dudo un segundo hasta que lo reconoció— Hijo mío que haces aquí —La mujer lo abrazó tan fuerte que parecía que sus huesos gritaban "PIEDAD".— Pensé que era...

—¿La vieja del demonio...? —Le preguntó sarcástico— Cuando no tu mamá, manteniendo relaciones tan amicales con los vecinos —se burló Shu, cuando había podido zafarse del abrazo de oso de su madre.

—Oh hijo tuya sabes como son, una les da la mano y ya se quieren subir hasta la cabeza... —Su mamá comenzó a excusarse contándole la razón del porque había abierto así al puerta.

Por dentro Shuichi agradecía que su mamá tuviera un tema para distraerse y no se fijara de que había ido solo, sin Eiri.

Como toda mamá amorosa, guiando a su hijo con su mano en su hombro lo enrumbó hacia la sala donde se encontraban su papá y hermana.

—Miren que me trajo Papá Noel —exclamó eufórica la Sra. Shindo, llamando la atención de todos los presentes.

—¡Hijo!

—¡Hermano!

Se dejo escuchar en la estancia y Shuichi pensó que había sido un tonto por no haber venido antes a visitarlos. Ellos eran su familia, con quienes había crecido y siempre había una sensación acogedora que lo invadía cuando estaba cerca de ellos.

—Que grata sorpresa hijo —le saludó su papá mientras lo abrazaba cariñoso.

—Ya era tiempo que vinieras ingrato —le reprendió Maiko, quien se había unido al abrazo.

—Oh que bella imagen, ahora solo falta que Eiri-san se una para que sea la foto perfecta de Navidad. —Mencionó su madre sin malicia, mas hasta ese leve instante todo había sido perfecto para Shu.

—Si... verdad... Eiri-san —habló ácido su papá mientras se soltaba de Shuichi.

—Cariño no te sueltes, que ya debe de entrar Eiri-san ¿verdad no hijo?

Los ojos de Shuichi se aguaron. A el también le gustaría que Eiri estuviese ahí, compartiendo tan bonita experiencia, pero no, el idiota se había quedado en casa y ni siquiera había ido tras él cuando le dijo que se iría... quizá así eran mejor las cosas.

—Umm... Ma, Pa, creo Shu está cansado, mejor dejémoslo descansar y de ahí conversamos todos juntos ¿sí? —intervino Maiko al presenciar que su hermano se desmoronaba.

Después de ello todo se quedó en silencio y Shuichi con el rostro cabizbajo se retiró a su antiguo cuarto siendo escoltado por su hermana.

—Gracias Maiko —le agradeció Shu mientras tiraba su mochila y recostaba en la cama de manera laxa.

—No te preocupes onichan(2) pero... debo suponer que no quieres hablar ahorita.

—Supones bien, ahorita no tengo ganas... Lo siento —se disculpó, porque sabía que lo único que su hermana quería era ayudar. Mirándose ambos hermanos y entendiendo lo que el otro sentía, como si fuera esa complicidad que de niños compartían, Maiko procedió a retirarse, no sin antes decirle: —Vendré dentro de un par de horas con tu comida, así que si quieres comer deberás hablar hermano.

"Oh si, su hermanita era la reina del chantaje, ¿Cómo se ponía a hacer eso con las comida? ¡Si es sagrada!"

No pudo contener la risa que aquel pensamiento le producía, estaba en casa, en su cuarto, con sus cosas que el tenia, estaba en el lugar en donde antes de conocer a Yuki aquellas personas y cosas llenaban su mundo, y así estaba bien.

Después de descansar un rato, aprovechó que su hermana aún no había ido a buscarlo con la comida para escabullirse al piso de abajo donde estaba la cocina. Si no había delivery de comida al cuarto no había pago; y por ende el no tendría porque contar nada a nadie.

Ya en la cocina parecía que sus padres no estaban, así que comenzó a hurgar entre la refrigeradora y estantes que comer. Estaba ensimismado en su búsqueda que no escuchó los pasos que bajaban por la escalera.

—¡Aja! —Le asustó Maiko haciendo que diera un brinco que lo hizo saltar casi como un gato erizado.

