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Yaoi no Basket por CielRivaille

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Notas del fanfic:

Bueno, como aclarción 1: No ma maten si esta feito, es mi primer fic de este fandom 

2: Aquí, Seirin pierde contra Raizukan en las finales de la Copa de Invierno y la historia, sucede luego de eso. 

Notas del capitulo:

¡Espero que les guste~! 

Capítulo I: Regreso.

La Generación de los Milagros se reúne.

Al fin me he dado cuenta… 

El último periodo de la preparatoria comenzaba, el tiempo luego de los exámenes era de lo más relajado, solo tenían que asistir hasta que las clases acabaran y, al no tener nada que hacer, la escuela se volvía más liviana para llevar. Aunque al principio, el club de baloncesto de Seirin estaba deprimido por haber perdido la Copa de Invierno, todo el colegio le animó. Pues sí, su colegio uno nuevo y publico, había llegado a ser sub-campeón de aquella liga tan importante. Fue así, como reiniciaron las prácticas normales para el club de básquet. 

Kuroko rodeó con sus brazos el cuello de Kagami, sin dejar de besarse. Hacía un rato que habían llegado, buscando un lugar privado donde pasar el rato antes del entrenamiento y, la cancha a oscuras y vacía parecía ser el mejor lugar para eso. Las piernas del fantasma estaban una a cada lado del pelirrojo y este estaba sentado apoyado contra la pared que los separaba de las gradas, cuando un pequeñísimo jadeo se le escapó de los labios al de cabello celeste la situación pasó a tomar otro nivel, las manos del numero 10 se colaron bajo la camisa del numero 1, acariciando la pálida piel.

—    Awww, que bonitos tortolitos — se escuchó una voz grave y lenta, casi aburrida, sino hubiera sido por el tono sarcástico.

—    ¿¡A-A-Aomine!? — exclamó Kagami casi tirando al chico que tenía en sus piernas.

—    Hola, Aomine-kun — saludó la sombra haciendo un pequeño gesto con su mano.

El número 5 de Gakuen caminaba lentamente hacia su dirección, sosteniendo un casco y con una mochila al hombro. Se sentó en la banca más cercana a ellos. Kuroko ahora estaba sentado en el suelo, cerca de Kagami. Este no sabía si morir o matar primero a su sombra.

—    Entonces ¿Ustedes…? — movió sus cejas significativamente. 

—    ¿Q-qué? — exclamó alterado el pelirrojo.

—    Si. Somos novios — respondió el más bajo.

—    Era de esperarse — masculló el moreno.

—    La cuestión es ¿Por qué estás aquí? No creo que vengas a vendernos cosméticos ¿O sí? — farfulló Taiga.

—    Err, es obvio que no. — bufó el de cabello azul. Sacó su celular y le enseñó la pantalla a la pareja — Akashi me dijo que viniera. —

—    ¡¿El psicópata de tijeras que quiso apuñalarme?! — exclamó el pelirrojo completamente alterado.  — ¿Dónde está? ¿Dónde está? — preguntó con paranoia mirando hacia todos lados a la defensiva. 

—    ¡Boo! — exclamó una voz atrás de Kagami.

Este jadeó ante la sorpresa y casi le da un puñetazo a…. ¿Takao? Se volvió hacia atrás cuando se dio cuenta que era el tipo con ojos de águila y no el pelirrojo psicópata. Estaba verdaderamente confundido.

—    Hola, Takao-kun — le saludó Kuroko.

—    ¡Hey! ¡Hola, Kuroko-kun~! — le saludó el moreno sonriente.

—    ¿Y Midorima-kun? — preguntó Kuroko, como obviedad.

—    Allí — dijo señalando las gradas, donde el fanático del horóscopo estaba sentado leyendo con tranquilidad.

Midorima se acomodó los anteojos con su mano vendada y saludó con un gesto de la cabeza. A su lado, había una pequeña lagartija de peluche. Kagami ahogó un grito. ¿Se habían estado besuqueando frente a Midorima y Takao? ¿Desde hace cuanto estaban allí? Su corazón palpitaba con fuerza.

—    A Shin-chan le llegó un mensaje de Akashi-kun, por eso vinimos  — explicó el número 10 de Shutoku. 

—    ¿Qué demonios querrá Akashi? — preguntó exasperado Midorima. 

