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Las Joyas de Sweet Ann por AlexisKID4869

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Notas del fanfic:

Ire subiendo los capitulos a medida que pueda, aunque sera algo dificil ya que estare iniciando la facultad. Solo les pido paciencia y que disfruten de la historia

   Toque dos veces la puerta y entre al estudio. Mi jefa tenía los brazos cruzados, sosteniendo con una mano una copa con vino blanco. Observaba la ciudad a través de los cristales, ya casi se ocultaba el sol y los edificios no dejaban contemplar el atardecer. Cuando cerré la puerta ella se volteo para recibirme.

– Buenas noches Miriam. – dije a la mujer británica.

– Kaito. – dijo sonriendo.

   Tome asiento en el sofá del pequeño living en medio de la sala mientras ella sacaba un sobre de su cajón y apoyaba su copa sobre el escritorio. Poco después tomó asiento en el sillón frente mío y dejo el sobre en medio de la mesita de café. Ninguno dijo nada, ella solo se me quedo sonriendo. Es algo habitual en Miriam pero no deja de ser incomodo. Me asome para tomar el sobre y rompí el silencio con una pregunta.

– ¿Cuánto has tomado hoy? – saque las hojas del sobre.

– Es la primera copa de la noche. – dijo escéptica pero sin dejar de sonreír.

– ¿Alguna vez me dirás por quién bebes? – dije mientras observaba las hojas.

– Tal vez…

   Otra vez al silencio. Retomamos la plática cuando termine de leer los papeles.

– Muy bien – dejé las hojas en la mesa – Según entiendo esta vez me toca robar una caja de seguridad en un banco, sin ver su contenido… ¿Qué más me puedes decir?

– El contenido de la caja es un anillo que ha estado en la familia del cliente desde hace dos generaciones, sin embargo este se la dio a una chica en una noche de alcohol sin la aprobación de la familia y quiere recuperarla antes de que se enteren. Aunque logro ubicar el anillo no se esperaba que la joven lo escondiera en un banco; no puede tomarlo a través de sus influencias sin quedar al descubierto por lo que nos contrato a nosotros para recuperarla.

   Eso es algo que me agradaba de Miriam: siempre ve más allá del encargo. Investiga tanto al cliente como al objetivo a robar para determinar si deberíamos involucrarnos o no. Para Miriam lo único que no conocía era el uso de la palabra “incertidumbre”.

– O sea que nada especial.

– Exacto, será como un paseo por el parque. En el sobre también bien hay una memoria con los planos del banco, toma lo que necesites de la bóveda.

   Me acerque al librero de la pared, incline un libro robusto y a continuación el mueble subió por la pared. Tras el librero se encontraba una bóveda donde almacenábamos los objetos que robamos junto con las herramientas. Introduje la contraseña además de mi huella digital y abrí la puerta acorazada. La mayoría de los tesoros aquí dentro son de la época en que Miriam hacia el trabajo de campo, ella me instruyo  en todo lo que sabía sobre robo y defensa, ahora solo se dedica al trabajo de inteligencia. Tome lo habitual: dos pistolas, una con dardo tranquilizantes y otra con un lanza garfios y cables que producen descargas eléctricas, después de todo soy un ladrón y no un asesino, aunque llevo algunas granadas de humo y otras para derribar paredes. También cargue mi PDA para cargar los planos del banco pero tiene otros usos.

   Me cambie de ropa poniéndome una chaqueta, un vaquero, unas zapatillas y unos guantes de cuero; todo de negro. Pero además me puse mi bufanda azul y un antifaz del mismo color. Me coloque un cinturón con las herramientas y salí. Fuera de la bóveda Miriam volvió a estar en el ventanal, cerré la puerta acorazada y el librero bajo automáticamente.

– Ya me voy.

– Ten cuidado –  me dijo mirándome por encima de su hombro.

– Lo tendré. – le dije con una sonrisa y salí del despacho.

 

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   Entre por el tragaluz del techo. Había siete guardias de seguridad patrullando por los pasillos y a cada uno le dispare un tranquilizante. Según la información de Miriam debe haber otros cinco guardias de turno. Encontré a dos en la Sala de Vigilancia pero a estos no les dispare como a los de hace un rato sino que los noqueé de un golpe con el mango de la pistola. A través de las cámaras pude ver a los guardias restantes en la planta subterránea: uno junto a la puerta del ascensor y los otros dos vigilando la entrada a la bóveda pero está estaba desolada en su interior.

– Tan fácil que es un tanto aburrido.

