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Castillo de arena. por K BL

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Notas del fanfic:

Por favor, leedlo y decidme que les ha parecido. Coño, siento que me va a dar algo… Sinceramente, en esto me he estado entreteniendo y por culpa de esta cosita corta, hermosa, sensual y todo lo que quieran, no había tenido oportunidad de escribir nada más.

Este es un cuento que escribí para un concurso, voy mentalizada a ganar y por eso, quiero sus más sinceras opiniones… Por favor, por favor, díganme si este cuento vale la pena, porque no quiero entregar algo que no amerite la pena en el concurso… Por favor, mis fieles lectoras ayúdenme en esto, de verdad necesito opiniones críticas, no importa si me hacen llorar por no tener talento, sólo quiero opiniones sinceras para no hacer el ridículo el viernes que entregue mi cuento a la convocatoria del concurso.

De antemano, muchas gracias por su tiempo.

Les amo, mis hermosuras. 

Gélida como un glaciar ha sido la revelación de su mejor amigo. Inocente, frágil e intrépido, más el carácter realista de su hermano le ha arrebatado sus niñerías del jardín de infantes. Él fantaseaba mucho, sin embargo, cuando jugaban en la arena de aquella majestuosa playa, se ha helado con las palabras jamás anticipadas por parte de aquel lugareño.

Hacía 3 días que estaban vacacionando –haciendo al vago– en aquel paraíso.

SeHun hubiera deseado que todo fuese más infantil y mágico, más ese castillo que se cierne sobre la arena, no disminuye su incertidumbre.

La historia de la playa contribuye a que el pequeño se estremezca con el rechazo de aquel, su mejor amigo. El lugar destila magia –estatuillas de sirenas, tritones y seres fantasiosos– entre sus arrecifes de coral y cristalinas aguas que contrastan la pálida arena. No importa que quieras ser realista, el lugar se presta para dejar a tu vena fantasiosa volar.

No importa que tan mágico sea el lugar, sus ojos se siguen bañando en lágrimas ante el recuerdo. Sublime y acongojado, el pequeño no sonríe más. Ha perdido el apetito, e incluso tiene problemas para dormir; las pesadillas le atormentan. No importa que tan fuerte abrace las sabanas, o cuanto se esconda bajo las mismas, el temor sigue latente.

La preocupación de su amigo es inminente, teme por el bienestar y desea la salud de SeHun. LuHan está experimentando sensaciones que le causan miedo, el ver a una persona importante para él sufrir, es completamente nuevo. Sufre de episodios de stress, que le provocan estremecimientos y llantos nocturnos, aunque es tan sólo un niño, está pasando por una serie de cambios que le lleven a la madurez.

No es extraño que SeHun enfermara. Estar en constante stress le ha traído secuelas, su falta de apetito le ha acarreado una gripe monumental, sin mencionar que se siente débil físicamente. Ha estado en cama durante los siguientes días.

Los días trascurren y al fin, en uno de ellos puede salir. Ese día, SeHun ha ido a la playa junto a LuHan, entre sus pequeñas manos se distinguen una cubeta y artefactos para manejar la arena de juguete. El temor a menguado un poco, más no ha sido apaciguado del todo, aún necesita el apoyo de alguien cercano a él.

La bruma se cierne sobre el océano. Avanzan por la costa con las manos entrelazadas, la brisa matutina impacta contra sus angelicales rostros y mese sus finos cabellos. Se han instalado en una sección de la playa, regando los juguetes sobre la arena.

 

– ¿Crees en lo que ha dicho el hombre de la otra vez? –le pregunto a LuHan frente al océano, la mirada fija en las olas al romper.

–Las personas mayores dicen muchas mentiras, la mayoría para asustarnos y además, los monstruos no existen.

Esa noche SeHun decidió investigar al respecto. Parado frente al océano rebuscaba con la mirada algún indicio de aquel monstruo, el silbido del viento le revolcaba los mechones de cabello y mojaba su pequeño cuerpo. Con las ropas sucias, y el alma decepcionada, el pequeño lloró entre las penumbras, vislumbrando todo a su alrededor.

