Por alguna razón, el apareció en su mente de manera repentina y no pudo evitar esbozar una sonrisa en su inexpresivo semblante. Había estado comportándose extraño esas últimas semanas. En cada entrenamiento buscaba prolongar el contacto con su cuerpo y estaba seguro que esos roces a sus glúteos eran todo menos accidentales.
No podia resistirlo, el cuerpo de Kakaroto era perfecto en toda la definición de la palabra. Sin embargo, se sentía mal por pensar de esa manera. Él, el príncipe de los Saijayin sintiendo atracción, no, ¡amor! por otro hombre y más aún, por el descerebrado de Kakaroto, ese insecto infeliz.
Eran momentos como ese cuando el silencio reinaba en la Corporación Capsula, anunciando la salida de todos los miembros de la familia a sus respectivas actividades diarias, permitiéndole disfrutar del silencio y la tranquilidad que la soledad le aportaba.
Se incorporó perezosamente de la cama, estiro sobre su cabeza los brazos y trono su espalda para relajar la tensión acumulada por permanecer en la misma posición durante toda la noche. Era extraño, pero se encontraba en un agradable estado de relajación matutina pocas veces experimentado en el. Claro, estaba contento.
Bajo las escaleras y fue directo a la cocina, buscando algo para desayunar. No le fascinaba lo dulce pero un trozo de pastel de fresas se volvió sumamente apetitoso en ese momento. Tampoco le gustaba la leche, pero para su mala suerte no había otra bebida para acompañar aquel postre, así que con resignación se sirvió un vaso y se dispuso a desayunar en la sala principal, la misma que tenía la nueva pantalla gigante de televisión.
No había mucha variedad de programas interesantes para ver a esas horas de la mañana. Recordó con fastidio por qué su nulo interés por el entretenimiento favorito de los terrícolas y ya cansado de recorrer por tercera vez los 250 canales se decidió por ver las noticias matutinas. Quería reír un poco, los humanos eran tan débiles.
Espero hasta conocer el pronóstico del tiempo antes de volver a cambiar de canal con la intención de encontrar algo más interesante para ver.
"Ojalá y el maldito calor disminuyera un poco este día" murmuraba para sí mientras abanicaba con su mano un poco de aire. Para estar cómodo únicamente vestía con una camisa color blanco y unos ajustados boxes negros de algodón.
Su pastel estaba a punto de terminarse cuando encontró algo que llamo su atención al instante: el canal para adultos, donde transmitían una ardiente película para terminar de despertarlo por completo.
La actriz era una monera exuberante con increíbles y enormes atributos, pero para su sorpresa, sus ojos se enfocaban con deseo sobre el cuerpo del apuesto actor y su enorme "amigo". Ambos entregados al frenesí del placer.
Tuvo que morderse un labio para intentar calmarse y no caer presa del calor que emanaba su cuerpo, se volvía algo difícil de lograr pues la película en verdad se ponía interesante y la temperatura del ambiente comenzaba a aumentar. En un momento la escena cambio y la chica devoraba con gula el miembro del muchacho, quien la observaba hipnotizado por las sensaciones que lo embriagaban sin ningún control aparente.
Esto era más de lo que podía soportar. Su imaginación se echó a volar y recreaba la escena siendo Kakaroto y él los protagonistas. Solo ellos dos entregados al calor de sus cuerpos. Casi de manera inconsciente, acerco su mano a la fresa que quedaba en el plato del pastel y lentamente las acerco a su boca, saboreando con su lengua el dulce sabor de la fruta en sus labios.
Escuchar los gemidos de la pantalla no hacía más que excitarlo, comenzó a contornear la fruta con delicadeza y de una manera sumamente erótica, regalando una vista completamente hermosa de él dándole besitos de manera sensual a la punta.
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Le pareció escuchar un sonido y al momento sintió un mini-infarto ocasionado por la sorpresa y el temor de que alguien hubiera regresado a la casa y lo encontrara viendo cosas inapropiadas. Rápido, escupió la fresa y cambio como pudo de canal al momento que cruzaba la piernas para intentar esconder la naciente erección producto de la película y con un marcado sonrojo en su semblante.
