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My Turn To Cry / Kaisoo por Jung Sang Kyo

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Notas del fanfic:

Este es un One-Shot que me dí el trabajo de terminar, en honor al Kaisoo Day <3

Notas del capitulo:

-S han leído la letra, les digo que mejor no sigan-

My Turn To Cry - EXO.

La mañana resplandece. La intensa luz del sol se cuela entre las blancas cortinas de su ventana, enviando
rayos de luz de color dorado que dan de lleno en el rostro frente a el.
Siente el calor de su cuerpo entre sus brazos, y sabe que todo esta bien. Ha sido un sueño, una pesadilla. Todo estaba bien.

Oye un ruido. Lo ve mover la cabeza, hundiéndola en el hueco de su cuello, escondiendo sus facciones sin querer. Quita un mechón de su flequillo azabache de su frente, permitiéndole contemplar su rostro a la perfección.

De la nada, despierta. Levanta la cabeza, y la visión ante sus ojos lo deja sin aliento.

Lágrimas. Líneas de humedad que brillaban en sus mejillas. Sus grandes ojos se amplían, brillantes por una emoción que le es desconocida.

Estaba llorando.

Despega sus gruesos labios, susurrando: — Jongin…

La escena desaparece, y sus brazos se quedan suspendidos, vacíos en la oscuridad.

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Jongin despierta. Mierda: solo había sido un sueño.

Un hermoso y cruel sueño.

Gira su cuerpo; sabanas húmedas envolviéndolo. Apoya los pies en la alfombra, y con su corazón partiéndose en dos, se acerca a la ventana, descorriendo las cortinas. Siente la luz de la luna golpear en su rostro como una dolorosa bofetada, más le dolía como si fuese real. Arrastra los pies hacia el baño. Mientras más lo pensara, más iba a sumirse en aquella maldita pesadilla.

Busca el interruptor de la luz en las paredes y lo acciona. Le hace frente al espejo, y su propia imagen lo recibe.

Mejillas brillantes. Jongin palmea la piel de su cara con las yemas de los dedos. Los retira,  y al ponerlos a la luz, se da cuenta de lo que es.

Lágrimas.

Lágrimas que brillaban a la luz, como la misma luz de la luna.

Su corazón da un brusco vuelco dentro de su pecho.

Jongin vuelve a su cuarto, sin ánimos de volverse a dormir. Tenía miedo. Hacia meses que no soñaba nada como aquello.

Al principio si, su rostro aparecía muchas veces en sus intervalos de descanso, más nada hacía por evitarlo. Le encantaba verle, soñar con el. Una lenta y dulce tortura.

Jongin sabe que es culpa suya. Lo sabe desde el momento en que le dejó ir.

Sin darse cuenta, sus pasos se dirigen al armario, y sus manos torpes buscan en las gavetas. Palpa una superficie gastada y la toma. Una caja negra se materializa entre sus manos, y sus ojos se cargan de melancolía. Se sienta en el colchón, que se hunde un poco bajo su peso y la abre lentamente. Varias formas indefinidas aparecen en el interior. Jongin mete la mano, y sostiene lo que resulta ser una gastada foto. La saca a la luz y evalua la descolorida imagen que en ella se plasmaba.

Siempre creyó que las fotos eran tomas de un recuerdo. La manera más fácil de conservarlos. Pero incluso las fotos tienen un trasfondo doloroso: por más recuerdos que captures, y por mucho que desees que estos se queden, terminarán quedando en el pasado, así como todo lo demás en esta vida. Jongin lo sabía. Aun así se empeñaba en guardar aquellos recuerdos como un preciado tesoro.

La primera imagen costaba de un recuerdo muy antiguo, y Jongin se sorprende que continuara recordándolo. Su primer viaje a Namsan. Los candados formaban un paisaje hermoso e ideal para los románticos, y el siempre fue uno. Insistió a Jongin de sacarse la foto, sujetándole por la cintura como pudo, atrayéndole a su pequeña fisonomía. Disparador automático. Sonrisas forzadas, que trataban de ser sinceras.

3… 2… 1…

Primera lágrima. Cae sobre la foto, empapando su rostro sonriente. Jongin se apresura a enjugarla de su rostro con el dorso de su mano y a retirar la mancha en la foto con el pulgar.

¿Por qué lloraba? ¿Por la imagen? ¿Los recuerdos? ¿El modo en que las palabras cruzaban en su memoria?

— ¡Jongin! ¡Ven aquí y deja de espiar los candados! Son deseos personales. Ven aquí y completemos los nuestros.

