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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Aquí un nuevo capítulo. Lo siento si he tardado en subir, he estado llena de pruebas en la universidad y ni siquiera he tenido tiempo de meterme al pc T.T (Me he estado acostando toda la semana a las 3 de la mañana por estar estudiando u.u)

Había terminado este hace tiempo, pero no había podido subirlo. Espero no tardar en hacer el proximo (Aunque creo que esta dificil, la proxima semana tengo prueba de psicobiologia, filosofia y psicología T.T)

LES TRAIGO LEMON :D ♥  No soy experta en ello, pero hago mi esfuerzo (PD: recién estoy comenzando a escribir lemon xd)

Espero que les guste n_n

Graciaas por leer ♥

PD: Recuerden que Ángelo narra con letra normal y los -dialogos en cursiva y negrita- Mientras que Agate narra en Negrita y los dialogos -Cursiva y normal- 

PD2: Recuerden, cualquier error háganmelo saber para corregirlo. 


Desperté sobre la suavidad de la almohada de plumas y las sábanas blancas rozando con mi piel desnuda, al parecer luego de estar encerrado y apresado cualquier cosa me parecía cómoda, nunca mi cama había sido tan confortable como esa mañana. Abrí los ojos con lentitud y lo primero que vi fue el techo completamente blanco y la ventana desplegada de sus cortinas. Afuera parecía frío, las nubes cubrían gran cantidad del cielo pero aun así se veía agradable. Miré hacia mi izquierda, Ángelo me observaba sonriente y preocupado a la vez, correspondí la sonrisa para indicarle que estaba bien, pero me detuve tan pronto como cuando recordé lo que había dicho Stayne.

Debía decirle, que él era el hijo de la Reina Blanca.

- Ángelo…Sabes- Comencé nervioso –Mientras estaba encerrado…-

- No hables de eso aún, Agate-
Sonrió mientras se inclinaba hacia mí y sellaba mis labios con su dedo índice, lo retiré con cuidado y me senté sobre la cama.

No imaginaba cuantos días habían pasado, pero los suficientes como para recuperarme casi por completo. Llevaba mi pecho, espalda y cuello vendados pero apenas sentía dolor en ellos.

- ¿Cuánto dormí?-

- Tres días-
Afirmó él.  -¿Cómo te sientes ahora?-

- Bueno…Yo-
Me detuve, no debía desviarme del tema.

- Ángelo, hay algo que debo contarte-

- ¿Qué sucede?-
Preguntó llevando su frente a la mía, para comprobar mi temperatura. Estaba más pendiente de mí que de lo que le estaba hablando. Tomó mi brazo con ambas manos y comenzó a cambiar el vendaje de las muñecas.

- Bueno verás…- Comencé mientras observaba como quitaba las vendas teñidas en sangre y comenzaba a cambiarlas por unas nuevas, parecía concentrado en lo que hacía.

- Stayne me contó que tú eres el hijo de la Reina Blanca- Dije con rapidez y él se detuvo abruptamente y por un momento sentí como su mano tembló. Contuve la respiración, nervioso.

- Eso es una tontería…- Dijo esbozando una sonrisa temblorosa y continuó cubriéndome la muñeca nuevamente.

- Alice Liddell-  Susurré. Sus ojos se iluminaron y se abrieron como platos, boquiabierto, dirigió una sorprendida mirada hacia mí.

- Así se llamaba mi madre…- Quité el brazo y tomé su mano entre las mías.

- Así se llamaba la Reina Blanca-

- Imposible…-
Argumentó  - Mi madre murió en mi parto-

- A tu madre la mataron luego de darte a luz-
Respondí, casi interrumpiéndole.

- ¿No sabías que la Reina Blanca estaba embarazada cuando ocurrió el golpe?- Negó con la cabeza mientras en su rostro se dibujaba una mueca de sorpresa y entendimiento, cómo si por fin hubiese entendido algo que no lograba comprender hasta ahora.  

- Eso explicaría por qué mi tío nunca me hablo nunca de…-

- Tú tío traicionó a tu madre-  
Interrumpí. Sus ojos azules se clavaron en los míos, mirándome con dolorosa confusión.  Me sentía sumamente culpable por ser yo el que le contase la historia de su vida.