Las luces se prendieron de golpe, las puertas se abrieron repentinamente en toda su extensión y Kise apareció con brillitos emanando de su cuerpo.  Todos se llevaron las manos a los ojos por la repentina claridad, pero el rubio modelo se reía emocionado, fue corriendo hasta abrazar-ahogar a Kuroko entre sus brazos.

—    Kuroko-chi~ ¡Te extrañé tanto! ¡Cuánto tiempo! ¿No? —

Kagami carraspeó un poco, Midorima rodó los ojos y Aomine tenía la vista en su celular, mensajeandole a alguien. Luego de unos instantes, la sombra pudo deshacerse del abrazo del rubio. Quién lloriqueó un poco, mascullando un ‘Kuroko-chi eres tan cruel conmigo’

—    ¡Hola, minna! — saludó el modelo con una sonrisa.

—    Hola — saludaron Midorima y Takao.  

—    Adivino. ¿A ti también te llamó el enano tijeras-maniático? —  bufó Kagami.

—    Si~ ¿Cómo lo sabes Kagami-chi? — preguntó el rubio con una mueca inocente.

—    Sexto sentido — se encogió de hombros, molesto.

—    ¡Woah! ¡Tal vez tengas las mismas habilidades que Akashi-chi! — exclamó el rubio. 

—    ¡Já! — exclamó Aomine, riendo sarcásticamente. — Cómo si eso fuera posible — bufó el moreno.

—    ¡Tu…! — fue callado por un toque de Kuroko, que lo silencio. Pero continuó refunfuñando.

El equipo de Seirin comenzaba a llegar, hablando y comentando cosas entre ellos. La entrenadora venía con ellos. Todos se pararon en seco al ver a esos chicos junto a SUS jugadores. Kise les saludó con exagerados gestos, agitando sus manos. Aomine bufó y Midorima les saludó cordialmente.

—    Hola~ — dijo una voz detrás de ellos.

El equipo ahogó un grito a ver un gigante de cabello lila, pero enseguida reconocieron a Murasakibara, quien comía una paleta y llevaba en la mano una bolsa de osos de gomita. Riko estaba verdaderamente alterada, ¿Habían organizado una reunión de la generación de los milagros luego de que el líder de esta les pateara el trasera en la Copa de Invierno? Iba a matar a Kuroko, definitivamente. Pero ¿Qué demonios hacían Kagami y Takao con ellos? ¿Y dónde estaba Akashi?

—    ¿Qué está pasando aquí? — preguntó siniestramente.

Los chicos se habían acercado al grupo de personas con cabellos de colores. Murasakibara se había sentado luego de saludar a todos. El capitán de Seirin tenía una venita saltando en medio de su frente. Izuki saludó a todos, aunque miró con desconfianza al moreno, quien ignoraba olímpicamente a todos.

—    Oh, bueno. Aka-chin dijo que viniéramos aquí — explicó el gigante.

—    ¿Y si Aka-chin, err, quiero decir Akashi dijera que se tiraran de un puente, lo harían? — preguntó molesto Kagami,

—    Yo sí, si Aka-chin lo pide debe ser por algo — respondió Murasakibara con ese tono

—    ¿Heee? —exclamaron todos al mismo tiempo.

Kise se rio un poco y Midorima asintió para sí mismo, era casi obvio que Murasakibara iba a responder de esa manera. Bueno, si Akashi estuviera ahí ellos también habrían respondido así porque el pelirrojo daba miedo cuando se sacaba.

—    Bueno, cuando Akashi-chi nos pedía algo, no solía decir cosas tontas. Por eso le tenemos confianza. — respondió el rubio amablemente. Todos le prestaban atención al modelo. —Además, Akashi-chi siempre se preocupó por nosotros o al menos ese es el recuerdo que tengo de él. Sé que después cambio un poco…

—    ¿Un poco? ¡Un ojo cambio de color y tuvo una nueva personalidad! — bufó Aomine.

—    Como decía — masculló Ryota —  Creo que si la Generación de los Milagros es tan buena como somos, es porque…

—    Soy el único que pudo educar sus talentos— respondió una voz.

El equipo de Seirin, que estaba ahora cerca de las bancas, se volvió hacia la entrada, donde un pequeño pelirrojo de ojos bicolor había entrado, con una sonrisa de superioridad en el rostro.

—    ¡Hey! ¡Hola, Aka-chin! —  

Notas finales:

¿Nee? ¿Merezco galletitas? 


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