-Hey, ¿Estás bien?- Lo oí llamarme antes de que me diera tiempo a entrar en mi departamento. Me alejé de la puerta ante la imposibilidad de meter la llave en la cerradura y golpeé mi espalda contra la dura pared, quedándome apoyado en ella con los ojos cerrados y una clara expresión de dolor en mi rostro. Quería llorar, llorar por todo lo que me había pasado y yo no creía merecer, pero no quería llorar en frente de él, mi nuevo vecino por el que al parecer tenía sentimientos nada comunes en una relación como la nuestra.
-Oh, sí. Claro que estoy bien, no soy capaz ni de abrir la puta puerta del dolor que me está jodiendo ahora mismo, pero sí, definitivamente estoy bien.- Espeté con claro sarcasmo en mi voz, ahora mirándolo con molestia, molestia que él no merecía. Simplemente estaba de mal humor y lo pagaba con él, quien no tenía la culpa de nada. Es más, quien había cuidado de mí en más de una ocasión de este tipo.
-Anda ven, te curaré las heridas.- Pasó mi brazo por sus hombros y me agarró por la cintura, entrando en su departamento antes incluso de que me diera tiempo a reaccionar y negarme. Nos dirigíamos al salón cuando me zafé de su agarre y puse las manos hacia delante en señal de que me dejara.
-Estoy bien, Kris. Ya sabes como soy, con un poco de descanso estaré fresco como una rosa, ha sido así toda mi vida antes de que aparecieras. En serio, no es necesario que hagas todo esto, al fin y al cabo, sólo eres mi vecino…- Auch. ‘’sólo eres mi vecino…’’ Esas palabras me habían dolido hasta a mí. Él abrió y cerró la boca varias veces, como si quisiera decir algo pero nada saliera de su garganta, a la vez que sus ojos se agrandaban. Pero ¿Por qué reaccionaba así? ¿Acaso no era la verdad? Por mucho que a mí me doliese, sí. Esa era la realidad: Kris y yo éramos sólo un par de vecinos que se llevaban bien, nada más ni nada menos. Hubo una vez en la que creí que él podría sentir lo mismo que yo siento por él, pero toda mi ilusión se esfumó cuando sin querer lo oí hablar por teléfono… ‘’Sí, papá, encontraré a una buena persona y me casaré pronto, es más, ya tengo a alguien en mente así que no te preocupes y toma tus medicaciones…’’ dijo. La conversación siguió, pero yo no quise escuchar más.
-¿Eso es lo que crees?-dijo por fin. Yo me limité a asentir con la cabeza.- No, Tao. No es así. Para mí no eres otro de los numerosos vecinos, tú eres alguien especial. Alguien muy importante en mi vida a pesar de que te conozco desde hace poco. Tú eres quien cada noche me inspira a seguir con mi trabajo, porque ahora mismo, mi única razón de vivir es cuidar de ti. – Remató acercándose a mí y dejando caer sus manos sobre mis hombros sin fuerza, quedando mis manos sobre su pecho ‘’su sexy pecho…’’ pensé, pero inmediatamente alejé ese tipo de pensamientos nada adecuados para la situación. Kris era escritor, y sabía que desde que nos habíamos conocido tenía un personaje inspirado en mí, pero de ahí a ser su razón para trabajar, ser mi bienestar su razón de vivir… No, definitivamente no es posible. ¿Cómo puede ser alguien la razón por la que respires? Nunca le había visto el sentido a eso. Pero extrañamente, yo vivía por Kris, a pesar de que no lo creía posible.
Antes de que me diera cuenta, estaba sentado en el sofá, siendo mis heridas desinfectadas y vendadas por la única persona capaz de acelerarme el pulso con un simple roce.
-¿Han sido esos idiotas de nuevo?-Rompió el silencio con semblante sombrío.
-¿A quién te refieres?- Pregunté fingiendo no saber de lo que hablaba.
-Sabes a quien me refiero. Los niñatos eses de tu instituto que siempre te pegan.
-Ah, ellos. Sí.-Respondí seco. No tenía ganas de tocar el tema, pues estaba realmente agotado física y mentalmente.
-¿Por qué lo hacen? ¿Qué razones puede tener un ser humano para meterse con alguien como tú?- Kris terminó de vendarme el antebrazo y subió su mano a mi mejilla, mirándome con cariño y tristeza aún desde el suelo sobre el que se acuclillaba.