—Maldición Maiko ¡Porqué siempre andas como un fantasma! ¿No puedes caminar y pasar la voz de manera normal? —Le recriminó Shu, porque de verdad lo había espantado.

—Hay hermano no seas llorón, además es tu culpa por no esperar que te lleve la comida. —Le sacó la lengua Maiko.

—No quiero tus servicios hermana, tu pago es muy alto para mi pobre bolsillo.

—¡Que tacaño! Trabajas en la disquera más grande del país y... — e iba continuar con su perorata pero al ver Maiko el rostro de Shu, entendió que de verdad su hermano no se encontraba bien.

Maiko solo dio un suspiro de comprensión, no podía hacerle bullying a su hermano si él no estaba con los ánimos para responderle los agravios. Sin embargo, si podía hacer algo, en especial justo cuando eran los dos quienes se encontraban en casa.

—Hermano anda a la sala, ahí te llevo tu comida —le ordenó Maiko, a lo cual Shu hizo caso obedientemente. 

Con premura Maiko le sirvió un plato de comida a su hermano, sabía que su hermano necesitaba conversar así al principio se hiciese el difícil queriendo soportar todo solo.

Ya en la sala Maiko le extendió el plato y dejó que su hermano comiera algo antes de empezar hablar. No sabía si las ojeras debajo de los ojos de su hermano se debían a las horas de trabajo excesiva a la cual su mánager loco lo forzaba o se debía a que había estado llorando.

—Hermano... cuéntame ¿Qué paso? —Ante aquella pregunta Shu soltó su cuchara y viendo a su hermana a los ojos se puso a llorar.

—¡Maikooo! ¡Soy un tonto! —Le dijo un Shu llorando a mares mientras se aferraba a el cuello de su hermana como si de un niño chiquito se tratase.

—Eso ya lo sabemos onichan, pero ahora quiero saber si tu tontera de ahora tiene solución —le respondió Maiko en son de mofa, aunque en realidad no le gustaba ver así a su hermano.

Shu le contó a Maiko la razón de porque estaba ahí, le dijo con punto y coma todo lo que había pasado y también que el estaba confundido de si su actuar había sido el correcto o no... a lo mejor el al esperar un cambio de actitud de Eiri era como pedir peras al olmo.

—¿Tú crees que fui muy exagerado... con Eiri? —Le preguntó Shu después de haber descargado todas sus lágrimas y mocos que habían ensuciado hasta destruir la blusa de su hermana, que ni llevándolo a tintorería se salvaba.

—Dios Eiri-san es un héroe de batalla, te soporta hasta tus mocos y te pones así con el —le molestó mientras veía con pena su blusa nueva.

—¡Maikoo! Eres una mala y chismosa, solo querías saber que me pasaba para mofarte y no para ayudarme —le dijo resentido Shu sintiéndose traicionado.

—Ya no te pongas asi Shu, solo te bromeaba, y en cuanto a lo de Eiri-san yo creo que es normal el querer que su relación mejore... y si Eiri no se puede dar cuenta de ello pues, con todo el dolor de mi corazón, diré que es un tonto —le dijo Maiko de manera teatral.

—Wow... Es la primera vez que sales en favor de mi en vez que Eiri... supondré entonces que actué bien... —Susurró un aún no tan convencido Shu que se alegraba de tener si quiera a alguien en su casa a su favor.

 

 

 

En el departamento de Yuki Eiri había llegado el 26 de Diciembre y no había señales del baka. Nadie había llamado, su celular se mantenía en total silencio, ni siquiera un mísero mensaje de texto de esos que tanto lo hostigaban diariamente pero que ahora le gustaría leer.

—¡Mierda! —Se recriminó, porque era el él que no lo había detenido cuando pudo ni tampoco lo había buscado... aunque por un demonio, él nunca buscaba a nadie, la gente venía a él, en especial Shuichi.

Se rascaba la cabeza con impaciencia y se debatía entre el mantenerse en su posición o llamarlo pero...

—¡No! ¡No lo llamaré! —Se dijo dándose coraje a sí mismo. Hacerlo era darle mucho poder Shuichi, era demostrarle que él estaba preocupado, y eso no era cierto, ni siquiera cercano a la realidad.

