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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Wooolas! Aquí les traigo un nuevo cap de este spin-off. Les vengo a informar que desde el proximo capitulo habrá más romance (Tarde demasiado, no?) Eso n_n 

El concurso de ''describe a Elizabeth en una palabra lo ganó Eshua con ''putaculosueltomalditaperraarrastradaqueojalasemuera'' (Es un gran insulto xDDD) 

Espero que les guste n_n, por favor querubines, atentos a los errores ortográficos n_n

Gracias por leer!

Un abrazo :3

Capítulo 5: ''Efectos adversos de la Euforia''





Desperté como si un elefante me hubiese pasado por encima. Todo mi cuerpo dolía, mis músculos y huesos. Me sentía fatal.

- Maldita sea…- Gruñí mientras llevaba las manos a mi cabeza que estaba a punto de explotar ¿Podía sentirme peor?

- Es demasiado para usted…- La voz de Helena me obligó a levantar la mirada para verle de pie junto a la cama, con una bandeja de plata en sus manos, con algún té de alguna extraña hierba que seguramente quitaría el terrible dolor de cabeza y galletas recién horneadas. Amaba a esta mujer, era un ángel.

- Gracias…- Dije mientras me sentaba en la cama y recibía la bandeja.

-Algunas personas son más propensas a sentirse presionadas con este tipo de situaciones…- Comenzó la morena mientras jugaba caprichosamente con su cabello – Se está exigiendo mucho con esto del matrimonio ¿Por qué accedió a la petición de la señorita Elizabeth?-

- Bueno-
Tosí un poco para aclarar la garganta –Conozco a esa mujer más de lo que cualquier ser humano sobre estas tierras le conoce. Sé que es la única que podrá comprar a It porque seguramente debió seducir al dueño para así hacerlo- Clavé mis ojos en la ventana – Ella sabe aprovechar bien su belleza…-

- Yo no podría haber hecho lo mismo con el dueño, me descubriría de todas formas- 
Dije tristemente.

- Yo pude haberlo hecho por usted, si me lo ordenaba- Dijo distraídamente.Le dirigí una mirada fulminante.

Helena era una mujer preciosa, por supuesto. El cabello negro como la noche que descendía hasta sus caderas, generalmente amarrado en una linda trenza. Los ojos castaños eran grandes y brillantes como si aún la inocencia de los quince años albergara en su agraciado rostro. Helena era como una madre para mí, mi padre la sacó del mismo circo que yo, ella en ese entonces era trapecista. Desde que llegamos a esta casa no se ha separado de mí y siempre me ha cuidado.

- No digas tonterías…- Bufé molesto – Sabes muy bien que no permitiría que ese cerdo pusiera sus manos sobre ti-

- A-Amo…-
Las mejillas de su piel levemente bronceada se sonrojaban por completo.
Di el último sorbo a la taza de té.

- Debería hacerle efecto en algunos minutos…- Dijo ella al darse cuenta que había acabado – Esa hierba es milagrosa-

Me puse de pie.

- ¿A dónde va?-

- Me daré un baño antes de irme. Debo asegurarme de que It ya no esté en su jaula-
Me detuve y le miré molesto y algo avergonzado - ¿Me podrás prestar tus vestidos, otra vez?- Vi como intentaba contener una carcajada. Asintió con la cabeza mientras apretaba los labios con fuerza.

- ¡I-Iré a preparar el baño, entonces!-

- ¡Amo Hatter!-
Una voz conocida entró en mis oídos al momento que Helena se fue. Caminé hasta las escaleras y visualicé la figura de uno de mis hombres. Parecía algo nervioso y miraba una y otra vez hacia la puerta de entrada que mantenía abierta. Me apresuré en bajar los escalones de mármol para ver qué demonios deseaba mostrarme.

- Sabes que no deberías estar aquí…- Susurré mientras me acercaba a él y me aproximaba hacia la puerta.

