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Alfred Jones por Himy Kaibutsu

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Notas del fanfic:

 Discleimer: Soy la única creadora de esta ficción. sin embargo, los personajes de esta historia no me pertenecen. Son creaciones de Eiichiro Oda.

 

Este es la primera vez qe subo un fic. :S

 

Siento ñáñaras en el occipucio y las falangetas~

Kid volvió a la escuela  por unos apuntes que se había olvidado. Entró al salón de clases y caminó hasta  su pupitre. Mientras metía la mano debajo de la mesa dirigió su mirada al reloj que estaba arriba del pizarrón, este marcaba las seis y cuarenta.

 -tsk! Ya voy tarde, carajo...- murmuró.

Guardó el cuadernillo en su mochila y salió del establecimiento. Corrió hasta la estación de trenes notando que el último estaba por salir. Para su suerte logró entrar antes de que las puertas se cerraran. Apoyándose en el respaldo de un asiento sopló sus manos en un intento por calentarlas, mas fue en vano. Y no era para menos, los inviernos de Tokyo eran insoportables.  En cuanto vio una butaca vacía se sentó; después de todo, su parada era la última. Se dejó llevar por la encantadora mecedora que se había convertido el tren y, sin darse cuenta, se quedó dormido. El timbre que anunciaba su destino resonaba. Adormecido y despejándose la mirada con el dorso de las manos mientras bostezaba fue bajando la escalera que la llevaba a la avenida principal. El sonido de su celular le recordó su demora. Sacó el aparato de uno de sus bolsillos y lo revisó: era un mensaje de Law, su novio, advirtiéndole que si no estaba en la casa en cinco segundos, lo mataría. Sonrió ante tal  ´cariñoso´ mensaje.

   Él era el encargado de pasar a buscar el pastel para la abuela Kureha, habilidosa doctora, húngara de ojos violetas y belleza sin igual en su juventud, de paso  decir que ese día cumplía 132 años. El frio de la calle lo obligó a ir más a prisa entre la gente, hasta ingresar en una pastelería.

      Con el paquete en las manos llegó a la casa de sus padrinos, mejores amigos de sus fallecidos padres, quienes cuidaban de él hace ya cuatro años, desde el lamentable accidente en el puente Alfred Jones. Saludando a sus familiares, especialmente a la abuela Kureha, fue haciéndose paso  a la cocina, donde seguro lo esperaba  Law.

   Era increíble el profundo amor que sentía por él. Un amor que iba más allá de uno fraternal, el de ellos era loco, apasionado, prohibido, pero correspondido. En sus 17 años de edad nunca habían sentido nada igual por otra persona que no fueran ellos. A Kid lo volvía loco el sedoso y azabache cabello de Law, sus ojos grises, su tez morena, forma tranquila de ser y aun así, sus terribles ocurrencias. Para qué decir que cada virtud y defecto. Mientras que a Law, lo que más le gustaba de su novio eran su rebelde y rojizo cabello, sus ojos del mismo color que manifestaban la misma rebeldía, su  carácter ante cada complicación, sus enfados, pero lo que más amaba era su sonrisa, una que sólo le mostraba a él, esa  que le recordaba que tenía mucho porque vivir.

     -Hasta que apareciste!- reprochó el moreno.

-No te enojés…es que me olvidé unas cosas en el cole y se me pasó un tren- se excusó Kid.

-Bueno, te perdono porque te quiero mucho, mucho nomás-hizo una pausa acercándose al pelirrojo y le dio un beso en los labios con una sonrisa y ojos llenos de ternura que rápidamente cambiaron a una mirada amenazadora.

- pero que sea la última vez, me escuchaste?

-Sí, mamá!…-Bromeó y luego le sonrió divertido.

     Pasadas las nueve y media de la noche habían terminado de ordenar, ya que la casa quedó vacía y desordenada después de la fiesta. Los padres de Law decidieron llevar a la abuela Kureha hasta su casa, si bien parecía estar bien de salud, 132 años no vienen solos. Kid, agotado, se recostó sobre el mullido sillón doble de la sala y encendió la televisión con el control remoto, empezando a hacer zapping.

-Nunca hay nada bueno para ver…-se quejó, apagándola de nueva cuenta  y acercándose al azabache que estaba por salir para sacar las bolsas con basura.

-y cuando hay algo, está todo junto-  continuó observando lo que hacía el otro.

 -bueno, convengamos que un martes a las diez de la noche más que telenovelas no vas a encontrar- 

-Sí, tenés razón- rieron ante la verdad del comentario.

- Deja, ahora las saco yo, esperame que voy al baño-

-No, está bien. Las saco yo, vos busca una peli que esté buena para ver-

     En lo que Law tardó en sacar la basura, Kid fue al baño y volvió, revisó el modular en donde tenían los dvds buscando una película que los entretuviera.  Tomando una que aún no había visto se sentó en un sillón individual para leer la sinopsis al reverso de la caja. En eso estaba cuando escuchó un fuerte estruendo. Fue a paso rápido a la puerta de entrada y vio a su novio con una mano en su pecho y cara de circunstancias.

-Law, qué pasó?- preguntó preocupado, entonces percibió el líquido rojo que coloreaba la parte superior de la camisa blanca, en donde tenía la mano. Perplejo, vio como el frágil cuerpo del calmado chico cayó al piso, formándose un charco oscuro de  sangre bajo él.  Desesperado y confundido corrió hacia él.