Permaneció en silencio a la espera de ver a alguien cruzar por el umbral de la sala, pero nadie apareció.
Con cautela tomo nuevamente el control de la tele y volvió al canal para adultos, dispuesto a ver como terminaba la película.
Su imaginación seguía inquieta y poco a poco tomaba forma su fantasía. Las gruesas manos de Kakaroto recorriendo sus caderas, tocando sin ninguna delicadeza sus muslos y masajeando con deseo sus glúteos. Su aliento sobre su cuello repartiendo besos mientras susurraba palabras incomprensibles pero cargadas de erotismo, su lengua, recorriendo perversamente el contorno de su oreja mientras el gemía y liberaba quedamente suspiros ocasionados por el placer de tan real imagen.
Respondiendo a su traviesa mente, sus manos tomaron vida propia y comenzaron a acariciar su cuello y sus formados pectorales. Tímidos gemidos escapaban de su boca a causa de la agradable sensación que provocaba ese roce son su cuerpo, despertando por completo su miembro.
Después de un par de minutos las caricias se tornaron insuficientes para su inquieto libido, así que centró su atención a sus erectos pezones, comenzando a contornear con la yema de sus dedos los rosados botones de su pecho provocándole soltar un pequeño grito de placer. Se quedó sorprendido de sí mismo, no tenía idea de lo sensible que era esa zona para él.
Dejándose llevar por el momento, decidió entregarse por completo a las acaloradas necesidades de su cuerpo y lentamente bajo la prenda negra que cubría a su palpitante miembro quien suplicaba por un poco de atención.
Comenzó a masajear lentamente su erección, torturándose a sí mismo con una paciencia agobiadora que invitaba a prolongar un poco más la pasión e intensidad del orgasmo. Despacio, descubriendo y explorando su cuerpo en busca de placer y con la imagen de Kakaroto tatuada en su mente, volvió a colocar su mano en uno de sus sensibles pezones y con su otra extremidad se dedicó a frotar su largo miembro, aumentando la velocidad y tomando un ritmo irregular conforme pasaban los segundos.
“-mmgh… ¡ahh!...Kakaroto…más…-“decía por lo bajo, deseando con toda su alma que el dueño de sus gemidos pudiera escucharlo y complacerlo en ese mismo momento.
Aumentaba su respiración de manera gradual conforme ejercía un agarre mayor en su intimidad. De pronto, su vista se encontró con la fresa que minutos antes devorara con lujuria y sintiendo un inexplicable deseo por lamer algo mientras se auto-complacía, la tomo de nuevo y comenzó a devorarla de una manera sensual y sumamente sugestiva.
El tan solo imaginarse complaciendo con la boca y arrebatándole roncos y profundos gemidos a Kakaroto, ponía más duro su miembro y lo hacía salivar con más ansias aquella fruta. El masaje a su falo se volvía más intenso y sintió tocar el cielo cuando una placentera descarga recorrió sin piedad su columna vertebral, obligándolo a cerrar los ojos para prolongar el éxtasis y gritar a su antojo y sin reprimirse el nombre del Saijayin de cabellos alborotados.
“-¡¡Kakaroto!!-
Grito al momento de liberar su semilla sobre su marcado abdomen, quedando rendido por el agotador esfuerzo y asombrado de sí mismo por olvidar su recato y dar rienda suelta a sus pasiones de una manera atrevida y alocada.
Se quedó recostado sobre el sillón, intentando poco a poco regular su agitada respiración al mismo tiempo que buscaba con la vista el control remoto. La película ya había terminado y el no vio el final por estar jugando con su cuerpo.
Todavía se sentía acalorado, así que limpio todo rastro de su solitaria aventura y emprendió satisfecho su marcha en dirección a la ducha para tomar un baño y de paso limpiarse los restos de semen que quedaban en su cuerpo. Se detuvo súbitamente y una expresión de terror se adueñó de su cara al reconocer una cara tan familiar frente a él.
“-Ka…¡¿Kakaroto?¡.