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CRUSH. por Akudo

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Notas del capitulo:

La confianza y fidelidad importan en una relación. Con esa base hecha añicos Shuuzou ya no quería nada más de Tatsuya, nada… ni lo que hubiese sido lo más valioso en sus vidas.


Continuación del capítulo anterior.

— Oye, ¿intentas seducirme? —reclamó Himuro, sin una pizca de disconformidad en su voz.

— Tienes una imaginación bastante descarada, ¿sabías?

— Y tú la vuelves peor.

Nijimura formó una sonrisa, con sus labios en el borde de la copa que estaba bebiendo, y dejó que Himuro siguiera mirándolo a su gusto, porque desde que salieron de las termas él andaba en toalla. Se habían visto desnudos un montón de veces, sin embargo esta imagen gloriosa no podía dejar de parecerle fascinante al del lunar.

A Shuu le estaba gustando esta escapada romántica. Al parecer Kagami se enamoró de esta posada desde el instituto y se la recomendó a su hermano, además de que quedaba cerca de un gimnasio, así que cuando bajaron del auto lo primero que hicieron fue sacar la pelota de básquet de los asientos traseros para sudar toda la frustración, el cabreo y la tensión que traían encima desde hace tiempo.

Jugaron uno contra uno sin contenerse hasta que anocheció y entraron a la posada hechos un desastre, cansados y con algunos golpes, pero ambos con una sonrisa cómplice como si volvieran a ser adolescentes. La siguiente parada fueron las aguas termales y no estuvieron solos, todo lo contrario, veían ir y venir a un montón de hombres en pelotas y con mucho pelo, y uno de ellos también fue Himuro que se paseó totalmente en cueros como si nadie lo estuviera mirando mientras admiraba el lugar, hasta que fue a sumergirse al lado de Shuuzou y rió encantado por la temperatura del agua.

Aun así continuaron con cierta incomodidad uno junto al otro sin decirse nada. Pudieron relajarse un poco una vez que los demás huéspedes se retiraron y Tatsuya acomodó un brazo sobre los hombros ajenos, diciéndole que tenían que hablar. Nijimura se echó agua en la cara, respiró lo más hondo que sus pulmones le permitieron y tuvieron una larga charla; sin insultos, sin voz alta y sin la altanería que los había dominado en este último tiempo.

— No quiero que esto se acabe.

— Yo tampoco.

A pesar de que ambos lo llegaron a pensar en algún punto, la idea de separarse simplemente les creó una sensación horrible por dentro. Admitieron sus fallas, se pusieron de acuerdo en lo que deberían mejorar y por último un beso en los labios del otro cerró su tratado de paz.

Luego de comer y beber hasta hartarse y que ahora se sentía limpio, no había ni una sola preocupación dentro de la cabeza de Nijimura. Se sirvió más sake con Himuro acechando alrededor, lo dejó acercarse por su costado y que lo rodeara con sus brazos, que le besara el hombro y parte de su cuello, y que Tatsuya atrapara con sus labios las gotitas que aún le escurrían del pelo.

Cerró los ojos disfrutando del tacto travieso de la boca del más alto y dio un nuevo sorbo a la ardiente pero dulce bebida, notando enseguida como su cuerpo se sentía cada vez más y más dispuesto. Era bastante cliché, pero no se iban a saltar la parte de llevar su reconciliación a la cama, después de todo llevaban… por dios, MESES a secas y ni él mismo se lo podía creer.

— Mgh…

Himuro le tomó el rostro para girarlo y beber de la comisura de sus labios el licor que se acababa de llevar a la boca, y algunas gotas cayeron hasta el pecho de Shuuzou y más abajo haciendo que sus abdominales se contrajeran. El del lunar se rió al ver el mohín de su labio superior, pasando la lengua por su barbilla y parte de sus clavículas donde había quedado el rastro del sake.

Suspiró cuando Tatsuya le pasó una mano por todo el pecho, rozando casualmente sus tetillas sin prestarles atención y luego bajó por su ombligo hasta el borde de la toalla, insinuante pero sin arrebatársela de la cintura, provocándole cosquillas al mayor bajo su vello púbico.

Pero Shuu tampoco se iba a quedar como muerto. De verdad tenía muchas ganas ahora, como si todas las veces que le negó el acto a Himuro por andar estresado, agobiado y pendiente de otras cosas le repercutieran en ese instante de golpe en las gónadas. Dobló el brazo tras la nuca del menor y abrió su boca para atrapar la lengua ajena, la que vino a su encuentro en medio de un beso bastante animado y lleno de saliva, a la vez que con su mano libre alcanzó el pantalón de Tatsuya y le sacó el botón con habilidad.

