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ONLY ONE (FINAL ALTERNATIVO SOLICITADO POR LOS LECTORES) por Kristy

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Notas del fanfic:

Por petición popular, escribo el epílogo. Al final me salieron tres capítulos más, por lo que sería un mini fic. En un principio pensé en un único final alternativo al estilo del último capítulo del fic, pero luego se me ocurrió esto (tened en cuenta que los capítulos/oneshots de Only One ya estaban escritos cuando me decidí a “reformarlo”, por lo que crear uno nuevo lleva su tiempo).

 El primer capítulo lo protagoniza Jinyoung  y los otros dos están protagonizados por Jooyoung  (creo que tiene derecho a explicarse ^^)  y  CNU, que fue el personaje que menos oportunidad tuvo de tener su punto de vista en el fic (también es el capítulo más largo de los tres).

Os agradeceré infinitamente los reviews que me hagáis, ya que me he esforzado por daros el final alternativo que queríais, a pesar de que no he tenido mucho tiempo el último mes.

¡Espero que os guste!

Jinyoung era  el único que estaba despierto a aquellas horas de la tarde, dentro del coche, con todos sus compañeros dormidos. Habían tenido una sesión fotográfica en un pueblo a dos horas de Seúl y habían estado casi todo el día ahí. Como coincidía con la hora punta de regreso a casa, les había pillado un atasco, así que, habían aprovechado a dormir. Menos él, claro.

Baro  y Sandeul dormían en los dos asientos delanteros, pese a que habían insistido sentarse juntos adelante porque querían probar una aplicación del móvil y necesitaban “perspectiva”.  Por tanto, Gongchan, CNU y él mismo se habían sentado atrás, quedando el maknae a la derecha, el más alto en el centro y Jinyoung en el asiento de la izquierda. Podía escuchar los murmullos raros de Gongchan, que solía emitir cuando estaba soñando y demasiado cansado y la cabeza de CNU sobre su hombro, dormido plácidamente.

¡Cómo iba a dormir así!

Rígido e intranquilo intentó mover a su compañero, para que se apoyase en Gongchan; pero casi lo despertó en el intento y se rindió. Resignado y nervioso, desvió la vista hacia la ventanilla del coche, observando la cara de hastío de los trabajadores de Seúl que solo querían llegar a su casa y dejar esa agonía de espera atrás, con los motores encendidos.

Estoy saliendo con Jooyoung.

De vez en cuando su cerebro se la jugaba y regresaba a esa maldita escena que se había producido casi un año atrás, exactamente once meses, veinte días, trece horas, dos minutos y dos, tres, cuatro… segundos. No es que lo estuviera contando, claro. Pero le gustaba torturarse en contar el tiempo que Shinwoo había estado alejado de él, desde que había puesto su vida patas arriba. Creyó ingenuamente que si su amigo (ahora solo amigo y nada más) lo había podido aguantar durante tres largos años, él también podría.

Pero no podía.

Lo intentaba, pero no podía dejar de agonizar cuando el nombre de Jooyoung aparecía en una conversación. No podía de dejar agonizar cuando iba “a verle”, mientras él se quedaba en casa o en la compañía, encerrado en una habitación, haciendo que componía o se distraía, para evitar pensar en que Shinwoo podría haber sido suyo desde hacía un año atrás, pero que había sido lo suficientemente imbécil, ciego y orgulloso como para no aceptarlo. No podía dejar de agonizar cuando le contaba contento lo bien que iban las cosas y qué bien se lo había pasado en el escaso tiempo libre que tenía y que compartía con su novio.

En medio de las noches oscuras, noches en las que no podía dormir, con un Shinwoo plácidamente dormido en la habitación de al lado, pensando en levantarse e invadir el cuarto ajeno, sólo para contemplarle dormir (Un vicio casi secreto. Gongchan le había pillado una vez, pero no había dicho nada, simplemente lo dejó correr), pensaba en cómo habría discurrido su vida si no le hubiera dicho “Tú primero”. ¿Habría cambiado Shinwoo de parecer si hubiera escuchado primero sus sentimientos? Fantaseaba con que sí.

