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Engendrando el Amanecer I por msan

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Notas del capitulo:

Vassili descubre que tiene ante él a u joven brillante e intelectualmente inquieto... El problema es que puede que un día termine quemado en una hoguera... 


VI
Deslumbrado por su Fulgor


Después de toda la intimidad que establecí con Maurice, gracias a la mutua confesión de nuestras miserias, esperaba que nada cambiara entre nosotros y que al día siguiente volviera a entrar en mi habitación lleno de energía para invitarme a contemplar el amanecer en medio del campo. No fue así…
Desperté con los rayos del sol cuando ya estaba bastante entrada la mañana. Al principio me sentí confuso y luego aterrado, ¿acaso Maurice había pensado mejor las cosas y ahora no quería continuar nuestra amistad?
Claro que, considerando que ambos habíamos estado despiertos hasta tarde, él podía haberse tomado la libertad de dormir más tiempo y, a la vez, haber tenido la gentileza de dejarme descansar. Pero yo estaba más inclinado a pensar lo peor.
Para colmo, cuando bajé a desayunar, el más antiguo de mis sirvientes, a quien Maurice había encomendado administrar toda la casa, me informó que Maurice ya había comido muy temprano.
Apenas tuve ánimo para dar unos bocados y al terminar me dirigí a su habitación como quien va en dirección del mismísimo purgatorio. Tenía miedo de ser rechazado a tal grado que me costaba respirar; sentía mi corazón golpeándome frenético por dentro y mis pasos se hacían tan pesados que era casi imposible avanzar. Tuve que forzarme por no empezar a gritar desesperado.
Una vez que llame a su puerta, Maurice contestó sin demostrar ninguna emoción en su voz, lo que me obligó a reunir todo mi valor para abrir la puerta. Lo que vi al entrar me sorprendió: Maurice estaba en medio de la habitación rodeado de libros desparramados en el suelo, en una mano sostenía una hoja de papel y en la otra una pluma; sus dedos estaban manchados de tinta lo mismo que le encaje de la manga de su camisa.
Llevaba la misma ropa que el día anterior, sólo se había despojado de la casaca y la chupa; su cabello alborotado bien podía compararse con la melena de un león en llamas, tan rojo y brillante a la luz del sol matinal. En su rosto se vislumbraban unas sombras oscuras debajo de sus ojos que contrastaban con su sonrisa triunfal. Al contemplarle así sólo pude llegar a una conclusión y exclamé:
_ ¡¿Has estado despierto toda la noche?!
_ Parece que sí, amaneció antes que me diera cuenta.
_ ¿Para qué? ¿Qué es todo esto?
_ Esto es tu respuesta de ayer- dijo con picardía mientras me hacía una teatral reverencia.
_ ¿Cómo?- no puedo describir lo perplejo que me sentía, en mi cabeza trataba de reconstruir nuestra última conversación y no atinaba a encontrarle sentido a sus palabras. Maurice se rió, seguramente de mi cara de idiota, y, dejando pluma y papel en la cama, vino a mi encuentro.
_ Me refiero a lo que dijiste acerca de que puede ocurrir en el mundo algo que no sea voluntad de Dios.
_ ¿Yo dije semejante cosa?
_ No te finjas inocente, tú has sido el culpable de que me pasara toda la noche tratando de comprobar tu muy escandalosa afirmación.
Maurice se estaba divirtiendo conmigo y yo empezaba a destilar un frio y desagradable sudor. Era una suerte que en nuestra muy galicana Francia estábamos a salvo de la Inquisición.
_ Verás Vassilli-continuó Maurice animado- hay quien dice todo lo contrario, incluso textos del Antiguo y el Nuevo Testamento, así que he estado tratando de encontrar argumentos a favor y en contra y fundamentar tu planteamiento.
Comenzó a caminar por la habitación y, con una pasión que me sorprendió, empezó a narrarme su búsqueda. Si en algún momento Maurice se mostraba en todo su esplendor era cuando tenía estas batallas intelectuales, para él una frase que yo había dicho guiado sólo por mi propia simpleza se había convertido en un bastión donde atrincherarse y defenderse contra el absurdo en el que se sentía constantemente sumido.
Recuerdo bien sus palabras porque muchas veces volvimos sobre el mismo tema, quizá fue lo único que comprendí bien de todo lo que su brillante inteligencia fue capaz de intuir sobre ese misterio inabarcable que es nuestra existencia y lo que sea que está detrás de ella.
