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¡Te enojaste…! por Doki Amare Peccavi

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Notas del fanfic:

~ Cambios de escena   .*. 

 

~ Al igual que otras historias mías, ésta se encontraban publicados en mi cuenta origianl la cual no he podido abrir desde hace años, así que, si alguien había leido esta historia aclaro, no fue por falta de interés que dejé de publicar y tampoco está finalizada, se redujo mi tiempo libre, pero también, tardé algo de tiempo para decidirme a subir en especial esta historia a mi cuenta y es que, justamente a esta edad, tengo una visión muy distinta sobre la tematica que se desarrolla en el transcurso de los capitulos pero de eso, ya hablaré después, para no hacer >SPOILER. 

~ Espero que la historia les guste. ♥ 

 

 

 

Notas del capitulo:



Prólogo

 

Siempre acostumbrábamos a levantarnos temprano, mi maestro era muy madrugador y normalmente se levantaba al rayar el alba, hacia unos ligeros ejercicios gimnásticos, se aseaba con el agua del pozo de la casa y llenaba grandes bandejas.

 

Los sirvientes calentaba el agua para que nosotros hiciéramos lo mismo al levantarnos, después todos tomábamos el desayuno, algunos trozos de pan de cebada o de harina humedecidos con leche de cabra, él lo hacía en vino puro, algunas veces, cuando Cyril y Alexander no habían causado problemas ordenaba a las esclavas un desayuno más abundante, me gustaba cuando le añadían aceitunas o higos…

 

En la casa de mi maestro vivíamos ocho niños; Eros, Gape, Anieli, Orion, Corban y Alexander ellos siempre estaban juntos, Cyril era mi único amigo y yo el único amigo de Cyril, siempre fue así… hasta que los amigos de Alexander crecieron y se fueron, y hasta que nuevos niños llegaron…

 

Mi maestro era un hombre libre, tenían muchos derechos en cuanto al gobierno de la ciudad ya que participaban en la Asamblea y ayudaban a tomar las decisiones importantes, pero a cambio de tantos derechos debía entrar a formar parte del ejército en caso de guerra o bien correr con los gastos de esta. Él, hombre de letras, prefería la segunda opción.

 

Nunca supe cómo es que le fue permitido mantenernos a todos en su hogar…, tener a un discípulo estaba bien… pero, nosotros no estamos en edad para aprender, además éramos muchos…, sin importar mis dudas que jamás se podrán resolver tengo que aceptar que gracias a él disfruto de la vida que actualmente tengo… también tengo que agradecerle el haberme cuidado por tanto tiempo… y el haberme permitido conocer a Cyril…

 

 

 

Cap. 1: ATHAN el inmortal.  

 

~°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°~

El susurro vulgar de mi niñez olvidar

Los falsos respetos, las tontas angustias

Recordé lo perdido, y todo comenzó de nuevo

~°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°~

 

— ¡¡¡Cyril!!! ¡¡¡CYRIL!!!— Calisto, cabellos rubio, ojos azules, piel rosada y aun más rosadas sus mejillas por correr demasiado, seguramente huía de alguien, era centímetros menor que yo a pesar de tener la misma edad — Alexander volvió a pegarme, me arrojó una roca…

 

— Calisto dime la verdad— Cyril ojos grises, cabello negro, piel blanca y tersa — ¿Tú lo provocaste?

 

— No — el pequeño Calisto mintió, no lo hacía muy bien, por eso prefirió evitar la mirada del mayor…— Yo sería incapaz…

 

— Calisto… ¿Qué le hiciste?

 

— Nada…, lo juro…

 

— No jures en vano, eso es malo…— Con su pequeña manita Cyril tomó la aún más pequeña mano de Calisto — Si no me dices que fue lo que hiciste tendré que preguntarle a Alexander ¿Quieres que vaya con él?

 

— Arrojé sus…— Su voz baja, a murmullos — peces al río…

 

— Si yo arrojara algo de gran valor al río… ¿Te molestarías conmigo…?

 

— No, eso nunca, yo no podría molestarme contigo…—

 

— ¿Y si fuera el recuerdo de tu padre que tan celosamente guardas…?— Cyril tomó entre sus manos el dije que a Calisto le colgaba del cuello

 

— Yo…

 

— Debes pedirle una disculpa a Alexander…— El más pequeño iba a comenzar con las reclamaciones y berrinches cuando Cyril le extendió su mano — yo te acompaño…

 

.*.

