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Ángel de sangre. por FantasticShow

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Notas del capitulo:

MyungSoo es el narrador de esta historia. Conforme avance, las cosas se le complicaran mucho más de lo que llegaría a pensar.

Digamos que soy el típico muchacho de 22 años, que estudia Fotografía en la Universidad y se gana la vida cantando en un bar del centro de la cuidad. Dentro de mi vida no han existido muchos sucesos que podamos llamar increíbles. Mis padres y mi hermano murieron en un accidente de automóvil cuando yo tenía 16 años, así que quedé a cargo de mi abuelo. Él murió dos años después dejándome una herencia algo…  agradable.

Además de eso, no sucedió nada muy fuera de lo común. Sólo él. Aquél que distorsionó por completo mi mundo. Y sólo lo vi dos veces, dos malditas veces en mi vida, y aún no le encuentro y me muero por hacerlo.

Recuerdo que iba saliendo de la Universidad después de una clase algo aburrida, a esa hora podía tomar el metro para subir cinco estaciones y llegar al bar con tiempo extra. Iba, para matar un poco el tiempo que me quedaba libre, tomando fotografías con la cámara; las personas iban y venían por todos lados, subían y bajaban el autobús, subían y bajaban de los automóviles. Me detuve en un semáforo con la cámara en mano, en ambas esquinas había mucha gente esperando por cruzar. Pero sólo uno llamó mi atención.

Tenía el cabello rosa claro, un poco largo y listo. Su rostro estaba cubierto a la mitad por una bufanda roja y sólo veía un abrigo blanco y pantalones iguales con zapatos negros.

Sus ojos. Avellana. ¿Con destellos rojos? Me pareció increíble. Él semáforo dio verde y por instinto caminé hacia él y subí la cama con la clara intención de fotografiarle. Aquél chico pasó por mi lado, pero nos volteamos a mirarnos. Sus ojos me sonrieron y yo le tomé la fotografía perfecta.

Me volvió loco.

Ni siquiera me dediqué a mirar la fotografía, ya la vería luego. Pero mis ojos seguían mirando al chico de cabello rosa, mis pies siguieron moviéndose hasta la otra esquina y el muchacho seguía mirándome. Mis labios quisieron articular palabra pero el otro me ganó y bajó su bufanda, mostrándome y deleitándome con su belleza, con su hermosa piel de porcelana. A kilómetros veía su tez blanca, casi transparente y sus labios poseían un exquisito color rosáceo casi llegando al violeta muy leve.

Maldita sea, el chico era hermoso.

Le quise tomar una nueva fotografía y decidido, alcé la cámara para efectuar dicha acción y cuando lo logré, alguien me golpeó el hombro. Casi tiré la cámara al suelo por el impacto, ¿quién era la persona que tenía tanta fuerza en un mísero golpe? Pero el muchacho de cabello rosa seguía robando mi atención y le volví a mirar. Ahí estaba, con la cabeza ladeada y con una mirada que no supe descifrar, era tan hermoso… Sentí calor en el pecho, subiendo por mi garganta y colándose por mi lengua, quería decirle algo aunque estuviera en la otra esquina. Pero no pude hacerlo.

-Oh, disculpa. ¿Te lastimé? –Escuché a mi lado, logrando que volteara la cabeza. Era un muchacho. Alto, algo moreno, llevaba gafas de lectura y un abrigo negro; tenía el cabello corto y castaño oscuro. Era muy lindo, pero no se comparaba al muchacho de cabello rosa, al cual volví a mirar. Pero cuando lo hice, ya no estaba. Había desaparecido.- Hey… ¿Disculpa?

-¿Ah? –Giré la cabeza para observar al chico a mi lado, seguramente era quien me había golpeado el hombro y por eso se disculpaba, pero yo quería ver al chico de cabello rosa y abrigo blanco. ¿En dónde estará? ¿De dónde saldrá? Una persona tan hermosa como él no debía ser humano. Era un ángel para mí.

-Que si estás bien. Creo que te golpee sin darme cuenta –Recién ahí volví a pensar en el dolor de mi hombro, que iba disminuyendo conforme pasaban los minutos.

-Ah, sí, sí. Disculpa, no me fijé por donde iba –Hablé rápidamente antes de ver la hora en mi reloj de muñeca.- Si me disculpas, voy tarde al trabajo.

-Oh, claro. De nuevo, perdón por haberte golpeado. Entre tanta gente por este lugar es un poco difícil de caminar –Dijo antes de sonreírme mostrando un poco su blanca dentadura. Tenía una sonrisa preciosa. El muchacho era muy lindo. Y no pude evitar preguntar.

-¿Cómo te llamas? –La pregunta salió a flote y noté como la sonrisa contraria aumentaba, alzando las comisuras.

-SungYeol, Lee SungYeol. Un gusto conocerte. ¿Tu nombre? –Me preguntó extendiendo su mano a forma de saludo.