_Hasta ahora he logrado sostener que es posible que ocurra algo contrario a la voluntad de Dios porque el hombre es libre y puede desobedecerle. Por tanto el mal que vemos en el mundo se puede atribuir al hombre que rompe el plan de su Creador. Eso no es algo nuevo y lo encontramos en la teología; pero también encontramos la idea contraria, que este mundo es un lugar de prueba y todas esas tonterías…
_ Toda la noche en esto Maurice. Debiste descansar y esperar al día siguiente.
_ Mi mayor problema viene de las contradicciones que encuentro en las Sagradas Escrituras; por ejemplo, en el libro del Éxodo se dice que Dios endureció el corazón al Faraón para que no dejara salir a los Israelitas de Egipto y así obligarlo por la fuerza, como si una mala decisión de un gobernante fuera su voluntad. Y en otros libros nos dicen que Dios no quería darles un Rey al pueblo Judío cuando estos se los pidieron porque este los oprimiría, pero unas páginas más adelante aparece como voluntad de Dios que terminaran gobernados por un Rey…. Y es precisamente en esos textos que se fundamenta el considerar a los Reyes poseedores de un derecho divino y gracias a eso hay quien afirma que, incluso cuando obran mal, los monarcas están cumpliendo la voluntad divina.
_ No puedo creer que algo que yo dije te llevara a esto.
_ Luego entran otras preguntas: ¿El respeto hacia la libertad del hombre hace a Dios impotente ante el mal? ¿La única respuesta que Dios da ante el mal es el castigo en la otra vida? ¿De qué sirve que se envíe al malvado al infierno si la injusticia prevalece en el mundo y el pobre es constantemente oprimido? ¿Es Dios inútil ante el mal? ¿Qué siente Dios ante el mal? ¿Qué hace respecto al mal? Sobre todo el mal que hacen los reyes supuestos ungidos por Dios. ¿Porque Dios permite lo que no quiere? Aún no doy con una respuesta a estas preguntas, he estado buscando y creo que estoy bien encaminado.
_ Ya deja de ignorarme – ya empezaba a molestarme- Dime de dónde han salido todos esos libros - dije señalando los que estaban esparcidos en el suelo
_ Son tratados de teología, desde San Agustín hasta Santo Tomás. Y por supuesto todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento en griego y algunas traducciones.
_ ¿Trajiste todos esos libros contigo? ¿En griego dices?
_ El texto griego ofrece más…
_ ¡Si te escuchara mi tío, se escandalizaría! Esto es prácticamente una biblioteca entera -me incline para examinar uno de los libros que estaban en suelo- ¡Maurice este libro lo escribió Martín Lutero!
_Lutero era mal monje pero buen teólogo, vale la pena enterarse de lo que dice, al menos para pensar un poco.
_ Realmente mi tío te haría encerrar… -seguí paseando la mirada otros títulos y no pude dar crédito a mis ojos- ¡Maurice varios de estos libros están prohibidos!
_ Ha sido por malentendidos
_ Pues tienes una colección de malentendidos muy solemnes aquí. Empiezo a pensar que esta biblioteca no pertenece a tu familia. ¿Acaso es de una de las comunidades de Jesuitas
_ No se te escapa nada- y me mostró una cara llena de orgullo y satisfacción- eres de las personas más inteligentes que he conocido Vassilli.
Maurice era, como siempre lo fue, sincero en sus halagos pero en aquel momento no venía al caso si yo era o no un pozo de sabiduría, lo que importaba era ver si tenía ante mí a un potencial hereje y si la culpa era mía por haberle sugerido la idea, así que me impacienté.
_ No salgas con eso ahora. Y… ¿qué es eso? - dije señalando dos enormes baúles repletos de gruesos tomos y carpetas colmadas de papel que estaban junto a la cama - ¿Cuántos libros has traído?
_ Son menos de lo que parece...
_ ¿Si estos libros son de los Jesuitas por qué los tienes tú? Debieron entregarlos junto con todas sus propiedades cuando los expulsaron de Francia. Es terrible que te obliguen a cargar con estos libros.
_No están obligando a nada y lo menos peligroso que hay en estos baúles son los libros. Los libros son un regalo para que me entretenga. Lo que verdaderamente estoy cuidando está aquí - dijo señalando algo dentro de uno los baúles.
