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Love is Blindness por Kanes

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Notas del capitulo:

Este fanfic está escrito mediante el uso de Puntos de Vista, que varían entre John y Sherlock.

Los links de videos de youtube son música para acompañar la lectura. Por supuesto, su reproducción es opcional. n.n

Todos los capítulos tienen nombres de canciones en español.

Espero les guste mi fanfic. Está hecho con mucho amor. Hace tiempo que no hacia un fanfic, mayormente he estado haciendo historias con personajes originales, pero John y Sherlock... son John y Sherlock. Se merecen un homenaje de parte de todos * - *.

-I-

 

John

 

Hey. Mi nombre es John Watson. John Hamish Watson. Pero mi nombre es lo que tiene menor importancia aquí y ahora, porque me ha sucedido algo increíble. O me han estado sucediendo cosas increíbles desde que me levanté esa mañana de años atrás y fui a mi terapista tras renunciar a la decisión de terminar con todo. Desde entonces no he vuelto a mirar dos veces esa arma. Y eso está bien.

Se lo dije a Sherlock. Se lo dije y no se si lo escuchó completamente pero, desde hace un tiempo, han sido dos personas las que han cambiado mi vida por completo. No obstante, hace siete meses apareció una tercera que ha cambiado mi vida en ciento ochenta grados. ¿Son ciento ochenta o trescientos sesenta? No recuerdo. Probablemente Sherlock recuerda, él es el de los datos útiles. Hay cosas que sabe que no sé porqué las sabe. Sin duda por algún caso.

Además, él es de los que se da cuenta de las cosas con sólo una mirada. Es un observador. El observador de los observadores. No obstante, no es muy bueno dándose cuenta cuando alguien... cuando a alguien le gusta. O quizá depende de la persona porque, sí que se dio cuenta en el restaurante de Ángelo, cinco años atrás. Vio a través de mí, pero... claro está, todo quedó en nada. Sherlock es bueno viendo las pistas y traduciéndolas a datos reales, pistas físicas que se transforman en verdaderas biografías, pero le falta el sentido común, y eso a veces me frustra. Si tuviera más sentido común, más intuición emocional, quizáz... se habría dado cuenta. Pero no se ha dado cuenta de nada. Y por un lado es bueno, pero a veces... tan sólo me gustaría que me dijera aquello otra vez, lo de considerarse una persona casada con su trabajo y lo de sentirse de todos modos halagado. Lo dijo una vez y no ha vuelto a decirlo, pero daría todo porque volviese a decirlo, para yo tener la oportunidad de decir algo más en respuesta en vez de ese conformista “Está bien, está todo bien, porque me besó anoche estando borracho, celebrando el cumple mes del pequeño Hamish, y hoy en la mañana actuó como si nada hubiera pasado. Sin duda no lo recuerda.

(Kanes: http://www.youtube.com/watch?v=42eu0B_-74o)

Todo comenzó durante la mañana, cuando nuevamente, tal como en los meses anteriores al matrimonio mío y de Mary, Sherlock se desvivió haciendo los preparativos que yo no pude hacer. Normalmente soy bastante atento a todas esas cosas, pero en ese entonces tenía el corazón partido en dos, y mi corazón sigue dividido incluso ahora. Hasta ese día en que Mary apareció en mi vida y me conquistó con sus ojazos grandes y expresivos y su ingenio y su sarcasmo para con la vida, siempre había sido todo Sherlock. Sherlock aquí, Sherlock allá, ocupando cada rincón de mi vida, incluso después de su muerte, que resultó no serlo. Estaba deprimido en ese entonces, y seguía estando un poco quebrado por dentro durante el tiempo en que mi relación con Mary duró, antes de consumarla en matrimonio. Seguí como una hoja quebradiza, que amenaza con deshacerse por completo al menor de los roces. Así estuve por meses, y finalmente por los años que duró aquel luto sin motivo por la muerte de mi mejor amigo. Pero antes de que su fraudulento suicidio, me había visto rendido de mi deseo de querer una relación con él. Las relaciones no son cosa de Sherlock. Él no busca tener relación alguna con nadie más que en un nivel puramente profesional y en mi caso, amistoso. Aunque sólo supe el nivel de su afección por mí después de saber porqué había fingido su muerte.

