Capitulo 1._ Mi vida
Siempre había tenido lo que deseaba, una vida de envidia para la mayoría que le conocían, un hombre que no se preocupaba de los demás y que en todo el mundo solo tiene un amigo de verdad, aun así con una carrera exitosa sin pretender destacar demasiado, se mueve por un circulo social repleto de personas superficiales y ególatras.
Aunque si se lo preguntas, el es feliz con la hipocresía rodeándolo pues con ella creció.
Jung Yunho, un hombre fornido con postura elegante, cabello oscuro y largo hasta el cuello, con una sonrisa de ensueño que hace caer a cualquier mujer –y hombre- que la vea, mirada seductora natural así este leyendo el periódico parece que su mirada te llama a pedir su número de celular o mínimo su nombre, algo que ayuda mucho a sus conquistas es el cuerpo de Dios griego que posee, espalda torneada y fuerte, brazos largos y musculosos sin llegara a exagerar haciendo juego perfecto con sus piernas de nadador profesional, sin duda las ejercita, bueno resumiendo; tiene todo atributo físico que cualquier hombre pudiera desear, anquen si dejas eso de lado encontraras a un hombre egoísta que no tiene esmero por parecer agradable ya que se cree autosuficiente, y pues la verdad si lo es.
Dueño de una reconocida marca de ropa casual para caballero, empresa que salió de su propio esfuerzo en colaboración con su amigo de la infancia Park Yoochun, otro hombre con increíbles e innegables atributos físicos pero con una apariencia que denota seriedad algo que es completamente diferente a la realidad. Perfectamente consciente de su capacidad seductora prefiere ser discreto acerca de sus conquistas, aun así su personalidad dista de ser cordial o humilde, simplemente prefiere no estar en boca de todo el mundo.
Sea como sea, la vida siempre te pone en frente lo que necesitas aunque no lo quieras o no estés dispuesto a soportarlo, y la vida de ensueño del par de hombres más codiciados en Seúl no puede permanecer así porque después de todo hasta de un sueño tienes que despertar.
6:15 a.m
La alarma del despertador anunciaba que ya no podía seguir descansando aunque su cuerpo mostrara una evidente carencia de energías, así acostumbraba ser todos los días entre semana, despertaba y trabajaba por mera inercia, su cuerpo demandaba mayor cuidado y descanso, pero era algo que un hombre obsesionado con la perfeccion, como lo era él, no conocía, los cuidados están de más cuando se tiene una imagen tan perfecta que cuidar.
Los rayos de luz que acompasados con el movimiento de la delgada tela que se balanceaba en la ventana mostraban un día brillante y por demás activo.
Pesadamente retiro las cobijas de su desnudo torso para ir al baño y lavarse rápidamente la cara, abrió los ojos frente al espejo para ver aquellos perfectos y rasgados ojos color chocolate, tan profundos e indescifrables para cualquiera que los mirara fijamente, abrió la llave del agua mientras se despojaba de su ropa, se metió al agua fría en un solo movimiento lo que causo una ligera incomodidad en su aun entumecido cuerpo, el agua corría desde su cuello hasta sus pantorrillas, recorría su espalda lenta y relajantemente, esa sensación siempre lograba perderlo en sus pensamientos, en el tiempo, siempre podía pensar mejor bajo el agua, nada en particular pasaba por su mente, sol esa sensación de humedad que navegaba por todo su cuerpo.
-Llegaremos tarde si sigues en la ducha- la demandante voz de su amigo lo saco de sus pensamientos, -apúrate Jung, no tengo paciencia en la mañana-
Ah!, no lograba explicarse el porqué aun compartía departamento con ese hombre desesperante y molesto, aunque sea su único amigo tiene el dinero suficiente para compra todo un edificio de departamentos de lujo pero aun así seguía atascado ahí con él.
-Si…ya no molestes que ya voy- su voz era de clara molestia, mas rápido de lo que hubiera querido se alisto con una toalla azul oscuro atada a su cadera y salió del cuarto de baño para vestir uno de sus trajes formales estos, por supuesto, de su propia marca.
Bajo las escaleras para encontrar a un hombre tan alto como él pero con cabello más corto y peinado que el propio, lo saludo con un sonrisa honesta en el rostro, el descontento de hace un rato se le olvido al ver que el otro hombre ya tenía un café listo para él, -¿Tan fácil crees que soy?- dijo esto mientras tomaba la taza entre sus manos y tomaba un poco.
-Siempre lo has sido querido amigo- sonrió de medio lado mientras tomaba un sorbo también de esa amarga bebida.
-Ya estás listo ¿no?, es hora de irnos- tomo un último sorbo y dejo la taza en la barra de la cocina.
-Sí, Jung, hoy tenemos junta con los compradores americanos, no te comportes como un niño orgulloso y no intentes ligarte a alguno.- su tono era determinante, sin duda lo decía como si ya hubiera pasado esto con anterioridad.
-Tranquilo, por lo que se, todos son vejestorios- sonrió tranquilo mientras se dirigía a la salida, -Hoy tomare mi auto, vete en el tuyo- se despidió ligeramente dando espalda a la puerta principal en su camino al elevador.