-MyungSoo. Kim MyungSoo –Bajé la mirada hasta su mano extendida frente a mí y la tomé sin dudar. Estaba frío. Casi congelado. Lo asocié con el frío que hacía esa tarde y como ya empezaba a oscurecer el viento hacía de las suyas.

-MyungSoo, bonito nombre –Dijo SungYeol sin dejar de sonreír. Era demasiado risueño.

-Gracias. Bueno, ahora si me voy sino me matarán en el trabajo. Que tengas buena tarde, SungYeol –Incliné la cabeza en despedida y simplemente me marché. Debía tomar el metro ahora mismo.

Después de unos treinta minutos y un poco más, llegué a mi destino. El bar “Nightwish” recién abría sus puertas, era un bar nocturno así que, como ya eran las siete de la tarde, era la hora de apertura. Comencé a trabajar en ese lugar como barman, sirviendo tragos a los que frecuentaban ese lugar. Además, no sólo servían tragos sino que también tenían buena música. Ahí fue que conocí a mis dos mejores amigos, DongWoo; un muchacho alegre, despistado y muy hiperactivo, y a HoWon, este era un poco más serio, pero chispeante, alegre y muy bueno para las bromas. Con DongWoo tenían una relación algo… Especial. Bueno, yo siempre los veré como pareja. Me gusta su relación. HoWon y DongWoo comenzaron a trabajar dos años antes que yo, ya que tenían más edad, y si bien empezaron igual que yo de barman, terminaron cantando en el escenario que tenía el bar. Mientras uno tocaba el piano o la guitarra, el otro cantaba o ambos lo hacían. Tenían unas voces preciosas.

Siempre me fascinó la música, así que, luego de un año, mi jefe me encontró cantando en el camarín y me pidió dejar el puesto de barman y quedarme en el escenario cuando HoWon y DongWoo no podían cantar. Y acepté. Tocaba la guitarra o el piano y cantaba, y a la gente que visitaba el bar le gustaba mucho. A veces cantábamos los tres juntos y las personas llenaban el lugar en media hora. Éramos muy conocidos.

-¡MyungSoo-yah! –Escuché la voz alegre de DongWoo llamándome cuando entré al camarín. Me había visto a través del espejo. Saltó de su silla y se tiró a mis brazos como un infante, siempre se comportaba así y a mí me agradaba. Contagiándome de su alegría, comencé a reír antes de que DongWoo me diera un beso en la mejilla como saludo y un abrazo.

-Ya, DongWoo. Nos vimos hace dos días, no es para tanto, hombre –Y el nombrado hizo un puchero mientras se alejaba para arreglar su cabello, largo y tinturado de un rubio oscuro.

-Pero es que soy el primero en llegar y Hoya está enfermo, aún no se le quita la gripe –Dijo haciendo un mohín que me hizo reír un poco más. Hoya era el apodo de HoWon, era más cómodo llamarle así.

-Ese chico. ¿Ya fue al doctor? –DongWoo asintió.

-Le dieron medicamentos y reposo, casi no tiene voz –DongWoo comenzó a reír mientras yo dejaba mi bolso y mi guitarra a un costado del sofá del camarín.- Es gracioso escucharle hablar con gallitos de por medio, parece pito.

Comencé a reír ante la confesión de mi amigo, pero poco nos duró el juego ya que llegó nuestra jefa y amiga, Chorong, para así indicarnos que teníamos que prepararnos porque ya había gente entrando.

-DongWoo-ssi, ¿te puedes encargar de la barra? Ya que Hoya-ssi no está, tienes que reemplazarlo –DongWoo asintió alegre, le gustaba impresionar al público con sus malabares en los licores.- Y tu, MyungSoo-ssi, estarás en el escenario, ¿sí?

-Claro –Asentí, robándole una sonrisa a la mujer, quien se acercó para darnos un beso en la cabeza a los dos y marcharse. Era una muy buena persona y me había ayudado mucho cuando entré a trabajar para coordinar los horarios con la Universidad.

-Ya, iré a la barra. ¿No quieres que te prepare algo de allá? –Me preguntó mi amigo, arreglándose la corbata blanca que traía, combinando con su camisa negra de mangas arremangadas.

-Eh… whisky con blanca, pero suave, muy suave –DongWoo sabía que era mi trago favorito, pero también sabía que no era muy tolerante al alcohol. Y el muy desgraciado siempre me hacía trampa.

-Ya, ya… lo entendí –Me guiñó el ojo a través del espejo y se marchó. Yo me quedé solo por un momento, algo que aproveché para revisar la cámara. El muchacho de cabello rosa aún no salía de mi cabeza así que encendí el aparato y revisé las fotografías, atento, pero… No estaba. El chico no estaba.

-¡MyungSoo, te toca salir! –Escuché a mi jefa desde la puerta.

