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Jongin, no me olvides ¿Vale? por mumu16

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Notas del fanfic:

Espero que disfrunten leyendo este fanfic SeKaiSoo, estaré actualizando. Pido de todo corazón que dejen reviews, sena buenas o malas, eso me motiva a continuar y a mejorar. Gracias!!

—Entonces, ¿Sigues viendo...? —Yixing hizo una pausa pensando si su pregunta iba a sonar bien, —¿Cosas?

Jongin hizo una mueca de aceptación indiferente y antes de responder aspiró un poco más del desgastado cigarro que sostenía entre los dedos vagamente. —No sé como sigues siendo mi amigo.

—Yo tampoco —Y ambos rieron. —Tal vez es porque eres tan aburrido que me entretienes.

—Eso suena bastante desquiciado.

—Lo es. Pero tranquilo, no es que tu no estés desquiciado.

—De eso no hay duda, amigo. —Tosió y continuó —Entre tu y yo, yo soy el que realmente ha perdido la cordura.

—Venga, ya dejemos ese tema, no quise hacer mi primera pregunta. sólo se me escapó.

—Si la hiciste, es porque realmente querías. De todas formas, el café está bastante rico. —Yixing asintió mientras devoraba con la mirada la tarta de limón que había en la repisa de postres. Al decir que se la devoraba con la mirada no significa que la quisiese comer, la devoraba con la mirada porque le encantaba la repostería, quería aprender a hacer cualquier tipo de postres, no sólo tarta de limón y hacer feliz a las personas con diferentes sabores. —Deberías seguir con la idea de entrar a la escuela de repostería.

—Sigo con la idea, sólo que tal vez no sea tan bueno. —Masculló, tomó un trago del amargo café que había pedido y no pudo evitar hacer una expresión de asco.

—Está bastante ácido este café. —Jongin rió e hizo reír a Yixing.

—Un café nunca está ácido, está amargo.

—Y luego me dices que no eres tan bueno.

—Estamos hablando del sabor de un café, no es cosa del otro mundo. Hasta un anciano sabría los términos indicados.

—Mentira, yo no los supe. Debes intentarlo. —Yixing negó rotundamente y se mordió el labio inferior, jugó con sus dedos y miró a Jongin de vuelta. —No quiero que termines tan miserable como yo.

Yixing lo miró con compasión haciéndolo sentir comprendido, le desordenó el cabello chocolate espeso, Yixing quería mucho a Jongin.

—Vamos. 

—¿Tan rápido me dejarás sólo en mi casa? 

—No te dejaré sólo. Me iré cuando te duermas.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo. 

Y efectivamente lo hizo, Yixing se quedó junto a Jongin hasta que este fue atrapado por los brazos de Morfeo. Yixing era el mejor amigo de Jongin, él era el único que soportaba todo lo que era Jongin en general, se querían demasiado para alejarse.

Jongin acostumbraba a despertarse en mitad de la noche o en la madrugada, sufría de episodios de migraña que lo hacían despertarse. Corrió al baño por sus píldoras para el control del dolor y tomó tres ya que le dolía en exceso. 

Las pastillas eran muy buenas y hacían que la migraña desapareciera dejándole sólo una pequeña y aguantable neuralgia. 
Se sentó sobre el borde de su cama y escuchó el sonido de su puerta abriéndose, se volteó de inmediato pero no había nadie y la puerta ni siquiera estaba abierta. No se asustó, ya era normal que escúchase cosas de ese tipo; se relajó y se recostó en su solitaria cama. 

Minutos después, cuando ya había conseguido relajarse, oyó como si estuviesen lanzando cosas al gran ventanal de su habitación. Se agarró la cabeza y fue al baño de nuevo, por otras píldoras, esta vez para controlar sus ataques. 

Los psiquiatras habían diagnosticado a Jongin con esquizofrenia pero él sabía que no tenía nada de eso, podía tener depresión pero era esquizofrénico, sólo que algunas veces escuchaba y veía cosas extrañas pero no era de que preocuparse, sólo que la gente sí se preocupaba. A veces veía gente que nadie más veía, y oía cosas que nadie más oía pero ya era normal para él. No es que tuviese una enfermedad mental.