 

— ¿Alexander? — Athan, nuestro maestro, preocupándose por mí, él se preocupaba por todos, no me sorprendió que me mi llanto le hiciera salir de la habitación en la que el enseñaba a los jóvenes mayores…— ¿Por qué lloras?

 

— Mi…, mi… mis…, pe…ces…. — El pequeño Alexander no pudo contener el llanto, amaba demasiado esos dorados animales que hacía unos meses le había ayudado a capturar su maestro…— Él…, él…los arrojó…al… río

 

— ¿Cyril?— Alexander sólo señaló a Calisto sin tomar en cuenta al oji gris, el maestro sabía de las constantes riñas entre Cyril y Alexander, el pequeño castaño de ojos verde azulado — ¿Por qué arrojaste sus peces al río? Los peces de Alexander son de un lago, no podrán adaptarse a las violentas corrientes del río ¿Por qué lo hiciste?

 

— Él no fue — interrumpió Calisto, el maestro no le tomó en cuenta, el pequeño quería mucho a Cyril, seguro le encubriría — Fui yo…

 

— Cyril ¿Por qué?

 

— Porque yo también quería tener unos peces dorados…

 

— En esta casa les brindo lo que es posible, los cuido, les alimento, les quiero por igual…— Un bofetada hizo que la mejilla derecha de Cyril tomara un color rojizo en su blanca piel…— La envidia no es aceptada en esta casa… ¿Entiendes?

 

— Sí maestro…— Las lágrimas se asomaron por los brillantes y grandes ojos de Cyril, su mano de poso sobre la zona sonrojada, el maestro se marchó, Alexander paró de llorar… se dirigió hacia Cyril…

 

— Eso te ocurre por defenderlo siempre…— Cyril y Alexander, la misma altura, la misma edad, distinta historia con el mismo final — aún así… lo siento…

 

— No importa…— Y con el gesto más sincero Cyril sonrió — Me lo merecía, en verdad envidiaba tus peces…y si Calisto no lo hubiese hecho…, hubiese sido yo quien los arrojara.

 

Alexander bajó la mirada ante aquel comentario y después le señaló con su dedito corazón al mismo tiempo que doblaba los demás…y se marchó. — ¿Y tú por qué lo hiciste...?— Preguntó el oji—gris a rubio minutos después de que se habían quedado solos…

 

.*.

 

— Alexander dice Cyril que te reta a una pelea…— Todos se divertían a costa de las constantes riñas del oji verde y el oji gris… y ellos no se tomaban la molestia de resolver sus diferencias hablando…

 

— ¿Y esta vez por qué?— Preguntó el castaño indiferente…

 

— No lo sabemos, pero dijo que esta vez sí te ganaría..., ¿Aceptaras?

 

— Sí

 

— Bien te espera a las afueras del jardín de Eudor — Cuando Alexander llegó Cyril ya le esperaba junto con muchos “aficionados y apostadores”

 

.*.

 

— Porque no me agrada su presencia

 

— A mi tampoco pero no por eso voy a destrozar sus pertenencias…

 

— Sí, pero es que él — Dos gemelos interrumpieron a Calisto

 

— Cyril… Alexander dice que te reta de nuevo a otra pelea…—

 

— Díganle que me espere a las afueras del jardín de Eudor…

 

— Bien, y suerte esta vez…— los dos corrieron para dar el mensaje a Alexander…

 

 

[[EL PRINCIPIO]]

Algo le hacía falta a su vida, Athan se sentía vacio, sentía ese horrendo vacío que sólo “esa” persona podía llenar, una persona que se había comprometido con otra, su nombre, no importaba, no importaba ya nada… sólo el poder sacarse ese amor del corazón. Ese día, cuando caminaba por la calle, se topó con un niño lindo pelirrojo de ojos verde mar, su nombre era Eros, tenía sólo seis años, lo llevó a su casa, le cuido, le dio de comer, se encariñó tanto que decidió que se quedaría con él,  así de fácil y sencillo, como buen ciudadano tenía muchas obligaciones y debido a que nunca había hecho ninguna falta le sería permitido conservar a ese hermoso niño…

 

Después llegó a su hogar un rubio igual de lindo que su pelirrojo, su nombre era Gape, y tenía la misma edad de Eros, ahora eran dos niños lindos. Una persona se enteró de lo caritativo que era Athan y con promesas de volver dejó a su hijo Anieli este de cabello y ojos negro, pero con un piel tan blanca y tersa como la de ninguno, claro que nunca volvió la mujer mala capaz de abandonar a un hijo Espartano, a la suerte. Anieli era dos años menor que los niños que ya vivían con él, todo era perfecto, era como tener tres hijos, todos hermosos.