Me costó bastante sonsacárselo. No es hombre que quiera rendirse a las cursilerías de una amistad que nunca debió serlo. Y es que nunca debí quedarme de brazos cruzados a tener una mera amistad. Nunca fue lo que quise. Siempre quise un poco más. Sólo quisiera que Sherlock me hubiera ayudado dándose cuenta él mismo.

La mañana de preparación del cumple mes de Hamish Sherlock estaba radiante. Radiante en el sentido en que sólo puede estar él. Radiante como está ante un caso interesante de asesinato múltiple, pero que esa mañana tradujo a la preparación de la celebración de Hamish.

Sherlock está enamorado de Hamish, lo he visto por treinta días. Lo ha sostenido en brazos más que yo mismo, y por supuesto mucho más que Mary. Quien habría creído que Mary no era lo suficientemente fuerte para, además de dar a luz a un niño, quedarse viva para criar a uno. Siempre se vio tan fuerte. Siempre fue tan avasallante. Creí que estaría aquí siempre y me sobreviviría, pero las cosas no salieron tal como esperaba. Y Sherlock ha sido un gran apoyo. Es sólo que, parece haber olvidado sus aficiones en pos de ayudarme con Hamish aquí en casa. Sigo viviendo en el departamento que yo y Mary comprarámos para pasar los primeros dos años... al menos, hasta que Mary pudiera volver a su trabajo. Eso es lo que habíamos acordado, aunque yo vi difícil que la mujer con la que me había casado se rindiera a la vida de dueña de casa por dos años. Siempre vi con incredulidad su decisión.

-Hay un compañero de sala cuna de Hamish que ha cancelado. Me acaba de llamar la señora Miller diciendo que se van de vacaciones mañana. Necesitan hacer los preparativos -me comunicó Sherlock, tras dejar a Hamish en el corral.

Di un suspiro, incrédulo. Podrían haberlo mencionado unos días antes. El puesto de Ronan estaba en la mesa larga junto con el de otros doce. Sherlock había calculado minuciosamente cuántas galletas traer, cuantos vasos, cuantos platos, bombillas, pies, gorros, cornetas, entre otras cosas, y sin duda sobrarían unas cuantas cosas con la falta de un compañero.

-Al menos ya no son trece. Ya sabes, el primero que se levante luego, morirá -dije en tono de broma.

Sherlock frunció el ceño. No había leído Harry Potter, por supuesto. Se puso a reordenar las sillitas de la mesa tamaño infante, para borrar el espacio dejado para la silla número trece.

Carraspeé.

-Tendremos que dejar esas cosas aparte, asumo -dije.

-No asumas. Los hechos son hechos, John. Hemos comprado artículos de fiesta demás. Había encargado máscaras de Navidad para todos, dado que estamos en las fechas, pero ahora que Ronan no estará presente... Nunca me gustó mucho ese enano, de todos modos. Tiene tres años, ¿Qué hace su madre haciéndolo confraternizar con un niño de siete meses? Hamish apenas puede pronunciar mi nombre.

-Cualquiera tendría problemas. Tienes tres nombres, por dios.

-Al menos mi nombre no es “Mycroft” -dijo Sherlock, yendo hacia las cocina, donde empezó a separar los gorritos uno del otro. El tema del cumpleaños era la navidad, así que todos los gorritos tenían caretas de duendes, papas noel, Rodolfos, etc- . ¿Sabías que no podrá venir porque mi madre no quiso presentarse? Sigue enojada contigo por tu decisión de cremar a Mary. ¿Quién tenía la decisión de ello?: Mary.

-Podríamos tocar ese tema otro día -dije con una sonrisa forzada.

-Mi padre sí vendrá al menos. Siempre ha sido sumamente atento. Me daba privacidad, siempre de acuerdo con mis...

-¿Rarezas? -dije, separando las cornetas. En unas horas los invitados empezarían a llegar. Lo único que me ilusionaba de ese día era que tendría mi primera noche libre en meses. Hamish se quedaría con la babysitter y yo y Sherlock tendríamos una noche de bar. Adoraba las noches de bar con Sherlock. Esa sería... la segunda desde la despedida de soltero. No es un gran número pero...