- Lo sé, lo que pasa es que hemos encontrado algo…-

- Espero que sea algo bue…- Callé en el momento que observé lo que había al otro lado de la puerta. Una mujer, una mujer que apenas vestía ropa interior se encontraba maniatada, de rodillas, justo debajo del umbral de mi entrada. Su rostro estaba completamente sucio y mojado al igual que su cabello, negro y largo que caía y alcanzaba a cubrir los pechos que resaltaban bajo el corsé pegado a su cuerpo húmedo. Alzó la vista hacia mí, pude notar el miedo asomando de sus ojos celestiales y cristalinos, azules como el cielo.

- La encontramos en una de nuestras embarcaciones, escondida. Pensamos que podría ser una espía…- Aclaró el hombre al notar que no conseguía emitir palabra.

- ¿Le han hecho algo?- Pregunté.

- ¡N-No! ¡Claro que no, amo!- Me arrodillé para poder quedar a la altura de la chica, no parecía tener más de veinticinco años.

- ¿Te han hecho algo estos hombres?- Ella negó con la cabeza.
- Esta mujer no es una espía- Afirmé. Podía verlo, en su interior solo había miedo.

Le hice un gesto al hombre que tenía junto a mí para que se quitase el abrigo y lo pusiera sobre la pelinegra, luego le dije que se largara. Tomé del brazo a la joven y la arrastré hacia el interior del salón.

- ¿Qué hacías tú dentro de una barca que transportaba opio?- Preguntó mientras le hacía un gesto para que se sentase sobre algunos de los sillones de piel.

- Estaba escapando…- Dijo con voz tímida y suave, casi como la de una niña.

- ¿De quién?- Interrogué confuso ¿Quién podría perseguir a semejante dulzura? Un hombre loco, quizás.

- Reine des Hauteurs-  Dijo en un perfecto francés.La miré perplejo.

- ¿Qué dices?- Reí - ¡Dicen que la Reina de la superficie es una buena mujer! ¿Cómo se llama? ¿Alice?- Sus ojos quedaron en blanco mientras una mueca confusa asomaba por su rostro.

- ¿En qué mundo vive usted, Señor?- Preguntó atrevidamente.

Buena pregunta.

- ¿Por qué lo dices?-

- ¿Hace cuánto que no visita la superficie?-
Cuestionó al mismo tiempo que yo realizaba mi pregunta.

- Pues…-

- La Reina Blanca, Alice, no reina hace más de una década-

- …. -

 
Tardé algunos segundos en reaccionar.

- ¿Qué dices?- No podía creer lo que estaba oyendo.

- Lo que escuchó. Hace años, la familia Redheart organizó un ataque a la corona y le arrebataron el poder- Me atraganté con mi saliva ¡Otra vez los Redheart!

- ¿Está segura de eso?-

- Claro que sí- Dijo molesta – Estuve ahí, hace años. Yo servía para la Reina Blanca y como a todos sus colaboradores, me exiliaron del país y estuve en Francia por muchos años- Hizo una pausa - Hace unos días decidí volver, pero me encontré con un verdadero caos-  Su voz de pronto se quebró – Las tropas de la nueva Reina buscan gente para matarles, si me descubrían me matarían a mí también. Por eso decidí esconderme en una embarcación que descendía por el río, estando adentro, me golpeé en la cabeza y terminé aquí-

- Oh…-  
Dije sin saber que palabras podría usar para alentarle – Muevo algunas influencias en la superficie… ¿Deseas ayuda?- Ella negó con la cabeza.

- Ni toda la ayuda del mundo podría consolarme, señor…toda mi familia fue asesinada por los Redheart- Apreté los puños, enfurecido. Esa maldita familia siempre estaba metida en situaciones como esta, había oído muchas veces antes de personas que escapaban de la familia Redheart, un montón de tiranos que desde hace años que habían estado intentando hacerse con el trono y por fin lo habían logrado.

- Lo lamento mucho…- Dije intentando calmarme, para no mostrar la ira que de pronto comenzaba a brotar desde lo más profundo de mí. De pronto, una pequeña luz pareció encenderse en mi cabeza.

