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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo! Aquí les traigo otro capitulo n_n

Perdónenme  si está muy corto, la verdad esque me ha faltado la inspiración estos días u_u debe ser el invierno, me pongo triste con los días nublados e_e xD

Em...bueno, espero que les guste. 

Como siempre Ángelo narra con letra normal y -los diálogos en cursiva y negrita- Agate narra en negrita y -los dialogos en normal y cursiva- 

Corríjanme por favor si leen por ahí alguna incoherencia o falta de ortografía, no lo he revisado. 

Espero que les guste! 

Muchas gracias a todos por leer n_n 

PD: Hoy he estado oseando en internet, y me he topado con una página perfecta para combatir el aburrimiento xD (rinmarugames.com Mas de un@ debe conocerla xD) Y me he metido a un juego y he hecho a Agate, Ángelo, Hatter y Cheshire versión mujer xD No sé, debía compartirla, quedaron muy sensuales asdasdsa xD 

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Un abrazo a todos ♥ ♥ 

Mi nombre es Ángelo Liddell, soy huérfano desde mi nacimiento. Desde pequeño viví en el orfanato manejado por mi tío, un hombre pervertido y corrupto. Dentro de una ciudad pobre y reprimida bajo las fuerzas de la Inquisición y de la Reina roja, una mujer tan malvada como hermosa. Hace un tiempo conocí a su hijo, Agate, un joven cautivador de profundos ojos como la sangre y cabello y piel tan blancos como la nieve, me enamoré perdidamente de él.

Le conocí en una situación hostil, él es un ladrón y un rebelde que busca la libertad de su pueblo o como yo prefiero llamarle El oscuro país de las maravillas, donde centenares de personas encontraron escondite mientras huían estás dos figuras represoras que manejan toda la región, de alguna forma ellos encontraron su salvación aquí.

Al igual que yo.

Definitivamente he cambiado, desde que le conocí, desde la primera vez que le vi fui condenado, desde que miré dentro de sus ojos abismales atravesé mi vida y crucé directamente hacia el punto sin retorno. Pero extrañamente, este revuelo y este torbellino en el que se ha transformado mi vida me ha hecho inmensamente feliz.

Pero de un momento a otro, perdí todo eso.

Abrí los ojos luego de estar unos minutos sin poder separar mis párpados, había estado reflexionando, todo lo que ha pasado este tiempo ha sido tan confuso para mí. Estaba aturdido y la cabeza aun daba vueltas. No tardé en percatarme que estaba sobre una cama, reconocí las murallas blancas y los marcos de madera gastada en las ventanas. Miré hacia un lado, Ellen se encontraba pasmado mirándome, los ojos azulados como las profundidades de un océano me miraban preocupados, asustados y tristes, pero sobre todo, inquietos.

- ¡Me alegra que hayas despertado…!- Exclamó algo nervioso mientras soltaba un suspiro.Intentó esbozar una sonrisa, pero no le creí. En este poco tiempo que llevaba conociéndole había aprendido a reconocer sus mentiras. Incluso desde la primera vez que le vi, cuando llegó a compartir habitación conmigo. Aún recuerdo el cabello empapado cayendo por su frente, temblaba por el frío y lloraba, cuando le pregunté por qué se excusó diciendo que era la lluvia la que mojaba su rostro, pero yo sabía que no era por eso, sabía que era porque el obispo había estado con él. Desde ese momento, y casi a nivel inconsciente decidí protegerlo de esa bestia bípeda que se hacía llamar mi tío.
 
-¿Cuánto he estado dormido?-

-Seis días-

- ¡Seis…!-

- Y eso no es lo peor…-
Interrumpió él y supe a qué se debía la preocupación en sus ojos oscuros.

- Agate…Agate está…-

- ¡Agate!-
Me puse de pie con rapidez y di un salto sobre la cama para llegar hasta él, no pude evitar la molesta sensación de mi cabeza dando vueltas, me había levantado demasiado rápido.

-Tranquilízate, Ángelo-  Se puso de pie y me tomó por los hombros, clavando las pupilas en las mías. En ese momento Emma atravesó la puerta, traía el cabello suelto cayendo por sus hombros, y sus ojos se alegraron al verme.