 Pero era solo eso, fantasías.

En medio de esas noches, analizando todas sus acciones pasadas, comprendía que había sido el miedo, el qué dirán y el orgullo lo que había destrozado todo entre los dos. Su pasado había vuelto para reventar su presente. Había pasado lo mismo que le había pasado con aquel amigo de la adolescencia, con Taro, pero en otra dimensión. Porque ahora comprendía que Taro había estado enamorado de él y él se había sentido atraído por Taro, pero lo había “anulado” y “olvidado”, en cuanto se dio cuenta que no debía traspasar los límites.  ¿En un pueblo? ¿Siendo él el tío más guay del insti, uno de los más masculinos? Su inmaculada imagen por encima de todo.

Tal vez por aquello, aunque le pilló por sorpresa la declaración del tímido Shinwoo en Japón, aceptó la situación con naturalidad. Había aceptado que en el mundo había personas que se enamoraban de personas, sin importar la edad, el sexo, la religión o la raza. Taro había sido un buen ejemplo y su primera novia también…  

No es que se hubiera vuelto homosexual de repente. Comprendía a Sandeul en ese sentido cuando él juraba que no era gay. Le seguían gustando y atrayendo las mujeres. Pero también había hombres que le traían de cabeza, como Shinwoo.  

Autoanalizando la situación, su propio y nefasto comportamiento, comprendía que la razón por la que se cebó de esa forma con Shinnie fue porque se creyó traicionado de verdad. Porque en ese momento no lo entendió, pero ahora lo comprendía. En algún punto del camino se había enamorado del mayor del grupo, sin darse cuenta y sin querer aceptarlo, porque ante todo estaba su orgullo. Por eso se sintió tan traicionado. Traicionado igual que con su primera novia. Traicionado igual que la segunda, con el inconveniente que quién le comunicó la traición fue el mismo Shinwoo. Lo que resquebrajó fue ver a su Shinnie en una cama, abrazado a Gongchan como si fueran una pareja. Porque lo que vio fue una proyección de su pasado, en bucle, cuando vio a su mejor amigo acostándose con la chica con la que había imaginado casándose y formando una familia y a su otra ex follando con su jefe.

Nunca preguntó. Nunca pidió una explicación. Simplemente imaginó, elucubró y decidió por sí solo que aquella imagen indecente (a sus ojos) era una traición. Y… arrastró en su propia mentira autodestructiva a Sandeul, a Baro y a Gongchan, mientras se cebaba con el pobre Shinwoo.

Una excusa pobre y barata.

Aunque quisiera justificarlo, nada podría deshacer el daño hecho. Casi destroza  su propia banda, siendo él el líder. Casi destroza la posible relación entre dos de donsaengs, porque (aunque su plan era bueno) ahora veía su fatal fallo de cálculo, y, lo más importante, casi destroza a la persona que amaba. Volvió a ellos, pero a medias. Lo sabía, era consciente de ello y no podía sino maldecir.

Seguía sin valerle la etiqueta de “amigo” que se habían puesto y habían vuelto a formar, porque era dolorosamente insuficiente. El mejor amigo y la persona que caminaba a su lado, que le hacía sonreír, que le sujetaba y con el que compartía sueños y cama no era él, sino Jooyoung.

Conocía Jooyoung. Alguna vez habían coincidido en el pasado, pero hacía casi dos años que no habían vuelto a coincidir. Él le esquivaba y Jinyoung le esquivaba a él. Hasta esa madrugada le había parecido un tío decente (ni bueno ni malo, porque no lo conocía lo suficiente como para juzgar), pero desde entonces sentía aversión por su persona.  Sabía que estaba siendo infantil, inmaduro…  pero no podía evitarlo.