- ¡Tengo una idea!- Dije mientras me acercaba a un baúl que se encontraba bajo un majestuoso mueble de roble tallado en un rincón del salón. En él busqué una pequeña caja que no tardé en encontrar y de ella tomé un manojo de llaves que en su interior se encontraba y quité una de ellas. Me acerqué a la mujer que de pronto había comenzado a temblar por el frío.

- Toma…- Le dije extendiendo la gran llave hacia ella y depositándola sobre sus frías y pálidas manos. Me miró confusa.

´- Ve arriba y toma un baño, una mujer llamada Helena lo está preparando. Explícale que yo te he enviado. Luego vístete y pídele que te lleve a la mansión que abre esta llave…- Sus ojos de pronto se iluminaron, asombrados.

- ¿Qué está queriendo decir?-

- Te estoy dando un lugar dónde quedarte-
Dije seriamente – Cualquier enemigo de los Redheart es amigo mío. Puedes tomar esa mansión para ti, pertenece a mi familia pero jamás he puesto un pie en ella. Es espaciosa y lo suficientemente cómoda como para que empieces una nueva vida…- De pronto, los cristalinos ojos color cielo se llenaron de lágrimas. Sonreí.

- ¡G-Gracias!- Tomó mis manos encarecidamente entre las suyas.

- Dígame, señor…-

- Nathan, llámame Nathan-

- ¡Es un gusto, Nathan!-
Rió secando algunas de las lágrimas que habían comenzado a caer como manantiales sobre sus mejillas sonrojadas – Yo soy Emma…- Estreché mi mano con la suya en forma de saludo.

- Dígame, Nathan ¿Puedo hacer algo por usted, en agradecimiento?- Iba a negar con la cabeza, cuando de pronto algo se iluminó en mi cabeza. Sonreí, un poco malicioso.

- Si lo hay…- Dije dirigiéndome el mismo baúl de donde había tomado la llave, pero ahora buscaba una bolsa que no tardé en encontrar. La vacié sobre una pequeña mesa que se hallaba en el centro del salón y le pedí que se acercara.

- Aquí tienes, Emma. Cincuenta lingotes de oro, quédate con veinte y sobreviras por años en este lugar- Clavé mi mirada a la suya –Antes de ir a la mansión, pídele a Helena que te lleve al Circo de los monstruos. Habla con el dueño y entrégale estos lingotes a cambios de los ‘‘Hermanos putrefactos’’- Ella asintió con la cabeza un par de veces – Es tanto dinero que te los entregará enseguida, no te preocupes- Volvió a asentir – Llévalos contigo, pero cuidado, están enfermos-

- ¡Sí, señor!-
Sonrió alegremente y todo rastro de tristeza se esfumó de pronto de su angelical y bellísimo rostro. La observé más detalladamente, esta mujer irradiaba un misterio que me era difícil descifrar, pero también una nobleza excepcional, que por algún motivo me hacía confiar en ella.

- Ahora ve con Helena…- Dije indicándole las escaleras, hizo una reverencia y sosteniendo la llave entre sus manos comenzó a subirlas. Sentí como si el mundo comenzase a sonreír de nuevo ante mí. Podría ir a ver a It y si tenía suerte no tendría que preocuparme por el dueño, estaría muy entusiasmado guardando su dinero.

Y a su vez, no tendría que preocuparme por pedirle a Elizabeth que comprara a Hope y Grace.

Por fin todo parecía estar tomando el rumbo correcto.


En media hora todo estaba listo. Cuando vi a Emma descender las escaleras fue como si la mismísima Venus apareciera frente a mis ojos. Vestía un vestido simple, color blanco y con algunos encajes en el busto que lo resaltaban con gracia. Los ojos azulados destacaban aún más en su rostro pálido, llevaba el cabello ébano que ahora lucía brillante y sedoso acomodado tras las orejas. Sonreí y me miró algo confusa.

- Buenos días…- Saludó tímidamente. Me eché a reír.

No me había reconocido, otra vez me había vestido de chica para ir al circo.

