Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juguete nuevo. por YahikoGirl

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Es el primer capítulo, no serán muchos, de eso estoy segura. Espero que les guste :3 

“Tío Sasuke”. Él venía de nuevo, lo vas a ver una vez más, pero no estás dispuesto a dejarlo irse tan fácilmente como hace seis años, cuando luego de regalarte aquella increíble experiencia, se fue a una ciudad muy lejana a la tuya, dejándote solo.

Todavía recordabas como a tus cortitos cinco años, eras capaz de causarle miles de sensaciones sin siquiera darte cuenta. Esas veces que te montabas sobre su espalda, con la excusa que te llevar a andar en caballito, esos pequeños e inocentes besos que le dabas en la mejilla, haciéndote sentir extraño, pero enormemente feliz por tener a tu querido tío junto a ti.

-¡Tío Sasuke! – Gritabas al verlo allí parado, separando sus brazos, para que tú pudieras saltar y abrir tus piernitas, dejándolas enrolladas en su cintura. - ¡Te extrañé mucho! – Le decías a su oído, respirando agitadamente a causa de la rápida caminata que tuviste que hacer para llegar más rápido a dónde estaba él.

-Yo también te extrañé, Naruto. – Hablaba, dándote un beso en la mejilla, dejándote un pequeño rastro de saliva, el cual te gustaba sin saber por qué.

Siempre era así, sonreías en su cuello para luego tocar con tus tibios labios, la piel que se encontraba debajo, logrando que por el cuerpo de quien te cargaba, recorriera un escalofrío.

Escuchabas las risillas de tus padres y tus abuelos, quienes veían la situación con mucha ternura, sin imaginarse que dentro de unos años, aquella relación se convertiría en algo sumamente morboso.

-¿Vamos a pasear? – Te preguntaba cuando aún estabas en sus brazos, moviéndote hacia arriba para acomodarte mejor. Tú estirabas el cuello hacia atrás y con una sonrisa, le respondías que sí. Los dos deseaban quedarse solos, para así poder hacer esas cosas que sabían eran incorrectas, pero se les había vuelto un hábito. – Ahora volvemos. – Avisaba, colocándote en el suelo y tomando tu mano con la de él.

-No vayan muy lejos. –

Y así, era cómo salían los dos, directamente hacia el río cercano al campamento, sabiendo perfectamente a dónde iban para que nadie pudiera verlos.

-Naruto. – Te llamó una vez y te dio miedo el tono utilizado, él sonaba bastante afligido. Lo miraste, mientras te sentabas a horcajadas sobre sus muslos y apoyabas tus pequeños bracitos en sus hombros. Lo observaste expectante con tus ojos celestes bien abiertos, luego quisiste acercarte a su boca, para darle un pequeño beso cómo siempre hacías, pero él dio vuelta el rostro y te obligó a detenerte. – No lo hagas más. – Te dijo, para que tú fruncieras un poco el ceño.

-¿Por qué? – Preguntaste, temiendo que estuviera enojado.

-Por qué no debemos. – Explicó, manteniendo la mirada firme en otro lado.

-Po - ¿Por qué? – Volviste a indagar tímidamente, esta vez siendo capaz de captar la atención del mayor, que posó su mirada en tus ojos algo cristalizados. Sasuke se quedó mudo y tragó saliva duramente. Sin saber cómo explicarte lo malo de sus acciones, levantó el pulgar y acarició tu mejilla, la cual tomaba un leve color carmín. - ¿No podemos seguir dándonos besos? –

-S - ¡Sí! – Te dijo él, acercando tu rostro al suyo. – Sí podemos, pero no cómo los que nos gusta. –

Ese tipo de besos, quedaron casi prohibidos luego de explicarle lo tan grande que estabas. Ya no tenías la edad cómo para darte “besitos en la boca”, cómo todo el mundo lo sabía.

-¿Entonces, cómo? –

Y esa era la inocencia que lo volvía loco, que lo hacía querer protegerte con su vida.

-Tienes que besarme aquí. – Dijo, señalando su mejilla con el dedo, fingiendo una sonrisa.