En el fondo lo envidiaba porque siempre había estado con Dongwoo, sin desfallecer ni fallarle ni una sola vez, durante más de siete años a su lado. Lo que le hubiera gustado hacer a él. Un tiempo que Jinyoung envidiaba secretamente haber podido compartido de verdad. Sin embargo, jamás se escaparía un comentario negativo sobre Jooyoung y menos con CNU delante. Antes muerto.

Cuando veía a Shinnie sonreír de esa forma tan apabullantemente espléndida y expresándose tan libremente (cuando no lo había hecho antes), se sentía aturdido. En silencio, no podía sino admirar la valentía del que ahora era simplemente su amigo, para poder aguantar semejante sufrimiento durante tres años. Apenas había conseguido completar el primer año de “amor no correspondido”, en solitario y a la sombra, así que no sabía si sería capaz de vivir más tiempo así. Él había aguantado tres años y uno entero siendo acosado y humillado por él mismo.

Había días que se levantaba decidido a meterse en medio de aquella relación tan “bonita y feliz”, pero luego recordaba lo que había hecho y que el único culpable de la situación era él mismo. No era nadie para reventarle su felicidad actual, aunque hubiera días en que se sentía tan miserablemente patético que le entraban ganas de tirarse por un puente y morirse. No cuando era consciente de que tenía que sentirse simplemente encantado de que aún lo quisiera a su lado y se comportase como si aquel odioso año infernal no hubiera existido entre los dos. Admiraba profundamente esa inmensa capacidad de perdonar que tenía su Shinnie. La envidiaba también.  Su hubiera sucedido al revés, lo más probable era que el grupo se hubiera desintegrado, porque él se hubiera largado a la primera de cambio.

Shinwoo no contó casi nada de lo que pasó en aquella madrugada en que lo creyeron perdido. Solo que estaba agobiado, con muchas cosas en la cabeza, y que abandonó el taxi para ir a casa andando, para despejarse, y en algún punto del camino se sentó y perdió el concepto del tiempo. Esa era su explicación oficial a día de hoy. Pero la duda seguía rondándole a él y a los otros tres  compañeros.  Esa duda era la que les ponía en guardia cuando CNU tardaba un poco más de lo convenido cuando regresaba solo de la actividad de turno que le hubiera asignado la compañía o cuando se daban cuenta que se había quedado solo en casa. A veces se sentía como un paranoico cuando veía a Shinwoo más ausente o bajo de lo normal. Paranoico en el sentido de no dejarle solo, arrastrarle a hacer cosas que le distrajese y de acosarlo a preguntas, que normalmente no tenían respuestas o se solucionaban con un “No pasa nada, Jin. Estoy bien”. Sentía la misma distancia que antaño, esa que no le permitía a nadie pasar más allá de lo que él quería mostrar. De ahí que siempre tuviera la sensación de que Shinwoo volvió “a medias”.  Sí, todo volvía a su normalidad, pero esos altibajos emocionales seguían.  Lo sabía porque todo lo que veían los ojos de Jinyoung era Shinwoo y nada más.

A veces creía que su amigo necesitaba una conversación larga y sincera con alguien. Como él mismo lo había intentado y no había dado resultado, trató de convencer a Baro y a Gongchan para que lo hiciesen por él. Sin embargo, el resultado fue el mismo. Echaba de menos aquel tiempo en el que se entendían con una sola mirada. CNU seguía siendo en esencia el mismo, pero una parte de él había cambiado. Tenía menos paciencia para las cosas que quería y ellos ya no eran una prioridad en su vida. Por supuesto que seguía cuidándolos como si fuese el padre que siempre había sido y estaba ahí siempre que le necesitaban, pero su presencia ya no era constante.

Todavía recordaba el día en que llegó a casa después de terminar el rodaje de la película y la sintió vacía, dándose cuenta que no había nadie. El día en que los demás llegaron a casa a dormir, pero Shinnie no lo hizo. El día en que preguntó que dónde estaba y por qué nadie se preocupaba por su ausencia, sin ser capaces de responderle con seguridad. El día en que empezó a entender que Shinwoo se había salido del círculo y lo había roto. Pero, ciego como siempre, le echó la culpa a él, cuando lo que había hecho era irse de un círculo donde no era aceptado por el líder del mismo. Como cuando un hijo se va de casa porque el padre no acepta al hijo.