-Rarezas. Si quieres decirlo de ese modo -dijo Sherlock- . Aunque debes recordar que si no fuera por esas rarezas muchos crímenes habrían quedado sin resolver.

-Y no habrías atraído el interés de un criminal internacional que fingió volarse los sesos y reapareció tres años después como si nada. Y en cuanto a tu padre... su tolerancia es lo que más valoro de él. Hay pocos padres así en estos días.

-No es exactamente de estos días, ¿no crees? -dijo Sherlock, sonriendo.

Por fin su máscara de estrés, que aún le hacía ver radiante de entusiasmo por Hamish, se cayó, y mostró cierta sombra de afecto. Pocas veces había presenciado tal fenomeno, que sólo sucedía por la señora Hudson o cuando hablaba de su padre. O por Mary.

Mary. Mary era la razón por la que a veces captaba a Sherlock triste, cuando nadie estaba mirando. Sospechaba que el apego que los dos habían desarrollado siempre se había salido de los límites de mi percepción, provocándome celos incluso. Hasta ahora nunca había entendido ese apego, siendo que Sherlock había estado a punto de morir, esta vez de verdad, por causa de Mary.

No entendía a Sherlock y sus elecciones de amistades, aunque supongo que siempre fue fácil sentir agrado por Mary. Siempre lo fue.

-Tenemos gustos literarios similares, yo y tu padre -comenté, para tratar de sacarme a Mary de la cabeza.

-Son similares en muchas cosas. A ambos les gustan los libros infantiles -dijo, lanzándome una mirada elocuente. Así que sí había captado la referencia- Y eres muy tradicional en algunos ámbitos, John.

-Sí, por supuesto -susurré por lo bajo. Ser bisexual no era exactamente tradicional.

Alcé la vista hacia Sherlock, y le atajé mirándome. Creí ver esa afección enternecedora que expresaba al hablar de su padre, pero... fue tan breve que deseché su veracidad. Probablemente había sido sólo mi imaginación.

 

El cumpleaños terminó más tarde de lo que esperábamos. Al parecer incluso los bebés comenzaban a sufrir de la crisis del sueño tardío que aquejaba a nuestra sociedad. “Dormir es estúpido” había dicho Sherlock una vez. Yo le refutaba por supuesto, como también a su insano hábito de saltarse comidas. Le había visto días enteros sin probar bocado cuando estábamos inmersos en algún caso.

-¿A qué hora llega la babysitter? -pregunté a Sherlock en el departamento, tras lograr escaparme de la interminable charla de las madres de los amiguitos de Hamish. Mi hijo se encontraba aún en la mesa de festejo, terminándose su leche. Era sumamente lento para comer.

-En unos minutos. Dijo a las nueve, pero estas señoras no parecen tener intenciones de irse.

-Pero tenía pensado todo un recorrido. Esta vez sería una ruta de asesinatos múltiples...

-Olvida eso. Hamish tiene siete meses. No podemos dejarlo con alguien más.

-Es un infante bastante independiente.

-Es un bebé -dijo Sherlock- . Necesita más atención de la necesaria.

Su preoupación no dejaba de conmoverme, pero esta vez sólo acarreaba problemas. ¡Necesitaba una noche de libertad!

-Soy un doctor, y técnicamente es un infante -lo corregí. Pocas veces tenía la oportunidad- . Joanna puede encargarse de él por unas horas.

-¿Entonces qué hacemos con las madres de estos “infantes”, John? No han parado de charlar en toda la tarde.

-Es porque son estúpidas, tal como yo.

-Tienes razón -dijo Sherlock, sin inmutarse, y sin quitar la mirada de frustración.

-Ehm... ¿Qué tal si vas y las despides? -sugerí- . Yo no puedo, soy el anfitrión y debo ser educado. Pero ellas ya saben cómo eres tú.

Sherlock no dio una respuesta a eso. Creí ofenderlo.

-Vamos -dije, dándole una palmada en la baja espalda.

Sherlock entró en la sala de estar en su camisa celeste. Las madres de aquellos niños no tardaron en sonreír coquetas.