Estaba a mitad de bajarle el cierre cuando Himuro le mordió el labio en un dolor placentero y lo hizo girarse por completo hacia la pared, aprisionándole las manos en ella. Tatsuya besó su nuca y la mordisqueó, soltando calientes suspiros contra su piel húmeda que se volvió demasiado sensible. Juntó su cadera contra el trasero de Nijimura y se frotó lenta pero duramente por encima de la toalla, logrando oír la voz profunda y excitada de éste.

Joder, su polla moría por entrar en Shuu, extrañaba demasiado sentir esa sofocante humedad, que el interior de su pareja lo envolviera salvajemente mientras gemían el nombre del otro. Sin embargo, deseaba empujar más a Nijimura hacia el límite y forcejeó con él sin dejar que separara las manos de la pared, a lo que éste gruñó irritado provocando una risita en Himuro. Terminó por apegarse completamente contra la espalda del mayor y ambos suspiraron al sentir que el contrario le traspasaba su calor corporal, Tatsuya bajó las manos por el cuerpo ajeno para meterlas por debajo de su toalla y le abrió los muslos con la rodilla.

— Uhh, ¿qué es…? —las orejas de Nijimura se pusieron rojas hasta la punta al ser descubierto, pero era obvio que Himuro se iba a dar cuenta— Pero qué chico más obsceno tenemos aquí.

— Cállate… mmh. —se encorvó hacia delante al ser tocado en ese lugar, aunque Tatsuya estaba tan pegado a él que apenas lo dejaba moverse. El del lunar siguió rozando los dedos entre sus nalgas un poco más, hasta que por fin sujetó la base de goma que sobresalía para empujarla lentamente hacia afuera.

— No creí que vinieras tan preparado.

Nijimura no quería voltear, pero pudo imaginarse la cara en celo que estaba poniendo Tatsuya ahora mismo.

— No es por ti, es por mí. Sé que acabarás poniéndote bruto y seré yo el que la pase negras.

La risa de Himuro salió en un siseo, era mentira si decía que esto no lo había puesto caliente al doble. Acababa de sacar del trasero de su novio un simpático tapón para mantenerse dilatado y facilitar las cosas cuando se la metiera, y se preguntó desde cuándo lo traía puesto. Shuuzou no solía ser tan descarado así que se emocionó, poniéndose bruto tal como el otro había anticipado.

Le dio una lamida al tapón reconociendo el sabor del lubricante de uva, antes de dejarlo a un lado para bajarse la ropa lo suficiente y que el de ojos grises lo sintiera duro contra su muslo. Shuuzou sufrió una contracción placentera en anticipación, aunque le resultó incómodo que su culo estuviera abierto recordando la forma del tapón, mas no tuvo que seguir preocupándose de eso cuando Himuro lo sujetó bien para impulsarse y llenar su vació de una sola vez.

Cuando no pudieron seguir de pie se cambiaron al futon y ninguno se acordó de ser tímido o recatado, habían necesitado tanto unirse físicamente que ahora mismo parecía que nunca iban a parar. Ambas manos de Nijimura arrugaron las cobijas a cada lado de la cabeza de Tatsuya para impulsar su cuerpo sobre las caderas de éste, irguiendo todo su torso de una manera muy erótica cuando Himuro jaló su culo hacia abajo para descargar todo su semen lo más adentro posible.

Shuu se llevó el dorso de la mano a los labios gimiendo largamente contra ella, y cerró sus ojos con fuerza por la increíble sensación.

— Oh, carajo… Tatsu-… no estás usando…

Himuro lo interrumpió masturbándolo para que se concentrara en correrse también, mientras gozaba de los apretoncitos que dio la entrada de Shuuzou alrededor de su sexo cuando el mayor le manchó todo el pecho de blanco. Fue un chorro abundante ya que había pasado tanto tiempo sin consentirse sexualmente.

El de menor estatura se encontraba tan sudado y cansado como después de varias prácticas seguidas en Teiko, y hace rato que su toalla quedó olvidada en algún lugar. Cuando estuvo seguro de haber recuperado la suficiente compostura hizo su típica mueca con el labio, mirando hacia abajo a Tatsuya que estaba en las mismas condiciones que él y se recuperaba del orgasmo con una sonrisa encantada.

— ¿Apenas te diste cuenta? Después de que lo acabamos de hacer… ¿tres veces?

— … —a Nijimura le molestó que el otro lo dijera tan tranquilo y con esa sonrisa— ¿Por qué no te pusiste protección?

— Bueno, si me pones bruto es lo que menos voy a tener en la cabeza.