Ahora, un año y medio después, sentía ese vacío en su corazón y en cualquier sitio que compartiesen. Como si la persona que estaba a su lado estuviese cerca pero al mismo tiempo en el otro extremo del mundo, como si estuviera en presencia solo a través de la aplicación del móvil.  Intentaba no pensar en ello para no romperse del todo. Porque sabía que no podía hacerlo. Le amaba, eso siempre lo tendría claro. Ahora que era consciente de ello se daba cuenta que uno podía enfermar de amor. Era entonces cuando tomaba conciencia real de la espantosa agonía de su Shinnie durante todo este tiempo, asqueándose (de su propio comportamiento y ceguera) por no haber sabido reaccionar a tiempo. ¿Con qué derecho iba a pedir a Shinwoo que saliera con él? Después de despreciarle, humillarle, anularle… por celos. ¿Cómo lo había podido aguantar? Cada vez que pensaba en ello se hundía más, en su agujero de autoflagelación y de culpabilidad.

Aunque por un remoto sueño fantástico Shinwoo lo dejase con Jooyoung… ¿volvería a él si se lo pidiese?

Fantaseaba con ello.

Por la noche, mientras “dormía”, imaginaba múltiples escenarios en los que un Shinwoo libre se quedaba con él. Era retorcido, lo sabía, pero esa era su realidad. También había imaginado un montón de veces cómo se declararía: en una cama, en el backstage si coincidía con un Comeback, en el estudio, en la cocina, en un paseo…

En todas sus fantasías, Shinwoo le decía que sí. Cuando lo pensaba, se reía solo (como un desquiciado), porque era consciente de que eso no era una alternativa viable en una persona con dos dedos de frente. ¿Quién en su sano juicio volvería y saldría con la persona que ha sido su verdugo durante tanto tiempo? Pero imaginaba que sí, porque cuando “intercambiaba los papeles” en sus “sueños”, si hubiera ocurrido al revés, si fuese él el agraviado, querría intentarlo. Querría intentarlo porque se moría amándole en la distancia y solo quería estar a su lado, a cualquier precio y de cualquier modo.

A ese estado tan lamentable había llegado su existencia.

Era patético, lo sabía. Pero…  El amor lo mismo te revivía que te mataba o te destruía. Como bien sabía, porque ya lo había vivido en sus propias carnes, en el amor nunca había términos medios. No los había habido nunca y jamás, en ningún futuro posible, los habría.

De lo único que era consciente era que solo quería ver sonreír al inseguro Shinwoo. Aunque preferiría que esas sonrisas apabullantes se las dedicase solo a él, que su buen humor fuese provocado por él y sus tonterías fuesen por él. No entendía muy bien ese sentimiento y tampoco cómo funcionaba, pero simplemente se dejaba arrastrar.

Solo quería que Shinnie se recuperase y confiara más en sí mismo. En este tiempo se había dado cuenta la cantidad de cosas que hacía solo, sin enseñar a nadie. Las horas de ensayo aprendiendo pasos de baile que no enseñaba a nadie (salvo al coreógrafo, quien aceptaba encantado sus sugerencias); las letras que acaban en una papelera arrugadas y a veces cortadas (letras muy buenas que, de haberlas cogido a tiempo, hubieran sido unas canciones preciosas); o cuando se encerraba en una de las salas de audio y se ponía a mezclar (su música era diferente a la suya, pero sonaba muy bien); las horas que le echaba a la guitarra o al piano cuando todos estaban ocupados (pero que Jinyoung sabía, porque iba buscarle y a oírle cuando él creía que nadie lo hacía). Con el tiempo se dio cuenta que el sonido de la melodía de CNU era el fiel reflejo de su estado anímico según el momento.  A Jinyoung le gustaba oírle a escondidas, sentado en el suelo del pasillo o de la sala, solo, intentando no ponerse a la vista, dejándole tocar y grabando la melodía en su móvil, que luego tomaba como inspiración para nuevas canciones. Si Shinwoo se daba cuenta de ello, no lo decía.  