- ¡A…Ángelo!- Exclamó feliz y nerviosa a la vez - ¡Me alegra tanto que estés bien!- Ellen se apartó de mí y le dio el paso a Alice, o Emma, ya no sabía cómo llamarla. Corrió hasta mí y me estrechó en un abrazo cálido y reconfortante. Sus manos delgadas se sentían cálidas en mi espalda. De sus ojos color cielo comenzaron a caer lágrimas que caían sobre su pecho desenfrenadamente. Subió su rostro para mirarme fijamente, dibujaba una sonrisa en su piel pálida y delicada. Sentí como una extraña sensación me atravesó por completo, una mezcla de nervios y regocijo.

-Tú eres…- Musitó, apenas las lágrimas le permitían hablar –Mi…Mi hijo- Di una mirada hacia ella y me clavé en su silueta esbelta, era como estar frente a un espejo. Efectivamente era su hijo, pero escucharlo de sus labios rosáceos se me hacía más extraño aún. Jamás en toda mi vida había sentido lo que era una madre, y sentirlo ahora no era lo que precisamente me esperaba. Pero este nuevo sentimiento que me empezaba a embriagar me llenaba de alguna forma.

-M…Madre-  Balbuceé inseguro de que yo mismo estuviese pronunciando esa palabra. Ella asintió con la cabeza dos veces y se dirigió a mi frente para besarla.

- ¡Ejem!- Ellen raspó la garganta –S…Siento interrumpir. Pero Emma, debes decírselo-

-¿Decirme qué?-
Pregunté aun sin querer apartar mis brazos de sus hombros. Los angelicales ojos parecieron entristecerse un poco, bajó la mirada.

-Es Agate…Él está…- Intentó decir.

- No despierta…- Ellen terminó la frase seca y rápidamente –Hace más de una semana que está así- Mis manos cayeron  por los hombros de Emma.

- P…Pero…-

-Sí-
El castaño se adelantó a mis pensamientos.

-Su corazón está latiendo, pero no despierta- No sabía si sentirme feliz o triste ante esta noticia. Le había visto anteriormente, pensando que estaba muerto, pero su cuerpo seguía aferrándose a la vida. Me alejé de Emma y comencé a correr hacia su habitación, debía verlo por mí mismo, debía comprobarlo.

Ahí estaba, recostado sobre su cama. Como una estatua perfectamente conservada y pura, su rostro juvenil en una mueca serena se veía extremadamente pálido y su piel se veía como de porcelana. Me acerqué a su rostro y pude sentir su respiración tranquila, efectivamente estaba vivo.   

- Ha estado en el limbo todo este tiempo…- Las palabras de Ellen sonaban como una condena. Rara vez se veían casos así, de alguien que estuviese despierto y a la vez dormido, atrapado entre la vida y la muerte, o cómo poéticamente le llamaba la gente quedar atrapado en el limbo. Muchas personas despertaban, otras no lo hacían nunca.

-Dios…No- Me lamenté tomando sus frías mejillas y topando su frente con la mía, sentía su respirar y podía oír el palpitar de su corazón, pero él no estaba ahí ¿Qué debía hacer ahora?

Sentí un sollozo escapar de los labios de Emma y el brazo de Ellen rodeándola para consolarla. Todos nos hallábamos igual de destruidos ante esta terrible noticia.

- ¿Podrían…?- Comencé girándome hacia ellos. Ambos parecieron entender mi mensaje.

- Está bien…-

Ambos se retiraron de la habitación.

Tomé una silla y me senté a su lado, clavando los ojos en sus párpados, como esperando que los abriera. Estuve una hora así, no ocurrió nada, me mantuve dos horas más, no ocurrió nada. Vi caer el triste amanecer por la ventana sin cortinas y sus carmines ojos seguían cerrados, privándome de su hermosura. Apreté los puños intentando contener la impotencia que se traducía en desesperadas lágrimas que comenzaban a caer por mis mejillas ¿Esto era una especie de castigo divino?

No me importaba, podría quedarme toda la vida esperando verlo despertar.