— Aish, hazlo tu — había dicho—  Sabes lo malo que soy para esas cursilerías

— Ven entonces — tomó su mano, ambos sosteniendo el candado de Jongin.  Sus pieles eran muy diferentes de la otra. Siempre decía lo mucho que le gustaba el inusual tono de su piel. Pone un lápiz en su otra mano, escribiendo en el candado junto a el. Jongin sonríe, a medida que el mensaje va tomando forma.

Los ojos de ambos se encuentran. Jongin ve la emoción en los suyos al leer la frase que plasmara en el metal:

“Deseo que siempre estemos juntos”

— ¿Es eso lo que quieres? — susurró, con la voz quebrada por la emoción. Jongin enlaza sus dedos, sosteniéndole la mirada. Sus respiraciones se hacen una sola, al igual que sus latidos.

— Siempre. Para siempre yo… ¿Estas llorando? — Jongin dice, asustado. Lágrimas se derraman por sus pálidas mejillas, empapándole las pestañas. Que adorable se veía. Admitir eso: jamás. Hubiera recibido un buen sermón.

— Yo… eso es lo que también quiero… Quiero estar para siempre contigo…

— También yo amor… — Jongin limpia sus lágrimas con los pulgares, sosteniendo sus rostro con tanta dulzura que parecía que iba a romperse en cualquier instante.

— Te amo Jongin…

— Kyungsoo…


“Kyungsoo, Kyungsoo…”

La foto tiembla en las manos de Jongin, adquiriendo un matiz borroso. Al igual que sus recuerdos, que no desaparecen del todo.

Recuerda lo que hizo luego de eso. Besó las lágrimas de Kyungsoo de sus mejillas. Recuerda haber visto la amplia sonrisa de Kyungsoo extenderse en sus labios, que tenían una forma parecida a la de un corazón. La tentación fue más fuerte: presionó aquellos carnosos labios con los suyos propios, lamiéndolos y mordiéndolos con urgencia.

Como no recordarlo. Le supo tan salado ese beso en ese instante. Recuerda haberle lanzado ese pensamiento a Kyungsoo como chiste, con lo que se ganó unos buenos golpes en la cabeza. La estridente risa de Kyungsoo llenando sus oídos, mezclada con sus carcajadas. No había sonido más hermoso para Jongin que el de su voz.

Jongin consolaba a Kyungsoo cuando las cosas eran difíciles, de una forma u otra. Lograba arrancar la sonrisa del rostro de su novio en los momentos de más adversidad posible, por eso se complementaban tan bien.

Tantos recuerdos… Tantas cosas que pudieron haberse dicho, y que se quedaron atoradas en algún rincón de sus corazones…

Tantas cosas que desaparecían, como las lágrimas.

La foto cae finalmente de sus manos después de mucho tambalearse en los límites de sus dedos. Se apresura a coger la siguiente.

Jongin suelta una risa amarga.

Kyungsoo en su alfombra. Monggyu en sus brazos. Sonreía, por su puesto. El perro se aferraba a su camisa, olfateando el rostro de Kyungsoo con curiosidad. Mueve su cola con alegría al reconocerle.

— ¡Jongin, ayúdame, Monggyu no se queda quieto! —grita. Jongin no hace amago de ayudarle. En vez de eso, corre buscando la cámara, captando el momento en que Kyungsoo justo sonreía, con su mascota lamiéndole el rostro. Kyungsoo levanta la cabeza, con los ojos en blanco.

¡Mierda, no me saques fotos y ayúdame!— le grita. Jongin deja la cámara de lado, sujetando a Monggyu, quien se retuerce en sus brazos antes de saltar al piso. Ayuda a Kyungsoo a levantarse, tirando de el para juntar sus labios. Kyungsoo responde al beso, echando sus brazos alrededor del cuello de Jongin, apegandose más a el.

Es Jongin quien rompe el beso. Algo sorpresivo porque solía ser Kyungsoo quien lo hacía.

Ve a lavarte — comenta Jongin, sosteniendo a Kyungsoo por los hombros —Hueles a perro.

Eres una mierda a veces, ¿lo sabes Kim Jongin? — Kyungsoo dice, dandole a Jongin un suave empujón. Vuelve sus pasos al baño.

Jongin lo sigue en silencio, esperando sorprenderle. Al verle mirarse en el espejo, ve la perfecta oportunidad.

¡Bu! — Jongin grita, dandole un apretón a las caderas de Kyungsoo, haciendolo saltar. Le arroja agua a la cara, con las cejas arqueadas.