Le frustraba saber que podía ser tan creativo (algo de lo que no había tenido constancia hasta hacía un año y medio) pero que no se lo mostraba a ellos, a él. Sobre todo lo vio cuando le pasó un par de canciones que había hecho con la ayuda de Jooyoung para el disco de Lonely, que incluyó a última hora tras “volver a ser amigos”. Aunque le jodió sobremanera saber que esas canciones habían sido escuchadas, revisadas y “creadas” junto a una persona que no era de B1A4, tenía que reconocer que había hecho un trabajo excelente. Por eso las incluyó y esperaba, frustrado, a que las nuevas canciones para los siguientes álbumes partieran de dentro y sin la “colaboración” de Jooyoung. Sin embargo, Shinwoo seguía haciendo lo mismo y él no tenía el coraje de decirle que dejase de componer solo con Jooyoung o que, si enseñaba algo, se lo diese a él primero en lugar de a Baro para tantear cómo encajar las líneas de rap. ¿Por qué no se lo mostraba a él el primero? Le mataba por dentro que hiciese eso.

Un día, unos meses atrás, se había armado de valor y había tratado de convencerle que esa letra que había desechado en la papelera (y que había encontrado por casualidad al tirar un vaso de plástico de té) tenía potencial y que debían pulirla para incluirla en el siguiente disco. La reacción de Shinnie fue demoledora ante sus ojos, por su frialdad y pasividad. Dejó de cortar las verduras de la cena, agarró el papel, lo miró ceñudo, acercó el cubo de la basura y se dedicó a trocear la hoja en cuestión en trocitos pequeñitos, entre sus dedos, imposibles de recomponer después. Recordaba haberse quedado pasmado ahí, sin poder reaccionar en medio de la cocina. No fue capaz de preguntarle por qué había hecho eso. Shinwoo simplemente se dio la media vuelta, puso el cubo en su sitio y volvió a seguir cortando como si no hubiera pasado nada. Recordaba haberse quedado clavado ahí, en silencio y escuchándole (de espalda aún) decir: “No vuelvas a rescatar basura de la basura”.

Sintió impotencia porque la canción era muy buena. Iba sobre la evolución de la amistad a lo largo del tiempo y tenía final feliz. Jinyoung hasta tenía ya la melodía en la cabeza, triste al principio para terminar siendo alegre y esperanzadora. Menos mal que había tenido el ingenio de hacer una captura en el móvil a la letra antes de dársela y no se había perdido por completo. Pero sabía que su compañero no estaba preparado para darla conocer al mundo, así que tomó la precaución de guardarla en su ordenador, el de la compañía, y con clave incluida por si Shinwoo trasteaba y le daba por borrarla. ¿Por qué no le enseñaba esas letras? ¿Por qué simplemente se camuflaba con Baro y le daba una canción a medias? ¿Por qué consideraba basura sus canciones, cuando no lo eran?

Fue a partir de entonces que fue descubriendo más facetas de Shinwoo: el gruñón, el dormido, el triste, el melancólico, el mentiroso, el gracioso… Porque dio la orden a la compañía de revisar todas las papeleras y si encontraban papeles sueltos con letras de canciones debían dárselas, todas sin excepción, sin importar su aspecto. Las tenía todas guardadas en una caja con llave en su cuarto. Shinnie hacía tiempo que no se molestaba en entrar a ordenarle nada, así que podía camuflar la caja en medio del desorden y sin que nadie se diese cuenta. ¿Por qué las guardaba? Le gustaba leer cómo veía su Hyung el mundo que le rodeaba a través de aquellas letras y le permitía conocerle mejor. Al margen de que guardaba la esperanza de que llegase el día en que confiase en él y en los demás y les permitiese tomar esas canciones y lanzarlas a los fans. Mientras llegaba ese día, Jinyoung se había prometido a custodiar esas letras y salvar las futuras, para que un día pudieran ser expuestas con orgullo. Podría sonar absurdo, pero era la manera que había encontrado Jinyoung de devolverle el favor a Shinwoo.