- Eso...Ya lo sabía- Sus ojos se hundieron entristecidos, yo me hundí más en la culpa. Sostuve su mano con más fuerza.

-Enloqueció cuando se enteró que ella se había embarazado de otro-

- Eso es…-
Su voz se quebró por un momento y sus manos comenzaron a sudar frío. Tomé su mentón y levanté su mirada, para que me viera a los ojos.

- Ángelo…- Me hubiese gustado que él lo entendiera sin la necesidad de decírselo yo mismo, pero el obispo se había encargado muy bien de no mencionarle nada sobre su madre, salvo el nombre y nada sobre la historia de la Reina Blanca.

Sus pupilas azul claro me miraban con tristeza, como si estuviese pidiéndome que me detuviera, cómo si sus oídos no quisieran escuchar más.

Cómo si supiese lo que estaba a punto de decir.

- La Reina Roja…- Incluso luego de repetidas veces planear mentalmente cómo hacerlo, me dolía decirlo.

- Mi madre es la culpable de que Alice haya muerto…-
                                                   

                                                                                                          (*   *   *)


Sentí como el corazón se detuvo al escuchar esa frase, como si hubiese pronunciado mi sentencia de muerte, sus palabras llegaron hasta mí y me quebraron en mil pedazos. Era como si ya lo supiera, pero de alguna forma no quería entenderlo. Mi tío había traicionado a mi madre por celos y la madre de Agate era la culpable de todo. Me sentí infinitamente desgraciado, mi vida entera había sido una mentira. Todo en lo que creí alguna vez no era más que una farsa.

 ¡Hubiese preferido saberlo todo desde un principio! No pude retener el sentimiento repulsivo que comenzaba a crecer dentro de mí, quería vengarme, me arrepentí de haber detenido a Agate cuando estuvo a punto de matar al obispo, ahora deseaba desde lo más profundo verle muerto, también deseaba ver a la Reina Roja siendo sentenciada ¡No podía evitarlo! Era tan solo un mortal que había descubierto luego de dieciséis años que había vivido engañado. 

- Todo ha sido una mentira…-  Musité entre dientes.

- No sabes cómo me siento, Ángelo- Dijo bajando la mirada, se veía triste.

- La Reina, mi madre…Ella-  Intenté mirarle, pero sus ojos se alejaban de mí rápidamente ¿Enserio él se sentía mal por esto?

- Agate…- Comencé mientras me acercaba a él, buscando el resplandor sangre de esas pupilas carmines que adoraba tanto, él me seguía evitando.

- ¡No lo entiendes! ¡Ella es la culpable por…!-

- ¡Agate!- Exclamé con atípica intranquilidad en mi voz que le obligó a callar, sorprendido. Sus ojos estaban muy cerca de los míos ahora. Sin haberme dado cuenta, había tomado su rostro con ambas manos y lo había atraído al mío. Un silencio que me pareció eterno se dio entre los dos, las esferas carmesí ahora estaban directamente clavadas en las mías y me miraban ansiosas.

- No es tu culpa…- Dije casi mecánicamente, mientras observaba, casi hipnotizado sus ojos. No pude resistirme, nuevamente había comenzado a invadirme ese sentimiento tan confuso que me irrumpía cada vez que estaba cerca de él. No era lógico bajo ningún motivo, incluso si estábamos en el País de las maravillas, dónde todo se permitía, incluso así era ilógico.

Él era un hombre.

No sabía nada sobre él.

Él pertenecía a la estirpe a la cual debía odiar.

Pero no podía hacerlo.

Esa fue la primera vez que deseé salir corriendo de allí. Le sostenía con ímpetu y estaba a punto de juntar mis labios contra los suyos, pero ¿Era correcto? Cualquiera diría que debía odiarle, que debí haberlo matado entonces, para quitarle a la Reina lo mismo que ella me quitó a mí. Pero no podía hacerlo.

Por qué de alguna forma…

- Lo único verdadero que he tenido en mi vida…Eres tú- Declaré ya muy cerca de sus labios como para arrepentirme. Sus ojos se abrieron sorprendidos, titubeó unos segundos y su boca pareció temblar, como si quisiese decir algo. Sus ojos intensos me miraban profundamente y podía ver como estaban a punto de hablar,  de pronto, se lanzó sobre mí y me besó enérgicamente.