                                                                                         (*   *   *)
  

Desperté nuevamente en ese espacio completamente blanco. Sentía mi cuerpo pesado y me costaba moverme. Miré hacia todos lados, todo se hallaba tan desértico y vacío que estaba a punto de lanzarme a la locura. No recordaba desde cuándo, pero en algún momento llegué aquí, a este lugar que no tiene nombre. Donde no existe el sonido y todo es una molesta y completa afonía, donde no puedo respirar y donde mi corazón no late, mi sangre no corre y apenas si puedo escuchar mis pensamientos.

¿Qué era todo esto?

Me puse de pie y comencé a caminar, todo seguía completamente blanco, no había árboles, no había suelo, no había cielo, solo ese molesto color que había comenzado a odiar.

Había podido ver a Ángelo antes, pero tan solo en un sueño que había tenido mientras dormía, es por eso que últimamente y ante el cansancio de mis músculos lo único que conseguía era dormir, pero no había vuelto a soñar con él, no había vuelto a escuchar su voz y no había vuelto a ver su figura tan añorada en este momento, esto me desesperaba.

Caminaba sin dirección alguna, que importaba si el paisaje era igual en todos lados. Hasta que de pronto, un extraño sonido me asustó y llamó mi atención ¡Luego de un largo tiempo podía oír algo! Era un llanto, disimulado, silencioso, ahogado, como si no quisiese que lo escuchasen. Venía desde algún lugar y comencé a seguirlo, a medida que me acercaba podía oírle más fuerte, me era familiar pero no podía recordar de dónde. Un destello apareció en mi camino, como una luz, algo celestial, corrí desesperadamente hacia ella y me encontré cara a cara con una visión, como reflejada en una muralla de cristal. Intenté atravesarla, pero no lo logré, precisamente eso es lo que era, una muralla.

Ahora no escuchaba nada, tan solo podía ver mi habitación y me podía ver a mí mismo tendido sobre una cama ¿Qué era todo esto?

¡Ángelo! Él se encontraba a mi lado, sentado sobre una pequeña silla, sostenía las manos cubriéndoles los azulinos ojos como el cielo ¡Déjame verlos! Deseaba en ese momento tener su azul frente a mí. Estaba…Estaba llorando.

¿Yo estaba muerto?

- ¡Ángelo!- Intenté gritar mientras con una lentitud impresionante golpeaba la muralla, mi mano era tan pesada que apenas podía moverla y mi voz no lograba escapar de mi garganta, tan solo un susurro casi imperceptible esparcía de mi boca.

-¡Ángelo!- Exclamé con más fuerza y apenas murmuré su nombre. Dios, esto era frustrante. Estaba ahí, frente a mí y yo no podía hacer nada para llegar a él ¿Dónde demonios estaba? ¡Quería salir de allí!

Apoyó su cabeza sobre mi pecho inerte, las lágrimas seguían cayendo, ahora sobre mi piel pálida ¡No podía soportar eso! Era demasiado como para tolerarlo, no quería verlo pero mis ojos se hallaban pasmados en la figura triste del pelinegro.

- ¡Ángelo! ¡Maldita sea! ¡Escúchame!- Grité más fuerte y esta vez la voz sí salió. Pareció escucharme, miró hacia un costado en un sobresalto, nervioso.

                                                         
                                                                                                                   (*   *    *)


Me sobrecogí en un escalofrío al sentir un molesto frío en la espalda y una extraña sensación. Por un momento sentí como si alguien estuviese llamándome al oído. Miré el cuerpo de Agate, seguía inmóvil, acaricié cuidadosamente sus cabellos con una mano mientras quitaba el rastro de lágrimas en mi rostro con la otra.

Ellen entró a la habitación, me puse de pie para saludarle.

 -Llevas horas ahí…- El castaño habló apenas cerró la puerta tras de sí. Estaba fumando pero apagó el cigarrillo cuando entró. Se veía nervioso y preocupado, unas ojeras le cubrían la base de los ojos, haciendo que su azul pareciera más oscuro.

-Yo…Yo…Lo sien…- Mis palabras fueron interrumpidas de pronto. Se acercó rápidamente a mí y me acorraló contra la pared, vi pasar su puño a mi lado y golpear con fuerza la muralla que se hallaba a mis espaldas, mientras clavaba fulminantemente sus ojos en los míos.

-Eres un idiota- Murmuró entre dientes, notablemente enojado.