- Soy yo…- Dije con voz natural y el desconcierto en su rostro aumentó.

- ¿¡N-Nathan!?- Exclamó asombrada, yo afirmé con la cabeza. Ella simplemente sonrió y pasó por mi lado para dirigirse al carruaje que nos esperaba en la entrada. Si había algo que me agradaba en alguien era la discreción, el comprender y aceptar a los demás sin emitir juicio alguno, y Emma parecía hacerlo perfectamente.

Subí tras ellas y nos dirigimos al circo, en el camino me enteré más de su vida. Hace muchos años ella servía en el palacio real de lo que fue la ‘‘Reina Blanca’’, vivía una vida feliz y plena junto a su esposo y su hijo. Cuando los Redheart organizaron el golpe, su familia cayó defendiendo a la Reina…y quedó completamente sola.

Apenas logró escapar del caos de la guerra civil y huyó a Francia en busca de refugio, donde estuvo por casi diez años, con la esperanza de que las cosas se solucionarían en algún momento. Lo que no sabía era que al momento de volver la situación estaría peor de lo que jamás ella pudo imaginar. Muerte, destrucción y represión era lo que azotaba ahora al pueblo
de ‘’des Hauteurs’’ como le llamaba ella, que en la lengua franca significa ‘’Las alturas’’. Con la impresión y el amargo resentimiento guardado en lo más profundo del corazón,  Emma sintió miedo de ser reconocida en ese lugar ahora tan desconocido para ella. La ‘’Reina Roja’’ Como le llamaban ahora a la actual tirana que gobernaba la superficie, conocía su rostro y sabía quién era. Tuvo miedo de que la descubrieran.

El resto de la historia ya la conocía, esta bellísima chica llegó en una de mis embarcaciones.

No me di cuenta cuando llegamos al circo. Antes de entrar nos pusimos de acuerdo, ella entraría primero junto a Helena y mantendrían ocupado al dueño, tan solo por unos minutos, luego saldrían de allí con Hope y Grace, me moría por verlos.

Pero estaba más ansioso por comprobar que Elizabeth cumpliera su promesa.



(Flashback)

- N-N-Nat…- Balbuceó la peliblanca, mientras los ojos violeta comenzaban a brillar por las incipientes lágrimas que comenzaban a formarse en los bellos orbes. Una sonrisa complacida asomó al momento que me estrechaba con la fuerza de sus delicadas manos en un abrazo. Llevé mis manos a su cabello para acariciarlo.

- Eres muy noble…- Sollozó luego de un rato de estar en completo silencio – Sacrificar tu libertad solo por esa criatura…- Me estrechó con más fuerza y no supe que decir. En el fondo ella lo sabía, que yo no sentía nada por ella y que estaba haciendo esto solo por conveniencia, pero aun así Elizabeth insistía en ello. Quizás creía que podría convencerme, quizás ella pudo ver a través de mis miedos y aprovecharlos. Porque efectivamente estaba aterrado, mi libertad es una de las pocas cosas que me ha mantenido cuerdo durante todos estos años, perderla ahora sería fatal.

Pero lo hacía por un buen motivo.

Su rostro de pronto llegó a mi mente, los ojos como esmeraldas brillando con aquella intensidad sobrenatural que últimamente comenzaba a fascinarme, el cabello cobrizo recorriendo su frente y camuflando las adorables orejitas de felino. Lo que más me cautivaba era su interior, la sangre que corría por sus venas, el aire que soplaba en sus pulmones. La pasión que parecía desbordar desde las profundidades de su alma y que él ocultaba con aquella inocencia celestial.

Pero él lo sabía mejor que yo…en el fondo, todo hombre lleva encerrado dentro de sí una bestia.

Y yo la veía dentro de él, a pesar de esa máscara de ingenuidad.

- Mañana por la mañana, prometo que It saldrá de ese lugar…- Dijo apartándome de mis pensamientos y llamando mi atención. La mujer ya me había soltado y ahora estaba ajustando su corsé tras su espalda. Me puse de pie y la ayudé a anudarlo.