— Tatsuya, si hablaste otra vez con tus padres…

— Tranquilo, tranquilo. Sí que mis viejos están locos por ser abuelos, pero no lo haría solo por darles el gusto. —le acarició la mejilla al de ojos grises, alejando unos mechones oscuros que tenía pegados a las piel por la humedad y luego rozó su mentón, sus labios y metió la punta de sus dedos entre ellos. Shuuzou bajó la guardia y le besó las yemas— Sé que estamos preparados, y si pasa ahora es porque simplemente tenía que pasar, ¿bien?

— Mmg. —otro mohín.

— ¿Bien?

—… Bien… —no estaba tan convencido ya que ese tipo de asuntos debían ser muy bien planeados, pero cualquier cosa ya le echaría la culpa a Himuro. Dejó que éste lo atrajera por la nuca para que sus bocas se juntaran, y entre beso y beso el del lunar le preguntó si aguantaba otra ronda. Nijimura asintió y el otro invirtió posiciones, recostándolo y quedando entre sus piernas blancas llenas de arañazos y pequeñas marcas.

Luego de que se les agotara el tanque de energía el dolor de piernas llegó de una manera espantosa y Shuuzou estuvo seguro de que no podría moverlas bien en varios días. Estaba quedándose dormido, pero se encontraba incómodo y llamó a Tatsuya con suavidad, éste no respondió y por la forma pausada en la que respiraba contra su yugular dedujo que ya había sucumbido al sueño.

Sin embargo, él no podía darse ese lujo. Tatsuya seguía sobre él y adentro de él, además estaba manchado, sudado y quería lavarse otra vez. Nijimura removió a su pareja que continuaba sin reaccionar y en el límite de su paciencia le gritó que era un estorbo, dándole una cachetada que si bien no fue tan agresiva tampoco podía llamarse una forma delicada de despertar a alguien.

Himuro gruñó arrugando el rostro y apenas pudo separar los párpados.

— ¿… Qué te pasa?

— Que te quites, quiero ir al baño.

— Mm… mañana.

— Himuro… —dijo con advertencia.

El ex Yosen suspiró con desgano y se separó, aunque seguía medio dormido y no le dio tanto espacio a Shuuzou para moverse. Al menos ya no estaban pegados como perros ahí abajo y Nijimura dobló una pierna ágilmente entre sus cuerpos para empujar el torso de Himuro.

Éste rió divertido, agarrándole el pie para mordérselo— Si exhibes así lo flexible que eres me voy a excitar de nuevo.

— Ahg, ¿eres un conejo? Hazte a un lado.

Entre bromas y forcejeos el mayor le puso el pie en la cara y pudo liberarse, pero no le fue muy bien en eso de levantarse y caminar, así que Tatsuya lo cargó como unos recién casados.

— Mi culpa. Yo llevaré a la doncella a que se lave todos nuestros hijos de encima.

— Doncella mis pelotas. Bájame, Tatsuya… ¡Himuro!

Entre tanta pelea y que Himuro siguió molestándolo los dos acabaron en el piso. Cuando regresaron a casa no hubo ningún cambio en el cuerpo de Nijimura en los meses siguientes, pero ya estaba dicho; si tenía que pasar, pasaría.

 

 

 

Ellos no tenían ningún deseo carnal hacia el otro. Se caían bien y se tenían aprecio, pero no se gustaban. Cuando Himuro recordaba esa vez, esos borrosos tres minutos, tenía la sensación de que eran los recuerdos de otra persona, como si en ese momento no fuese él quien estuvo dentro de su cuerpo haciendo aquello. No obstante, sí fue él.

Un momentáneo cortocircuito en el que su piel demandó una necesidad de la que su mente no tuvo participación. No obstante lo hizo, y no tenía ningún poder para cambiar eso, menos para ocultar las consecuencias tardías. Claro que se imaginó más de una vez siendo padre… pero no así.

Himuro no salía del impacto de verse a sí mismo en esta pequeña que permanecía atenta en sus brazos, ya cansada de dormitar. Todo cayó como una bomba sobre su cabeza, sin embargo al conocerla ese lazo irrompible entre ellos automáticamente existió. ¿Qué rayos se supone que haría ahora? Cuando todo marchaba plenamente con Shuuzou y Taiga la dicha se había transformado en una tragedia, y no solo le acababa de arruinar la vida a su hermano, sino que estaba a punto de hacerlo con la suya propia.

Se escucharon tres toques en la puerta y Takao quiso llorar cuando vio a Nijimura asomarse, mientras que Tatsuya solo deseaba que todo esto fuera una desagradable pesadilla.

