Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mata-libidos por Yuu-sama

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Fanfic hecho en tiempo de ocio destinado a jamás ver la luz del sol, posiblemente considerado spam-fic. No me hago responsable del aburrimiento o posible daño cerebral en el lector.

Clasificación: +16, porque tengo boca de camionero, insinuación de situaciones sexuales, uso inadecuado de regionalismos y porque se ve más chingón así (?).

Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto, esto está hecho sin fines lucrativos (nadie pagaría por esto anyway...).

Notas del capitulo:

 

Mata-libidos

.

.

.

Su relación con Sasuke nunca había sido sencilla, eso lo sabía de antemano. Pero, de alguna forma, se había sabido adaptar bastante bien a su carácter pedante, narcisista, sardónico y pesado; su escalofriante obsesión por la limpieza y el orden; la cara de chupalimón estreñido que siempre se cargaba; y (lo que más trabajo le había costado) su estúpida y muy molesta costumbre de nunca referirse a él por su nombre.

Sin embargo, cuando su amistad avanzó hacia algo más… profundo, Naruto —crédulo e inocente como sólo él podía serlo— idealizó en su rubia cabecita cómo se tornaría su, ya de por sí, bizarra relación. No es que se considerara a sí mismo un romántico empedernido (Sakura-chan no dejaba de reprochárselo, asegurando que sus futuras relaciones irían en pique si no dejaba de ser un bruto), pero no le costó demasiado el pintar un panorama de este tipo, donde todo era color rosa, en torno a él y su pareja. No pedía demasiado: tal vez un poco más de comprensión y cariño por parte del Uchiha, menos golpes (aunque debía admitir que disfrutaba en demasía sus riñas) y, ¿por qué no?, inclusive aceptaría alguno de eso estúpidos motes melosos que tanto odiaba.

No pasó demasiado tiempo para que desechara la idea como a los cartones de lecha caduca. El moreno seguía siendo el mismo cabroncete de siempre, con la diferencia de que ahora tenía suficientes motivos como para celarlo, espantando a todo ser viviente que se parara a menos de tres metros de él —tomaban muy en serio sus amenazas sobre arrancarles con sus propias manos sus respectivos genitales— y le exigía como una novia histérica (con ligeros tintes de psicopatía) que no se separara en ningún momento de su lado —no pasaría mucho tiempo antes de que se le pegara al cuello y, con una sonrisa enferma, tics múltiples en su ceja derecha y los ojos extraviados, chillara: «¡Dime lindura!».

Pero se decidió a no preocuparse demasiado por ello, después de todo, la pobre y traumatizada Hinata podía pagar un buen psicólogo y Kiba… bueno, él nunca tendría hijos (aunque ahora sería por razones completamente distintas).

Dejando de lado de lado los pequeños e insignificantes malos detalles que venían en el paquete todo incluido que era Sasuke, Naruto seguía estando profundamente enamorado de él, y no creía que eso fuese a cambiar en algún momento. Y aunque el morocho lo negase hasta el hartazgo, sabía que era  lo mismo con él, ¿quién, sino, dejaría de lado los prejuicios propios y familiares para poder entablar una relación de su tipo? Se había enfrentado a un muy furibundo e indignado Fugaku, a una impactada Mikoto y a un hermano mayor algo confundido y extraviado, ¡todo por él! Y permaneció insistiendo por meses, hasta que logró convencerlos a todos de que de verdad quería hacerlo y se aseguraría de que nada malo pasara, y si lo hacía, él asumiría todos los daños y responsabilidades que ello acarreara.

El recordarlo, cada vez que atisbaba en los ojos de su querido suegro el rencor que le tenía por llevarse por las sendas del mal a su adorado retoño, le hacía el hombre más feliz del mundo; esto, y que esperaba de lo más ansioso el subir el último peldaño de lo que representaba su relación física con el de ojos ágata. Sasuke era una persona reservada (e incluso borde) cuando se trataba de interactuar con los demás, así que no era de sorprenderse que repudiara con todo su ser el contacto físico con otros; su espacio personal por mucho tiempo estuvo libre de indeseables.

Hasta que él llegó.

