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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaa! Bueno aquí les dejo el cuarto capítulo de este Spin-Off (Ya no puedo llamarle especial e.e se alargó mucho yo y mi afán por eternizar las cosas)

Espero que les guste n_n Perdón si tardé un poco en actualizar…Estámos en fiestas patrias y no podía abstenerme de la celebración :P xDDD

RECUERDAN a Hatter vestido de mujer? Pues Kuronekochan  Ha hecho un dibujo de Hatter y su versión femenina (*-* Y yo casi me morí de la emoción, muchas gracias kuronekochan

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(VEANLO e_e es una orden sdaasdasd xD)

Eso :3 Si encuentran un error por favor avísenme, no es como que me guste tener faltas ortográficas sueltas por ahí en mis fics.

Un abrazo y gracias a todos por leer! :3 

« Capítulo 4:  ''¿Me estoy volviendo loco?''»





No tardé en entrar al circo. Estaba lleno de gente que quería ver el espectáculo, pero en realidad yo no quería hacerlo. Intenté escabullirme lo mejor que pude, buscando dentro del enorme lugar las jaulas donde sabía que tenían encerrados a las ‘‘atracciones’’ Pero desgraciadamente para mí, una ‘‘joven y noble muchacha’’  que no debía caminar sola en un lugar público, llamaba la atención de muchos hombres.

- Madame…- El conde François Nádasdy extendía sus manos hacia mí para tomar la mía y besarla delicadamente. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, odiaba a este tipo. Dueño de unos ojos  castaños con destellos anaranjados que le daban un extraño toque dorado a sus orbes y un cabello color miel que traía hasta un poco más arriba de los hombros. Conocido por todo el mundo como ‘’El caballero negro de Hungría’’ Nació en ese lugar, pero pasaba la mayoría de su tiempo recorriendo  otros países. Tenía un especial afecto por el País de las Maravillas, allí vivía su prometida y prima, Elizabeth Báthory.

Sí, porque una de las razones de Elizabeth para querer casarse conmigo era su prometido, ella también le odiaba. Seguramente, porque ambos se parecían mucho.

En ambos lograba ver ese ‘’vacío’’ que muchas veces me asustaba.

Pero a diferencia de Elizabeth, este hombre era frío como un témpano. Su apodo provenía de su habilidad para la guerra, era un soldado excepcional y no había batalla que  su país perdiera si él estaba en las tropas. También era un hombre sumamente inteligente (aunque a mis ojos parecía un completo idiota) es por ello que se requería su presencia cada vez que había algún misterio difícil de resolver.

Seguramente él estaba aquí por…

- No es bueno que una joven y bella noble como usted esté en un lugar como este, sola. Sabe usted de los secuestros a hermosas damas que han ocurrido por estar regiones últimamente ¿No?-  Fingí una sonrisa mientras ‘’fingía’’ sonrojarme ‘’Si supieras, pedazo de idiota’’  Pensé para mis adentros ¿Ya había mencionado la rivalidad que tenía con este tipo?

- Pero está usted para protegerme, Conde Nádasdy-  Reí fingiendo coquetearle mientras sentía como su enorme ego subía de forma dantesca. Idiota, como me gustaría bajarte de esa nube.

- Bueno my lady…Si usted así lo dice…-
Comenzaría a alardear.

- ¡P-Permiso! ¡Voy al tocador!-
Sonreí mientras hacía una reverencia y me alejé corriendo de ese lugar. 

¡Demonios! Sí que debe ser molesto ser una chica…

Siguiendo la lógica, las jaulas debían estar en el lugar más apartado del todo el circo. Me alejé del tumulto de gente y me encaminé por un sendero de paja y tierra que no estaba apartada. El olor a suciedad y humedad me atrajo rápidamente. Divisé a lo lejos la primera jaula y me acerqué, una jauría de perros salvajes se encontraba dentro ¿Para qué querría el dueño del circo tantos animales? No parecían estar adiestrados para el espectáculo, su aspecto era, por lo menos, feroz. Grandes y robustos, el pelaje gris con algunas manchas color café, los dientes filosos que no tardaron en mostrarse ante mí cuando me acerqué y comenzaron a gruñir. Los ojos oscuros parecían brillar con un halo rojo, sedientos de sangre y hambrientos. Me estremecí, parecían más lobos que perros. Quizá el dueño los usaría para la seguridad del circo, pero era demasiado. Ningún ladrón se acercaría con esas bestias vigilando.