Él sentimiento comenzó a hacerse mucho más fuerte entonces, no podía separar mis labios de los suyos y él tampoco parecía quererlo. Me tomó con fuerza por la cintura y me atrajo hasta la cama, embistiéndome contra ella mientras se posaba sobre mí y me seguía besando. Apartó su boca de la mía y tomó mis muñecas, luego comenzó a besar mis mejillas, mi frente, nuevamente mis labios y mi cuello, con ternura y suavidad, hasta que su lengua rozó dócilmente con mi hombro, causándome un escalofrío en todo el cuerpo.

-Aga…- No me di cuenta cuando dejé de articular la frase, pero fui detenido inmediatamente por la lengua de Agate entrando con delicadeza nuevamente en mi boca. Esto era nuevo y no pude evitar estremecerme ante su tacto terso y húmedo que me invadía por completo. Sentí como mi corazón se aceleraba, palpitando al unísono con el suyo en una bella canción.

 Arrastró sus manos por mis brazos y sin dejar de besarme recorrió mi piel con sus dedos tersos, suavemente  hasta llegar a mi camisa y arrancarla de un tirón. Su boca abandonó la mía y se dirigió a mi pecho desnudo y descendiendo lentamente con sus labios pálidos y algo fríos me llenó de dulces besos que me causaban un delicioso cosquilleo y escalofríos acompañados de  gemidos que no podía evitar susurrar incluso si me esmeraba en hacerlo. Me estremecí nervioso y sujeté su rostro para atraerlo nuevamente al mío cuando estuvo a punto de quitar el botón de mi pantalón con sus dientes.

- Agate…Yo- Me detuve. Su rostro se hallaba completamente sonrojado y podía oírle jadear levemente, no pude evitar ruborizarme yo también, jamás había visto tal expresión en su rostro. Él llevó sus manos a las mías e intento calmarlas, estaba temblando sin haberme dado cuenta y el calor de sus dedos lograba tranquilizarme.

- Te amo Ángelo – Susurró clavando fijamente sus ojos en los míos. Me estremecí nuevamente mientras sentía mis mejillas ruborizarse por completo y una tensión en el estómago, tuve ganas de desviar la mirada de la de él pero no pude hacerlo. Amor, sus palabras resonaban ahora en mí y me aturdían súbitamente. Me sentí nervioso como jamás lo había estado, nadie antes había recitado esas palabras para mí, nadie me había tratado de esta forma.

Nunca antes me había sentido amado.

 Dejé de contenerme y abalancé mi boca sobre la suya y lo cubrí con un beso, sus brazos me envolvieron por la cintura y me abrazaron con fuerza, intensificando el contacto y estrechando nuestros cuerpos, pude sentir como su pecho frío tomaba temperatura junto al mío y ahora recibía con agrado su lengua.

Se apartó de mí un poco para quitar el resto de ropa que se entrometía entre nosotros, yo le imité y lo despojé de los pantalones de cuero, que era lo único que le cubría en ese momento. No pude evitar nuevamente el sonrojo, estaba ahora desnudo frente a él.   

Me tendió sobre la cama y  se posó sobre mí, ahora podía sentir todo su cuerpo contra el mío, la calidez de su piel me causaba una agradable sensación que me obligaba a desear tenerlo más cerca aun. Me besó nuevamente mientras sus manos comenzaron a descender por mis hombros, mi pecho, mi abdomen y mis piernas, rozando peligrosamente entre ellas y causándome  un placentero escalofrío cada vez que lo hacía.

No entendía exactamente qué era lo que me estaba sucediendo pero no podía evitarlo. Quería a Agate y necesitaba tenerlo más cerca, como si la piel y la carne estorbaran entre nosotros. El beso comenzó a tornarse ahogado, nuestras respiraciones comenzaron a agitarse y luego los jadeos envolvían toda la habitación. Me dejé llevar por esas manos pálidas que se deslizaban con gracia por todo mi cuerpo mientras las mías temblorosamente lo acariciaban, aunque parecía gustarle, por qué cada vez que lo hacía podía sentir como su cuerpo se estremecía. Sus dedos eran suaves y ágiles, topando con suavidad cada parte de mí, llenándome de esa placentera sensación que ya había comenzado a conocer.