Como era previsto ambos llegaron en su respectivo vehículo al estacionamiento de su empresa, el camino no duraba más de 15 minutos y el tráfico en la mañana no era difícil y con el aviso previo de Park llegó directamente a la sala de juntas para prepararse, no es que le pusieran nervioso las juntas con extranjeros, simplemente no tenía ganas de lidiar con ellos, mas tarde que pronto, la junta termino casi dos horas y media después, como resultado un jugoso contrato de varios miles de dólares a lo largo de 3 años que mantendrían la negociación.
Salió de la sala después de dar un respetuoso saludo a sus nuevos socios, lo único que quería era llegar a su oficina y perderse un rato más en la maravillosa vista de la ciudad que el gran ventanal le ofrecía, antes de entrar espero a que su secretaria le diera la información requerida para su día.
-Joven Jung tiene el resto de la mañana libre, su siguiente cita es hasta las 4 de la tarde- la amable joven le sonrió, -Ah! Casi se me olvida, le llego esta carta de Japón- la secretaria le entrego el paquete en las manos sin dejar de mirar a los ojos a su jefe.
-Gracias Boa- sin dedicarle más de una mirada tomo su correspondencia y desapareció tras las puertas de madera de su oficina.
-Hmm, ¿Japón?, será un nuevo cliente no tengo conocidos allí.-
Sin preguntar si estaba disponible Park se abrió paso a la oficina de su socio como era costumbre, al entrar se encontró a un Yunho sentado en su silla de cuero con la mirada perdida en un papel, ni siquiera noto su presencia, se acerco un poco más para ver qué pasaba, al no recibir respuesta decidió hablar pero fue interrumpido casi inmediatamente.
-Murió…- esas palabras desconcertaron al menor, no sabía a qué se refería, pero su expresión denotaba una seriedad que muy pocas veces había visto en el inquebrantable hombre frente a él.
-¿De qué hablas?- las palabras salieron amontonadas de su boca, no entendía la situación ni un poco.
-Mi padre…murió, Yoochun, mi padre murió ayer- lo miro directo a los ojos para continuar, -Murió en un accidente junto con su esposa mientras regresaban a su residencia, la carta dice que debo ir mañana al entierro y a la lectura del testamento.- su voz salía con parsimonia, desganado, sin ninguna emoción en particular incrustada en sus palabras, no había dolor o tristeza una voz tan neutra que hacía dudar de que aquel hombre tuviera sentimientos.
-…- su voz no salía, sabía que no necesitaba que lo reconfortaran, la relación con su padre no había sido la mejor y cuando se caso por segunda vez no dudo en irse de la casa y continuar por su cuenta, la mujer no era mala, pero no se sentía con ganas de aceptar una segunda mujer en su vida, la primera claro está, fue su madre. Sus pensamientos divagaban acerca de que hacer o decir, -Vamos, hay que preparar nuestro equipaje-, la instrucción era más que clara, lo acompañaría, el otro asintió con lentitud, no necesitaba nada más que eso para saber que su amigo estaba ahí para él, era suficiente con saber que estaría a su lado.
Esa misma tarde abordaron un avión hacia Japón, Yunho ni siquiera sabía que su padre estaba ahí, llevaban tantos años sin contacto alguno que no se le hizo raro, el viaje aunque largo y cansado no hizo estragos en él, sabía a lo que iba y no le hacía ninguna gracia, no odiaba a su padre pero tampoco se sentía tan cercano a él, pero de una u otra forma era su padre, uno bueno, lo acompaño a su primer día de clases y cuando aprendía andar en bicicleta, vio sus primeros pasos e incluso estuvo con él en su gradación de la universidad aunque ya no vivía en su casa desde hace muchos años atrás, no tenia porque quejarse, pero cuando su padre se caso ya no se sentía pertenecer a la vida de su padre, decidió irse y dejarlo vivir una nueva vida al lado de la mujer que lo había hecho amar de nuevo, le enseño muchas cosas en su tiempo libre, su padre como presidente de una importante fábrica de ensamblaje de autos no siempre tenía tiempo para su hijo y después de que la mamá de este muriera 4 años después de su nacimiento no ayudo, vivió rodeado de niñeras extrañas, de servidumbre que solo buscaba agradarle para que su padre les diera bonos y remuneraciones por el buen trato hacia su hijo, varias veces estuvo en peligro de secuestro, lo que lo llevo a ser muy desconfiado con la gente, solo su padre le daba calidad y verdaderas sonrisas junto con momentos de genuina alegría, y ahora ese hombre que recordaba con una sonrisa en sus labios ya no estaría nunca más para él, hundido en sus recuerdos no se dio cuenta de que ya estaban rumbo al funeral de su padre y su esposa, solo miraba por la ventana con desgane en su mirada, su amigo seguía a su lado pero no pronunciaba palabra alguna, en otros diez minutos llegaron a un enorme cementerio y se veía una gran cantidad de personas ahí reunidas, su padre era reconocido como un buen hombre pero estaba seguro que la mayoría ahí solo estaban para mantener apariencias frente a los demás, bajo del auto y de dirigió hacia el centro de la bola de gente, vio muy pocas caras familiares, realmente no eran agradables de recordar y los murmullos no se hicieron esperar.