Sin embargo a pesar que pensaba eso, no podía dejar de golpear su dedo índice contra el portavasos del sofá, era casi ya como un tick. Se estaba comportando de una forma tonta y el sabia tenía que relajarse, tenía que hacer algo.

Decidido a no darle más vuelta al asunto ya que lo podía empujar a hacer algo de lo que luego se arrepentiría se dirigió a su cuarto de estudio en el cual se encerró, prendiendo su laptop vio la estúpida foto que shuichi había puesto en su escritorio con el marco más femenino y gay posible.

—Diablos que malos gusto —pensó al tomar el susodicho marco de osos con corazones, y al ver la foto en donde estaban los dos abrazados, bueno, Shuichi intentando cortarle la respiración abrazándole todo el tórax con una sonrisa de oreja a oreja, y él manteniendo el poco aire que un tenía en sus pulmones para no morir.

Sintió que nuevamente ese sentimiento de nostalgia lo iba a invadir por ello puso el marco boca abajo, no sucumbiría.

—Algunos trabajamos de verdad baka... —habló para sí mientras habría la hoja de word que contenía parte de su último trabajo.

Se ensimismo tanto en su trama, sus dedos se movían como poseídos y por más que su estomago clamó en varias ocasiones un poco de comida no se levantó de su asiento sino tan solo para ir al baño.

 

De repente sintió que un dolor intenso en su cuello, intento moverse y este comenzó a bajar yendo por toda su columna. Cuando abrió los ojos vi el techo oscuro, quiso moverse pero su cuello estaba entumecido, se había quedado dormido en su silla en la posición más incomoda, con su cuello prácticamente en 45 grados.

Todo se encontraba en penumbras y se preguntó que día y que ahora era. Prendió su laptop la cual seguro se habría apagado automáticamente por la inactividad. Sus ojos y su estómago le ardían, tenía la boca pastosa y ni que hablar de su espalda que parecía que alguien la hubiese agarrado como saco de arena para boxear.

Cuando vio la fecha y hora en su computadora se sorprendió: 28 de Diciembre 2:34 am. En algún momento se había quedado dormido después de tal maratónica escritura, necesitaba dormir, pero no en respaldar de su silla, necesitaba su cama.

Con dificultad, prácticamente arrastrando los pies, se dirigió a su cuarto. En donde le pareció ver un bulto recostado.

—Valla baka... Regresaste —habló totalmente cansino. Sin quitarse la ropa, se hecho en la cama y se ovillo al lado de quien pensaba era Shu, al cual abrazo.

—Qué bueno que estés aquí... —susurró antes de caer total dormido.  

Ya en la tarde, Eiri comenzó a desperezarse, recuperando parte de sus sentidos ya que al haber pasado más de 24 horas sin ingerir alimentos su cuerpo se encontraba adormitado, y esto no era por haber dormido en mala posición.

Al abrir sus ojos y ver la habitación semi oscura sabia que se le había invertido el horario porque estaba durmiendo de día y despertando en la noche. De repente al sentir un fuerte ardor en la boca del estómago notó que no solo se estaba malogrando su reloj interno sino también su estómago.

Entonces recordó que Shuichi había regresado y palpando con sus manos no sintió nada al lado suyo. Se sentó para buscar entre las sabanas y notó que aquel bulto que había visto, y pensado que era el cuerpo de Shu, era tan solo la almohada de Shuichi, la cual era grande y larga perfecta para acurrucarse.

Totalmente decepcionado y desanimado se paró para dirigirse al baño y asearse. En el baño al observar su reflejo se notó ojeroso y con el rostro un poco chupado, desde la partida de shu no había comido bien, y ahora veía el resultado.

Con un dolor de cabeza inminente se escurrió hacia la cocina donde de mala gana buscó en las alacenas algo que comer, más al abrir el primer estante un paquete cayó sobre su frente asustándolo. Al recoger del suelo vio que eran los amados Pocky's de fresa del baka...