La puerta de la jaula amenazó con ceder cuando los perros saltaron sobre ella para intentar atacarme. Me alejé de ahí con rapidez y me dirigí a las demás.

La segunda celda pertenecía a aquel chico al que llamaban Bestia. Dos grilletes gruesos apresaban sus pies y una de sus manos. El cabello negro azulado caía cansado sobre su frente y escondía los ojos azules que me miraban con extraña malicia. Estaba sentado en el suelo de la jaula, completamente desnudo mientras devoraba apasionadamente lo que parecía una pierna, si una pierna humana. Recordé el secuestro de las jóvenes que ha atemorizado últimamente toda la región…No, no tenía sentido, los crímenes comenzaron antes de que este circo llegara, pero...tan solo un poco antes.

¿Y si ellos tenían que ver en esto, de alguna forma?

- Qué han hecho contigo…- Lamenté mientras acercaba mi rostro levemente a los barrotes de la celda. Él dejó la pierna a un lado y se acercó a las barras rápidamente de forma violenta, quedando algunos centímetros de mi cara, los grilletes no le dejaban avanzar más. Sentí su respiración sobre la mía, parecía la de un animal. Me pregunto si alguna vez fue humano también.

Me puse de pie rápidamente, con miedo de que de alguna forma este chico pudiese avisar que yo estaba allí y me dirigí a la tercera jaula. Apenas me di cuenta de quienes eran los que adentro de encontraban me alejé, eran los gemelos, o el hombre con dos cabezas. Otra vez estaban discutiendo, si me acercaba seguramente un escándalo de proporciones iba a ocurrir….A demás que la chica era bastante chillona y su voz podría escucharse a kilómetros.


La cuarta jaula pertenecía a los ‘’Hermanos putrefactos’’ Que me transmitían una extraña sensación de serenidad. Me acerqué a ellos. Los rostros de ambos estaban cubiertos por vendas, y tan solo los ojos verdosos y algo del cabello castaño asomaban por sus rostros.

Yo podía ver dentro de ellos…y lo que veía era aterrador e injusto. Me cubrí la boca y la nariz con una mano mientras me acercaba. Ambos se aproximaron a los barrotes de la celda cuando me vieron.

- Deberías alejarte, estamos malditos- Susurró el mayor de los hermanos.

- Se te pudrirá la piel también…- Afirmó la chica, la menor.

- Lo sé…- Sonreí y dije con voz normal, poco me importaba que ellos supiesen que en realidad no era una chica, pero de alguna forma, no pareció asombrarles. – Es porque ustedes no son unos monstruos, ustedes están enfermos-

- ¿Qué dices…?-

- Y tiene cura-
Dije acercándome al rostro de la menor y soltando el vendaje que estaba amarrado a su cara. Apenas se veía un rastro de lo que fueron sus facciones antes, aún conservaba la forma redonda, como la de una niña pequeña y los ojos verdes parecían ser lo único en su rostro que no estaba podrido.

Lepra.

- ¡¿En-En serio!? – Dio unos saltitos.

-Si…- Susurré en voz baja –Pero no le digas a tu jefe, se enfadará- Ella guiñó un ojo.

- Ya veremos cómo sacarlos de aquí para curarles…- Ambos sonrieron.

- Ahora… ¿Pueden decirme dónde se encuentra la celda de It?- Ambos jóvenes se miraron perplejos.

- Pues…ya la has pasado- Me dijo el mayor, algo confuso.

- Ah… ¿Sí?-

- Si, está detrás de la jauría de perros-
¡Maldita sea! Cómo no pensé en eso antes. Para eso querría el bastardo tantas bestias, para cuidarle a él. Vamos, no es como si fuera tan difícil pasar por ellos…

- Toma…- Dijo el mayor de los hermanos agachándose y tomando algo del piso de la jaula. Estiré las manos hacia él y depositó eso en mí. Era carne, carne podrida, que había caído de su cuerpo.

- G-Gracias…- Dije aún sin terminar de entender lo que el castaño acababa de hacer.

- Dáselas a los perros, les encanta- Sentí como el estómago se revolvía dentro mío y por un momento estuve a punto de vomitar. No era asco, estos chicos me inspiraban una tremenda tristeza y angustia que me daba nauseas.

- Gracias….- Hice una pausa para que me diera su nombre.

- Hope…- Sonrió él. Miré a su hermana menor.

-¡Grace!- Gritó con entusiasmo, como si estuviese alegre de que alguien preguntase por sus nombres.