-¡Voy! –Alcé la voz antes de seguir mirando la cámara por unos instantes. Salía toda la multitud pero el espacio en donde debía estar el chico de cabello rosa y abrigo blanco, no estaba… Era un espacio vacío. Quizá un error de la cámara. Dejando de pensar en eso, me quité el abrigo y la remera que traía para colocarme una camisa blanca y una corbata negra delgada. La camisa me quedaba ajustada así que me veía bastante bien, lo corroboré al mirarme al espejo. Me levanté un poco el cabello, que estaba un tanto largo de flequillo y me subí un tanto las mangas. Tomé la guitarra y salí de camarín justo en el momento en que Chorong me presentaba.

-Dejo con ustedes, a nuestro gran y hermoso cantante, MyungSoo –Luego de eso, Chorong bajó del escenario, me tendió el micrófono y me dio un beso en la frente de buena suerte. Era la rutina de todos los días antes de subir del escenario. Y comencé mi trabajo.

-Buenas noches –Los aplausos hacia mí no se hicieron esperar, haciéndome sonreír. Más de algún alago alcancé a escuchar de hombres y mujeres. Saqué la guitarra de su funda, la conecté y me senté en la silla de siempre. Todas las personas me miraban y yo ya había perdido la timidez hacía mucho tiempo.- La canción de hoy es un poco más viva, quizá aún no tiene un significado real para mí pero, a pesar de todo, va dedicada a esas personas que agradecen el haber conocido a su alma gemela.

Le indiqué al dj que diera play y yo comencé a tocar y cantar al mismo tiempo, el publico me acompañaba con rítmicos aplausos. Me encantaba llenar de vida ese bar. Era muy reconfortante para mí. Pero mi vista siempre se fijaba en un punto fijo, los ventanales. Así no tenía que estar pendiente de las miradas ajenas a mí.

Y maldita la hora en que lo hice.

Ahí estaba él. Mirándome cantar.

Sí, era el chico de cabello rosa. Y me estaba mirando. Y sentí que la sangre se me volvía de hielo por unos instantes pero no dejé de cantar, es más… Le estaba cantando a él. Le estaba sonriendo a él. La canción se la estaba dedicando a él.

Y me sonrió. Y sentí que el alma me volvía al cuerpo.

--

Esa noche, luego de salir del trabajo, me despedí de DongWoo y mi jefa para luego irme hacia el metro y partir rumbo a mi casa. Cuando bajé del escenario, me encontré con muchas personas que me felicitaron pero entorpecieron mi camino y cuando llegué a la puerta, el muchacho con rostro blanquecino de ángel ya no estaba. Lo había perdido de nuevo. Así que me fui, no podía seguir congelándome afuera de la estación de metro como si el muchacho de cabello rosa fuera a aparecer en cualquier momento. Pues no lo hizo. No apareció.

Luego de una hora llegué a mi casa, en donde por supuesto nadie me esperaba. Vivía solo desde que mi abuelo murió así que ya estaba más o menos acostumbrado; así que entré, encendí la calefacción para no sentir más frío y luego me fui a la cocina para dejar hirviendo el agua y así preparar un café. Mientras me quitaba el abrigo me fui hasta el estudio de revelación, en donde dejaba revelando las fotografías que había tomado en el día, lo que más me preocupaba era que las fotografías que le había sacado al chico de cabello rosa salieran perfectas. Salí del estudio con rumbo a la cocina para preparar el café y esperar a que las imágenes salieran reveladas.

A la hora volví a entrar al estudio de revelación que tenía en mi casa, las luces rojas le daban un ambiente algo tétrico pero también elegante, tenía que usar esas luces para no dañar las fotografías recientemente sacadas. Y fui colgándolas sobre un hilo grueso mientras las veía. Me encontré con las imágenes del muchacho con rostro de ángel… Y no le vi.

-Imposible… -Estaba extrañado, sorprendido y decepcionado. ¿Cómo no pudo haber salido? Yo le había visto. Había calculado bien, era preciso. Perfecto. Y no estaba. Ahí, en la fotografía revelada, estaba el espacio. En ambas fotografías.- No, imposible…

Refunfuñé y salí del estudio golpeando la puerta. ¿Por qué mierda no estaba en las imágenes? ¿Qué había hecho mal? Me senté en el sofá del living con el café humeando sobre la mesa de centro.

-¿Dónde te encuentro ahora? ¿Dónde estás? ¿Por qué me atraes tanto? –Las preguntas salieron de mi boca como si esperara a que el aire me respondiera. Me sentía frustrado.

Y así, sólo pude ver al chico de cabello rosa una vez en la calle, con una multitud de personas y luego fuera del bar en donde trabajaba. ¿Por qué no le detuve cuando cruzamos en el semáforo? ¿Por qué no me lo puedo sacar de la cabeza?

Quiero volverle a ver. Necesito volverle a ver. Sí o sí. 

Notas finales:

Gracias por leer♥.


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