Algo dentro de el rugió y no era su estómago. Así de débil como se sentía ya le valía poco su orgullo y con paso firme se acerco al teléfono, pero al notar que no había ningún mensaje ni ninguna llamada perdida sintió que todas aquellas ganas por llamarlo se esfumaban y se volvían en cólera.

—"Si él puede vivir sin mí, pues yo lo puedo hacer también, y mucho mejor que ese idiota" —gritó internamente su voz interna.

Agarrando el mentado paquete se dirigió al tacho de basura donde lo arrojó con resentimiento y amargura, mas al ver el paquete ahí, en el fondo del tacho, se comenzó a cuestionar quien podía soportar tal carácter suyo... Y si es que tal vez Shuichi no había llegado ya a su límite de paciencia.

Aún más desanimado e intentando acallar ahora una voz distinta que le susurraba "llámalo" se preparó algo de lo que había en la refrigeradora para no morir de hambre. Manteniendo su plan de distraerse y ahora comer, se puso a hacer zapping en la televisión hasta que un canal llamó su atención y ¡oh maravilla! era un concierto de Bad Luck.

—¡Maldita mi suerte! —renegó y terminando de embutirse lo que le quedaba por comer, se dirigió a su cuarto para echarse a dormir. No tenía ganas nada. A pesar que sentía su estómago lleno, había un vacio que no podía llenar y no sabía por qué. No tenia sueño pero prefería estar bajo las mantas de su cama y callar a su corazón que latía fuertemente, como queriendo indicar algo que él no quería ver.

En un cerrar de ojos había llegado 29 de Diciembre y Yuki Eiri, se encontraba viendo una película en su sala ya que no quería toparse con ningún canal que tuviese al "innombrable" como ahora se refería al baka. No quería decir ni su nombre porque después de tanto dormir y haber ordenado un poco su sistema fisiológico, había llegado a la conclusión de que el que estaba mal era el "innombrable" y por ende el debía venir, arrodillado, pidiendo disculpas.

Miraba la película The Avengers por tercera vez, no era que fuese un total fan de Marvel, sino que en su repertorio de CD's BlueRay era lo único que podía ver sin que se le quemasen los ojos. Es decir, "¿quién rayos ve la sirenita a los de 25 años? Por Buda y siendo varón..."

—Que mal gusto he tenido... —se habla a sí mismo, mala costumbre que ya se le estaba arraigando.

Cuando su teléfono celular sonó incesantemente por un instante pensó que podía tratarse del "innombrable" pero al notar que no se trataba de el sino de un número desconocido, decidió tirar toda su frustración y mal genio sobre aquella alma malintencionada.

—¡¿Quién mierda es?! —Grito gutural

Primero hubo silencio y pensó que le habían colgado pero entonces se escucharon unas carcajadas fuertes, que para su desgracia el conocía.

—Oh valla hermanito... Tus buenos modales me dejan sin aliento... ¿Así es como conquistas a tus fans? —Preguntó burlón Tatsuha desde el otro lado de la línea, aún intentando mantener el aire que se le escapaba por hablar y reírse a la vez.

—Muérete imbécil —le ladró Eiri.

—Wow estas que botas fuego por la boca hermano, ¿Por qué tanto cariño?—Le preguntó un Tatsuha que ya sospechaba que más que una común amargura de Eiri, algo no andaba bien.

—Si para eso llamas retardado te puedes ir a la ... —Le amenazó Eiri.

—¡Espera! Aun no me sentencies... Enserio estoy preocupado, ¿Qué tienes? —le habló serio.

—Ahh... —Suspiro vencido y ya cansado nuevamente— Nada que te importe Tatsuha, nada que puedas hacer...

—¿Está todo bien con mi cuñadin?

Al escuchar acerca de Shuichi toda su bilirrubina volvió a ebullir descargándose.

—No me hables de ese innombrable, por lo pronto no tienes cuñadin ni mierda, hazte a la idea de que tendrás una cuñada pronto, y esta estará mas buena que el pedazo de gente anterior...

Tatsuha al escuchar ello sintió pena ajena por Shu, a quien más que su cuñado le categorizaba como un héroe de guerra por estar junto a su hermano.