-¿Ahí? – Preguntaste inconforme, haciendo un puchero. – No quiero ahí. – Te negaste, cruzando los brazos sobre tu pecho, en un claro signo de que estabas completamente molesto con esa nueva condición. – Quiero aquí. – Le informaste, marcando con tu dedo índice sobre sus labios.

Estabas acostumbrado, muy mal acostumbrado. Y no se podía darle algo tan lindo a un niño, para después quitárselo sin explicarle el por qué.

-Es que ya no se puede. – Intentó de nuevo, tomando tu mano y dándole un pequeño y corto beso en la palma. De nuevo, tus mejillas se ruborizaron. – Me van a retar si lo seguimos haciendo. –

-No me importa. Yo quiero darte besos allí. – Eras insistente, cómo todo un nene caprichoso al que estaban a punto de quitarle ese juguete tan preciado.

Tu tío se quedó sin aire por unos segundos, mientras seguías en esa posición que indicaba lo enojado que te encontrabas. No lo ibas a aceptar.

-¿Y si lo guardamos en secreto? – Te preguntó susurrando, obligándote a acercarte para escucharlo. Entonces tu sonrisa volvió a brotar por entre tus labios. Si de esa manera podías seguir tocando a ese chico, lo harías con gusto. – No le tienes que decir a nadie, nadie. – Comentó, tomando entre sus manos, la carita que ahora mostraba felicidad.

Volvieron a juntar sus bocas. Él dejó que lo besaras con esa dulzura e inocencia que te caracterizaba, sin la necesidad de usar otra cosa que no fueran los labios, aunque se muriera por enseñarte el arte de saborear con gula y antojo.

Tú pensabas que no había nada más lindo que eso, que tocar a tu tío de esa manera. No tenías idea de lo que era un beso real, Sasuke jamás fue capaz de invadirte más de la cuenta; siempre te dejó hacer lo que quisieras, de la forma que quisieras. Él también disfrutaba de esos besos cortitos a los que lo sometías, sin dejarte saber lo tan desesperante que se le hacía no poder devorarte.

Los diez años de diferencia, hacían mucho. Sus cuerpos y sus mentes no cambiaban al mismo tiempo. Él ya estaba en esa edad de pubertad, de querer experimentar cosas nuevas. Y sabía que tú eras demasiado chico cómo para enseñarle lo que él deseaba saber, así como también sabía lo tan dependiente de ti que era. Estaba bien al tanto de la belleza tuya, de que ese sentimiento que confundió con cariño durante tanto tiempo, se transformó en otro mucho más intenso.

-Te quiero mucho. – Le dijiste, después de que su mano viajó directamente a tu estrecha cintura y le dio un apretón.

-Yo también te quiero mucho. – Dejó que supieras, mientras se encargaba de pegar sus cuerpos un poco más. Tu pureza era tan grande, que no te permitía ver lo indebido de esas obras. Y Sasuke era demasiado astuto, como para dejarte saberlo.

A pesar de saber que estaba mal lo que ustedes hacían y que aquella no era una relación normal, él se encargaba de conservarte íntegro.

-¿Cuándo me lo vas a mostrar? – Indagaste, al sentir de un momento al otro, eso duro en tu trasero. Tu tío rió y volvió a darte un cortito beso en la mejilla, antes de acercarse a tu oreja y respirar allí, produciéndote cosquillas.

-No seas impaciente. – Ordenó, para luego bajar con sus labios a la suave piel de tu cuello y depositar un casto beso en la zona. – Solo tienes que esperar un tiempo más. –

Y era ahí cuando tú bufabas. Ya eran varias las veces que sentías cómo él guardaba un juguete en su bolsillo y te decía que era un regalo que te iba a dar cuando crecieras, para que pudieran jugar los dos en secreto. Incluso te hizo prometer, que no serías tan malo de tratar de averiguar lo que era.

-Ven, vamos a bañarnos. – Decía, levantándote de la cintura y poniéndote de pie. Tú obedecías, a la vez que observabas cómo sacaba su remera y la dejaba debajo de aquel árbol dónde estuvieron sentados. Intentabas hacer lo mismo, pero sus manos te detenían; una vez pidió que lo dejaras hacerlo a él, y entonces, así lo satisfacías.