 No podía soportarlo más.

Cómo si hubiese leído mis pensamientos  se apartó de mí y se sentó sobre la cama, dirigiéndome una tierna y lasciva mirada a la vez. Observé algunos segundos el cuerpo de Agate antes de avanzar. Su espalda y hombros eran fibrosos y la clavícula resaltaba sobre su pecho con lividez. Recorrí con la mirada a una gota que cayó por ella y reposó sobre el abdomen firme y trabajado, a pesar de ser delgado sus caderas se veían anchas y rígidas y me incitaban a perderme en ellas, las piernas fuertes se entreabrieron un poco mientras me invitaban a sentarme. Avancé hacia él y tomé, tembloroso, la mano que había extendido hacia mí. Con su ayuda me posé sobre él y nuestros miembros palpitantes rozaron por primera vez en un escalofrío que nos recorrió a los dos. Me tomó por las caderas y con una facilidad impresionante me levantó y comenzó a sumergirse dentro de mí. Sentí un fuerte dolor, calmado por los jadeos y la humedad que me cubría por completo, seguido de una sensación de placer y luego la mezcla de ambos. Me abracé a él intentando controlar mi respiración y de calmar mi cuerpo que había comenzado a temblar, no sé si de nervios, no sé si de ansias, no sé si víctima de su amor entrando en mí.

 Con una mano alejó mi rostro de su pecho y me obligó a mirarle a los ojos, sus mejillas pálidas eran cubiertas por el rubor y de su frente cayó una gota de sudor, sus pupilas sangre me miraban con dulzura y amor. Sonrió  y no pude evitar emocionarme ante la perfecta curvatura que formaban sus labios y las lágrimas amenazaron con escapar de mis ojos. No eran lágrimas de tristeza, todo lo contrario. Ya no me importara que él fuese un hombre al igual que yo, ni que fuese hijo del verdugo de mi madre, nada de lo que había pasado me importaba en absoluto. Solo deseaba sentirlo aún más cerca y congelar ese momento por siempre. De pronto, recordé la dramática forma en la que nos conocimos, en ese tiempo hubiese deseado no haberle conocido, por su culpa me buscaban para degollarme.

Y sin darme cuenta, había perdido la cabeza por él.  

- ¡Agate! - Grité en voz baja al sentir como el ritmo de sus embestidas habían aumentado al rodear con sus brazos mis caderas y comenzar a marcar el mismo el compás de nuestro baile.

- Ángelo…- Respondió juguetonamente en un susurro en mi oído e hizo que toda mi piel se electrizara. Sus manos se sentían cálidas y su voz me llenaba de paz y tranquilidad, por primera vez me sentía seguro ante alguien, por primera vez sentía la necesidad de estar entre sus brazos y perderme en el mundo que ellos me ofrecían.

- Agate…Yo…- Intenté murmurar, pero mi voz no lograba salir entre los jadeos que se hacían cada vez más rápidos, el movimientos de nuestras caderas aceleró y las embestidas se tornaron más fuertes, pero con más suavidad que nunca. Me apoyé nuevamente en su pecho para intentar sostenerme y silenciar los gemidos que comenzaban a ser difíciles de callar, él hizo lo mismo y con cuidado mordió levemente mi hombro, exaltándome más y estrechándome aún con más fuerza. Comencé a sentir como mi piel ardía y clamaba la suya con urgencia. Aceleró nuevamente y levanté la cabeza sin poder callar el gemido que  escapó de mi boca y que luego el peliblanco silenció topando sus labios con los míos, obligando a ahogar todo el placer que estaba sintiendo dentro de ellos. Se apartó de pronto y se alejó un poco de mí apoyando las manos sobre la cama tras sus caderas. De alguna forma, este movimiento intensificó la  agradable sensación. Ya no tenía las manos de Agate rodeándome para marcar el ritmo así que llevé mis manos a sus caderas para impulsarme, mis movimientos eran torpes, pero profundos, el peliblanco cerró los ojos soltando un gemido ahogado que me hizo estremecer al escucharlo.

