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Maldito Corazón |BangHim Fanfic| por RushanaChan

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Notas del fanfic:

ACLARACIÓN: Para los que no son fans de B.A.P o no estan mucho en el tema, aclaro que la trama en sí fue creada por TS Ent, la empresa de los chicos. Lo unico que hice fue basarme en ella y profundizarla, como sus personalidades, las relaciones entre ellos, sus historias, las instituciones de Mato, algunos personajes que no se mencionan, etc.

Hago esta aclaración porque ya me lo preguntaron, y no, cosas como el planeta Mato y la razón por la que vienen a la Tierra fueron parte del concepto que uso B.A.P cuando debutaron, pueden verlo en el reality que ellos hicieron, "Ta-dah Its B.A.P"

En fin, este fic está basado en el argumento de que los chicos de B.A.P son aliens y vienen a invadirnos~ Prometo que les gustará :3

Aviso que sus personalidades pueden verse algo alteradas por mi, pero solo para adaptarlas a la historia~

Algo importante: En mi historia, la persona que tiene una misión paralela no es Daehyun sino Yongguk~ Ya verán cual será haha

Dedicado a todas las Babyz:) BangHim shippers principalmente ;)

Aunque también encontrarán algo de DaeJae y JongLo quizás (?)

En fin, espero os guste mucho~

 

   

Notas del capitulo:

Una especie de prólogo, ampliando un poco más la situación anterior a su venida a la Tierra. Inventada por mi claro(?) ~

Su día de trabajo aun no acababa. Su respiración era algo agitada y su ceño se mantenía fruncido. Sentía que aquel día en particular había sido más largo de lo normal. Hace tan solo veinte minutos había terminado de tener una extensa charla con la mismísima Gobernadora del Planeta Mato.

Y es que la situación era grave. La especie del pájaro Eu-Ak, cuyo sonido que emitía era la principal fuente de energía del planeta, empezó a reducir su número, hasta casi extinguirse. Según le habían informado desde la Gobernación, el número actual de estos pájaros era capaz de emitir energía suficiente para solo un mes. Luego de que ese mes pasara... Todo sería un caos. Pudo imaginarse a la población desesperada. Muriendo. Desapareciendo. Era razón suficiente para que todos estuvieran alterados. Él moriría, aun sin concretar muchas cosas que quería hacer. Aunque a pesar de su egocéntrica actitud o falta de empatía, le preocupaba en gran manera los habitantes de su planeta.

Pero él podía evitarlo. Solucionarlo. Pues la Gobernadora le había llamado personalmente para encomendarle una misión: Encontrar otra fuente de energía que reemplazara a la del Eu-Ak. Basándose en un estudio hecho por un grupo de científicos, aquella posible fuente se encontraría en un planeta llamado Tierra. Concretamente en los eufóricos gritos y la emoción de sus habitantes. La verdad era que el estudio no estaba cien por ciento comprobado. Pero no les quedaba más alternativa.

Himchan no pudo evitar sentirse orgulloso. Encomendarle tal misión confirmaba lo que todos y él mismo decían: Él era el mejor Comandante de la milicia de Mato. Había escuchado atentamente las órdenes oficiales e irrevocables de su Jefa.

-Kim Himchan, estoy depositando mi confianza y la de todos los habitantes de este planeta en ti. Nuestro destino está en tus manos- le confirmó con un tono de voz que nunca había escuchado de ella. Pues todos los comunicados que solía dar eran faltos de seriedad, haciéndola ver como una irritante niña. -Al elegir a quien comandaría esta misión, yo personalmente te he nombrado. Sin dudas,  eres el más indicado, y estoy segura de que concretaras esta misión, así como has hecho con todas las anteriores-.

Porque eso era lo que hacía que se hablara tanto del Comandante Himchan. Nunca había fallado en una misión. Había ganado numerosos reconocimientos, de todas partes de Mato. En todo el mundo y en todo momento, era halagado, recibía cumplidos por su labor. En fin, Himchan era perfecto. Eficiente, práctico, valiente, tenaz. He aquí la razón de que su ego creciera inmensamente. Y cada día crecía más. Aquel escuálido y temeroso soldado que entrara a la milicia hace 200 años era ahora el encargado de comandar la misión que salvaría al planeta entero. Él podía parecer inofensivo al principio, pues todos se reían de él en sus primeros años de entrenamiento. De hecho, él era el peor, no tenía resistencia ni agilidad, tampoco era fuerte. Habían sido los años más difíciles de su vida. Pero más tarde descubriría su perseverancia y su capacidad de aprovecharse de los demás. En unos años, su avance sorprendía a sus superiores, no fallaba ni una misión y su actitud ya era digna de un comandante. Es desde esos momentos donde su ego empezaba a surgir, también su altanería y su posterior tiranía en algunas misiones. Era alguien que sabía darse cuenta de las cosas mucho antes que los demás. Planeaba todo de antemano, como su relación con la Gobernadora, que bien le servía para este momento. Ese día que empezó a formar parte del escuadrón de élite de Mato, la Gobernadora personalmente les entregaba sus títulos oficiales. Allí, en ese momento en que se dieron la mano, supo lo que haría. Su tendencia amistosa y amigable le ayudaron hasta tal punto que la Gobernadora le confesara una vez que él era su único amigo, el único en quien realmente confiaba. Tanto, que le revelaba algunos secretos de Estado, de las internas con otros dirigentes, de próximos proyectos que se llevarían a cabo. Pero en lugar de compadecerse de ella, sonreía satisfecho y algo cínico al ver cómo su plan salía a la perfección. Su hipocresía crecía, y él lo sabía.