—Jongin, ¡estoy aquí! —Jongin abrió sus ojos como platos al escuchar la voz de un chico, hace mucho no escuchaba la voz de ese chico y esta vez su voz se oía más madura. —¡Jongin! ¿En serio no quieres verme? —Jongin lo ignoró, hacia su mayor esfuerzo porque tenía bastantes ganas de verle. 

—Extraño hablar contigo —suspiró el chico desconocido—¿Por qué estás ignorándome? —Jongin se tapó con una almohada pesada.—Creí que éramos amigos...

—Basta. —susurró Jongin con frustración. —¡Basta! ¡Déjame en paz!

—Esta bien —El tono del chico cambió a uno muy triste —Sólo quería hablar contigo, pues yo también me siento bastante solo.

Jongin vaciló en detenerlo antes de decidirse a hacerlo por completo. —Bien, pasa.

Nadie contestó, así que Jongin decidió insistir. —Kyungsoo, pasa.

El tal 'Kyungsoo' entró feliz por la puerta y lo saludó con tanto entusiasmo como pudo. Luego se acercó y tembló del frío que estaba haciendo esa madrugada.

—¿Por qué decidiste venir? —Jongin preguntó tocándose las sienes. —Hace mucho no te veía.

—Bueno, ya hacía tiempo en que no te visitaba y no quiero que me olvides, ¿Lo sabes? —Kyungsoo se sentó en el borde de la cama contiguo a Jongin. 

—Sí, lo sé. —espetó y luego lo miró con dulzura. —No olvidaré nada, te extrañaba.

—Yo también. No sabes cuanto, mi nueva vida no es tan fácil o tan divertida. 

—Apuesto que si lo es, sólo debes ponerle un poco de positivismo.

Kyungsoo se echó a reír y consigo Jongin, que el Moreno estuviese hablando de positivismo era tan contradictorio como ponerle alas a un pez. Jongin podía ser el ser más negativo y depresivo de todo Seúl, se sentía más solo que el resto del mundo y para sus ojos, todos eran felices menos él.

—¿Cómo han estado tus migrañas? ¿Muy fuertes? 

—No, ya se pueden controlar con medicina. —Kyungsoo se acercó a la ropa de Jongin, la cual no era ropa de dormir porque había olvidado cambiarse, y olfateó un hedor particular. 

—Nicotina —Musitó tan bajo que sólo él lo pudo oír, —Jongin, ¿No has dejado el cigarrillo?

Jongin bajó la mirada al mismo tiempo que Kyungsoo se alejaba y lo miraba con tristeza. Jongin negó con la cabeza y tomó las manos blancas del chico de apariencia preciosa en sus manos morenas. 

—Perdóname, no he podido dejarlo. La depresión me consume y eso me cubre bastantes vacíos.

—¿Te sientes vacío? —preguntó Kyungsoo y Jongin asintió de inmediato, como si ya supiese que le iban a preguntar eso. —¿Hay manera de que yo pueda arreglar esa sensación?

Jongin encogió los hombros, hizo un puchero y lo miró como un cachorro perdido. Kyungsoo lo miró con comprensión y le desordenó el cabello. —Se me olvidaba que aún tienes 19 años —susurró y posó ambas manos en las mejillas, un poco más delgadas que antes, de Jongin. Se acomodó justo en frente de su menor y con los pulgares jugó con los labios del chico. Acercó el rostro de Jongin al suyo y juntó su nariz a la del Moreno y jugó con ella. Luego lo fulminó con la mirada, los ojos de Kyungsoo entraban al interior de Jongin haciéndolo sentir vivo y completo, y clavó sus gruesos labios en los no tan gruesos labios de su compañero. Jongin lo abrazó y se recostaron gradualmente en la cama. 

—No sabes lo que siento en estos momentos —susurró Kyungsoo entre los labios de Jongin y este no contestó y lo abrazó más fuerte para profundizar la sensación de la unión de sus labios.