Me acerqué para ver la mejor teniendo cuidado de no tropezar ninguna de las pequeñas torres de libros que Maurice había erigido por toda la habitación. Se trataba de una caja de metal con una enorme y fuerte cerradura.
_ Por el tamaño debe contener joyas o monedas de oro - dije con recelo.
Maurice levantó la caja sujetándola de dos argollas que tenía a los lados y la sacudió un poco.
_Ni oro ni joyas, pero aún así debo cuidarla muy bien y mantenerla en secreto.
_ ¿Y por qué me lo cuentas?
_ Porque soy malo guardando secretos. Esto es una confesión, no puede decírselo a nadie, señor Abate- Mauricio sonrió mientras hacía un guiño pícaro- Yo mismo no sé que hay dentro y no tengo la llave.
_ Eso excita bastante la curiosidad... ¿por cuánto tiempo de resguardar? ¿Quién te la dio? ¿Cuándo debes entregarla y a quien?
_Todas las preguntas responden con un nombre: Doctor Claudie Daladier.
Se refería al hombre que sirvió de intermediario entre Maurice y los jesuitas cuando éste estaba desesperado en casa de su padre tratando de escapar a todo momento.
_Entonces bien podría estar vacía y ser parte del tratamiento médico, una manera para que dejaras de querer saltar por la ventana para reunirte con tus queridos jesuitas.
_O puede ser que, tal y como ve a través del ojo de la cerradura, se trata de documentos importantes.
Me acerqué para ver a través del orificio y efectivamente podría apercibirse la silueta de rollos de papel que bien podrían ser documentos sellados de la compañía de Jesús.
_Podrían ser títulos de propiedad...
_ Eso pienso. Puede tratarse de un resguardo para reclamar lo nuestro cuando la compañía se haya restablecido en Francia - dijo mientras guardaba la caja
_ Esas son grandes esperanzas.
_ No hay reyes ni parlamentarios eternos.
_ Cierto, pero a ninguno le gusta que se lo recuerden y consideran un acto de traición el anhelo de verlos en el reino de los cielos - Maurice rió divertido y aplaudió mi comentario, de más está decir que me sentí muy halagado
_Digamos que sólo nos preparamos para lo inevitable y esos papeles bien podrían valer en un futuro para recuperar mucho de lo que le han arrebatado a la compañía
_ Y en el presente te mantendrá ligado a la compañía, o más bien encadenado. Esto no es más que un grillete – Agregué dando unos golpecitos al baúl con la punta de mi zapato.
_ Estar ligado y ser útil a la compañía me salva de volverme loco sintiendo que no hay suelo bajo mis pies.
_ ¿Tan importante es para ti ser jesuita?- no pude disimular mi preocupación, me parecía triste que aquel encantador joven estuviera tan unido a una orden que para aquel momento era semejante a un barco en medio de una tormenta.
Maurice detuvo a pensar su respuesta devolvió la caja al baúl y los cerró para sentarse encima.
_Lo que es importante para mí es tener algo que hacer. Saber que mi vida tiene un objetivo, una meta y no ser una especie de inútil carente de propósito. Una existencia sin ningún sentido es lo que más me aterra. En el fondo es que no quiero ser insignificante.
_ Supongo que eso nos pasa a todos
_Oh, no lo creas, la mayoría se conforman con seguir los pasos de baile que les han enseñado desde niño sin cuestionarse nada.
_ Hasta que nos quitan la música… - susurré con tristeza. Al ver que Maurice me miraba sin saber qué contestar, agregué tratando de poner buena cara- no me hagas caso, ya me encuentro mucho mejor
_Eso es porque eres una persona excepcional. Tú definitivamente eres capaz de analizar la vida mejor que la mayoría de la gente. Mi maestro de novicios solía decir que la gente excepcional sufre más que los demás porque ve todo de manera diferente y termina sintiéndose solo.
_ Seguramente lo decía por ti, que no eres nada del montón; por ejemplo, ¿qué es esto?- dije señalando a mi alrededor- Al principio pensé que los libros estaban en esparcidos arbitrariamente Pero empiezo a ver que esto es un caos ordenado - había notado al moverme por la habitación que los textos en el suelo hacían una figura.