— Shuu…

— ¿Por qué luces tan sorprendido? Me enviaste un mensaje diciendo que venías para acá, ¿recuerdas? —y se tardó un poco más en el camino, aprovechando de venir al hospital para recoger unos exámenes que se hizo y que tenía doblados en su bolsillo trasero a espera de que Tatsuya los viera. Ahora Nijimura los había alcanzado para ver a la nueva bebé y eso le causó un montón de emociones, sin embargo el ambiente estaba tan tenso que ni siquiera él lo pudo obviar, mirando alrededor del cuarto— ¿Y Kagami?

Miró a Takao, lo pálido y ¿asustado? que se veía en la cama, y cuando se acercó a Himuro le vio poner la misma cara. Le preguntó a Kazunari cómo se encontraba, pero éste ni pudo mantener el contacto visual.

Tatsuya estaba totalmente paralizado, ni siquiera pudo hacer algo para evitar que Shuuzou se asomara sobre su hombro para mirar a la criatura que sostenía. Solo fueron unos tortuosos segundos antes de que notara cuando se le cortó la respiración al mayor, y su mundo se destruyó cuando oyó sus palabras quebradas.

— Pero qué… rayos…

— Shuuzou, espera.

Éste se apartó de Himuro con una mirada demasiado confusa, con un dolor de cabeza empezando a palpitar al intentar negar lo que acababa de ver. No podía ser posible que esta fuera la niña de Takao, ¿por qué no se parecía al halcón o a Kagami? Debió haber algún tipo de equivocación, sí, de eso quería convencerse Shuu.

Sin embargo, la negación no le hizo ningún favor. Los labios de Tatsuya temblaron sin lograr dar alguna excusa, y cuando Nijimura miró a la cama el menor de los tres se tapó el rostro pidiéndole perdón.

— ¿Qué… hiciste? ¡¿Qué fue lo que hicieron?!

Shuuzou sintió un regusto ácido, quería vomitar. En cuanto dio media vuelta para huir de ahí Himuro se apresuró en darle la niña a Kazunari para correr detrás suyo, llamándolo con desesperación. El del lunar lo atrapó por el brazo cuando cruzaba en el siguiente pasillo y por más que forcejeó éste se negó a dejarlo.

— Déjame explicarte, por favor.

— ¿Explicarme qué? —la misma rabia le cerraba la garganta y ni siquiera le pudo gritar. Apenas le salía la voz— ¿Crees acaso que soy tan estúpido para no deducir que me pusiste el cuerno? Qué tanta maldita confianza te tienes como para pensar que no me enteraría, Himuro.

Y la verdad es que si esa niña no existiera probablemente no lo habría descubierto nunca. No lo podía creer, no podía asimilar que Tatsuya lo haya mirado, besado y tocado como si nada, que le dijera que lo amaba después de haberle hecho algo así, con alguien tan cercano a ellos. Era el novio de Kagami, maldición.

Cuando Tatsuya quiso jalarlo hacia él y abrazarlo esta vez sí le gritó que lo soltara o lo iba a matar. Un vigilante llegó donde ellos agarrando firmemente la muñeca de Himuro, y le pidió que soltara al más bajo si no quería tener problemas. Él no lo escuchó, solo pudo ver la expresión asqueada y decepcionada de Shuuzou cuando éste se liberó yéndose del lugar.

Nijimura quiso arrancarse la cabeza para que esa pequeña carita desapareciera de su mente, una criatura exacta a Himuro, bellísima y tierna, pero que nunca salió de sus propias entrañas. Sacó el papel de su bolsillo y lo rompió tirando los pedazos en la basura de la entrada, moviéndose por inercia hacia la primera parada de bus que vio. No se fijó en la ruta que era y en media hora ya no reconoció dónde estaba.

Daba igual.                                                                                                                           

Ya estaba calmado pero no era una calma agradable, sino más bien como si lo hubiesen despojado de todo. Ni siquiera había lágrimas para botar. Sacó su celular marcando un número conocido con sus ojos mirando nada, y esperó unos cuantos timbres hasta que una voz serena y segura respondió.

Shuuzou, qué sorpresa más grata.

— Necesito que me hagas un favor.

—de inmediato su interlocutor notó que algo no iba bien— ¿Qué pasa?

— Yo… tú tienes muchos contactos. Quiero sacármelo. —unos ruiditos tiernos lo hicieron mirar a los asientos de su derecha donde un bebé en brazos de su madre movía su manito hacia él, encantado con el pollito de colores que colgaba de su celular. Nijimura vio sus cachetes gordos, sus ojitos brillantes, su pequeño cuerpo… y no sintió nada— Es de Himuro, pero… tenías razón. Él no sirve después de todo.

No tienes la culpa así que no te preocupes por nada, él nunca fue bueno para ti. Dime dónde estás, iré a buscarte y me encargaré.

— Gracias… Akashi.

Notas finales:

Podrán encontrar la continuación de esta historia aquí:

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=148924&index=1


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