   La verdad que esto no tenía nada de emoción. Incluso tenía la contraseña para la bóveda gracias a Miriam. A veces odio estos trabajos sencillos. Camine desde la Sala de Vigilancia en el 2do Piso hasta el lobby bajando por las escaleras y silbando una canción sobre un “engranaje despechado”. Subí al ascensor para bajar a la bóveda. Al menos allí iba a divertirme un poco. Cuando se abrieron las puertas el guardia me miro sorprendido como si no creyera lo que veía.

– “Hola” – dije con una sonrisa infantil y lo golpee en el estomago. Cuando este se retorció por el dolor lo agarre por la cabeza y le di un rodillazo en la cara dejándolo en el piso.

– ¿Estás bien? ¿Sucede algo? – dijo un guardia que se acercaba.

   Me cubrí en la esquina del pasillo y lo intercepte antes de que doblara. Lo desarme, lo cargue por encima de mi espalda tirándolo al piso y le di un golpe en el cuello dejándolo inconsciente. Cuando me iba a parar sentí un trozo de hierro frio en mi nuca: era el último guardia apuntándome con su pistola. Me levante lentamente y aunque él no podía verme yo sonreía de la emoción. Me gire rápidamente y sujete su brazo con ambas manos, lo golpeé en la sien con mis nudillos para confundirlo con la conmoción del golpe y luego derribarlo con una barrida con mi pie. Al caer al piso, le di un golpe en seco con el borde de mi mano sobre su cuello.

   Me levante y camine hacia la bóveda. Tenía el banco para mí solo. Introduje la contraseña y abrí la puerta acorazada, lo único que quedaba era sacar la caja de seguridad y… ¡Un momento!… ¡¿Quién es este?! Hay un chico en la bóveda. ¿Qué hacia aquí? ¿Cómo entro? Ambos nos observamos un rato sin decir nada…

– ¿Quién eres tú? – dije para que se distrajera y yo pudiera examinarlo más.

– Podría preguntarle lo mismo. – es joven, algo bajo, tal vez de uno cuarenta, rubio, ojos azules. No hace nada solo está parado mientras ladra.

– Presentémonos entonces – usa zapatillas, pantalón de vestir, chaleco negro, camisa blanca remangada por encima de los codos, pañuelo negro cubriendo su mandíbula, boca y nariz, guantes blancos. – ¿Tu nombre es?

– Llámame CV02 – cinturón con pequeños compartimientos, no lleva un arma por lo visto.

– Que curioso nombre – no parece una amenaza, me acerque a la caja de seguridad que estaba tras él ya que en ella estaba el anillo. – ¿Y que eres exactamente?

– ¿No es obvio? – dijo levantando sus manos. Creo que estaba sonriendo pero no pude verlo por el pañuelo.

– ¿Perdón? – el chico rio por mí pregunta ¿Qué tiene de gracia?

– Averígualo – se aparto para dejarme seguir – Ya acabe lo que vine a hacer así que me marcho. Un gusto conocerlo Señor de la Bufanda. – el chico comenzó a caminar.

– Quédate donde estas – dije después de poner una granada en la caja – Quiero hacerte unas preguntas – quería saber como hizo para entrar pero cuando me voltee vi la espalda del rubio mientras se marchaba.

– Lo siento, tal vez en otra ocasión te de mi autógrafo.

– ¡Oye! – el dispositivo exploto destruyendo el cerrojo.

   El chico se volteo antes de doblar en la esquina del pasillo pero sin detenerse, vi sus cejas inclinarse en señal de disgusto ¿De qué estaba enojado? ¿Fue una mala primera impresión? En realidad no me importaba mucho, solo estaba curioso por él para poder distraer mi aburrimiento.

   Volví a enfocarme en mi misión: el anillo. Saque la caja de seguridad de su compartimiento y  apoye sobre la mesa de mármol en medio de la bóveda. Pero cuando retire su tapa para tomar el simple anillo, en mis manos había una tarjeta de presentación en lugar de la joya de plata.

CV02…

   ¡Maldito niño! Corrí por el pasillo para agarrar al pequeño ladrón pero vi como este se despedía de mí mientras se cerraban las puertas del ascensor. Quise detenerlo pero cuando llegue al elevador sus puertas se cerraron por lo que golpe el metal con rabia. Sin perder tiempo coloque algunos explosivos en la puerta y me refugie en el corredor antes de que se activaran. Después de que el explosivo detonara entre al hueco del ascensor y dispare el lanza-garfios a la cabina en ascenso. Ya detenido, subí por la escalera de emergencias y entre en la cabina por la trampilla del techo pero el rubio ya no está en su interior. Luego oí el eco de sus pasos en el lobby y salí a encararlo. El niño otra vez estaba parado en medio del vestíbulo, como si me esperara.

– Devuélvemelo – dije serio mientras me dirigía a él.

– Yo lo tome primero. – seguía sin moverse, ¿Qué es lo que trama?

– No estoy para juegos – estaba a pocos metros de él.