Fue rompiendo una a una las barreras que le rodeaban (tras muchos años de esfuerzo-asedio-acoso constantes, eso sí), hasta que llegó al mismísimo centro del menor Uchiha: fue entonces que verdaderamente lo conoció. El ganarse su confianza le hacía sentir mucho más seguro al respecto, pensando que se dejaría llevar con tranquilidad por él y olvidaría sus muchas costumbres y hábitos raros cuando finalmente estuvieran juntos.

—No voy a meter nada allí —reclamó con una mueca de asco.

Jamás había estado más equivocado…

El rubiales despegó la cara del edredón y observó aturdido al otro, no creyéndose lo que oía.

—¿Eh?

—Que no voy a meter nada allí, usuratonkachi —repitió, marcando mucho las sílabas de la oración, arrugando su respingada nariz con desagrado y poniéndose de pie de un salto, dándole la espalda (y el cierto modo, el trasero).

Naruto hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para despejar la vista de la parte baja del hombre (y no pegarle una dentellada a una pálida y respingona nalga), suspirando con mucho cansancio. Se dio la vuelta, quedando recostado boca arriba sobre la desgastada y vieja cama, antes de preguntar como por séptima vez en la noche.

—¿Qué sucede ‘teba?

Entonces se dignó a verle a la cara, con un gesto muy molesto pintando su rostro de cinceladas facciones.

—¿Bromeas? —refunfuñó despectivo, colocando sus brazos en jarra a la altura de sus caderas—. Eres más estúpido de lo que creí, dobe. ¿Acaso tienes la más mínima idea de lo que estabas haciendo?

—¡Lo que se supone vinimos a hacer a mi casa ‘tebayo! —bramó con exasperación, irguiéndose, con el impulso del coraje, de su lugar—. ¿Acaso hablamos idiomas distintos, bastardo? ¡Me hiciste entrar a la puta farmacia a comprar lubricante hipoalergénico! Eso ni siquiera existe, ¿sabes la vergüenza que me dio preguntarle a la señora del mostrador? ¡Y condones sabor tomate, qué horror!

—No es eso a lo que me refiero, idiota. —Se masajeó las sienes, haciendo que la furia del Uzumaki creciera hasta niveles insospechados—. Y con los tomates no te metas, Freak del Ramen. Me refiero a la acción en sí.

El rubio frunció el entrecejo, como meditándolo unos segundos, pero no estaba muy seguro de a qué se refería el rarito de su novio.

—¿Alcé mucho el culo?

—No me toques los huevos —gruño con la cara roja y unas enormes ganar de descuartizar al ojigarzo—. A ver, empecemos nuevamente: ¿a dónde pretendías que metiera yo los dedos? —Lo que más le encabronó fue que le hablase como si fuera un retrasado mental.

—Creo que es bastante obvio que sólo tengo un lugar para eso, teme. —Claro, y el Señorito No-Me-Despeina-Ni-El-Viento era un genio, ¡y una mierda!

—De acuerdo, ¿y qué, exactamente, es eso?

Naruto sopesó con mucho cuidado lo que diría a continuación, tomando en cuenta que Sasuke parecía estar a milésimas de segundo de estrellar su cráneo contra el muro.

—Pues… —dudó unos segundos—, ¿un recto?

—¡Es una jodida salida, Naruto! —explotó, conteniendo las ganas de agarrar a guantazos al muy… muy… ¡Argg, no se le ocurría un insulto siquiera decente que lo describiera!

—Lo sé, geniecillo. Temo informarte que yo la uso todos los días; no como otros ‘teba —se burló.

Paciencia, Sasuke, si lo asesinas pueden meterte a prisión. Estás tres años tarde… Dios, extrañaba tanto sus días de adolescencia.

—De acuerdo, ¿y qué sale por allí? —intentó otra vez.

—¿Es que acaso no conoces la experiencia?

No lo mates, no lo mates, no lo mates, no lo mates…

—Recapitulemos de nuevo. —Colocó el condón que tenía entre los dedos en la palma de Naruto, tentado a romperle un dedo en el proceso—. Ya quedó claro que eso —recalcó la última palabra, fastidiando al blondo— es una salida, y que por ella salen los desechos del cáncer al que llamas comida.

—Sí, sí —bufó, algo resignado a tener que escuchar la perorata con la que seguro saldría el Uchiha con respecto a lo poco saludables y asquerosos que eran sus hábitos alimenticios.