Mientras se agachaba a tu altura y clavaba sus ojos negros en los tuyos, sentías algo extraño recorrer tu cuerpo de arriba abajo. En el momento que sujetaba la prenda que cubría tu torso y la levantaba de a poco, tus piernas temblaban, haciéndote creer que ibas a caer. Y luego de unos segundos, tenías la parte de arriba del cuerpo desnuda, a merced suya.

-¿Te gusta? – Preguntaste una vez, cuando viste que no despegaba su mirada de tu piel y un calor algo raro, no te dejaba mover.

-Sí. – Respondió, hundiendo su dedo en el ombligo y comenzando a jugar, haciendo círculos alrededor. – Me gusta mucho. – Confesó, reemplazando ese dedo por sus labios, haciéndote reír.

-Me haces cosquillas. – Hablaste, sujetando su cabeza y tironeando muy despacito su cabello, mientras sentías cómo tu abdomen se contraía por acto reflejo, haciéndote experimentar cosas muy lindas.

-¿Y aquí? – Te dijo, una vez que llevó el pulgar a tu pecho y rodeó con el mismo, aquellos botoncitos rosados que endurecieron al tacto.

Dejaste de reír. Sus ojos viajaron a tu rostro y viste sus mejillas rojas. Quisiste besarlo nuevamente y lo hiciste, mientras él siguió con aquel trabajo en tu pecho.

-¿Te gusta aquí? – Preguntó, dejando que su agitada respiración chocara contra tu cuello, sintiéndose incapaz de controlar las terribles ganas de lamer la suavidad que eras capaz de regalarle.

Asentiste con un poco de vergüenza y llevaste un dedo a tu boca, te mordiste la uña y cerraste los ojos, al percibir cuando dejaba de rozar con su dedo y comenzaba a hacerlo con sus labios.

Con la mano libre, te abrazaste a su cabeza y liberaste un gritito no muy audible. Todo tu cuerpo temblaba, provocando que te asustaras. Deseabas que parara y a la vez no.

-Naruto. – Te llamó algo ronco, entonces abriste los ojos. – Prométeme que solo voy a ser yo quien haga esto. – Te sorprendiste, pero asentiste por inercia. – No debes dejar que nadie aparte de mí, te toque de este modo. – Dijo, sujetando con una mano tu mentón.

-No quiero que nadie lo haga. – Confesaste avergonzado, escondiéndote entre su cuello. – No toques nunca a nadie así. – Pediste, sin saber por qué lo sentías tan extraño.

-No lo haré. – Te dijo, haciéndote creer esa enorme mentira.

*oO*oO*oO*

Sonríes atrevidamente, mientras ves cómo tu madre abraza al padrastro y luego a la mujer que lo acompaña. La misma que se encargó de contarte hace años, que entre tú y aquel querido familiar, no existían lazos sanguíneos.

-Pero, eso significa que tú no eres mi tío, ¿Verdad? – Preguntaste, casi al borde del llanto, imaginando que probablemente, tratarían de alejarte de Sasuke.

-Exacto. Pero hay cosas que no deben cambiar. – Te dijo, intentando tranquilizarte con un pequeño beso en la frente y una leve caricia a tus pómulos.

-¿Cosas como qué? –

Él sonrió, bajó con esa sonrisa hasta tus labios y dejó que la pudieras ver de mucho más cerca. Luego sentiste las mejillas arder y permitiste que te rozara la boca con sus dientes. Simplemente te encantó, te hizo sentir diferente.

-Cómo estas. – Susurró, antes de depositar un suave beso en la piel a su alcance.

Tus ojos celestes se empaparon, pero esta vez de pura felicidad. Nadie te iba a alejar, todo seguiría igual.

-¿Me sigues queriendo mucho? – Preguntaste luego de responderle el beso.

-Ahora te quiero mucho más. – Contestó, volviendo a realizar la misma acción de hace unos momentos.