Desde el nacimiento de Hamish, Sherlock no había parado de supervisar cada elemento de la vida del pequeño. A veces tenía la sensación de que era puramente un intento de volver al niño un genio, pero entonces le encontraba a altas horas de la noche mirando el canal infantil, con Hamish en su regazo. Las primeras veces Sherlock se rendía y se levantaba a hacer otra cosa “más util”, como él decía, pero luego terminó por quedándose junto a Hamish. Y todos sabemos lo que hace el aburrimiento forzado: le había encontrado dormido muchas veces, y esa era la razón por la que en ocasiones mi mejor amigo, mi mejor hombre, se había quedado durmiendo en mi departamento de viudo. No obstante, nunca le había ofrecido la cama, hasta que en una ocasión Sherlock se puso a ver el aparato del cuarto en vez de el de la sala de estar, acompañando a Hamish por supuesto.

Los pasatiempos de Sherlock con Hamish, no obstante, no se reducían a la televisión. Sherlock trataba de reducir la afición de mi hijo por la pantalla chica lo más posible, pero todo infante se veía tarde o temprano seducido por los colores de una imagen creada en cristal líquido. Pero estaba de acuerdo con Sherlock. No era el pasatiempo más enriquecedor. Y aún así Sherlock había visto ocupadas sus horas de enriquecimiento científico, resolución de casos y visitas a Lestrade en la New Scotland Yard para satisfacer los caprichos de un bebé que no eran exactamente de su gusto.

-Joanna fue una gran elección. Complementa la enseñanza del alemán que le estoy dando a Hamish con sus conocimientos de francés.

Di un suspiro. Cruzábamos la calle hacia el primer bar del recorrido. Era un día viernes, el cumplemes de Hamish había sido oficialmente el martes, y Sherlock aún parecía tenso a causa de Hamish, a pesar de su intento de autoconvencerse de que los cuidados de Joanna eran suficientes.

-No creo que Hamish pueda aprender dos idiomas además del inglés a esta edad, Sherlock. Sólo tiene siete meses.

-Por dios, John, ¿en verdad discutiremos sobre esto? Los niños aprenden idiomas desde el momento en que empiezan a utilizar su oído en el espacio exterior.

-¿Espacio exterior? Creí que no sabías sobre el espacio exterior. Ya sabes, ¿que los planetas dan vueltas alrededor del sol y no... al revés?

Sherlock me lanzó una mirada asesina, pero como siempre, no me discutió. Ahora nunca me discutía, siempre evitaba discutir. Aunque seguía considerándome un estúpido.

-Es como lo que dicen... “Todos los niños son de marte” -dije, atravesando la puerta del bar, luego de que Sherlock la abriese para mí- . Todos los bebés vienen a un mundo al que no conocen, y sus mentes se alimentan de información con más efectividad que nosotros, pero tú mismo lo has dicho, Sherlock: debemos aprender datos que nos sirvan. ¿En qué momento podría servirle a Hamish el alemán y el francés?

-¿Cuando vaya a Alemania o a Francia? ¿O a Canadá?

-Vaya -dije con sarcasmo. Quería provocarlo. Seguiría intentándolo- , no creí que supieras que Canadá tiene población francoparlante.

Sherlock se dirigió hacia la barra tranquilamente. Di un suspiro de pesadumbre.

-Quizá le sirva si va de intercambio -prosiguió, no obstante, cuando me uní a él en la barra- , o cuando vaya a ver a su novia o novio de larga distancia.

-Hm -dije, con gusto al escucharle considerar ambas opciones- . ¿Qué crees que sea... Hamish?

Sherlock me miró sin entender.

-¿Cuál crees que sea su... orientación sexual? Ya sé que sólo es un bebé, pero...

-¿Qué desean, señores? -preguntó el barista.

Sherlock me consultó con la mirada.

-Ahm... ¿Dos cervezas?

-Dos cervezas serán.

Nos quedamos en silencio por un momento. Por segundos creí que Sherlock había pasado del tema completamente, pero entonces dijo:

-Sería maravilloso que careciera de límites.

No pude evitar sonreír.

-Soy conciente de lo mucho que a los seres humanos les cuesta encontrar a la persona correcta -dijo Sherlock- , y sería una pena que Hamish sólo fuera en una dirección. Lo lógico es perseguir la opción más diversa.

-Eso suena optimista. ¿Tú... sólo vas en una dirección?