¿Una misión? Algo por el estilo.

Gongchan le reprochó, no hacía mucho, que no tenía que estar así por Shinwoo. El maknae no lo entendía y tampoco le entendía. No entendía por qué estaba mendigando por unas migajas que no le correspondían, después de todo lo que había pasado. También puso en duda sus sentimientos, como si estuviera confundiéndose. Jinyoung le comprendía en silencio, porque él hubiera dicho lo mismo en su lugar. No le replicó, tampoco se molestó en corregirle y se limitó a escucharle en sus idas y venidas de la conversación porque aceptaba su castigo. Él sabía perfectamente lo qué sentía y no estaba confundido en absoluto. Lo estuvo, tiempo atrás, un tiempo que le gustaría borrar y rehacer… pero que no podía.

Gongchan… Nadie era consciente de lo mucho que había hecho y se había esforzado antes de que los acontecimientos se precipitasen de esa forma. Lo mucho que había intentado abrirle los ojos hasta el agotamiento, sin rendirse, y no lo había conseguido. Nadie sabía. Las horas muertas y las palabras perdidas de Chansik durante meses, intentando arreglar la relación rota entre sus dos Hyungs, cayendo en saco roto debido a su cabezonería y a su orgullo. No lo consiguió él, sino una persona ajena al grupo que, por lo que sabía, le caía demasiado bien. Al final de aquella charla deprimente, el maknae le dio a entender que, por mucho que quisiese, él no estaría de acuerdo en que salieran juntos. Que no apoyaría que Shinwoo saliese con él, en un giro improvisado del destino. Le dolió muchísimo escuchar aquellas honestas palabras porque, si el destino lo quería (y porque él no pensaba rendirse), Gongchan nunca le apoyaría.

Lo aceptaba, pero dolía, porque quería mucho a Chansik, como compañero de banda, como amigo leal y hermano pequeño.  

Unas semanas atrás, Baro estuvo demasiado parlanchín para su gusto durante el descanso de una sesión de fotos que había tenido. Le apreciaba pero a veces le ponía de los nervios, porque era su látigo personal. Sobre todo cuando entraban a hablar de temas espinosos o cuando mencionaba a la pareja que durante la mayor parte del tiempo hacía como que no existía para mantener su cordura mental.  Le dijo algo que podría haberse callado, porque ahora tenía la duda corroyéndole las entrañas y con ganas de actuar salvajemente. Le vino a decir que Shinwoo solo salía por conveniencia con Jooyoung, que esa relación tan bonita era pura fachada. Que Shinwoo no lo amaba, pero salía con él por petición suya. ¿A qué se refería con que Shinnie salía por conveniencia con Jooyoung?

¡¿Qué mierda era esa?!

Apartó la vista de la autopista y giró la cabeza para contemplar al todavía profundamente dormido CNU en su hombro izquierdo. Quería gritar, quería despertarlo sin contemplaciones y preguntarle por qué cojones estaba saliendo “por conveniencia” con Jooyoung. ¿Por qué lo haría? ¿Por darle celos? Porque si ese era el plan… estaba funcionando a la perfección. Si eso era así, no tendría ninguna contemplación en meterse en medio y arrancárselo a Jooyoung. ¿Jooyoung lo estaba chantajeando con algo? El estómago se hizo un nudo, por el miedo.  ¿Cómo podía averiguar si Baro estaba en lo cierto? Quería hacer algo, pero no sabía el qué. Preguntarle directamente a Shinnie no era una opción, por muy amigos que fueran ahora. Porque lo conocía demasiado bien y, si eso era lo que estaba pasando realmente, lo negaría hasta la exasperación.