—¿Otra vez metiste la pata? Oh vamos Eiri, tienes que bajarle los decibeles, hablas de cuñada pero yo solo te escucho herido y solo...

—¿Y tú que sabes? —le habló un Eiri ya histérico— El idiota se fue, yo no lo bote, ¿Y ahora qué? Yo no lo pienso buscar, que se vaya al diablo —concluyó sintiendo que se le formado un nudo en la garganta. Había estado guardándose su frustración desde el 25 y sentía que ya todo se le venía encima.

—Hermano solo te puedo decir que pienses en dos cosas —guardo silencio para saber si su hermano no le tiraba el teléfono, pero como parecía que lo escuchaba continuo— Primero: piensa en todas las veces que él te ha pedido disculpas cuando era él quien merecía escucharlas y no decirlas, y Dos: ¿De verdad quieres terminar tu relación con Shuichi? Yo creo que tu lo quieres pero tu orgullo no te deja quererlo.

Hubo un silencio tan largo que Tatsuha estaba seguro que esta vez sí le habían cortado del otro lado la línea, hasta que escuchó una voz rasposa.

—No sé donde está y la verdad dudo que si lo llamo me conteste el teléfono... sé que la he cagado muchas veces, pero esta vez no creo que haya sido para tanto... Sin embargo, estoy dispuesto a .... dispuesto a disculparme si él me da la oportunidad.

Rayos hasta le era difícil decir la palabra esa, ¿Cómo se supondría que se lo diría a Shu?

—Oh Buda, debí grabarte, has dado hoy, 29 de Diciembre a las 5:37 pm, un gran paso hermano... estoy emocionado —dijo Tatsuha fingiendo llorar de emoción.

—No te hagas el muy payaso que como te digo no se...

— No te preocupes hermano, todo buena conducta de alguien en rehabilitación, merece un premio, dentro de un rato chequea tu celular.

Y sin más le colgó el teléfono.

—Ve este idiota, hasta se ha atrevido a colgarme... —No sabía que haría su hermano ni tampoco de tener Shuichi al frente suyo que decirle pero, tomando una de las esferas del collar que le había dado Shu, esperaba que todo regresase a la normalidad.

 

 

 

Hacia tanto tiempo que no visitaba su casa que había olvidado lo cálida que era y como extrañaba los arrebatos de su madre que lo molestaban pero a la vez hacían reír. Sin mencionar como su papá y su hermana se peleaban por el dominio del control remoto del televisor de la sala, era tan divertido que era más entretenido ver como discutían ellos que ver la tele.

Ya habían pasado varios días desde que había regresado como hijo prodigo y a pesar que disfruta su estancia, muy en el fondo había una alarma, un vocecita que gritaba y que el intentaba ignorar. Después de días había decidió olvidar el tema de Eiri siquiera hasta que acabase lo poco que quedaba del 2013. Ahora no quería pensar, porqué cada vez que pensaba lo único que aquello lo incitaba a hacer era salir, tomar un taxi y regresar donde Eiri.

Sacudió su cabeza al imaginar esa escena, no quería recibir el 2014 llorando en la sala porque Eiri lo había exiliado hasta el próximo año por haberlo obligado a lo mismo la noche de Navidad. Quería comenzar este año feliz, y así se sentía con su familia así su corazón estuviese partido en dos.

"Can't touch this lalalalaaa Can't touch this lalalala"

—¿Qué es ese endemoniado sonido? —Preguntó hastiado el Sr. Shindo.

A Shuichi le tomó unos segundos notar que ese sonido era el ringtone de su celular, con premura buscó entre su mochila y al responder sus ojos brillaron ya que pensaba de que quizá, tan solo quizá, aquello que había pensado de recibir el 2014 con el corazón partido podía cambiar.

—¡Cuñadin! ¡A los tiempos! —Saludó Tatsuha desde el otro lado.

Y toda su euforia se fue al tacho.

—Ah... Hola Tatsuha —saludó apagado.

—Siento no ser la persona que pensabas escuchar cuñadin, pero ¿Me podrías decir tu ubicación exacta? —Le interrogó el pelinegro.