-¿Qué ese no es el hijo del señor Jung?-
-escuche que no tenía contacto con él desde hace varios años-
-Yo escuche que su padre lo corrió por rebelde-
-Estas equivocado, se fue por su cuenta porque no podía con la responsabilidad de ser hijo de un hombre como el seño Jung-
Sabía que eso pasaría, no sentía interés por presentarse, no debía rendir cuentas a nadie mucho menos quería explicarse, el tiempo se fue rápido mientras escuchaba a las personas sollozar por la perdida, mentiras, era lo único que podía pensar, quería terminar rápido, de entre las personas alcanzo a divisar a un hombre de piel blanca, en sus ojos se reflejaba el dolor que sentía, y las remarcadas ojeras eran evidencia de que no había tenido mucho descanso, sin saber porqué aquel joven capto su atención, sus perfectos y carnosos labios, acompañados de una anatomía bien proporcionada, cabello teñido de un rubio claro y un largo hasta arriba del cuello, se quedo por varios segundos mirándolo hasta que sintió que le devolvió la mirada, aparto la suya de inmediato sin saber porque se había acobardado, el tiempo siguió con monotonía, el seguí sentado en una de las filas de hasta en frente mirando cómo la gente colocaba rosas blancas en ambos ataúdes sintió asco al pensar cuantos sentimientos falsos podían albergar los seres humanos, cuando se dio por concluido el evento un hombre mayor hacia él, era el abogado de la familia.
-Joven Jung, lamento mucho su pérdida- sus ojos demostraban honestidad pero él no tenía tiempo para pensar en algo como eso, se limito a estrechar su mano y asentir.
-A pasado tiempo señor Lee, el es mi amigo Park Yoochun, no sé si aun lo recuerde.-
-Claro, el vivía cerca de la residencia Jung, ¿no es así?- el anciano sonrió para ambos ligeramente y prosiguió por indicarles donde se llevaría a cabo el proceso siguiente, se retiraron en autos separados llegando simultáneamente a la que era la residencia de su padre el Japón, una gran casa, muy elegante y bien decorada, aunque no era ostentosa ni prepotente como muchas otras de la zona.
-Vamos, iremos al estudio de tu padre- los hombres caminaron hasta un salón lleno de estantes con libros, fotografías viejas en las que se mostraba al más joven de los Jung de niño, recuerdos familiares pasaban por su mente a lo que no pudo evitar sonreír.
Se sentaron en un escritorio de madera, estando de frente el señor Lee, los minutos pasaban pero la lectura no comenzaba.
-¿Pasa algo Lee? Aun no comienza con la lectura- Yunho cuestiono al anciano hombre frente a él.
-Es solo que no estamos completos...- estaba por continuar cuando la puerta se abrió dejando ver a un hombre alto y delgado que entraba a la habitación.
-Lamento la demora- el joven se limito a dar una leve reverencia para luego sentarse junto a Yunho.
-Tú, estabas en el cementerio…-el más alto escrutaba con la mirada al hombre junto a él, -¿Qué haces aquí?-. si algo le desagradaba a Yunho eran los entrometidos.
-Oh, es cierto, ustedes no se conocen- el abogado Lee rompió la tensión dirigiéndose a Yunho, -ShinHye, la esposa de tu padre, tenía un hijo al momento de casarse con tu padre, el adolecente en ese entonces solo era un par de años menor que tu, pero al irte no tuviste la oportunidad de conocerlo.-
Yunho sentía una gran impresión, pero no lo mostro en su rostro, el señor Lee al no recibir respuesta continuo hablando, -El básicamente es tu hermanastro, tu padre lo crio y convivió con él,- el señor no se inmuto por la seriedad reflejada en el rostro del más alto, ni por la mirada de confusión de su acompañante, -Y ahora está aquí porque de acuerdo a la última voluntad de tu padre, si algo llegara a pasarle a él y a su esposa el que se haría responsable del bienestar de este joven o es más que su primogénito, Jung Yunho-.
Muy bien, con esto si había descolocado a Yunho, su padre ¿le había dejado un niño a su cargo? Acaso estaba loco, el no tenía nada que ver con él, ni siquiera sabía de su existencia y ahora tenía que hacerse cargo de él, mientras continuaba divagando se topo con una mano a su costado, al voltear se encontró con un hombre de débil sonrisa y mirada perdida extendiendo su mano hacia él.
-Mucho gusto, mi nombre el Kim Jaejoong y ahora estoy a tu cuidado- la sonrisa sincera del más pequeño movió algo en su interior, no sabía si era la tristeza que reflejaba en su rostro o el hecho que sabía que se estaba forzando a parecer sereno ante la situación, de cualquier forma la impresión comenzaba a plasmarse en su rostro a cada momento, como estando en automático tomo la mano del chico sin saber que estaría el mismo firmando un pacto que cambiaría por completo su vida.