- Bueno, Hope y Grace- Comencé en tono juguetón –Muchas gracias por su información. ¡Les prometo que estarán fuera de este circo antes de dos días!-  Dije y me alejé rápidamente, mientras sentía como unas lágrimas incontrolables comenzaban a descender por mis mejillas, era muy triste.

Pero conocía a una persona que los lograría sacar de ese apestoso lugar.

Llegué a la celda de los perros y antes de que pudiesen comenzar a ladrar les lancé el montón de carne podrida dentro de la jaula. Como Hope dijo, los perros comenzaron a devorarla frenéticamente, como si del manjar más delicioso se tratara. Esta vez sí sentí ganas de vomitar por mero asco. Divisé, justo detrás de la jaula de los animales, la de It.

Me acerqué a ella y lo vi, parecía estar durmiendo en el piso.

- Hey…- Susurré y levantó las ojeras y abrió los ojos. Me miró algo confundido.

- ¿Cómo estás?-  Dije mientras me dirigía a la puerta de la jaula e intentaba forzarla. Se sobresaltó y con rapidez llegó hasta mí y tomó mis manos entre las suyas, nerviosamente.

- ¿Q-Qué pasa?-  Apuntó hacia el techo de la celda. Solo entonces me di cuenta, un sistema de trampas estaba atado a la puerta. Si ella era forzada desde adentro o desde afuera, un montón de clavos y cuchillos caerían al suelo, dañando a cualquiera que estuviese dentro ¡Eso era cruel! ¡Demonios! Furioso, di un golpe  sobre los barrotes y agaché frustrado la cabeza encontrándome con los ojos verdes, brillantes y tan perfectos en el dulce rostro del pelirrojo.

Tan solo una llave desactivaría la trampa…

¿Qué tenía en mente cuando pensé que esto iba a ser fácil?

- ¿Sabes quién soy, no?- Pregunté en un suspiro, sentándome en el suelo y pasando mis manos entre las barras de hierro para apartar unos mechones de cabellos que caían desordenados por su frente. Él afirmó con la cabeza, mientras una sonrisa triste asomaba por su rostro.

Me fijé más en la pequeña y débil figura que tenía frente a mí. Vestía tan solo unos pantalones de cuero malgastados y el pecho lleno de azotes lucía desnudo y pálido. La cola cobriza como su cabello se meneaba levemente mientras que los ojos resplandecientes me miraban fijamente. Algo había en él que llamaba mi atención, era su interior. Lo que podía ver con este ojo maldito que ahora llevaba descubierto y que por primera vez sentía que servía para algo. Llevé mis manos a su rostro y noté como su cuerpo estaba terriblemente frío, tanto que me asusté un poco, pero me calmé cuando le escuché. Ese sonido que escapaba de su garganta se escuchaba tan, tan inmensamente agradable que un escalofrío acogedor me invadió por completo, sonreí.

Estaba ronroneando.

- ¿Quién anda ahí?- Una voz invadió el lugar de pronto, me puse de pie para intentar esconderme pero It me tomó fuerte de la mano y me impidió moverme.

- ¿Quién es usted?- Un pequeño se acercaba a nosotros y me sentí más tranquilo, era el chico que en la casa de los Báthory se había acercado a auxiliar a It. Ahora lo observé mejor, parecía mucho mayor de lo que pensé que era, doce o trece años, tal vez, aun así era demasiado pequeño para estar trabajando en un lugar como este. Llevaba el cabello castaño desordenado y sucio al igual que su rostro pequeño, que escondía unos gigantescos y bellos ojos azul oscuro, como las profundidades del océano. Aclaré la garganta.

- ¡H-Hola!- Fingí con voz de mujer –Mi nombre es N….Natalie Báthory… ¿Y tú?- Sonreí infantilmente, acariciando su cabello.

- ¿Báthory?- Cuestionó confuso - ¿Cómo la señorita Elizabeth?-   

- ¡A-Ah…! ¡Sí, ella es mi prima!- Mentí.

- ¿Ella la envió para el circo?- Comenzó a interrogar.

- B-Bueno ¡N-No…! Es que…-

- Esa noche, el amigo de la señorita Elizabeth dijo que protegería a It…- Dijo tristemente mientras se acercaba a los barrotes de la jaula y pasaba su mano para acariciar el cabello de It. Sentí un nudo en la garganta y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Obviamente estaba hablando de mí.