- Es… ¿Está bien así?- Pregunté sin detenerme, algo inseguro aun de lo que yo mismo estaba haciendo. Abrió sus ojos y clavó sus pupilas sangre en la mías, una sonrisa dulce se dibujó en su pálido rostro. Sin decir más se impulsó rápidamente hacia adelante y cayó sobre mí, tomando posesión de mis piernas, separándolas y levantándolas  junto a mis caderas, posándose él entre ellas. Cerré los ojos mientras sentía como nuevamente empezaba a ingresar dentro de mí. Esta nueva posición me entregó la sensación más placentera que nunca antes había tenido la oportunidad de sentir, recorrió todo mi cuerpo y me electrizó la piel. Las embestidas eran más libres ahora y Agate dominaba la situación, sus movimientos eran ágiles, fuertes pero dóciles a su vez. Las piernas enérgicas ejercían perfectamente su papel   y los oblicuos remarcados en sus caderas se movían al ritmo de cada movimiento. La rapidez aumentó aún más e  hizo descontrolarme por completo, no podía evitar estremecerme así como no podía callar los gemidos y jadeos que lo inundaban todo.

Su respiración aceleró hasta alcanzar la mía,  pude sentir su corazón latiendo arrítmicamente y como las muñecas que sujetaban mis caderas comenzaban a flaquear. Las embestidas se volvían cada vez más fuertes  mientras sentía como un calor cubría todo mi cuerpo y me hacía perder los estribos, el placer que me colmaba me superaba con creces, llevé desesperadamente una mano a mi cabeza y jalé de mi cabello, intentando apaciguar la tormenta que comenzó a darse dentro de mí, un escalofrío comenzó a subir de pies a cabeza, seguido de un  cosquilleo en todo el cuerpo y de mi corazón a punto de saltar por mi garganta. Aumentó el ritmo con la fuerza de sus caderas y pude sentir su calor invadiéndome y cubriéndome y llenándome por dentro, un nuevo estremecer  me invadió en la última sacudida y me envolvió por completo. Se inclinó hacia mí y permitió que me aferrara con fuerza a él mientras le abrazaba y me entregaba al éxtasis junto a él. En ese momento llevó su boca y la posó frenéticamente sobre la mía, regalándome un último beso, mientras sentía como mi corazón y el suyo bajaban su ritmo, satisfechos.

Le abracé hasta que sentí los jadeos calmarse y las respiraciones apaciguarse dentro de la habitación de vidrios empañados. Suspiré cansado.

-Ven aquí- Dijo luego de un rato tomándome y recostándome sobre su pecho, abrazándome aprehensivamente como un hermano mayor mientras acariciaba mis cabellos delicadamente. Nuestras respiraciones, ahora más tranquilas se confundían en una sola brisa y podía sentir su corazón latiendo al unísono junto al mío. Besó mis cabellos y cariñosamente dejo su boca apoyada sobre ellos. Nos mantuvimos así por un largo rato, en completo silencio, hasta que me atreví a romperlo.

-También te amo, Agate- Musité en voz baja pero sé que me oyó, sentí su corazón acelerarse por completo cuando me escuchó. Con cuidado escabulló su mano por debajo de mi cabeza y la levanto sutilmente, llevando nuevamente su boca a la mía, en un dulce beso.

Aun no terminaba de asimilar todo lo que acababa de pasar, mi cuerpo estaba cansado y estaba a punto de ser víctima del agotamiento de mis músculos, la respiración de Agate resonaba melódicamente y esto me tranquilizaba aún más. Me recosté nuevamente sobre su pecho mientras me dejaba envolver por sus brazos cálidos, sonreí para mis adentros.

Nunca me había sentido unido a alguien, ni siquiera a mí mismo. Ahora Agate me ofrecía su brazo y la oportunidad de esta conexión irrompible que había dado lugar en esta misma habitación, sobre estas sábanas que masajeaban mi piel ahora mismo.

Nunca había encontrado el verdadero significado de amor por que nunca había tenido nada verdadero que amar.

Y ahora estaba junto a mí.
 

Notas finales:

Les gusto? :O Estuvo muy suave quizá? (Creo que no podría hacer algo mas fuerte xDDD)

Dejen sus reviews! ♥



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