-Serás llamado nuevamente cuando tenga los nombres de quienes te escoltaran en esta importante misión- Continuó con aquel tono mientras el comandante asentía cada tanto, sin perderse de ningún detalle de lo que ella dijera.

Pero no pudo evitar sentirse algo inseguro. “¿Soy capaz de concretar una misión tan importante? ¿Enserio puedo?”, pensaba en ese momento. Sacudió su cabeza. Aquella inseguridad de su adolescencia volvía. Y lo detestaba. “No seas estúpido. Por supuesto que puedes. Eres el mejor comandante de este planeta.” Se reprimió molesto. Observó el paisaje por una ventana. El cielo ambarino, la tierra azulada. Su planeta era hermoso, no merecía desaparecer. Concretaría esa misión como fuera. Un llamado lo sacó de su ensimismamiento.

-Comandante Kim Himchan- llamó aquella voz. Se dio la vuelta y vio a uno de los lacayos de la Gobernadora, aquel que le escoltara a hablar con ella hace un rato.

-¿Si?- contestó irguiendo su postura.

- La Gobernadora le solicita nuevamente-.

La lista de mis soldados. ¿Tan pronto?, pensó mientras respondía a la solicitud de su jefa y se dirigía nuevamente a su oficina. ¿Serían algunos de mis colegas? Espero que sí… Las dudas hacían que el recorrido por el pasillo con pilares y esculturas inmensas se hiciera infinito.

Hasta que por fin llegara y la gran puerta frente suyo fuera abierta de par en par por los guardias, dos veces en un mismo día. Miró nervioso la figura que tenía en frente. Aquella niña con la que soliera hablar a veces de secretos de Estado se veía parada ahí, con una expresión impávida y seria, con aquellos tacones exageradamente altos para la opinión del comandante, su formal vestido blanco y su hermoso cabello color violeta, cuyas ondas recaían perfectamente sobre los suaves hombros. Observó el sobre que la Gobernadora le extendía bajando levemente su mirada. Extendió de igual manera su mano para tomar el sobre, sellado con el símbolo de la Gobernación. Tragó saliva y volvió su mirada nuevamente a ella, quien solo asintió y se dio media vuelta para volver a su despacho, los guardias cerrando la gran puerta en ese mismo instante. De pronto, la figura que tenía frente suyo segundos antes desaparecía, dejándolo solo frente a las puertas cerradas, con ese sobre en sus manos. Bajó la vista lentamente. No supo explicar por qué no lo abría de inmediato, considerando lo que estuvo pensando en todo el recorrido hasta su despacho. Suspiró y decidió que lo abriría en su cuartel, solo.

Tragó saliva repetidas veces mientras salía del edificio de la Gobernación y se dirigía a su próximo destino. Se abstenía de mirar hacia la mano con la cual sostenía el sobre, manteniendo su mirada fija hacia el frente y aumentando la velocidad de su caminar. Encontró a varios de sus colegas en el camino, quienes le saludaban y él solo respondía con un leve cabeceo. Otra vez aquella sensación del infinito recorrido.

Entró hacia una especie de despacho que le habían designado hace unos años y cerró la puerta con llave. Soltó el aire que había estado conteniendo en su recorrido y tomó el sobre con ambas manos. El grupo que le escoltara en tan importante misión era importante, pues todo era mejor cuando era gente sumisa o alguno de sus “amigos”. Concretamente, soldados que aceptaran sus órdenes sin cuestionamientos. Sacó el sello con un leve temblor en su mano y abrió el sobre. Sacó lentamente la hoja escrita personalmente por  la Gobernadora.

Frunció el ceño al ver los primeros nombres. El único a quien conocía de esa lista era a un tal Moon Jong Up. Un joven que le tenía una devoción enorme, pues le tranquilizó saber que tendría a un sumiso asegurado. Había estado en un par de expediciones con él, pues ni bien comenzaban, el joven no se separaba de su comandante, estando siempre ahí para ver si necesitaba de algo. Recorrió la lista hasta reconocer otro nombre.

Un nombre que le erizó la piel con tan solo verlo escrito.

Bang Yong Guk.

Notas finales:

Termina esta pequeña introducción o primer capítulo~ 

Himchan de veras le teme a Bang ewe, pero tiene sus razones(?)

Mil disculpas si este capítulo pudiera parecer algo denso quizás(?) Es que tenía que explicar lo de la misión y adelantarles algo de la particular personalidad de nuestro comandante (?) 

Gracias por leer~ Y espero que sigan mi fic, les prometo que les gustará :) Cuídense mucho n.n


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