Ojalá Baro hubiera tenido la boca cerrada. Ojalá.

Porque el odio, o lo que fuera el jodido sentimiento de repulsión que sentía por Jooyoung, no había hecho sino aumentar. Se estaba volviendo loco, lo sabía. Quería ir hasta su casa y matarlo, pero no podía. Porque sabía que, de hacerlo, perdería definitivamente a Shinwoo y eso era lo único que le mantenía quieto y con los zapatos a medio poner. Sabía que la línea que mantenía a Shinwoo atado a él era muy débil aún y muy fácil de romper al más mínimo error por su parte.

Y no quería romperla.

No quería romperla porque sabía que nadie sobreviviría a ello. Ni Gongchan, ni Sandeul, ni Baro, ni el propio Shinwoo y ni él mismo. Así que, haciendo tripas corazón, ahogándose en sí mismo y en su miseria, decidió mantenerse firme y mantenerse a la espera. Si esa relación “perfecta” se rompía, que fuese por otros motivos y no porque él estuviese por medio. Si había alguna manera de recuperarle tenía que ser con él manteniéndose al margen.

Sandeul, su querido amigo Sandeul, antaño compañero de cuarto y de lágrimas, era el que más se preocupaba por él. Siempre estaba dispuesto a charlar y a razonar cuando le daban ataques de irracionalidad o de celos. El que le paraba los pies cuando no podía más y estaba dispuesto a hacer la tontería de turno. La única persona que le entendía y que realmente aceptaba los hechos y sus sentimientos y no confundía nada.  ¿Cuándo había madurado Sandeul? No lo sabía, pero lo había hecho y ahora mismo era el ser más racional de la casa, junto a Gongchan.  A diferencia de Baro o de Gongchan, le apoyaba abiertamente en su idea de conquistar a Shinwoo. Era el que le decía que mantuviese las formas, que empezara desde el principio a comportarse como hubiera querido hacer y que no se rindiese. Sandeul siempre le animaba a no rendirse y si se rendía… ahí estaba él para sujetarle y ponerle en pie de nuevo. Jinyoung le había preguntado el por qué y su respuesta fue: “Estoy con Baro gracias a que no te rendiste, así que pienso hacer lo mismo contigo.  Y porque soy tu amigo”. ¿Qué hubiera hecho estos meses sin Sandeul? Daba gracias a dios por haberle regalado una persona tan sensata y tan amable como amigo.

 Además, a Sandeul “no le caía bien” Jooyoung. Él mismo le había explicado que no es que le cayese mal, de hecho le parecía un tipo agradable y encantador, pero había algo que no le cuadraba cuando los veía juntos. ¿Qué frase había empleado? Ah, sí… “Parecen más dos amigos con derecho a roce que una pareja”. A diferencia de Baro, no insistió en que fuese mentira, sino que… bueno…  Que había algo ahí que no cuadraba y que como no le cuadraba mantenía las formas  y la distancia con Jooyoung. Hasta le confesó que había hablado con Shinwoo para ver si detectaba algo raro, pero nada… que tal vez estaba imaginando cosas. Pero, para Jinyoung, que Sandeul y Baro no vieran normal aquella relación era un indicio de que algo iba mal.

No quería aventurarse, ni precipitarse, pero eso solo alimentaba su insana esperanza de que rompiesen y que Shinnie quedase libre para sacar toda su artillería. Porque pudiera ser que Gongchan no apoyase la idea, que Baro se mantuviese “al margen”, pero con el apoyo de Sandeul era más que suficiente para él. Se había prometido a sí mismo que en el momento en que Jooyoung metiese la pata iba a ir a por todas con él. A demostrarle que él no era ese monstruo que surgió el año pasado, sino todo lo contrario. Que estaban destinados a estar juntos y que iba a dedicar a expiar su culpa y hacerle feliz hasta el día en que la muerte los separase. Con ese objetivo había conseguido mantenerse al margen y no cometer ninguna estupidez.