- ¿Usted conoce al amigo de la señorita Báthory?- Volvíamos al interrogatorio. Asentí con la cabeza.

- ¿Sabe dónde encontrarlo? Necesito hablar con él…-

- Podría saberlo…Dependiendo de quién lo esté buscando…- Le miré frunciendo el ceño, aún no sabía su nombre y ya estaba a punto de descubrirme.

- Soy Ellen…- Sonrió el pequeño chico sin dejar de acariciar a It, mientras me miraba esbozando una amplia sonrisa. –Yo cuido de It-

- ¡Oh! Muchas gracias por eso, Ellen. Le diré al amigo de Elizabeth que le estás buscando- Volví a sonreír.

- Pero ¿Para qué necesitas hablar con él?-

- Negocios…-
Dijo esbozando una sonrisa. Mientras apartaba una de sus manos de It para tomar un cigarrillo que llevaba en su bolsillo

- ¿¡Negocios!?-  Exclamé molesto y con la voz algo ronca, tirando el cigarrillo que estuvo a punto de poner en sus labios.

- ¿¡No estás muy pequeño para fumar!?- Volví dificultosamente a mi voz de mujer.

- ¡Ya casi tengo quince años!- Hizo un mohín.

- ¿¡Quince años!? ¡Pero te ves menor!-

- ¡Pues ya casi cumplo los quince…Bueno, hace poco cumplí los catorce ¡Pero qué importa!-

- Si sigues fumando así te quedarás así de pequeño para siempre-
Le regañé cruzándome de brazos.

- ¡Pues, te apuesto a que creceré!-

- Si…claro…-

- Bueno-
Dijo él aclarando su garganta - ¿Para qué es qué está usted aquí, señorita?- Ah ¿A sí que se estaba poniendo serio?

- Quiero sacar a It de esta jaula y llevarlo conmigo-  Dije secamente. El pareció confundido algunos segundos, pero luego los ojos azulados brillaron alegremente.

- Entonces ayudaré…- Dijo dirigiéndose  hacia la puerta y sacando una llave – Usted apártese un poco- Dijo y me puse de pie cerca de unos barriles con agua. Ellen introdujo la llave y la cerradura cedió.

- ¡¿Qué estás haciendo, mocoso?!- Una voz ronca lo apartó de su tarea y yo inconscientemente me encogí un poco para esconderme tras los barriles. It siseó molesto mientras todos sus cabellos se erizaban.

- S-Señor Ann…Yo…- Intentó decir pero un puñetazo le interrumpió y lo tiró al suelo.

- ¡¿Cuántas veces te he dicho que no debes sacarlo, pedazo de porquería?!- Gritó molesto el dueño mientras comenzaba a patear al pequeño Ellen en el piso, obligándole a escupir sangre.

- ¡¿Qué demonios está haciendo?!- Exclamé molesto, saliendo de mi escondite.

- ¿Qué hace una señorita aquí?- Dijo el hombre, dueño de unos ojos y cabellos negros como el ébano, clavando sus pupilas directamente en mí ‘’figura femenina’’ Pude ver como la mirada se desviaba hasta mis caderas –Pedazo de cerdo- Pensé.

- Pues, me he perdido buscando el tocador- Mentí con voz inocente.

- O-Oh…- Se relamió los labios. –Pues yo puedo ayudarla…- Me acerqué a él, conteniendo las arcadas. Dirigí una mirada a Ellen y fingí no conocerle.

- ¿Quién es este chiquillo, Ann?- Pregunté pasando por encima del pequeño y acercándome al hombre para jugar con su corbata coquetamente. De reojo noté como Ellen estaba a punto de partirse de la risa en el suelo, aunque aún se quejaba por el dolor.

- Él es el cuidador del animal que tiene a su lado, señorita- Aclaró jugando con un mechón de mi cabello.

- A-Ah…Pero ¿No cree que es muy pequeño para estar aquí?- Susurré en su oído mientras acariciaba una de sus mejillas.

- ¿Cuánto le falta a este niño para comprar su libertad?- Musité lamiendo el lóbulo de su oreja mientras permitía que él me tomara por las caderas.

- Cuatrocientas libras…- Dijo orgullosamente. Tomé una bolsa que traía escondida en mi vestido y la vacié en sus manos.

- ¿Con quince lingotes de oro estará bien?- Sus ojos se abrieron como dos platos, sorprendidos, mientras esbozaba amplia sonrisa.