—Ahora —murmuró, alzando mucho la barbilla y dedicándole su mejor mirada acusadora—, ¿de verdad esperabas que yo metiera lo-que-sea dentro de esa cloaca llena de gérmenes, suciedad y olores vomitivos?

¿Era sólo eso?

—Oh. —Se sorprendió de no verlo venir, siendo que era bastante predecible que el melindroso joven saldría con algo como eso—. ¿Entonces qué propones que hagamos? —inquirió, alzando una poblada ceja.

—¿No es obvio? —Lo vio rodear la cama y subir a gatas hasta quedar a su lado, cubriendo su rostro en la mullida almohada con forma de rana que había a un lado—. Cambiaremos de lugares.

El Uzumaki pareció no reaccionar al comienzo cuando la voz ahogada del moreno llegó hasta él,  observándolo como si le hubiera dicho que era un tiburón unicornio hermafrodita embarazado de lechugas o algo por el estilo.

Vale, vale, la comparación no era precisamente la más apropiada, pero la intención era lo importante.

—¿Estás hablando en serio? Porque si estás jugando conmigo, bastardo, te prometo que no te vuelvo a comprar un puto gel antibacterial en la vida.

—¿Tengo cara de estar jugando?

—Honestamente no lo sé. Pero si te quitaras a Gamakichi de la cara me darías una pista bastante útil.

Un resoplido ahogado resonó unos momentos en la habitación —Sasuke tenía muy buenos pulmones—, antes de que el Uchiha en cuestión bajara lentamente el cojincillo decorativo hasta su barbilla, con la expresión más ridículamente sufrida y abochornada que hubiese visto jamás. Y Naruto, tan salido como era, había visto múltiples videos porno de amateurs.

—Bueno, muchas gracias ‘tebayo —dijo con una risilla contenida—, pero no tengo la más mínima idea de si tu cara me excita o me hace gracia.

—Vete a la mierda.

—Por favor, sabes que bromeo —susurró, parando los labios ridículamente, como pidiendo un beso tronao’—. Si hasta tu cara de cuando quieres arrancarme los ojos me resulta de lo más atractiva. —¿Cómo carajos podía hablar así? Era la cosa más perturbadora del universo entero.

—Me alegra mucho que pienses así, dobe, que seguramente la vas a pasar bomba a continuación —amenazó afilando la mirada, y alejándose un poco, usando a la indefensa ranita como escudo.

—Anda, Sasuke, yo sé que lo deseas —se burló, moviendo sus falanges macabramente—, no te resistas al encanto Uzumaki~ —canturreó, lanzándose para abrazarlo, besando con cariño y ternura su frente, como si fuese un niño pequeño.

Sasuke bufó avergonzado, pero se resignó muy dignamente a aceptar su destino.

—De acuerdo —concordó sorpresivamente, apoyando sus manos en el pecho de Naruto para poder verle a los ojos—, pero tengo un par de condiciones que darte.

—¿No fuiste tú el que sugirió que cambiáramos roles, cariño?

—No tientes a tu suerte.

—Perdón, perdón. ¿De qué tengo que cuidarme ‘teba?

Una conferencia intensiva de dos horas y media sobre la higiene requerida en una relación homosexual y de todo el cuerpo humano en general se llevó a cabo a continuación, enseñándole a Naruto hasta la más mínima precaución para cada recoveco del perfecto cuerpo —palabras literales— de su adorado novio. Cuando Sasuke llegó a la parte que hablaba de la limpieza que se llevaba a cabo en el intestino grueso antes, durante y después del sexo anal (muy consideradamente sacó su celular para ilustrarle) con o sin enemas, decidió rendirse, decirle al moreno no estaba listo emocionalmente para una relación tan íntima e irse al baño a vomitar hasta su primer sorbo de leche materna, los reclamos indignados de Sasuke reverberado dolorosamente en su cráneo.

De todas formas, ser virgen estaba de moda en esos días.

.

.

.

Fin

Notas finales:

Pus' eso es todo. Estoy aburriéndome como ostra porque acabo de terminar exámenes y mi vida ya no tiene esa chispa de adrenalina. Ya esperaré a que entregan las notas, ahahaha.

Esta vez no busco retroalimentación, pues no es muy en serio el escrito, pero si me hacen el lindo favor de regalarme su tiempo, estaré verdederamente agradecida.

Besos


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).