-¿Alguien como yo? ¿Un chico solitario que vive sólo con su tía adicta al trabajo y sin amigos, un chico que no encaja en la sociedad? Muchas.- Él sólo me miraba como si no se lo pudiese creer. Pero tampoco es como si todo lo que estaba diciendo no fuera cierto. ¿Pero qué iba a entender él? Él nunca había estado sólo, por lo poco que yo sabía sus padres siempre cuidaban de él, siempre lo acompañaban y apoyaban en todo lo que hacía e incluso lo metieron en una buena escuela en la que todos se portaban bien con todos, de la que se graduó satisfactoriamente. Yo no había tenido esa suerte. Yo siempre estaba solo, nadie me había apoyado jamás en nada que quisiese hacer, nadie me había dado el cariño que ahora Kris me daba y mi escuela era una maldita mierda llena de adolescentes con complejo de mafioso.
-Yo no veo ninguna.-suspiró pesadamente- Mira, mañana cuando terminen las clases iré a buscarte y vendremos juntos a casa, ¿De acuerdo? Así no se atreverán a tocarte. Y será de esa manera hasta que te gradúes si es necesario, pero no puedo simplemente ver como sufres y curarte las heridas después, Tao. A mí también me duele, ¿Sabes?- No sé como, pero había terminado sentado en el sillón junto a mi, con ahora ambas manos sobre mis mejillas y su frente pegada a la mía, mirándome como si fuese un tesoro. Y entonces pasó lo que había deseado desde antes de saber siquiera su nombre. Me besó. Lenta y suavemente, como si tuviera miedo de herir más mi labio ya maltratado, pero yo no podía dejarlo así, necesitaba profundizar ese beso. Y así lo hice. Nuestras lenguas bailaban una danza desconocida para mí hasta el momento y mi corazón parecía querer escapar de mi pecho y salir corriendo, brincando de felicidad. Fue así como llegamos a su habitación, quitando cada pieza de tela cubriendo nuestro cuerpo, deteniéndonos en el especial tacto de la piel ajena bajo las yemas de nuestros dedos, saboreando cada rincón que besábamos, que lamíamos; disfrutando del placer que nos producía el sonido de cada gemido o suspiro del otro. Y fue así también como terminé bajo él, siendo sometido al placer que me producía con cada embestida. El sonido de las sábanas caer, su piel contra la mía y la cama golpeando contra la pared. Fue así, como terminamos tumbados en lo que había sido el escenario de nuestra pasión y, extrañamente para mí, amor. Mirándonos queriendo no olvidar jamás ese momento.
-Kris… ¿Esto es en serio?- Pregunté sin poder contenerlo por más tiempo.
-¿El qué, bebé?
-Esto… Lo que sientes por mí.-no contestó, sino que me miró esperando a que continuara hablando. Me senté y él hizo lo mismo.- No te molestes, pero un día te oí hablar con tu padre por teléfono, en la entrada de tu apartamento. Decías que encontrarías a alguien, ya sabes… Para casarte y que ya tenías a alguien en mente…- Bajé mi mirada cuando hube terminado de hablar, pero en seguida una gran mano que yo ya conocía de sobra alzó mi rostro, obligándome a elevarla de nuevo para encontrarme con sus ojos escaneando los míos.
-No me molesto, pero… ¿Escuchaste todo?-negué con la cabeza y él sonrió de lado- Después de decir que ya tenía a alguien en mente dije: ‘’Se llama Tao, y es un chico realmente adorable al que quiero mucho, te caerá bien si tienes la oportunidad de conocerlo’’.-No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, las cuales se derramaron cuando salté sobre Kris, envolviéndolo en un abrazo cargado de gratitud. Porque sí, me sentía inmensamente agradecido hacia él por todo, pero sobretodo, por amarme.
-¿Por qué yo, Kris? ¿Por qué de todas las personas del mundo, yo? – Quise saber con las lágrimas resbalando por mis mejillas, aún sin romper el íntimo abrazo que nos envolvía.
-No hay una explicación, Tao. Simplemente desde el primer momento en el que vi tu mirada, supe que serías la estrella más brillante en mi pequeño mundo.