- ¡S-Sí!- Balbuceó con torpeza. - ¡Deme un segundo, Madame. Iré a guardarlos…Yo…!-

- Vaya tranquilo-
Fingí una sonrisa. Cuando le vi alejarse me dirigí hacia Ellen que, sentado en el suelo me miraba pasmado, con los ojos llenos de lágrimas. Me agaché para quedar a su altura y pude notar cómo las primeras gotas comenzaban a rodar por sus mejillas. Los ojos azulados se aclararon un poco por el brillo y la suciedad de su rostro caía junto a sus lágrimas.

- G… ¡Gracias!- Gritó entre sollozos y se abrazó a mi cuello en un salto. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

- De nada…- Sonreí mientras terminaba de rodear su espalda para darle algunas palmadas.

- Ahora coge tus cosas y vete lejos de aquí- Musité mientras depositaba un beso en su frente. – Y no te preocupes, haré que mañana mismo saquen a It de este lugar…- Su sonrisa se ensanchó aún más al escuchar esta frase. Nuevamente saltó a mis brazos y luego de una corta despedida y de acercarse a It para acariciarle una última vez, se alejó corriendo.

Suspiré. La única oportunidad de liberar a It se había ido.

Y ahora, tenía el molesto jefe, a punto de volver.

Me acerqué a la jaula, It me sonreía, la perfecta mueca en su rostro parecía iluminar todo el lugar. Aunque no me lo decía, pude notar en sus labios un Gracias que me conmovió.

- Juro que haré que te saquen de este lugar…- Él asintió con la cabeza un par de veces.

- Si llega el idiota de tu jefe, le dices que fui al tocador…- Sonreí mientras guiñaba un ojo.

- Te veré mañana…- Acaricié su mejilla. Sentí un ruido y me puse de pie rápidamente, seguramente era el jefe que volvía, me alejé de allí.

Salí de ese mugroso circo con prisa. Estaba completamente decidido, debía sacarlo de allí de la forma más fácil y rápida posible, no importaba cuanto debía arriesgar. Me subí al carruaje y comencé a desvestirme, a quitarme el molesto vestido, corsé y los terribles zapatos que asfixiaban mis pies y me vestí con unos pantalones y una camisa blanca.

- A la mansión Báthory…- Ordené ante los ojos sorprendidos de mi chofer que parpadeó un par de veces, confundido al ver el cambio.

- A la mansión Báthory….- Repetí, un poco más molesto, mientras quitaba las coletas de mi cabello. El hombre golpeó las riendas contra los caballos y comenzamos a andar.

No importa…No importa cuánto pierda, debo sacarlo de ahí. Repetía una y otra vez en mi cabeza, intentando convencerme a mí mismo de la locura que estaba a punto de hacer.

Me bajé con rapidez y toqué la puerta. En seguida una de las criadas me abrió. Sin saludar me dirigí raudo hacia las escaleras y las subí con rapidez, la segunda habitación a mano izquierda era la de Elizabeth.

No puedo creer lo que estoy haciendo…

Abrí la puerta y me encontré a la mujer sentada sobre su cama, estaba en pijama pero aun así lucía muy atractiva.

- ¡N-Nat!- Gritó avergonzada, cubriéndose con las sábanas.

- ¡¿Qué haces a…?!- Su voz cesó de pronto, yo la había callado, con un beso. Sus labios eran inmensamente fríos y parecían no tener sabor.

Me aparté de ella cuando sentí que la respiración comenzaba a faltarme. Sus mejillas se hallaban completamente rojas mientras que podía escuchar a su corazón acelerado, saltando dentro de su pecho.

Esto es una locura… ¡Una locura!

-Voy a casarme contigo, si sacas a It de ese lugar- Dije apenas en un susurro, a estrechos centímetros de sus labios. 

Notas finales:


Les gusto? Se esperaban la sorpresilla de Ellen? Recuerden que él trabajó en un circo. Ahora…no mencionó a Cheshire en la primera temporada y eso podría ser un problema, así que atribuiremos su pérdida de memoria a la droga que fuma todos los días xDDD

  No me odien no me odien u.u Sé que Elizabeth es una …¿Cómo podríamos definirla?


''¿Por qué el jodido rubio va a casarse con Lizz, si puede comprar a It igual, disfrazádnose?'' Se los explicaré en el próximo capítulo (Creí que ya lo había hecho xD pero nop) 

CONCURSO: Define a Elizabeth en una sola palabra! xD

Dejen sus reviews! Saluudos n_n


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