Kyungsoo se sentó sobre el abdomen de Jongin y jugó con los botones de su elegante camisa. El moreno se sonrojó y estaba bastante apenado pero aún así empezó a acariciar los muslos de Kyungsoo. Su piel era más suave que la crema de una tarta y olía muy bien, lástima que tuviese ropa puesta. Siempre había sido muy cuidadoso con sí mismo y Jongin amaba que fuese así.

El sol empezaba a salir y Jongin seguía besando demasiado apasionado a Kyungsoo. Al ver los rayos de luz atravesar las pesadas cortinas de la habitación de Jongin se dieron cuenta que debían detenerse, porque temprano en la mañana, Jongin tenía una cita con su nuevo psiquiatra. 

—No te vayas. 

—Volveré, debes ir a tu cita con el nuevo psiquiatra. —Dijo y depositó el último beso antes de irse rápidamente. 


Jongin estaba triste porque Kyungsoo se había ido pero estaba tan feliz al mismo tiempo porque lo había vuelto a ver y se habían besado y se habían dicho que se querían, se sentía completo por un momento.


El hospital psiquiátrico al que asistía era bastante aburrido, blanco opaco, olía a medicamentos, olía a desesperación, a frustración, a dolor, a tristeza y a depresión. Igual, no todos los que estaban ahí estaban verdaderamente locos, habían pacientes que realmente no tenían nada y Jongin se consideraba uno de esos.

Se quedó en frente de la puerta del consultorio de su nuevo psiquiatra. Sabía que extrañaría a su viejo psiquiatra, Kris, había sido difícil acostumbrarse a él pero era un tipo genial, así que pensó que este no sería tan genial como él. Dudó en entrar hasta que la enfermera que lo acompañaba le dio un pequeño empujón y le dijo que todo estaría bien. Jongin le regaló una sonrisa triste, un poco forzada y luego ingresó.

Al entrar vio a un hombre, que más bien parecía un chico porque se veía bastante joven, escribiendo en una libreta. Había un sillón rojo perfecto para recostarse y dedujo que ese sería su lugar pero igualmente no hizo ningún movimiento. Le sudaban las manos y tenía dolor de estómago, se mordía las uñas porque estaba ansioso y esperaba a que ese nuevo y joven psiquiatra levantase la mirada y le indicase sentarse o cualquier cosa que borrase la tensión.

—Bien, Su nombre es Kim Jongin, ¿Cierto?

—Si, señor.

—Es un placer —Subió la mirada y le sonrió, su rostro era bastante juvenil y atractivo, pero su presencia aún ponía tenso a Jongin. —puede sentarse en ese sillón rojo. —Jongin hizo caso y se sentó, al menos el sillón sí era cómodo. —Mi nombre es Oh Sehun y seré su psiquiatra de ahora en adelante.

—¿Oh Sehun? —Pensó Jongin, —Que nombré más estúpido.

—¿Tiene algo que decir?

—No.

—Bien, empecemos a conocernos, ¿Le parece?

—No.

—Tiene 19 años, ¿Correcto?

—No sé.

—¿Quería venir aquí? 

—No. —Sehun empezó a anotar en su libreta.

—Entonces, ¿Por qué vino?

—No sé. —Seguía anotando cada cosa, cada detalle.

—¿Quiere recuperarse? 

—No. 

—¿No piensa que si vino aquí es porque, en lo más adentro, usted quiere recuperarse?

—No sé. —Sehun soltó una pequeña sonrisa y siguió apuntando cosas en su libreta. Jongin odiaba que hicieran eso. Que anotasen en una libreta significaba para él una grosería y una señal de querer meterse en su vida. Lo ponía ansioso y estresado el hecho de que sólo anotasen en una estúpida y simple libre todos sus problemas y no lograsen nada.

—Bien, Señor Kim Jongin. —Cerró su libreta y antes de hablar sonrió —Es un caso interesante. Creo que nos llevaremos bastante bien.


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