Sherlock me miró atentamente. Por fin había dejado de ser un tema olvidado. Y por fin me había atrevido a preguntarle. Después de la muerte de Mary, todo parecía mucho más fácil, y sólo había necesitado de una oportunidad idónea para sacar el tema a la palestra.

-Creo que así es... hasta ahora.

Dio un trago a su cerveza.

-¿Qué tal tú? -preguntó.

-Son varias direcciones -dije sin miramientos.

Sherlock dio otro sorbo. Aquello pareció dejarlo definitivamente callado. No habló por la próxima media hora.

El segundo bar estaba cerca de una callejuela donde había habido un tiroteo diez años atrás. Sherlock había resuelto tardíamente el caso por petición de Lestrade en los tiempos en que yo aún no entraba en su vida. No obstante, había escuchado la historia completa de boca de la Agente Donovan. Su punto de vista no era el más claro de todos, pero algunos datos aportados por Anderson hace unos meses aclararon todo un poco más. Anderson había dejado de odiar a Sherlock definitivamente. En cuanto a Sherlock... él no quiso dar un recuento de un caso que había pasado hace ya tanto tiempo.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? -preguntó Sherlock cuando ya nos hubieron servido nuestras segundas cervezas. Con estas sería 1 litro que cada uno ya había consumido. Una nimiedad.

-No surgió la ocasión.

-¿Mary lo sabía? -preguntó.

Miré mi cerveza, y di un trago. Sentí el horrible nudo en mi garganta, y recordé a Sherlock reconfortándome luego del funeral. Tal ocasión jamás había vuelto a repetirse. Nunca... habíamos estado tan cerca como ese entonces.

-Claro que lo sabía. Le contaba absolutamente todo.

Sherlock bajó la mirada. Otra vez esa cara de ofendido, pero que no desechaba el ceño fruncido que reducía sus ojos cristalinos a la mitad.

-En tu caso... creí que lo deducirías.

-Lo hice. Lo deduje.

Me atraganté con la cerveza. Dejé el vaso largo de vuelta en la mesa.

-¿Qué? -dije. Esta vez no era divertido.

-Lo deduje. ¿Qué esperabas? Eres un libro abierto con tu sexualidad. Puedo notar por qué tipo de mujer estás optando semanas antes de que la elijas.

Esbocé la más pura incredulidad en mi rostro. No lo creí posible. Y sin embargo lo creí perfectamente posible.

-En realidad eso no es enteramente cierto, porque tiendes a elegir el mismo tipo de mujer.

-No tengo un tipo de...

-Lo tienes. Cabello negro, ojos penetrantes...

-Ahm, eso no...

-... vestimenta discreta. Por eso elegiste a esa profesora una vez. Su discreción era elegante, y se preocupaba de su aseo personal, y no obstante no sobrereaccionaba ante la necesidad de exceso de maquillaje de otras mujeres. Elijes mujeres que tienen sus propias elecciones estéticas, independientemente de la popularidad de otras.

-No me gusta la gente que pretende...

-Te gusta frecuentar a personas únicas. Esa es la causa de tu amistad con el Mayor Sholto. Un hombre inusual en verdad, pero inusual en parte a fuerza de sus fallos.

-Incluso sus fallos eran justificables. Todo puede ocurrir cuando estás en terreno...

-Lo que demuestra tu empatía y tolerancia para con tus elecciones de pareja, si bien no hubo interés romántico o sexual por el Mayor Sholto. Al menos no mutuo. Nunca le correspondiste.

Me quedé callado ante eso. No creí que sus deducciones hubieran llegado hasta ese nivel. Había visto a Sherlock deducir a un homosexual delante de mí, si bien este no había terminado siéndolo a final de cuentas. Sherlock se guiaba por algunos estereotipos en algunas ocasiones. No obstante, luego estaba mi caso. No creí tener características estereotipadas de un hombre que gusta de otros hombres además de mujeres. Sin embargo, era una duda que aún debía enclarecer.

-Eso me hace pensar que no te atraen sexualmente los hombres que son... antisociales -dijo Sherlock, con mirada baja.

-¿Y yo? ¿Cómo dedujiste que yo era bisexual?

-Estereotipos -susurró, acompañándose de una suspicaz sonrisa.

No quise refutarlo. Probablemente tenía razón.


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