-Law, Law!- Giró su mirada hacia todos lados, buscando alguna razón por la que su amado esté en ese estado, logrando distinguir a lo lejos una sombra corriendo.

 - K-Kid…- trató de llamarlo, sentía gusto metálico en la boca y un dolor agudo en el lado izquierdo del pecho.

-Law, Law! Qué pasó?  Contestame!

-K-ki-kid… - Cada vez le costaba más articular algo.

-…te amo…-con sus últimas palabras, gruesas lágrimas caían de sus grisáceos ojos; y en un segundo, se detuvo su corazón.

 

       El ruido de la sirena del patrullero estacionado frente a la casa, el llanto desconsolado de su madrina, la angustiosa voz del padrino exigiéndole al policía de turno una explicación y el murmullo de los curiosos vecinos que rodeaban la vivienda no le fue un impedimento para escuchar lo que el uniformado dijo: “Capturamos al sospechoso: Donquixote Doflamingo, 37 años, es el dueño de Smile and Sad company, la disquera tan popular, Se declaró culpable, tal parece que él lo amaba, pero el joven Law lo rechazó”.  Kid sentada en los peldaños de la escalera del hall, todavía perturbado y lloroso, haciéndose rulos con los dedos en un ataque de nervios, golpeó fuertemente la pared y se levantó para encerrarse en el dormitorio.

 

     Su mirada vacía, opaca, sin sentimiento alguno se posaba en el ataúd de Law. A su alrededor los familiares, amigos, allegados  de su amante lamentaban la perdida. Esa mañana fue como cualquier otra de invierno: nublada y friolenta. Al caer la noche,  frente a la tumba sólo quedó el pelirrojo, sentado sobre sus talones, triste y solitario. No podía creer que ya no iba a verlo nunca más. Imágenes de tiempos lejanos y recientes pasaban por su mente.  Su vida en el kínder Garden, cuando apenas se conocieron, su paso por la primaria y secundaria, el futuro que imaginaban juntos, todo roto, arruinado, reducidos a nada.

  

    Frustrado, se levantó y arrastrando los pies hasta la salida, caminó lentamente hasta la carretera. Sin ánimos, pasó delante de los vehículos que por ahí transitaban y llegó al puente Alfred Jones, popular por la cantidad inaudita de suicidios que allí se produjeron. Al llegar, con gran pesadez consiguió pararse en el borde de hierro, contemplando la increíble y tenebrosa vista desde su perspectiva. Sintiendo el dolor punzante en su pecho, escuchando las fuertes y turbulentas olas chocar contra el Alfred Jones. La niebla hacía más siniestra la escena. Kid sacó del bolsillo del abrigado tapado negro su celular, y escribió.

 

     El silencio de la noche ambientaba de tranquilidad el hogar Trafalgar. Donde papá y mamá Trafalgar, padres de Law, estaban abrazados frente a la chimenea, consolándose por la conmoción tan grande de la perdida a su  único hijo. El encargado de romper la paz reinante con una música escandalosa fue el teléfono móvil de la mamá de Law. Agarró el aparato que estaba arriba de una mesita continua y observó la pantalla, era un mensaje de Kid. Una mueca indescriptible se formó en su rostro, mezcla de asombro y horror. Rompiendo a llorar.

 

   Kid volvió a guardar el celular. Respiró profundo, inhalando y exhalando y tomando valor de la forma más cobarde, dio un gran salto.

 

   El papá de Law tomó el teléfono y leyó el mensaje con temor: “PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN…Adiós…”

 

Un sentimiento de irresistible emoción lo atrapó, mientras el viento lo envolvía, y caía, atraído por la fuerza  gravitatoria. Descendía cada vez más, esperando llegar duramente y encontrarse con el agitado río que terminaría con todas sus penas. Creyendo única forma de encontrarse de nuevo con su amor. Pero nunca llegó. Antes, sintió como unos cálidos brazos se asían de él. Sintió vértigo en la boca del estómago al verse tan cerca del agua, y, en vez de chocar estrepitosamente, se elevó y voló. Levantó la vista investigando el fenómeno,  encontrándose con la cálida sonrisa de un Law con grandes, blanquecinas y elegantes alas de ángel. Lágrimas surcaron su rostro, una enorme sonrisa se formó en sus labios.  y volaron juntos, desapareciendo en el horizonte.                                                                                   

 

Fin.

Notas finales:

Bueno, la verdad es qe esto fue un trabajo de realismo mágico qe tuve qe hacer para el cole el año pasado. Originalmente las protagonistas eran dos chicas: Carrie, a qien transformé en Law, y Emily, en Kid.

Eeemm. Original-originalmente me inspiré en ellos dos para hacerlo asiqe me pareció una linda idea compartirla con ustedes.

Ah, si, la parte del mensaje es una clara copia barata de (spoiler) school days. Y Alfred Jones es el nombre de Amerika de Hetalia, la verdad es qe odio a Amerika pero me gustó su nombre. :B

  Personalmente odio qe pongan de advertencia la muerte de un personaje, ya qe yo soy tan idiota qe ya me desilusiono. u.u

   Me gustaría un comentario sobre mi forma de escribir. Es la primera vez que posteo un fic y estoy trabajando en otro y de verdad me serviría su opinión.

Les agradezco qe lo hayan leído.

 Un abrazo psicológico como los de Germán (qe por cierto es mi esposo…nah! Mentira, futuro esposo (?) ah) (Disclaimer: Germán Garmendia no me pertenece. Ah. xD)

Sayo~


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