¿Por qué me hiciste prometer eso? ¿Esto es lo que llaman destino? Nunca creí en el, siempre pensé que el destino me lo forjaba yo, siempre salí adelante, llevando en mis hombros las muertes de incontables compañeros, de incontables amigos, sin derramar ni siquiera una lágrima, soy el Sargento después de todo, no puedo darme el lujo de llorar.
Perdóname Eren, no pude cumplir tu último deseo.
-Sargento Rivaille, ¿No seré capaz de ver el mar, cierto? –Preguntó Eren de rodillas en el suelo, con manos esposadas y la cabeza gacha.
-No, eso es imposible- respondió con su frialdad de siempre.
-Imposible... ya veo, supongo que al final los sueños no se cumplen ¿No es así Rivaille?- Le miró con esos ojos indescifrables, el brillo de las lágrimas aun seguían en sus comisuras, y la sangre seca aun estaba pegada en su rostro.
-¿Por qué ese mocoso lo miraba de esa manera? ¿Quería darle lástima? A pesar de amarlo debía completar su misión- ¿Estás listo, Eren?- le preguntó apretando su cuchilla fuertemente.
-Sabe, Sargento Rivaille, solo soy un chiquillo, tenía sueños, tenía ganas de luchar, tenía ganas de hacer el amor con usted muchas veces más a lo largo de mi vida, tenía ganas de amarlo por siempre-
-Usted me pregunta si estoy listo, y la verdad, no lo estoy, tengo miedo, pero no de morir, tengo miedo de no estar más con usted... supongo que algún día nos volveremos a ver ¿No es así?- le preguntó observando por última vez a la luna.
Eren sonrió con melancolia mientras las lágrimas cubrían su rostro y caían tristemente al suelo.
Observo por última vez al sargento y se dejo asesinar por la persona que amaba, que amó y que amara por siempre.
Rivaille con un corte preciso rebano la cabeza de Eren, manchando su traje con la sangre que brotaba del cuerpo del menor, del cuerpo de su amante, cayó rendido al suelo, con los ojos desorbitados y observando sus manos, vio como sus lágrimas caían desbordándose en sus palmas.
Con la idea fija en su mente y con la misma cuchilla con la cual asesino a su querido mocoso, corto una incontable cantidad de veces sus muñecas.
Desangrándose en silencio, acompañado por la majestuosa luna y las estrellas, por la horrible oscuridad, recordando todo lo vivido junto a Eren en tan poco tiempo, las veces en las cual el menor sucumbía bajo su cuerpo y gemía su nombre, solo para él, unicamente para él.
-Espérame, Eren- fue lo último que dijo y falleció en la oscuridad de la noche.
~En la actualidad~
Se encontraban dos hermanos jugando en el living de su casa.
El mayor de cabello negro como la noche y un corte de cabello un tanto especial y único, de ojos grises y mirada seria, llevaba en su espalda a su hermanito menor, cabello castaño y ojos verdes con una mezcla azulina, que sonreía con mucha alegría y jalaba del cabello a su hermano.
-Eren, si me jalas el cabello tan fuerte te bajare, ¿Me oíste? – Le reclamo, un tanto enojado.
-Lo lamento, Riva, no lo volveré a hacer- le dijo con lágrimas escapando de la comisura de sus ojos.
-No llores, eres un hombre- lo bajo de su espalda, lo ubico delante suyo y le acaricio la cabeza.
-¡Riva! Yo me casare contigo, recuérdalo- y salió corriendo en dirección al patio.
-Rivaille suspiro, y lo siguió con un sonrisa en su rostro- Lo que tu digas Eren.
¿El destino intenta separarnos nuevamente? ¿La felicidad nunca nos será permitida?
¿Por qué nuestros hilos se juntan con la misma sangre? ¿Por qué es un amor prohibido?
¿Volveremos a hacer el amor una vez más?