—Ah, ok, estoy en... ¡Un momento! ¿Y para qué quieres saber eso? —le pregunto con sospecha.

—Porque... Mmm... Porque quería hacerte una pregunta acerca de Nittle Grasper, tu sabes algo de fan a fan, por eso quería saber dónde estabas —balbuceó el menor de los Uesugui.

—¿Y no le puedes preguntar a Ryuichi? ¿Que no iban a pasar las fiestas juntos? —le preguntó totalmente hastiado y envidioso porque a el también le gustaría estar junto a su pareja en ese instante.

—"Rayos" —se maldecía Tatsuha al ser tan mal mentiroso— "Que acaso alejado de mi onichan se le regresó toda la inteligencia... bueno sí, tiene sentido"

—Vamos Shu, no te hagas de rogar, ¿Dime dónde estás si?

A Shuichi aquello le parecía muy raro y hasta le hacía sospechar que Tatsuha estaba llamando porque alguien le había pedido el favor de averiguar su paradero. A lo mejor ese alguien era Eiri.. Pero no, no se quería ilusionar por las puras.

—Estoy en la casa de mis padres y...

—Ok cuñadin, gracias por la información, cuídate.

Y como un rayo colgó

—!¿Pero qué...?! —ni pudo siquiera decir "chau" Shu— ¡Qué demonios les pasa a los Uesugui... Están locos!

—¿Quienes están locos? —Le preguntó su mamá quien había escuchado su grito.

—No nada, nadie mamá jeje —rio forzadó, no quería que su mamá supiera nada, ya que lo más que le había dicho era que Eiri estaba de viaje y por ello el estaba ahí. Sus padres no sabían de su supuesta pelea y así era mejor.

 

 

 

Por otro lado Tatsuha feliz por su buena obra del día, mismo Hermes, de la manera más rápido texteó a Eiri su gran hallazgo.

"sta en la caza d ts suegr&Tos =DDD Buena suert ;)"

 

 

 

Cuando Eiri escuchó el sonido de su celular y leyó el mensaje de Tatsuha no pudo evitar sonreír.

—Si todo sale bien, el favor que te debería lo pagaré mandándote de regreso a la escuela, ni el mocoso escribe así —se burló, pero a la vez pensaba que todo estaba bajo sus manos. Ahora era él quien debía dar el primer paso y esperaba que la otra parte la aceptase y no diese un paso al costado.

Tragó fuerte. La sola imagen le escarapelaba el cuerpo, debía pensar bien que hacer y decir, no podía aparecerse bien gracias, porque a lo mejor le lanzaban un portazo en la cara.

Siendo ya noche decidió descansar y ya con la mente despejada pensaría bien que haría concretamente.  

El día 30 de Diciembre había sido muy ingrato para él, sin darse cuenta las horas habían volado y lo único que había podido hacer era ir a la tienda para hacer el encargo que tenia y esperar que su supuesta promesa de la tienda de que tendrían el trabajo hecho para mañana 31 sea cierto. Además de haber comprado cuanta cosita veía en su camino por las tiendas comerciales y de alguna forma le recordaba a Shu, hacia que se sintiera ridículo pero necesitaba asegurar su plan, tenía que ir a ganador.

Era ya de noche y se movía como un león enjaulado, repetía en su plan en su cabeza e intentaba suprimir toda voz que le repetía que estaba fuera de sí, porque él nunca haría eso, pero rayos, era eso o pasar el año nuevo sin su sesión de sexo.

Una sonrisa perversa se le formaba, ya se habia vuelto una tradición para él y Shu el hacerlo y... Oh rayos, a quien quería engañar, más que sexo, quería a Shuichi devuelta y si todo le salía bien sería tan solo dentro de unas horas...

O quizá unos minutos. Al amanecer el 31 de Diciembre, con las horas contadas para que acabase el año, hizo todo lo que tenía que hacer en la mañana y se enrumbó al domicilio de los Shindo.

Ahí con su Mercedes Benz negro aparcado en la acera al frente de la casa, veía con recelo la casa de dos pisos con jardín al lado. Estaba con el motor apagado pero mantenía las manos en el timón porque tenía ganas de huir y dejarlo para otro día, pero ¿Que día? Era 31, así que era ahora o nunca.