– Entonces quítamelo – ¿Quieres provocarme?

– Con gusto.

   Acelere el paso haciendo exageradamente mi brazo derecho para atrás para que pensara que iba a golpearlo pero en realidad me desplace para darle una patada lateral con mi pierna derecha. ¿Eh? ¿Me esquivo? Volví a mi posición de lucha.

– Dime ¿Quién eres tú? – su voz provenía de atrás mío.

   Me voltee rápidamente y di una patada con mi pierna izquierda. El volvió a esquivarlo con un simple desplazamiento de su pierna hacia atrás. Volví a atacar dando dos golpes, derecha e izquierda, pero el volvió a evitarlas solamente girando sus caderas. Salte con un giro de 360° para patearlo en el rostro pero el simplemente  se agacho… ¡¿Quién es este niño?! Cuando recobre la posición él salto del suelo dando un giro de 180° y una patada frontal, aunque pude protegerme con mis brazos la fuerza de la patada me obligo a retroceder, luego ambos nos detuvimos. Se ve tan relajado…

– Si te soy sincero, pensé que también eras un ladrón. Pero me equivoque.

– Yo también soy un ladrón. – trate de mostrar la misma tranquilidad que él pero disimular mi rabia era algo difícil.

– No. Tú eres un asaltante, un bárbaro, cualquiera puede tomar lo que quiere a la fuerza con disparos y explosiones. Déjales la tranquilidad de la noche a personas como yo.

– Si a tú consideración soy un bárbaro, ¿Yo qué opinión debería tener sobre ti?

– Ya te dije. – volvió a levantar sus manos moviendo sus dedos – Averígualo.

   De repente el sonido de una sirena se holló cerca, ambos nos pusimos atentos a lo que significaba y aproveche la distracción para sacar la otra pistola que escondía y dispare los cables para electrocutarlo. Esta vez el chico no lo vio venir y recibió la descarga a través de los cables. Quiso desmayarse pero corrí rápidamente para sujetarlo y recostarlo en el piso. Me puse encima del chico para inspeccionarlo, aprisione sus delgadas piernas con las mías y recorrí sus caderas con mis manos para sentir el contenido de sus bolsillos. Al no hallar nada puse mi atención en la hebilla de su cinturón, lo desabroche y se lo quite para revisar cada compartimiento en él pero aunque había muchas cosas no halle lo que buscaba. Me detuve un momento a pensar y volví a recorrer su cuerpo con la mirada. Ahora que lo veo más de cerca parece más delgado de lo que pensaba… Y ahora que lo pienso mucho mejor, ¡Esta posición es muy comprometedora! Si alguien nos viera pensaría que soy un pervertido… que incomodo…; pero se ve tan inocente así, tan tranquilo, como un gatito sumiso en comparación al felino arisco que era hace un momento. ¿Por qué no reacciona? ¡¿No lo habré matado con la descarga eléctrica, verdad?! ¡Si le dispare al abdomen y no al corazón!... Apoye mi mano en su pecho y mi tranquilidad volvió al sentir sus latidos de manera normal, el tranquilo ritmo de sus pulsaciones también es reconfortante… ¿Eh? ¿Qué es esto? ¿Trae un collar? No… ¡El anillo! Levante suavemente su cabeza y le quite la cadena que traía con el anillo. Apoye mi mano en su abdomen y guarde le anillo en mi bolsillo. Un momento… ¿Por qué tiene tan duro el abdomen? ¡AHIIIIIIIIIIIIIIIIIII! Maldito… mocoso.

– Eres un maldito pervertido, poco más y me desnudas – decía el niño mientras se levantaba y yo me retorcía del dolor en el piso por mi ingle– Ahora, devuélveme el… – estaba agachándose mientras hablaba pero lo interrumpieron.

– ¡Alto! ¡Quietos! – Había olvidado las patrullas, de un momento a otros los policías entraron.

– Rayos. Nos volveremos a ver, Señor Pervertido. – el chico saco una pistola y la apunto hacia el techo disparando un gancho, ¿Es mi lanza-grafios? ¿En qué momento me la quito? – Adiós. – el rubio subió siendo jalado por la pistola y escapo por el techo.

   Yo seguía reponiéndome del dolor de su patada mientras los oficiales se acercaban. Lance las granadas de humo que tenia y mientras los policías trataban de recuperar el aliento por inhalar el monóxido de carbono yo escape lentamente, agachado, con mis manos entre mis piernas.

   Que humillación. Esta ha sido la pero noche de mi vida.

Notas finales:

Espero que les haya interesado. Trate de hacer las peleas lo mas graficas posibles para que las imaginen.

Los vere cuando tenga el 2do Capitulo, si les gusto claro.


 Un saludo n.n


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