Se reusaba a creer, que los adultos mintieran. No podía ser verdad, toda su vida ha creído en duendecillos, hadas y seres maravillosos, porque ahora dejar de creer en monstruos. Aunque no abandonaba sus pensamientos fantasiosos,  estaba madurando de a poco. Pronto LuHan era un niño más maduro y menos infantil.

Estando a un día de marcharse de ahí, ha acudido a la parte de la playa, en la cual se ha divisado al monstruo. Esta dispuesto a deshacerse de sus sueños, de aquellas ilusiones que parecen ser falsas y con los ojos inundados en lágrimas, patea una piedrita hacia el agua. Esta impacta de lleno, aunque el pequeño se niegue a dejar de ser un niño, debe afrontar su realidad.

¿Los seres místicos en realidad existen? Él no puede responder a ello con franqueza, a pesar de que desearía afirmar son una realidad, nunca ha visto a uno.

– ¿Qué haces acá?

SeHun volteó asustado, con el corazón latiéndole a mil por hora y se encontró con un LuHan mirándole curioso. El pequeño jugueteo con sus pies, haciendo figuras en la arena, sin dar indicios de responder.

–Haz venido a buscarle… ¿Cierto? – afirmó LuHan. Él se encogió de hombros no queriendo admitirlo realmente.

El brillo en sus ojos había desaparecido, no era de extrañarse que así sea y lo fue aún menos con lo sucedido. Perdió su alma de niño en una semana, algo que ningún niño debería de pasar. No debió enterarse de tal hecho, no a los 10 años. 

Las estrellas parecen estar mirándole mientras brillan, el cielo parece llorar ante las ilusiones derrocadas de un ser puro. La lluvia disimula las lágrimas que escurren por las mejillas de SeHun, que mirando al cielo sigue luchando por una pequeña muestra de esperanza. Más sigue siendo una noche obscura.

–Tú… ¿Crees en las sirenas?

–No.

– ¿Por qué? – Cuestionó en un suspiro. La garganta atorada con sollozos.

–Ya no soy un niño, no creo en todos esos cuentos maravillosos que cuentan los adultos para entretenernos.

Sus ojos se desorbitaron, no pudiendo así ocultar su sorpresa. Él no esperaba palabras así por parte de LuHan, su hermano mayor habla como un adulto, pero sin mentiras.

Con los ojos encharcados, se marchó a llorar, no sin antes; susurrar al océano un “te odio” cargado de dolor.  Él aún quería creer en todos esos seres fantasiosos, su vida no sería la misma después de descifrar todo lo que ha conseguido hasta ahora.

 

–Voy a protegerte SeHun-ah–. Susurró LuHan, acariciando el cabello castaño claro de SeHun y planto un suave beso sobre sus pálidos labios, admirando a su angelito dormir entre sus brazos.

SeHun perdió toda ilusión y se marchó decepcionado. Volvió a casa, aun con todos esos sentimientos de dolor atacándole. Por fin comenzó a madurar, y vio la vida desde otra perspectiva, comenzó a desconfiar de las palabras de los mayores y se convirtió en un niño distante.

Todo esto, por no esperar cinco minutos más, sin embargo, aún mantiene al amor incondicional de su hermano mayor.

A lo lejos, una silueta se movía bajo el cristalino líquido, impulsándose con aquellas doradas aletas. La bahía cubierta por luces centellantes y alados seres centellantes que bailaban bajo la tenue luz del anochecer.

SeHun se perdió de aquel espectáculo mágico, que maravilloso se exhibía mientras él dejaba de creer en ellos. Aunque él trato de verlos, le fue imposible y a pesar de que deseo escucharles, el viento silbaba demasiado lejos. Ahora el pequeño no cree más, y estos seres esperan a su regreso, para devolverle sus sueños. 

Notas finales:

¡Gracias por todo! Sos un amor, les amo. 

Esperen muy pronto 7 Minutes In Heaven

 


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