 

Y al final, meses después de la llegada de sus hermosos niños, llegaron dos hermanos castaños de pupilas azules, Orion y Corban — el menor con una sonrisa hermosa, el mayor con un indescriptible brillo en los ojos — llegaron una noche de lluvia, y Athan los acogió con gusto…

 

Orion tenía la edad de Anieli, el cual ya tenía seis años, Corban, Eros y Gape con ocho años eran de gran ayuda en la casa, con tantos niños Athan fue vendiendo poco a poco a sus esclavos hasta que sólo se quedó con los indispensables…y así con esos niños al lado pasaron dos años, ahora sus niños tenían diez y ocho…

 

— Maestro, hay un niño en el jardín de Eudor…— Anieli y Orion miraban por la ventana, mientras Corban trataba de llamar la atención del maestro…— Maestro…

 

— El maestro no hace caso… ¿Y si nosotros vamos por él?— Cuestionó inocentemente Eros…

 

— Estoy seguro de que el maestro no se molestar si lo dejamos pasar la noche — Dijo Gape mientras jalaba de la túnica de Eros —

 

— Nosotros dos iremos por él, mientras ustedes distraigan al maestro, lo meteremos a la habitación y ahí se quedará hasta que sepamos como decirle al maestro — Gape y Eros salieron, se dirigieron hacia el jardín del señor Eudor, Eudor era amigo de su maestro, con actitudes raras pero ellos no eran quien para juzgar…—

 

— Hola… ¿Estas solo?— Los dos discípulos de Athan se acercaron más al niño que tenían enfrente…, ya que este no levantaba su mirada… cuando estaban suficientemente cerca del pequeño este se abalanzó sobre Eros…

 

— Me peldí…, mi papá dijo que lo expélala en eta quina y que volvelía po mi pelo él no leglesa…— inocente y bello, cabello castaño y ojos verdes azulados…

 

— ¿Quiere esperar a tu papá en nuestra casa?— Se animó a decir Eros

 

— ¿PUEDO?

 

— Claro que sí — contestó alegre Gape…

 

Cuando los tres niños entraron a la casa el maestro estaba tan distraído como cuando llegaron, sin pensarlo Gape y Eros lo llevaron a la habitación que compartían todos ellos, Corban, Anieli y Orion esperaban impacientes en la habitación, cuando los recién llegados se adentraron las risas invadieron el lugar…

 

— ¿Cómo te llamas?— Cuestionó Orion al pequeño — ¿Cuántos años tienes?

 

— Orion no seas tonto, se ve muy pequeño, no creo que te pueda contestar — Corban regañó a su hermano…

 

— Alexander…— Dijo para la sorpresa de todos el risueño niño recién llegado….

 

Athan que había estado al pendiente de todo sonreía satisfactoriamente, el había visto al pequeño cuando su padre le había dejado, y cuando iba a salir por él, sus niños notaron la presencia del pequeño, le llenó de profunda satisfacción enterarse de que ellos eran tan buenos, de que en ningún momento pensaron en los regaños, sólo se habían preocupado por el pequeño que estaba solo sin ningún lugar a donde ir, como alguna vez estuvieron ellos…

 

Se dirigió hacia la habitación de los niños, antes de entrar tosió intencionalmente, quería ver la cara de sus niños cuando entrar por esa habitación, y al entrar las ganas de reír le invadieron, todos en fila como soldadito, y una pequeña bolita en una de las camas cubierta por una sabana…

 

— ¿Qué esconden?

 

— Nada — Se atrevió a mentir Eros…

 

— Sabes de antemano que las mentiras me molestan Eros…

 

— Maestro…

 

— ¿Qué ocurre Anieli?

 

— Nosotros, le témenos una sorpresa…— Inesperadamente Anieli jaló la sabana que cubría a un dormilón Alexander — Se llama Alexander, tienen cuatro años y lo mejor es que él es Ateniense.

 

El maestro aceptó la presencia del castaño de ojos Verdes azulado. Alexander era el más pequeño, el consentido, todos adoraban su belleza, su inteligencia, su simpatía, los otros niños le cuidaba, y el maestro,  le permitía hacer todo tipo de cosas sin regaños… Así hasta que Alexander cumplió un año de estancia ahí, justo el día en el que le celebrarían su primer año de estancia ahí, Cyril llegó.

 

 

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