_ ¡Exacto! Definitivamente no se te escapa nada -contestó entusiasmado y fue a buscar la hoja en la que había estado escribiendo cuando entré en la habitación- verás esto es sólo una manera de organizar mis ideas y lo que voy encontrando en los libros.
Al mostrarme la hoja pude ver que tenía dibujada la mitad de una circunferencia y de esta se proyectaban líneas como si de los rayos del sol se tratase.
_ ¿Un amanecer? -dije instintivamente
_ No, no es un dibujo, aunque ahora que lo dices queda bien analogía porque anoche realmente hiciste salir el sol en medio de mis tinieblas. ¡Gracias!
Maurice sonrió de una manera tan adorable que me ruborice hasta la raíz del cabello. Volví a estudiar la hoja y noté que en cada línea había una frase escrita, algunas eran preguntas.
_ Esto es… temo que no tengo idea.
_ Si te colocas aquí -dijo señalando un claro entre los libros- comprenderás fácilmente
Obedecí y él, poniéndose a mi lado, señaló los libros en el suelo y luego colocó la hoja ante mi cara para quitarle volver a señalar los libros.
_ ¡Ah! Ya veo.
Los libros estaban organizados igual que las líneas del dibujo y el claro en que me encontraba de pie era la media circunferencia que aparecía en la hoja.
_ Cada hilera de libros tiene relación con una de estas preguntas - exclamé triunfante golpeando la hoja con mi mano.
_ Así es -asintió complacido
Reparé en que cada libro en el suelo tenía hojas sobresaliendo con algunas frases escritas
_ ¿Has leído y resumido todos estos libros en una noche?
_ No todos, algunos los conozco lo suficiente como para saber qué voy a encontrar en ellos y sólo he tomado algunas notas para cuando pueda empezar a escribir un tratado.
_ ¡Nada menos que un tratado!- no pude evitar el tono socarrón.
_ Un tratado sobre la posibilidad de que algo ocurra en el mundo sin ser voluntad de Dios
_ Vas a escandalizar a mucha gente
_ No lo hago para escandalizar sino para no volverme loco ante lo que pasa mi alrededor. ¿Cómo puede ser voluntad de Dios que unos reyes destruyan todo nuestro trabajo en las Reducciones por un capricho?.
_ Más bien por una intriga bien urdida.
_ Eso es mucho peor, ¿cómo puede ser voluntad de Dios que unos cortesanos envidiosos puedan acabar con una obra que le daba gloria a Él?
_ Quizá daba más gloria a la Compañía que a Dios
_ ¿Tienes idea del trabajo que costaba construir, organizar, conservar y proteger una Reducción? ¿Tienes idea de cuántos padres dejaron su vida en ese empeño? ¿Sabes lo que significa vivir expropiado de sí mismo, disponible 24 horas para los Guaraníes, sabiendo que debíamos hacer el trabajo de diez hombres por qué sólo dos o tres jesuitas teníamos que guiar a cientos de aquellas gentes? Hay maneras más sencillas de buscar la gloria humana, por ejemplo limitándonos a fundar colegios para los señores españoles y portugueses que dominan en esas tierras, pero nosotros decidimos dedicar nuestras vidas a los Guaraníes.
El rostro de Maurice se veía sonrojado, su voz se entrecortaba por la pasión con que hablaba; me di cuenta de que nunca aceptaría argumentos en contra de la Compañía de Jesús y mucho menos contra las Reducciones. Yo no quería discutir con él, a pesar de que llevaba años adiestrándome en el arte de despotricar contra los jesuitas; ellos eran sagrados para él y para mí él ya comenzaba a ser objeto de mi veneración, así que cambié ligeramente el tema.
_ Y entonces, aquí están escritas las ideas que vas a desarrollar en tu tratado. Deberías usar algo así como el esquema de Santo Tomás en la Suma Teológica.
_ Prefiero fundamentarme en las Sagradas Escrituras.
_ Las Sagradas Escrituras son intrincadas.
_ No tanto como Santo Tomás.
_ La interpretación de la Biblia en un tema delicado
_ ¡Bobadas!, que otra cosa debemos leer para conocer a Dios sino la Biblia. No es eso lo que nos dejó claro el Concilio de Trento.
_ También dejó claro que hay que interpretarlas guiándose por la tradición y tú tienes aquí, además de obras de Lutero, otros celebres integrantes del Índice de Libros Prohibidos.