- Gracias Lizz…- Atiné a musitar, mientras sentía como un fuerte dolor de cabeza comenzaba a azotarme.

(Fin del flashback)


Llegué a la celda donde se hallaba  la jauría de perros y noté como la de It estaba completamente abierta. Recorrí con la mirada el camino que seguían los pasos marcados en la tierra y lo divisé algunos metros más allá. Un hombre sujetaba la cadena atada a su cuello mientras le permitía caminar casi ‘’libremente’’ a su lado. Vestía su ya tan característico pantalón de cuero negro y otra vez no llevaba camisa que cubriera su piel de la fría mañana, pero parecía feliz. Sus ojos buscaban algo, podía notar como nervioso miraba de un lado a otro. Me encaminé un poco hacia dónde él estaba, manteniendo la distancia para no levantar sospechas. Por fin nuestras miradas se encontraron, él sonrió, yo correspondí aquella tan gratificante sonrisa y comencé a caminar paralelamente a él, vigilando que su camino no se perdiera entre la multitud que se había quedado mirando asombrada como una de las atracciones era ‘’liberada’’ Podía escuchar murmullos asustados ­–‘’ ¿Me estás diciendo que esa cosa ahora estará suelto por el País de las Maravillas?’’- Dijo una mujer a otra dándole un codazo para que esta última fijara sus ojos en It - ¡Podría ser peligroso!- Dijo su acompañante, horrorizada. Suspiré intentando contener la molestia ¿Por qué diablos se les hacía tan extraño? En este lugar estaba plagado de personas como él o como yo. Desde brujas hasta curanderas con los métodos más extravagantes para ejercer su arte. Todo lo que alguna vez fue desechado por la Inquisición o por los regímenes de otros países daba su parada final aquí, en el ‘’País de las maravillas’

Adelanté unos pasos cuando noté que uno de los carruajes de la familia Báthory se encontraba aparcado fuera del circo. Cruzamos una última mirada cómplice y me alejé de allí, tranquilo, sabiendo que Lizz cumpliría su promesa. Salí del lugar intentando no cruzarme con los sirvientes de Elizabeth, no quería que me reconocieran. El chofer de mi carruaje aún seguía esperando a Helena y a Emma, pero preferí caminar a casa. De pronto, una extraña sensación comenzó a apoderarse de mí ¿Cómo explicarlo si nunca antes la había sentido?

 Euforia.

 Si, esa era la palabra que describía la felicidad que me estaba abordando. Hasta ahora había vivido despreocupado de todo lo que no tuviese que ver conmigo, pero desde que It apareció ‘’mi alrededor’’ de pronto había pasado a encabezar mi lista de prioridades. Y no podía negar lo agradable que esto se sentía.

La instintiva preocupación que sentí en el primer momento en que le vi a los ojos, me había hecho sentir vivo, podía escuchar mi sangre fluir y sentir a mi corazón palpitante, vibrando dentro de mi pecho.

Di media vuelta para dar un último vistazo a la figura de It, a lo lejos podía verse como, algo temeroso se subía al carruaje. Suspiré aliviado.

Pero la calma no duraría mucho.

De pronto, un ruido me alertó. Sentí unos pasos acelerados a mí alrededor, luego mi vista se nubló, hasta quedar completamente oscurecida, me habían cubierto los ojos con una bolsa. Intenté quitármela pero pude notar como más de dos hombres me sujetaban con fuerza, intentando contenerme.

- ¿¡Qué demonios!?- Grité desesperadamente, olvidando que estaba en mi rol de ‘’chica’’ 

Sentí un leve golpe en el estómago que me obligó a retorcerme, cayendo al suelo. Luego algo me golpeó la cabeza.

Y todo cayó en completa oscuridad.

Notas finales:

Yo y mis paradojas espacio-temporales, Emma tenía que aparecer a explicarlo todo (Se dieron cuenta o no tienen idea de lo que hablo?) Acepto opiniones, ofensas, críticas, declaraciones, etc, dejadlo en un lindo review ♥


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