Fue un acto reflejo que no pudo evitar, recolocar el pelo que le cubría la cara del mayor del grupo. Ese hombre enorme, cuyo rostro (para Jinyoung hermoso) parecía más el de una mujer que el de un hombre, de lo guapo que era. Le gustaba la manera en que estaba obsesionado en limpiar su cara por las noches (cuando habían tenido que maquillarse para cualquier evento, actuación, etc.), de forma metódica, y con la forma con la que jugaba con los anillos en aquellos largos dedos, con sus manos impolutas y cuidadas. Le parecía adorable su obsesión por el orden, por empacar todo en bolsitas separadas, por temáticas, por colores, por días de la semana (en función de lo que estuviese ordenando), lo que hacía que a veces se retrasase. Babeaba cuando lo veía emocionarse solo, con la cosa más simple, cerrando aquellos ojos oscuros (negros sin maquillaje, fruto del cansancio y dejándole unas ojeras ya perennes que le producía desazón), aplaudiendo y riéndose a su manera, tan peculiar. Secretamente esperaba que nunca dejase de tener esa manía suya de ir abrazando a todo el mundo por el motivo más estúpido posible, colgándose como si fuese un mono, porque era la única manera de poder aprovecharse que tenía. Pero el mayor de los placeres que tenía Jinyoung era verle dormir, plácidamente, y verle sonreír en sueños. Le gustaba porque estaba indefenso, a su merced y podía acariciarle, susurrarle y despojarse de ese peso demoledor que iba acumulando desde el instante en que Shinwoo le comunicó que estaba saliendo con “ese”.

Era ridículo negarlo. Estaba enamorado. Enamorado de verdad y a un nivel que nunca imaginó que pudiera estar. Ahora entendía que no había estado enamorado de verdad. No con sus anteriores “novias”. Había estado equivocado totalmente con sus sentimientos hasta ese día.

Más vale tarde que nunca, dice el refrán.

Pero, honestamente, hubiera preferido que hubiera sido más pronto que tarde. Cuando recolocó el pelo detrás de la oreja desvió la mirada hacia adelante, encontrándose con Baro, quién le observaba con curiosidad desde el asiento delantero.  Le vio sonreír, una sonrisa de complicidad. Baro articuló algo con sus labios, despacio, sin emitir sonido alguno (para no despertar a los demás).

Aguanta un poco más, Hyung. Solo un poco.

Después levantó la mano, enseñándole el pulgar,  en señal de ánimo. Le entraron ganas de llorar, pero se limitó a asentir, en muda respuesta.  Baro podía ser un grano en el culo en muchas ocasiones, pero tenía que reconocer que no había nadie más sincero que él en el grupo. Nunca se callaba nada y siempre decía las cosas como las sentía, sin importarle si te sentaba bien o mal. Por eso mucha gente confundía su actitud con prepotencia.

Sí. Aguantaría. Un poco y más si fuese necesario.

Aguantaría porque una parte de él confiaba en Baro y en Sandeul y sabía que era cuestión de tiempo que el destino hiciese su trabajo y dejara sus cartas dispuestas para que él jugase.

Y esta vez, no pensaba perder.

Bajo ningún concepto.

Notas finales:

Fin del primer capítulo de tres del final alternativo de Only One.  Hubo gente que me comentó que quería ver cómo “vivía” Jinyoung la relación de entre CNU y Jooyoung durante el tiempo que esa relación durase y aquí tenéis el resultado del Karma de Jinnie. ¿Cómo lo véis? Me encantaría saber vuestra opinión en la zona de reviews.

Prometo el final feliz, solo tened paciencia, ¿vale? Tiene que haber un mínimo de coherencia entre el final de Only One y el final del final alternativo que me habéis pedido para el shinyoung. Nos vemos la semana que viene con el relato de Jooyoung. ¡Hasta el viernes!


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