-E… ¿Ellen?- Jamás le había visto enfadado, de sus ojos azulados parecía esparcir el más fiero de los fuegos, su cuerpo estaba tenso al igual que su mirada, que no despegaba de la mía.

- A…Afuera…- Comenzó intentando contenerse, le veía batallar consigo mismo para no golpearme. –El ejército de Stayne está buscando la cueva ¿Sabes qué pasará si la encuentran?-

-Lo mismo que pasó antes…-
Musité nervioso, dirigiendo la mirada al piso, su rostro y sus ojos pesados estaban demasiado cerca de mí.

- ¿Quieres que te lleven a ti y Agate de nuevo? ¡¿Quieres poner tu vida en peligro otra vez?!-

-Yo no…-

- ¡Estuve muy preocupado por ti cuando te llevaron, Ángelo!-
Exclamó y pude ver como de los ojos oscuros amenazaban con brotar lágrimas. - ¡Pensé que te pasaría lo mismo que a Agate cuando no te vi despertar en estos seis días! ¡Maldita sea!- Acercó su rostro considerablemente más y pude sentir su respiración intranquila embriagarme por completo. Ellen era una persona calmada, o eso es lo que creía, jamás había visto esta faceta de él.

- Y tú te quedas encerrado más de cuatro horas ahí…- Bajó el tono de la voz–Mientras todos afuera se preparan para la guerra…- Guardé silencio y me concentré en el ruido de afuera. No se escuchaban los pasos alegres ni las risas de los niños, solo gente pasando de acá para allá, el sonido de armas y de hombres dando instrucciones. No me había percatado, pero Ellen tenía razón, todos se estaban alistando.

Se apartó súbitamente de mí.
                                              
-Hazme un favor y estate atento- Murmuró tranquilizándose y llevando su mano a mi cabeza para sacudirme el cabello, sus dedos estaban fríos y temblaban –Por lo menos hazlo por Agate, debes protegerlo a él ahora que él no puede protegerte…-  Dio media vuelta para marcharse.

Me quedé unos segundos mirando su figura alta, los cabellos castaños se sacudían suavemente por cada paso que daba. En un escalofrío recordé el beso que me había dado el día en que la Reina nos capturó ¿Qué era lo que sentía Ellen hacia mí?

¿Qué era lo que yo sentía por él?

Sin haberme dado cuenta, el castaño ocupaba un lugar importante en mi vida. A pesar de que casi no nos conocíamos, apenas sabía su nombre y no conocía nada de su pasado. Pero el me cuidaba como si fuese lo más preciado para él. Debí haberle preocupado todo este tiempo.

Definitivamente era un idiota.

- ¡Ellen!- No alcanzó a voltear cuando corrí hasta él y le abracé por la cintura, aferrándome a su espalda.

- A… ¿Ángelo?-  Su cuerpo se paralizó. No podía ver su rostro pero apostaría a que la mueca seria que había estado trayendo dibujada en el rostro se había borrado por completo.

-Gracias…- Musité sin disposición a soltarlo, al menos hasta que comprendiera mis sentimientos. Ellen había cuidado de mí todo este tiempo como un hermano, y yo era un mal agradecido.

Le oí suspirar y rendirse, su cuerpo se relajó por completo y giró hacia mí. Tomó mis hombros con cuidado y acercó su rostro, para besar mi frente.

- Yo nunca te he agradecido a ti, Ángelo- Musitó luego de apartarse de mí. En ese momento lo entendí, se refería a nuestra antigua vida en el orfanato. Me estrechó con fuerza sorpresivamente entre sus brazos cálidos, tanto que pude sentir algunas costillas en mi espalda tronar.

- Tú me salvaste…Cuando te conocí-  Se aferró con más fuerza. Ahora podía comprender su enfado, ahora podía entender su miedo. Después de todo yo era lo único que él tenía. Dirigí la mirada hacia Agate, Ellen tenía razón. Mi vida hasta ahora había sido intentar cuidar siempre de los demás, pero los demás se preocupaban por mí también.

 Debía hacerme más fuerte, si quería protegerlo.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado n_n Otra vez disculpen si ha salido muy aburrido x.x No lo escribí en óptimas condiciones xD, prometo que el próximo será mejor :3 

PD: Amo a Ellen ♥ ♥ es tan lindo -w- 


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