-¡Esto es demasiado! – Exclamó el presidente Yang –estoy harto de ustedes. ¿Acaso no pueden pasar un día sin agarrarse a golpes por todo el edificio? – su cara estaba roja de la amargura acumulada.
-Seung hyun empezó. A él debe castigarlo – se defendió JiYong señalando con su dedo al mayor.
-¡¿Yo?! – preguntó Seung totalmente indignado. – si mal no recuerdo fuiste tú quien se abalanzó contra mi persona ni bien puse un pie en la sala de prácticas.
-¡Fue porque tú rompiste mi cuaderno donde tenía apuntada mis canciones!
-¡Lo hice para que aprendas a no hurgar en mis cosas!
-¡¡BASTA!! – exclamó el adulto presente. Exhaló. – saben cuánto aprecio siento por ambos, son los mejores trainers que tengo, pero cada vez que se juntan – habló entre dientes – ¡Son el peor desastre sobre la Tierra!
Los menores bajaron la cabeza entristecidos. Yang sintió un poco de culpa al soltar aquellas palabras, pero era cierto. Cuando estos adolescentes se unían para practicar por cualquier mínimo detalle terminaban golpeándose. Ya tenía varios reclamos de los profesores que los entrenaban. Era momento de actuar. Sonrió malicioso.
-Quiero darles la oportunidad de arreglar sus problemas - los menores lo miraron expectante – ven esto – mostró una pequeña bolsa colgando en sus manos.
-¿Qué es eso? – preguntó el menor
-Miren – depositó la bolsa sobre su escritorio, la abrió y sacó dos cajitas cuadradas negras. Puso ambas delante de ellos. – Acérquense - movió sus dedos y ellos caminaron. – es uno para cada uno. Ábranlo – sonrió.
Los menores se miraron intrigados. Tomaron las cajas y las abrieron. Sus rostros se iluminaron, y una enorme sonrisa apareció en ellos. Dentro había una pulsera de oro con una franja negra alrededor y un pequeño cuadrado con puntas redondeadas. Observaron a su jefe y al igual que ellos, sonreía.
-pónganselos
Se sentaron. Seung cogió la pulsera y la colocó en su mano izquierda. JiYong hizo lo mismo, pero colocándoselo en la mano derecha. Las joyas les quedaban sueltas, pero no importaba. No se iban a quejar por el grandioso regalo que les había hecho su jefe.
-¿Ven ese pequeño cuadrado en ellas? – preguntó Yang. Ellos asintieron. – Pongan un dedo sobre estos – lo hicieron – presionen
¡Clic!
Los jóvenes brincaron al sentir como estas piezas se ajustaron a sus muñecas. Tragaron. Dirigieron una mirada asustada al mayor. No debieron mirar. Yang tenía una enorme sonrisa en el rostro, nada amigable. Sus ojos ensombrecidos brillaban malvadamente.
-¡MUAJAJAJAJA! – elevó las manos y echó la cabeza atrás riendo como endemoniado. -¡cayeron! – los apuntó y empezó a correr alrededor de ellos. –Pensaron que era un regalo ¿no es así? - dijo con voz ronca.
-¿No lo es? – preguntó Seung.
-No. – contestó firme. Pasó sus brazos por los hombros de los chicos. – estas pequeñas joyas los ayudará a mejorar la relación que tienen.
-¿Está bromeando? – preguntó burlesco el menor.
-Jamás bromeo Ji, deberías saberlo mejor que nadie – tomó asiento
-Si no es un regalo. ¿Qué es?
-Es una novísima tecnología para mantener juntas a dos o más personas. Ustedes… - apoyó los codos sobre el mueble - …no podrán estar alejados más de… cincuenta… centímetros. – guiñó un ojo. Ellos pestañaron hasta que sus cerebros comprendieron lo dicho.
-¡¿QUÉ?! – exclamaron parándose y retrocediendo.
-¿no me creen? -preguntó con mofa - intenten alejarse – propuso
Ji miró incrédulo el brazalete en su brazo y luego miró a Seung. Éste observaba su mano igual que él. Negó. Era imposible. Ese tipo de cosas no existían, seguro su jefe estaba mintiendo. Con toda la confianza que siempre poseía dio varios pasos hacia atrás. Por lo menos cuatro metros. Seung y Yang se fijaron en su acción.
-¡Lo sabía! –Exclamó alegre – ¡oh… oh! – una energía que no supo de donde emergió lo haló con fuerza descomunal. Por unos segundos sintió que volaba, hasta que se estrelló con el pelinegro.
-¡auch! ¡Idiota! – gritó Seung al sentir todo el peso del menor tumbándolo provocando que se golpeara con el piso alfombrado.
-no puede ser – susurró impresionado.
-son como imanes. Se atraen. Si la distancia es corta solo sentirán un empujoncito, pero si es larga… - sonrió de lado – no querrán intentarlo.
-¡quítate! – el mayor empujó a Ji de su encima y se puso de pie. – usted no puede hacernos esto. ¿Cómo cree que voy a vivir junto a este tarado?… Se lo diré a mi madre y ella le exigirá sacarme esta cosa.
-no me insultes – reclamó JiYong
-¿a tu madre?
-¡sí! – contestó furioso
-¿me olvidé contarles que sus padres están de acuerdo? - dos exclamaciones ahogadas se escucharon en la oficina. – aquí están sus firmas. Lo autorizaron. – dos papeles firmados fueron expuestos. – además, y esto va como un regalo de sus profesores. Serán enviados por dos semanas a un pueblito donde tendrán que prestar ayuda a las personas que viven ahí. Les proporcionaré una grabadora y una cámara de fotos.
-¡stop! – lo detuvo Ji. – quizá mis padres lo autorizaron, pero yo tengo que ir a estudiar. No puedo faltar tanto tiempo a clases. Tengo exámenes.
-despreocúpate, sus profesores dijeron que les darían oportunidades cuando volvieran.
-Uhm… algo bueno por lo menos – soltó Seung.
-claro, como tú paras durmiendo que te importa, pero a mí sí me importa.
-¡no es mi culpa que sean tan aburridos!
-¡por favor! – Pidió Yang – dejen de discutir. No entiendo porque se llevan tan mal, si a los dos les apasiona lo mismo. El hip hop y el rap. Son excelentes haciéndolo. Juntos podrían conformar el mejor dúo de toda Corea.
-con este niñato jamás – pronuncio el mayor despectivamente.
-yo tampoco quiero formar nada contigo. Sé que triunfaré como solista y nunca me alcanzarás.
-¿Quién debería alcanzar a quien? – se acercó y lo miró desde arriba demostrando así su mayor tamaño. – e…na…no
Ji gruñó y estuvo a nada de propinarle un golpe si no fuera por la voz de su jefe hablándoles.
-no se insulten. Mejor vayan a sus casas y preparen sus ropas para este viaje. Los quiero aquí antes de las seis. ¿Quedó claro?
-sí – respondieron malhumorados y se marcharon.
-le rezaré a todos los santos para que éste par no terminen matándose. – acotó preocupado.
CONTINÚA…