-¿En serio? Demuéstralo. – Y dibujaste un puchero, antes de sentarte en su cama, la cual estaba a unos pocos pasos de la tuya.

-¿Cómo lo hago? – Indagó, notando una pequeña chispa de picardía en tus ojos.

-Déjame dormir esta noche contigo. –

Sin saber en la boca del lobo que te metías, propusiste aquello. Él te miró, luego se rió y asintió con la cabeza a gachas. Su plan no sería precisamente hacerte dormir.

*oO*oO*oO*

-¿Sigues teniendo frío? – Preguntó distraídamente, mientras sus dedos bajaban cada vez más a lo largo de tu espalda.

-Ahora no. – Dijiste, aspirando ese aroma extraordinario que él emanaba. - ¿Tú? –

-Yo nunca tuve frío, tontito. – Se burló, desesperándote al acariciar con mucha suavidad tu rubia cabecita.

Tus piernas se encontraban abiertas, una a cada lado de su cuerpo. Esa remera larga que te había prestado, tapaba un poco más debajo de tu cintura. Los brazos, los colocaste a cada lado de su cuello, mientras te encargabas de descansar la cabeza en su pecho y refregar de vez en cuando, el vientre contra el de él.

-No tengo sueño. – Confesaste, y es que todavía no sabías lo que subía tu adrenalina y te sacaba las ganas de dormir. – Cuéntame un cuento. –

Una carcajada brotó de sus labios, haciendo que levantaras la vista y lo miraras sorprendido.

-¿De qué te ríes? –

-Ya estás demasiado grande para que te cuente cuentos. – Dijo aún riendo, subiéndote desde la cintura. – Tengo una mejor idea. – Indicó, cerrando sus ojos y largando un suspiro. – Te quiero enseñar algo. – Propuso, antes de darte un pequeño beso en los labios y dejándote curioso. – Mira, cierra los ojos y abre la boca. –

Desconfiado, te negaste a hacerlo a la primera. Deseabas saber que era lo que tenía que enseñarte.

-No es nada malo. Si no cierras los ojos, será en vano. Te va a gustar, estoy seguro. – Insistió, entonces decidiste confiar en su palabra y obedeciste.

Esperaste alrededor de cinco segundos, luego notaste algo caliente meterse en tu boca y rozar con suavidad el paladar. Asustado, decidiste abrir los ojos y lo viste a él debajo. Supiste que era lo que se encontraba dando vueltas y algo que no identificaste muy bien, recorrió tu cuerpo de arriba abajo.

Te quedaste quieto, esperando y disfrutando de las caricias que daba con su lengua. Cerraste los ojos de nuevo y sin mover un solo músculo, dejaste que él apresara con sus dientes, uno de tus labios y lo jalara hacia fuera.

-¿Te gustó? – Preguntó, con una sonrisa juguetona en el rostro.

Tragaste saliva, sentías tus mejillas arder. Ni siquiera eras capaz de asentir con la cabeza.

-Sa – Sasuke. – Musitaste. Ya no te sentías con el derecho de llamarlo “tío” y al parecer eso le gustaba, porque su sonrisa se ensanchó.

-¿Sí o no? – Insistió, tomándote fuertemente de la nuca, no dejando que alejaras tu rostro del suyo. - ¿Quieres otro? – Preguntó, levantando tu labio superior con la lengua y haciéndote desear con locura.

No respondiste, solo dejaste que hiciera. Lo único que cambiaste, fue el hecho de participar e intentar imitar sus acciones.

Sasuke era más experto y te lo hacía saber exquisitamente. Tus actuales once años, solo te servían para hablar de autitos o juegos sumamente inocentes. Sus actuales veintiuno, le servían para enseñarte ese arte que tanto deseó que supieras y que practicaras con él.

-Naruto. – Susurró, llevando una mano hacia el borde de tu camiseta y subiéndola con delicadeza. – Quiero jugar. -

Notas finales:

No sé, puede que las preguntas de Naruto sean tontas, pero pienso que un niño de cinco años, no puede preguntar o decir más que eso. xD 

En fin, beso grande y espero que les haya gustado. Nos leemos en el próximo capi :3 xD 

♥ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).