Tomando sus dos cartas principales en su mano izquierda se dirigió hacia la puerta de la casa. Mientras caminaba se recordaba de que de fallar su plan, tenía otras cartas en la parte trasera de su auto que podía usar... pero la verdad era que no se quería ver obligado a usarlas.

Al frente de la puerta pudo escuchar risas y sintió que se corazón se estrujo. Sin embargo ya estaba ahí, y con todo y la sensación de chiquillo adolescente que se va a declarar a su primera novia, tocó el timbre.

Cuando la puerta se abrió y ambos se miraron fue como verse por primera vez aquella noche en el parque, con la diferencia de que ahora era Eiri quien llevaba entre sus manos algo cursi y ridículo y no Shuichi.

—Eiri...¿Qué haces aquí tan...? —Pero no pudo terminar la frase ya que un objeto le cubrió la vista. Al  ver de qué se trataba lo que prácticamente Eiri le había estampado en la cara vio que era un peluche grande de Kumagoro, todo rosado con su pañoleta roja en la cabeza y su típico overol, pero con la diferencia que entre sus manos tenía un cartelito que rezaba: "Discúlpame nanoda"

Toda la práctica que había hecho Eiri para aquella situación se había esfumado cuando vio a Shu y al escuchar su tono aún ácido, sus manos se movieron automáticamente. Ahora se sentía expuesto y tonto, lo que más odiaba.

Se sentía nervioso y al escuchar que Shuichi cerraba la puerta detrás de si, no significaban para el buenas noticias, ya que no lo iba a invitar a pasar. Pero entonces Shu lo tomó de su brazo y lo guió hacia donde parecía ser el jardín.

Shuichi tomó el peluche de las manos de Eiri y mirándose a los ojos se puso a llorar. Eiri ya no entendía nada y prefería que se lo tragase la tierra a que en ese momento se apareciesen sus suegros, que no debían estar lejos, y vieran la escena.

—Vamos mocoso, mi regalo no puede estar tan malo... si no te gusta devuélvemelo pero ya no llores —le iba a quitar el peluche cuando Shu lo abrazó contra su pecho.

—No me gusta... —Dijo Shu entre lágrimas, destrozando el poco orgullo que aún le quedaba a Eiri— Me encanta, es lo más tierno que más podido regalar.

Con las esperanzas recobradas Eiri tomó a Shu de los hombros y sin romper el campo visual le dijo: —Discúlpame Shu, ese día debí llegar temprano y no lo hice,  pero ya aprendí mi lección así que regresa ¿sí?

Enjuagándose la lagrimas y totalmente sorprendido por lo que le acababa de decir Eiri, Shu también dio su brazo a torcer y dijo lo que su corazón guardaba:

—No, Eiri, tu también discúlpame, ese día yo exagere, no debí irme, tu llegaste tarde sí, pero llegaste, las navidades pasadas a veces ni te aparecías pero... pero como me pareció que nuestra relación estaba mejorando... no se... quise más, quise que tu actuaras como yo quería pero... yo sé cómo eres, yo sé que no lo haces de malo y así te quiero, así te...

No pudo soportar más y acortando la distancia que los separaba Eiri besó a Shuichi en un beso torpe donde ambos buscaban con ansias tener más contacto pero no coordinaban bien como. Cuando Eiri dejo de besarlo, beso su frente y a lo abrazo protectoramente debajo de su cuello, mientras lo abrigaba con su saco, ya que Shu se encontraba solo en pijamas.

A Eiri le habían dolido las palabras de Shu, mientras lo abrazaba y sentía su calor impregnarse en su pecho, se preguntaba con ansias cuando otra vez esta unión se rompería por no querer hacer bien las cosas. Sabía que había otro trasfondo más allá de llegar temprano o no, y Shuichi lo había dicho, y de la manera más resignada posible le había dicho que ya no esperaba más de el... pero ¿cuántas veces lo haría sufrir así, como estos días?   

Tragando fuerte, haciendo que su manzana se golpease con la cabeza de Shu, hurgó entre el bolsillo de su gabán y al sentir el objeto buscado, se armó de valor para dársele a su dueño.