_ Algunos de esos libros llegaron al Índice porque un puñado de mentes medrosas prefirieron prohibirlos a tomarse el trabajo de entenderlos.
_ ¡Te pueden quemar por decir eso!
_ Dios es infalible, los teólogos, obispos, cardenales y el Papa no lo son
_ Definitivamente terminarás en una gran hoguera como Giordano Bruno…
_ No exageres -dijo riéndose como si fuera un juego- Mientras no termine casado con una ex monja como Lutero me doy por satisfecho.
No tuve más remedio que reírme de su ocurrencia. Debo decir que esa fue la primera vez que Maurice sacó a relucir su fobia a por el matrimonio. Durante el tiempo que compartí con él llegué a la conclusión de que la idea de pasar la vida ligado a una sola persona le aburría terriblemente, aún más si se trataba de una mujer con vocación de muñeca como la mayoría de las nobles francesas.
Maurice amaba con su cabeza y se aburría fácilmente de la gente superficial, por eso veía los matrimonios arreglados como un infierno. La única mujer que despertó en él alguna pasión era, además de muy hermosa, muy inteligente. El resto de las mujeres en su vida, su madre y sus tías sobre todo, habían sido intransigentes y asfixiantes.
Estoy seguro que eso fue lo que sembró en él tal odio hacia el matrimonio que llegó a ver en la Compañía de Jesús el escape perfecto para tan triste destino. Por supuesto que él afirmó hasta el final que su elección por la vida religiosa respondía un llamado divino.
En cuanto a mí, desde niño me dijeron que mi destino era ser cardenal y ese fue mi objetivo hasta que empecé a pensar y sentir por mí mismo y ya no supe qué hacer con mi vida.
Volviendo al capítulo que ahora escribo, nuestra conversación continúo en un tira y encoge entre mis temores por las libertades que se tomaba Maurice y su desafiante deseo de saber la verdad de todas las cosas. Estando en esto me fijé en su escritorio y vi una carta de su padre que al parecer había sido estrujada y vuelto inútilmente a componer. En ella pude leer, gracias a las grandes letras que usó el Marqués, que éste le pedía que volviera a casa de inmediato y no me usara de excusa para escaparse a las Indias otra vez.
No pude evitar tomar la carta en mis manos y mirar a Maurice con terror, ¿si él se marchaba que sería de mí? Mi amigo se encogió de hombros y sonrió tristemente.
_ Ya no confía en mí, sé que le he dado motivos, pero no debería ser tan molesto recriminándome mi viaje al Paraguay cada rato.
_ ¿Te irás pronto?
_ Eso depende de ti, de cómo te encuentras ahora
_ Yo… - quise decirle que me moriría si me dejaba sólo pero pudo más mi buena educación- Estoy bien, no quiero ser causa de disgusto para tu padre
_ Mi padre tiene otras cosas para disgustarse a gusto y yo no quiero dejarte hasta que estés mejor. De hecho me gustaría que vinieras conmigo pero quizás no te agrade la idea…
_ ¡Iré! –dije apenas conteniendo un grito - Si a tu padre no le molesta, iré con gusto
_ Él estará encantado, de hecho él mismo lo ha sugerido. Además, piensa que si viajo contigo hay menos posibilidad de que escape al Paraguay otra vez.
Los dos reímos de buena gana a costa del pobre viejo que hasta soñaba con Maurice embarcándose una vez más.
Una vez que el viaje estuvo acordado, sólo faltaba pedir la aprobación de mi padre. Le escribí y en su respuesta se mostró encantado de que abandonara mi vida libertina y volviera a París. Agradecía a mi amigo por sus buenos servicios, Maurice le había escrito también y le había asegurado que no cesaría hasta verme completamente recuperado. Ni mi padre ni yo imaginamos cuánto tiempo le llevaría cumplir esa promesa ni el empeño que pondría en tal empresa.
No puedo dejar de estar agradecido a Maurice por haberme salvado, incluso si me ha hecho llorar más que nadie en este mundo destrozando mi corazón sin misericordia. Me pregunto si de haber sabido lo que me esperaba igual hubiera abordado ese carruaje unas semanas después. Seguramente sí, porque hubiera bastado con ver la hermosa sonrisa de Maurice para que me lanzara tras él hasta el fin del mundo, como de hecho lo hice. Tanto en aquel tiempo como ahora, he considerado que cualquier precio es poco con tal de estar a su lado...


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