¡Te he dicho que no hagas eso joder! — Jongin rie a carcajadas, tomandole por la barbilla y besandole nuevamente. Esta vez, el beso esta cargado de pasión, por lo que sus lenguas batallan contra la otra, buscando abrirse paso en sus respectivas cavidades. A Jongin le fascinaba besarle y morderle los labios, hasta dejarlos hinchados, como en ese momento.

Como tantos otros...

Fue demasiado. La foto cae de sus manos, al igual que su compañera, perdiéndose en el montón de fragmentos del tiempo encerrados en esa caja.

Muchas veces Jongin pensó en tirarla. Porque ¿qué sentido tenía seguir luchando por un amor que jamás volvería?

Deja de mirarlas.

Duele tanto…

Ahí estaba. Otra noche sin dormir, sentado al borde del colchón, al que veía más como el límite de la agonía. La tímida sonrisa de Kyungsoo , sus dulces ojos sonriendole,… Exriende sus brazos hacia la oscuridad, hacia el vacío.

Amaba recordarle. Dibujar su cara.

Quiero abrazarte… ¿Qué debo hacer?

—No llores sin mí… —pide a Kyungsoo. Que absurdo: sabe que jamás recibirá una respuesta.

Porque tu no puedes darme tus hombros más.

No. No debe llorar. Lo prometió…

— Jongin — Kyungsoo sostiene el rostro de Jongin, fijando sus miradas. La mirada de Kyungsoo traspasaba hasta su misma alma — Prométeme que si algo pasa… cualquier cosa… No llorarás. Prométemelo, ¿si? ¿Lo prometes?

¿Prometes que no llorarás?

— Lo prometo — Jongin dice, entre risas. Kyungsoo exageraba las cosas, con todo eso del destino y lo romántico — Prometo que, pase lo que pase, no lloraré.

Soy un pedazo de mierda. Ni si quiera puedo cumplir una promesa tan sencilla como esa… ¿Y qué importa si ni si quiera se donde está?

Jongin se preguntaba donde estaba Kyungsoo.

Y le gustaba imaginarselo.

Le gustaba imaginarle en un lugar brillante, lleno de belleza y cosas hermosas. Cosas como las que tanto le fascinaban. Se lo imaginaba atando un delantal blanco a su fina cintura, cortando vegetales en una tabla de madera. Y al hacerlo, sonreía.  Recuerda lo mucho que le gustaba cocinar, y como el se empeñaba en sostenerle de la cintura mientras movía la sartén en el fuego a un ritmo cadencioso. Tan lento como los movimientos de sus labios al entrar en contacto.  Recordaba haber recibido millones de gritos cuando las verduras se quemaban en el aceite. Luego de eso, Jongin solía arrastrarle al cuarto a la fuerza. No le importaba el rugido de su estomago, si podía disfrutar del sabor de la boca de Kyungsoo cuantas veces quisiera. Amaba marcar la piel de Kyungsoo en todas partes, alcanzando con sus dientes cada centimetro que pudiese obtener. No duraban mucho, puesto que los susurros de Kyungsoo como: Jongin, deja ya de toturarme... le indicaban al moreno lo que su novio quería. A veces echaba de menos tener relaciones como esa.

Pero no. Nadie superaría a Kyungsoo. Nunca...

No… no debe llorar… No es su turno de llorar…

— Te amo Jongin… — la voz de Kyungsoo en su memoria sonaba tan clara, que casi podía sentir su cálido aliento entrando en su oído. Sus guesos labios rozando su piel...

—Te amo, —murmura para si mismo— aun, cuanto te amo. Te extraño…

— No llores. Por favor, sé feliz en ese lugar… 

— Te estoy extrañando — Jongin dice, furioso — Te estoy extrañando Kyungsoo, ¿y me pides que sea feliz?

—No llores — repite — Me quedaré con todas tus lágrimas… No llores, no es tu turno de llorar.

— Ya no puedo Kyungsoo…

— Te amo, te amo.  Te amo, te amo, no llores, dámelas…


No es su turno de llorar…

Esta vez… si.


El rostro de Jongin cae entre sus manos, y se deja llevar. Necesitaba liberarse. Siente la humedad de sus manos al respirar. Ya no le importa. No le importaba que no fuera su turno de llorar, Kyungsoo lo había hecho mucho por el en el pasado. Incluso esas lágrimas importaban, esta vez.

—No llores sin mi, Jongin — Kyungsoo dice, con voz dulce.

— ¡Vete a la mierda, ya no puedo! — Jongin grita a la oscuridad.  Ya no importaba: era su turno de llorar.

Esta vez si.

Era su turno de llorar…

Adiós.

Notas finales:

Ok, eso fue todo. Feliz Kaisoo Day! -dejen sus RW a ver que les pareció-


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