—Shuichi... estos días sin ti me fueron eternos —le susurró en la oreja— yo no tengo nada de que disculparte, más bien permíteme hacer lo más cursi que hare en mi vida—le dijo mientras se separaba de él y habría una cajita roja para sacar de ahí un anillo de oro blanco y colocárselo en el dedo anular izquierdo.

Para Shuichi todo pasaba en cámara lenta, desde que Eiri había comenzado nuevamente a hablar no daba crédito a lo que ocurría.

—No es quizá el significado que tú crees, pero es mi forma de decirte que eres importante para mí, tanto así que estoy dispuesto a ser mejor pareja y ya no ser tan egoísta —. Le dijo Eiri mientras sentía su rostro hervir y ya sin la valentía de verle a los ojos.

Shuichi no espero más, literalmente se lanzó a los brazos de Eiri en donde esta vez fue un beso de amor donde parecían que los dos eran piezas perfectas que habían sido hechas para estar así, juntas. Fue un beso dulce y largo, donde ambos se degustaban y ninguno quería ser quien rompiera aquella conexión.

Había estado esperando tener contacto con el otro desde hacia tantos días que sus mentes se estaban nublando y no les importaba donde ya estaban porque Shuichi había abierto sus labios buscando mas de Eiri, a lo cual el había tomado alegremente, invadiendo la boca de Shuichi, rozando sus lenguas de una manera sensual que estaba llevando a que una mano de Shuichi comenzase a bajar hacia el norte, en una zona peligrosa.

—Ejem... no es que me incomode el porno gay pero, les puede dar hipotermia, está nevando... —interrumpió Maiko que se encontraba en la puerta del jardin, con el menor grado de prudencia posible.

Los dos se miraron y se sorprendieron de verse semi recostados en la nieve con la ropa totalmente arrugada. Sus rostros se pusieron de todos los colores.

—Hola cuñado —le saludó Maiko a propósito viendo a Eiri totalmente incómodo— que bueno que hayas venido a pasar las fiestas con nosotros —le insinuó.

—Es lo mejor que has podido hacer —le dijo al ver a su hermano con una sonrisa enorme y sus ojos nuevamente con ese brillo radiante que solo aparecían cuando se posaban en Eiri.

—Sí, es lo mejor que he podido hacer —le aseguró mientras dando un último casto beso a Shu, lo ayudó a pararse y se dirigieron hacia dentro de la casa.

—¿Y que es ese peluche de color...? —Ya estaba preguntando Maiko al ver a su hermano con tremendo peluche.

—No preguntes —Le cortó en una Yuki. Se había mentalizado para soportar a un Shindo y no a dos.

Entonces adentro de la casa cuando se encontraron con los Sres. Shindo se escuchó el grito alegra de la mamá de Shu al ver a Eiri y a su hijo feliz nuevamente. Cuando el Sr. Shindo de la mala gana se preparaba para saludar a su yerno divisó algo brillante en la  mano de su hijo.

—¿Pero qué carajos es eso? Aquí nadie se me casa, ¡Lo prohíbo!

Y bueno, no fue la velada más encantadora, pero la pasaron juntos y eso era lo que contaba.

 

 

 

Notas finales:

(1) purikuras: son un tipo de fotos en Japón que al tomartelas salen con el marquito que tu hallas deseado._.


(2) onichan: hermanito mayor.


 


Wow!! me duelen los dedos jeje no recuerdo haber escrito tanto en tan pocas dias asi que espero les guste ;) 


Como me quedo chico el tiempo, (ya casi es 2 de enero mientras estoy escribiendo aqui xD) el final siento como que no me puede explayar como quise pero asi quedo.


Cuentenme que les parece en sus reviews y si les agrada podria hacer un omake, con lemon aunque soy terrible en eso Y__Y... pero creo que la situacion lo amerita muajaja


Cuidense y tengan un Feliz año 2014!!!!!


Pdt: No se olviden de mi otro fanfic "Mutismo" aunque con este oneshot lo tengo medio olvidado jeje @_@ bye!


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